Presidenta. – El próximo punto es el informe (A6-0260/2008) de Frédérique Ries, en nombre de la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria, sobre la «Revisión intermedia del Plan de Acción Europeo sobre Medio Ambiente y Salud 2004-2010» (2007/2252(INI)).
Frédérique Ries, ponente. − (FR) Señora Presidenta, señora Ministra —y permítame decirle que apreciamos enormemente que se encuentre aquí presente pese a los problemas que ha tenido para llegar a tiempo a este debate—, Comisario Dimas, Señorías, la salud y el medio ambiente no siempre son dos conceptos compatibles, especialmente en el momento actual, en los albores del siglo XXI. Nuestros conciudadanos, ya habiten en la ciudad, en el campo, cerca del mar o en la montaña, están expuestos a diversas formas de contaminación que en la mayoría de casos se debe a una combinación de diferentes factores.
No es por casualidad que, según las últimas estadísticas publicadas por Eurostat, seis de cada diez europeos consideren muy probable o bastante probable que la contaminación ambiental perjudique a su salud, y también —y esto es muy importante— que la Unión Europea no hace lo bastante en este campo, que es precisamente el asunto que nos ocupa en el debate de esta mañana.
Antes de todo, quisiera dar las gracias a mis colegas y, de manera especial, a los ponentes alternativos de este informe, la señora Ferreira, el profesor Trakatellis, la señora Breyer, la señora Belohorská y la señora de Brún, por la excelente colaboración que hemos mantenido desde el inicio de este proyecto, que se remonta a 2003. De hecho, fue en 2003 cuando la Comisión Europea dio el pistoletazo de salida a lo que era entonces la iniciativa SCALE, que se centraba en la salud infantil, a lo que siguió un año después el lanzamiento de un plan de acción cuya ejecución estaba prevista para 2010. Ésta es una iniciativa que consideramos insuficiente, puesto que en su Pleno de febrero de 2005, el Parlamento adoptó una Resolución que cabe calificar de bastante crítica partiendo de la simple base de que un plan de acción, per se, no puede tener como único objetivo recabar más datos y llevar a cabo más investigaciones, aunque revistan una importancia vital. Así pues, fue toda una decepción, y más aún cuando un Estado miembro tras otro, y en especial Francia con su plan nacional en materia de sanidad y medioambiente, junto con tantos otros como los Estados Federados alemanes, Bélgica, Luxemburgo o los Países Bajos, por ejemplo, siguieron desarrollando por su cuenta ambiciosos planes nacionales.
Tres años después, ¿qué avances hemos hecho para reducir las enfermedades atribuibles al impacto de la contaminación? A escala comunitaria, me parece que no demasiados, y es por ello que deseo ahora presentar una adecuada revisión intermedia de la situación actual. Sin lugar a dudas, la Unión Europea, como hemos repetido tantas y tantas veces, puede enorgullecerse de haber cosechado numerosos éxitos en la lucha contra varias formas de contaminación. Resulta imposible enumerarlos todos, pero a modo de ejemplo cabe citar la reciente legislación sobre la calidad del aire ambiente —que cabe agradecer en gran medida a sus enormes esfuerzos, señor Comisario—, el paquete sobre los plaguicidas, que está a punto de completarse, y por supuesto la iniciativa REACH, que establece el control de más de 10 000 sustancias químicas y propone la sustitución de aquellas que ocasionan mayores problemas. También desearía referirme a otro importante aspecto, a saber, la financiación que la Comisión ha concedido durante los últimos tres años a los más de 38 proyectos dedicados a la salud y el medio ambiente en el marco del Sexto Programa Marco de Investigación, cuantía que se estima por encima de los 200 millones de euros. En otro orden de cosas, y dada la dificultad de evaluar el impacto de este Plan, que por el momento no ha logrado hacer honor a su nombre, desearía decir que nuestra impresión general es algo ambivalente.
Nuestro proyecto de Resolución de hoy se centra, por consiguiente, en la necesidad de restaurar el principio de precaución, principio que sé que la señora Ministra también valora enormemente. Al igual que ella, creo sinceramente que necesitamos redimir y resucitar dicho principio, que, como he dicho antes, se basa en la acción y no en la abstención, y que debemos garantizar su aplicación en el marco de las políticas comunitarias, de conformidad con el artículo 174, apartado 2, de nuestro Tratado, y con arreglo también a la continuada jurisprudencia del Tribunal de Justicia. Siguiendo con esta cuestión, creo que es importante que intentemos invertir la carga de la prueba en toda la legislación sobre productos —como afirma el apartado 13 de nuestra Resolución—, porque la única manera de proceder correctamente —y de hecho resulta obvio— consiste en que los productores e importadores sean los responsables de demostrar la inocuidad de un producto. A esto añadiría que, quizás de manera equivocada, esto es lo que la mayoría de los consumidores creen.
La segunda, pero no menos importante, cuestión que suscita inquietud es la abordada en los apartados 23 a 25, a saber, el cambio climático. Hemos estudiado esta cuestión crucial en estrecha colaboración con expertos de la OMS. El fenómeno que con mayor frecuencia describen estos expertos es el aumento de la recurrencia e intensidad de las olas de calor. ¿Cómo podemos olvidar que tras la ola de calor del verano de 2003 se registraron 70 000 defunciones suplementarias en unos diez países europeos? Creemos que, en este sentido, es necesario implantar un sistema de medidas preventivas —una exposición reducida al calor, un sistema de alerta temprana y, desde luego, ayuda para las personas de edad avanzada—. También señalaría que el aumento de las temperaturas acarrea la aparición de determinados virus, como el virus del chikungunya que azotó Italia en 2007, y que, aunque no pasó de ser un epifenómeno —al menos en opinión de los expertos—, quizás fuera un signo de advertencia temprana que nos anuncia numerosas pandemias en Europa. Naturalmente, este problema debe afrontarse con una respuesta adaptada a su posible magnitud y, como mínimo, cabe establecer un sistema de coordinación adecuado entre la Comisión, el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades en Estocolmo y las diversas capitales europeas.
Quisiera concluir mi presentación refiriéndome a lo que viene siendo, para el sector sanitario, todo un culebrón, cuya temporada de verano de 2008 se emitió en numerosos países —como Francia o Bélgica, entre muchos otros—. Me refiero a la oleada de información, artículos y estudios —la mayoría de ellos contradictorios— sobre los riesgos sanitarios, ya sean demostrados o no, de los dispositivos de telefonía móvil y, en particular, de la amenaza que plantean para los grupos más vulnerables, especialmente para los niños. Y, en este sentido, el sumamente —por no decir excesivamente— mediático David Servan-Schreiber no fue el primero en dar la voz de alarma. Lo que afirmamos en los apartados 21 y 22 de nuestra Resolución es muy simple: que todos estos estudios tienden a demostrar que los campos electromagnéticos afectan a la salud humana. Por otra parte, cabe recordar que los límites de exposición no se han adaptado desde 1999 y, por consiguiente, sigue constituyendo la normativa oficial vigente en la Unión Europea, mientras que paralelamente existe una total ausencia de consenso entre los investigadores sobre si las ondas GSM plantean o no riesgos para la salud.
Es probable que esta incertidumbre científica perdure aún mucho tiempo. No obstante, llegará el día en que los legisladores tengan que tomar una decisión al respecto, que es de hecho lo que estamos haciendo con la Resolución que estamos presentando hoy aquí.
Nathalie Kosciusko-Morizet, Presidenta en ejercicio del Consejo. − (FR) Señora Presidenta, señor Comisario, señora Ries, Señorías, a todos los ciudadanos comunitarios les preocupa, de manera bastante legítima, la calidad del medio ambiente, y cada vez existe una mayor preocupación por la correlación entre el medio ambiente y la salud.
Los Ministros de Medio Ambiente tuvieron la oportunidad de abordar esta cuestión el pasado mes de diciembre, y el Consejo le está concediendo ahora una creciente importancia. En este sentido, podríamos citar diferentes patologías, y a pesar de que son numerosas, todavía no se han esclarecido los hechos y la correlación entre la contaminación y la salud. Me refiero a las enfermedades respiratorias, el asma, las alergias, el cáncer y los alteradores endocrinos, en especial cuando afectan a los segmentos más vulnerables de la población —como ya ha señalado la señora Ries—, como los niños, las mujeres embarazadas, las personas de edad avanzada y las personas desfavorecidas.
La nueva estrategia de la Unión Europea para promover el desarrollo sostenible, que fue adoptada por nuestros Jefes de Estado o de Gobierno en junio de 2006, incluye de manera bastante acertada la salud pública como uno de los retos clave a los que nos enfrentamos, con el objetivo de promover la salud sin discriminación y mejorar la protección contra los riesgos sanitarios que se plantean actualmente, y todo ello debe lograrse —y volveré sobre esto más adelante— mediante sólidas medidas preventivas.
Existen diversas maneras de mejorar la situación actual, que ya se han mencionado en su totalidad. Está la mejora de la cooperación entre los sectores sanitario y medioambiental, que en ocasiones tienden, lamentablemente, a ir en diferentes direcciones. Está la necesidad de mejorar la calidad del medio ambiente, que es precisamente lo que estamos haciendo, especialmente con nuestro trabajo sobre la Directiva IPPC y la propuesta de Directiva sobre la calidad del suelo, de la que hablaremos luego, y de mejorar también el conocimiento comunitario en este ámbito. Está el trabajo que estamos realizando en cooperación internacional y, en especial, dentro de la Organización Mundial de la Salud. Y, por último, está el objetivo que estamos persiguiendo de manera muy comprometida de mejorar la manera en que el medio ambiente se integra en cada política, plan y programa pertinente, y especialmente en el transcurso del Plan sobre Medio Ambiente y Salud 2004-2010. En definitiva, es importante que con esta revisión intermedia podamos llegar a una conclusión que nos permita garantizar la máxima eficacia de las medidas adoptadas.
Al igual que la señora Ries, también desearía subrayar la necesidad de adoptar medidas preventivas en todos los diferentes ámbitos de acción y con respecto a todos los puntos mencionados en su trabajo.
El Consejo, en sus conclusiones del pasado mes de diciembre, así como el Parlamento hoy, consideran que es necesario adoptar medidas con la mayor prontitud. Debemos actuar con rapidez y anticipándonos a los acontecimientos. Debemos actuar de conformidad con los principios de prevención y cautela, lo que sin lugar a dudas implica desarrollar nuevas herramientas capaces de prever y analizar las posibles amenazas tan pronto como aparezcan o surja cualquier indicio, y que posteriormente permitan estudiar los diversos problemas desde otro punto de vista como, por ejemplo, teniendo en cuenta el cambio climático o la bioseguridad, que son áreas estrechamente relacionadas con la salud humana.
Stavros Dimas, Comisario. − (EL) Señora Presidenta, Señorías, hace aproximadamente un año, la Comisión adoptó la revisión intermedia del Plan de Acción Europeo sobre Medio Ambiente y Salud 2004-2010. Tal revisión consiste en un informe sobre la ejecución hasta la fecha del Plan de Acción.
Me complace que el Parlamento Europeo la haya acogido positivamente y que, al igual que la Comisión, considere de gran importancia la correlación entre el medio ambiente y la salud. Me congratula particularmente que la Presidencia francesa, tanto hoy como a través de su Ministro en anteriores ocasiones, haya dado muestras de su pleno apoyo a este respecto, que tan suma importancia reviste para los ciudadanos comunitarios.
Como saben, el objetivo del Plan de Acción Europeo que pone en relación el medio ambiente y la salud consiste en mejorar la recogida de información y alentar la investigación sobre el medio ambiente y la salud humana, a fin de comprender mejor las amenazas y factores de riesgo que plantea el medio ambiente para la salud humana. De este modo, los líderes políticos a escala comunitaria y nacional podrán elaborar una legislación y unas medidas más efectivas para proteger la salud de los ciudadanos comunitarios.
El Plan abarca trece ejes de acción específicos para el período 2004-2010, y se diseñó tras una amplia consulta a los expertos y organismos que trabajaban en los sectores comunitarios de medio ambiente, salud e investigación.
El Plan de Acción hace especial hincapié en lo esencial que resulta estrechar la cooperación entre los departamentos medioambientales, de salud y de investigación, tanto a escala nacional como comunitaria. Esta cooperación es clave para abordar de la mejor manera posible el impacto recíproco entre el medio ambiente y la salud.
Cuatro años después de la adopción del Plan de Acción, me complace observar que esta estrecha cooperación entre diversos servicios se ha visto al fin consolidada. Está claro que se trata de un avance muy positivo, como indica la revisión intermedia del pasado año.
Permítanme ponerles algunos ejemplos concretos. Los Estados miembros están actualmente colaborando para aplicar un enfoque coordinado comunitario en relación con el control biológico humano. En esta tarea están participando los diferentes ministerios de investigación, sanidad y medio ambiente.
Creo que es importante agregar que, tras la aprobación del informe de progreso del pasado año, la Comisión también emprendió otras actividades importantes, especialmente en relación con el control biológico humano, la relación entre el cambio climático y la salud, la calidad del aire interior, la investigación medioambiental, y la salud y los campos electromagnéticos. Así pues, me complace que estas cuestiones se encuentren incluidas en el informe del Parlamento Europeo.
Permítanme describir brevemente los nuevos avances. La Comisión está ahora adoptando un enfoque más amplio con respecto a la cuestión de la calidad del aire en los espacios cerrados. Este enfoque se encuentra además en consonancia con la Resolución de 2005 del Parlamento Europeo. Por otra parte, se han emprendido numerosas actividades que van más allá de los objetivos específicos del Plan de Acción. Por ejemplo, la Comisión ha financiado nuevos proyectos de investigación, se ha creado un grupo de trabajo de expertos y se ha aprobado un Libro Verde sobre el humo del tabaco, así como diversas opiniones científicas. Lo que aún no se ha decidido son los medios jurídicos para abordar la cuestión del aire en los espacios cerrados de la manera mejor posible.
Con respecto al control biológico humano, la Comisión deplora que la propuesta presentada por el consorcio de los veinticuatro Estados miembros no se considere adecuada para recibir financiación al amparo del Séptimo Programa Marco. En cualquier caso, este mes se publicará una nueva convocatoria para presentar propuestas sobre el control biológico humano.
Entretanto, la Comisión proseguirá con el trabajo preparatorio relativo al proyecto piloto en el marco de la red ERA-Net y de un acuerdo administrativo con el Centro Común de Investigación de Ispra en estrecha colaboración con los Estados miembros.
En cuanto a los campos electromagnéticos, la Comisión sigue de manera continuada los avances científicos a través del Comité científico de los riesgos sanitarios emergentes y recientemente identificados y de la red MNT sobre campos electromagnéticos, un proyecto incluido en el Sexto Programa Marco.
La Comisión promueve la investigación en los ámbitos más importantes a fin de determinar si deben revisarse los valores límite de exposición que establece la Recomendación del Consejo. En este sentido, ha pedido recientemente a cada Comité científico de los riesgos sanitarios emergentes y recientemente identificados que reconsidere su posición a la luz de los datos e informes más recientes.
La correlación entre el cambio climático y la salud es claramente otro de los temas de creciente importancia, como constata la revisión intermedia. Esta cuestión se abordará en el Libro Blanco sobre la adaptación al cambio climático, que está previsto que se adopte muy pronto.
Estos avances indican que la Comisión concede una gran importancia a dotar aún en mayor medida de una dimensión sanitaria a la política medioambiental comunitaria. La legislación reciente, como la relativa a los productos químicos (REACH) y la nueva Directiva sobre calidad del aire ambiente, refuerza la protección medioambiental y sanitaria y ejemplifica una manera de proceder que redunda en beneficio de los ciudadanos comunitarios tanto desde un punto de vista medioambiental como sanitario.
Por último, permítanme dar las gracias a la ponente, la señora Ries, por su informe, su excelente trabajo y el enorme interés que ha demostrado por la relación existente entre el medio ambiente y la salud. También me gustaría reiterar la firme intención de la Comisión de proseguir sus esfuerzos en lo referente al Plan de Acción sobre Medio Ambiente y Salud. La Comisión tiene la determinación de elaborar una legislación medioambiental efectiva y de garantizar la correcta aplicación de la legislación en vigor para proteger tanto el medio ambiente como la salud de los ciudadanos comunitarios.
Con esto en mente, la Comisión desempeñará un papel activo en la preparación de la Quinta Conferencia Ministerial sobre Medio Ambiente y Salud, cuya celebración está prevista para julio de 2009.
Françoise Grossetête , en nombre del Grupo del PPE-DE. – (FR) Señora Presidenta, permítanme antes de todo darle la bienvenida a la señora Kosciusko-Morizet, cuyas convicciones y determinación en este ámbito todos conocemos, y también al Comisario. Por supuesto, deseo felicitar a la señora Ries por el excelente trabajo realizado al abordar una cuestión que reviste tan suma importancia y les preocupa tanto a nuestros ciudadanos. Hipócrates dijo una vez que para estudiar medicina es necesario estudiar el clima. Si bien cabe reconocer los esfuerzos que la Comisión Europea ha hecho desde el lanzamiento en 2004 del Plan de Acción sobre Medio Ambiente y Salud, es de lamentar que esta iniciativa no se base en una verdadera política de prevención que tenga por objeto reducir las enfermedades asociadas a factores medioambientales y que persiga un objetivo claro y debidamente cuantificado. Hace diez años, cuando nos encontrábamos hablando del cambio climático, no se hizo ninguna alusión a los riesgos para la salud. Hoy, la frecuencia de las olas de calor, las inundaciones, los incendios naturales y otro tipo de catástrofes naturales en la Unión Europea está haciendo variar la aparición de las enfermedades provocadas por determinadas bacterias y virus y transmitidas por determinados insectos. Así pues, debemos adquirir un mejor conocimiento de las consecuencias que todo ello puede tener para la salud humana, y especialmente para la salud de los miembros más vulnerables de la sociedad, a fin de que seamos más capaces de controlar los riesgos asociados. Mientras que el programa de salud pública (2008-2013) tiene como objetivo principal actuar sobre los factores tradicionalmente determinantes de la salud, como la alimentación, el tabaquismo, y el consumo de alcohol y drogas, el presente Plan de Acción (2004-2010) se centrará en los nuevos retos sanitarios y en abordar los factores medioambientales determinantes que afectan a la salud humana. Me refiero a la calidad del aire, las ondas electromagnéticas —un tema al que ya se ha hecho referencia—, las preocupantes nanopartículas, las sustancias que se consideran carcinógenas, mutágenas o tóxicas para la reproducción y los alteradores endocrinos —como hemos visto en la normativa REACH—, y también a los riesgos para la salud que plantea el cambio climático y sobre los que ya he hablado. También desearía señalar que, mientras las enfermedades respiratorias son la segunda causa de mortalidad en términos de incidencia, prevalencia y gasto en la UE, constituyen la principal causa de mortalidad infantil en los niños menores de cinco años y siguen desarrollándose, en particular, a causa de la contaminación del aire exterior e interior.
En lo relativo a la salud urbana ambiental y, en particular, en relación con la calidad del aire en los espacios cerrados, la Comisión debería reforzar sus acciones contra la contaminación doméstica, habida cuenta de que el ciudadano europeo pasa una media del 90 % de su vida en el interior de edificios. Sabemos que esta cuestión, esta correlación entre el medio ambiente y la salud, es un tema particularmente importante y delicado y, por ello y por el bien de nuestros ciudadanos, debemos encontrar una respuesta adecuada con la mayor prontitud.
Anne Ferreira, en nombre del Grupo PSE. – (FR) Señora Presidenta, señora Kosciusko-Morizet, señor Comisario, Señorías, en primer lugar me gustaría sumarme a las alabanzas hacia nuestra colega por el trabajo que ha realizado y la determinación demostrada en el tratamiento del presente expediente. Ésta es una determinación que comparto, porque la relación entre el medio ambiente y la salud, ahora ampliamente reconocida, merece que le demos una respuesta en forma de acción política.
Resulta, por tanto, esencial avanzar para actualizar nuestro conocimiento a este respecto y, en especial, para ejecutar acciones diseñadas con vistas a limitar los efectos nocivos de nuestro medio ambiente sobre la salud humana.
El Plan de Acción identifica claramente y abarca los diferentes ámbitos de actuación. En este sentido, no sólo ha sido necesario tener en cuenta los efectos del cambio climático y diseñar métodos de evaluación de riesgos, sino también abordar otros factores como los campos electromagnéticos.
También me complace observar que el informe contiene una referencia al documento de 2007 que elaboró la Agencia Europea de Medio Ambiente y que demuestra que la contaminación atmosférica y, en particular, la relacionada con las partículas finas y el ozono a nivel del suelo, constituye una amenaza importante para el correcto desarrollo de los niños y acorta la esperanza de vida en la UE.
Sin embargo, lamento que no se hayan incluido en el texto los problemas de salud asociados al entorno laboral. Cabe recordar que millones de personas padecen en la actualidad enfermedades asociadas al entorno de trabajo y cuyas causas son muchas y muy diversas: estrés, intensidad del trabajo, contaminantes, trastornos osteomusculares asociados con una ergonomía deficiente del lugar de trabajo, etc. Espero que este tema se aborde con la debida seriedad en otras comisiones.
Como la señora Ries ha dicho, el mayor problema reside también en que nos estamos quedando rezagados. Desde mi punto de vista, la Comisión no ha desempeñado un papel lo suficientemente activo como para estar a la altura de los compromisos que ella misma se fijó. Me refiero, por ejemplo, a la cuestión de las nanopartículas, un tema que actualmente es objeto de numerosos informes y que suscita numerosos interrogantes.
Por ejemplo, en la Comunicación de la Comisión de 2007 sobre los objetivos para 2004-2006 se puede leer que el objetivo consiste en analizar los posibles efectos de las nanopartículas sobre la salud y el medio ambiente. Así pues, se previó realizar, durante el período 2007-2010, una investigación sobre el riesgo potencial que entrañan las nanopartículas para la salud humana. Esto implica que se tardará tres años en analizar una cuestión y tres años más en realizar los consiguientes estudios. Creo que podríamos dar muestra de una mayor eficiencia.
Indudablemente existen razones para adoptar este inadecuado planteamiento: la falta de recursos humanos y económicos. No obstante, ¿qué credibilidad puede esperar la UE si no logra cumplir sus propios compromisos? Sabemos que los ciudadanos europeos son capaces de reconocer el valor añadido de la dimensión comunitaria en relación con este tipo de cuestiones. Así pues, no les decepcionemos.
Terminaré con una pregunta dirigida directamente al Consejo y a la Comisión: señor Comisario, antes se refirió a la cooperación entre diferentes servicios y entre equipos de investigación, lo cual es algo positivo. ¿Existe también una coordinación entre los diferentes planes nacionales en materia de salud ambiental elaborados por los diferentes Gobiernos y el Plan de Acción Europeo? Por último, señora Ministra, ¿nos podría indicar —cuando vuelva a hacer uso del turno de palabra— si, por ejemplo, Francia ha vinculado sus esfuerzos a los realizados en el marco de la cumbre denominada «Grenelle del medio ambiente»?
Lena Ek, en nombre del Grupo ALDE. – (SV) Señora Presidenta, normalmente suelo decir que la UE debería abarcar menos y apretar más; en otras palabras, que deberíamos centrar nuestras acciones a la par que respetamos el principio de subsidiariedad. Éste es precisamente el caso del presente Plan de Acción. Desearía comentar varios de los puntos que nuestra ponente, la señora Ries, aborda en su informe. Su crítica de que existe una ausencia de objetivos e indicadores cuantificables es muy grave. Deberíamos, por tanto, incorporarlos al Plan de Acción. Las críticas de la ponente y de varios de sus Señorías de que las medidas preventivas resultan insuficientes son igualmente graves. Se refieren directamente a este documento y debemos tenerlas en cuenta al proseguir con nuestros trabajos.
Desearía hacer particular hincapié en tres aspectos: los grupos vulnerables, las enfermedades endémicas y la correlación entre el clima y la salud. Debemos ser más conscientes de las diferencias que existen al tratar y medicar a adultos y niños, y a mujeres y hombres. Resulta escandaloso que aún no haya quedado patente ni se tenga en cuenta a la hora de investigar y administrar tratamientos médicos.
El trabajo que ya se ha iniciado sobre la movilidad de los pacientes en el mercado interior es increíblemente importante para diferentes grupos de pacientes como, por ejemplo, aquellos que sufren lesiones en el cuello, ya que las pautas de tratamiento pueden variar en función del Estado miembro.
Acojo con beneplácito el énfasis de la Presidencia francesa en la enfermedad de Alzheimer, una de nuestras principales enfermedades endémicas, pero necesitamos también un enfoque coordinado en relación con la diabetes, el asma y el reumatismo, por citar sólo algunos ejemplos. Esto es igualmente válido en el caso de las lesiones relacionadas con el entorno laboral.
Actualmente estamos presenciando en Europa y en todo el mundo una tendencia al alza que llevábamos tiempo sin ver de los casos de pandemias y de transmisión de virus, bacterias y parásitos. Obviamente, esto se relaciona en parte con el cambio climático.
Dado que las bacterias han desarrollado resistencia a los antibióticos, los medicamentos y tratamientos han perdido su efectividad, y éste es uno de nuestros problemas sanitarios más urgentes. A este respecto cabe decir que es una pena que las principales empresas farmacéuticas hayan dejado en buena medida de desarrollar nuevos antibióticos. Espero que la Presidencia y la Comisión aborden este grave e importante problema con la mayor premura.
También necesitamos analizar las diferentes situaciones hipotéticas que plantea el cambio climático. ¿Cuáles serían los efectos para la salud en Europa si la temperatura subiera en todo el mundo dos, cuatro o incluso más grados? Por el momento no disponemos de información al respecto. Si se supone que debemos ser capaces de tomar decisiones concretas y correctas en relación con el paquete sobre el cambio climático, también necesitamos material fiable sobre los diversos modelos hipotéticos climáticos a los que puede que tengamos que hacer frente en el futuro.
Zbigniew Krzysztof Kuźmiuk, en nombre del Grupo UEN. – (PL) Señora Presidenta, puesto que en el marco de este debate sobre la revisión intermedia del Plan de Acción Europeo sobre el Medio Ambiente y la Salud 2004-2010 intervengo en nombre del Grupo UEN, me gustaría señalar las siguientes cuestiones.
En primer lugar, unas medidas adecuadas para mejorar el medio ambiente y luchar contra el cambio climático requieren recursos financieros adicionales. Esto pone a las autoridades y entidades económicas públicas de los nuevos Estados miembros en una situación particularmente difícil. Como es obvio, los nuevos Estados miembros están concentrando todos sus esfuerzos principalmente en ponerse a la altura de los países más desarrollados de la Unión Europea en términos de desarrollo.
En segundo lugar, la Unión Europea está esforzándose por tomar la delantera, por ejemplo, en lo referente a limitar las emisiones de dióxido de carbono. No obstante, la Comisión asignó los límites sin tener en cuenta el trabajo que debe realizar cada uno de los Estados miembros en materia de desarrollo. Como consecuencia, a mi país, Polonia, se le concedió un límite reducido de emisiones de dióxido de carbono, lo que provocó que los precios de la electricidad aumentaran de manera inmediata entre un 10 % y un 20 %. Y no quiero ni imaginar lo que subirán los precios de la electricidad después de 2013, cuando las centrales eléctricas tengan que comprar todos sus límites de emisiones en el mercado abierto. Así, una medida sensata para limitar las emisiones de dióxido de carbono, y por tanto combatir el cambio climático, ha pasado a ser una carga para los consumidores y ha dado lugar a un descontento social cada vez más generalizado.
En tercer lugar, las medidas que contiene el informe sobre la atención sanitaria también requieren recursos financieros adicionales. Es particularmente difícil para los Estados miembros menos desarrollados encontrar estos recursos, puesto que ya tienen dificultades importantes para financiar la atención sanitaria básica para sus propios ciudadanos. Para concluir, me gustaría dar las gracias a la señora Ries por haber presentado un informe tan completo y exhaustivo sobre el impacto del medio ambiente para la salud humana.
Hiltrud Breyer, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (DE) Señora Presidenta, nos encontramos a mitad de camino en este Plan de Acción, y ha llegado el momento de realizar una revisión. Estamos recapitulando lo que se ha hecho hasta el momento, y la pregunta que debemos plantearnos es la siguiente: ¿se han obtenido resultados visibles?
La Comisión ha optado por la vía fácil afirmando su conformidad. Sin embargo, si enfermamos por causa del aire que respiramos y el agua que bebemos, Europa debe adoptar medidas y convertirse en la fuerza motriz que impulse un nuevo planteamiento general en relación con tales riesgos sanitarios. Es por ello que el Plan de Acción no puede considerarse simplemente como un componente adicional de la actual política comunitaria, sino que es necesario fijar nuevos puntos de referencia.
Celebro que la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria haya adoptado una posición tan sumamente crítica con respecto al Plan de Acción y haya exigido mejoras importantes. Tenemos la firme convicción de que el Plan de Acción estará condenado al fracaso si no se basa en una política proactiva de prevención; y debe dejarse claro que, sin metas cuantitativas específicas, se quedará en agua de borrajas.
Nos complace que el informe medioambiental tenga una importante carga ecológica, en especial en lo referente a la nanotecnología. Y es que a la luz está que el Plan de Acción no da cuenta debidamente de los nuevos riesgos potenciales. De hecho, resulta escandaloso que cuando se trata de los riesgos asociados con la nanotecnología, la Comisión Europea siga escondiendo la cabeza bajo el ala y afirmando que la legislación vigente es del todo adecuada. Pero sabemos que no es así. En verdad, se está permitiendo que la nanotecnología se desarrolle en un vacío jurídico.
Además, está el problema de la contaminación electromagnética: sabemos que este tipo de radiación plantea un importante y creciente problema, así que resulta del todo inadmisible que, como diputados al Parlamento Europeo, rebajemos unos valores límite que ya se fijaron muy elevados. Y otra cuestión es la calidad del aire en los espacios cerrados: la UE ha fijado objetivos en lo referente a la protección contra las partículas finas, pero ¿qué sucede con la calidad del aire en los espacios cerrados, puesto que es en ellos donde pasamos la mayoría de nuestro tiempo? La Comisión no puede seguir obviando esta cuestión.
Así pues, pedimos a la Comisión que presente unas propuestas legislativas claras para mejorar la calidad del aire que abarque todas las áreas pertinentes: proyectos de construcción, colas de carpintería, etc.
Lograr una mayor protección para los grupos especialmente vulnerables como los niños y las mujeres embarazadas es una cuestión que también nos toca muy de cerca y, en este sentido, el principio de precaución debe ser el principio rector de nuestra legislación en todos los ámbitos. Naturalmente, nos habría gustado obtener mayores logros, pero confiamos en que la Comisión no se conforme con esto. No podemos permitir que este ámbito de trabajo se paralice y estamos convencidos de que podemos seguir adelante con esta cuestión.
Bairbre de Brún, en nombre del Grupo GUE/NGL.– (GA) En primer lugar, me gustaría expresar mi satisfacción por el informe de la señora Ries.
Pido a la Comisión y a los Estados miembros que renueven su total compromiso con los objetivos del Plan de Acción Europeo sobre Medio Ambiente y Salud y lo refuercen para hacerlo más ambicioso y adaptarlo en mayor medida a nuestras necesidades. Recibo con beneplácito, en particular, lo que el Comisario Dimas acaba de decir. El aumento de la incidencia de determinados tipos de cáncer nos demuestra que no podemos permitirnos el lujo de dormirnos en los laureles.
Desearía destacar, en particular, la gran importancia que reviste la acción en el ámbito de la salud mental. Las enfermedades mentales constituyen uno de los principales riesgos de suicidio en Irlanda, y el suicidio es la principal causa de muerte entre nuestros jóvenes. La UE debe ofrecer un mayor apoyo a la elaboración de estrategias de prevención adecuadas. En este sentido, sería bienvenida cualquier medida a escala comunitaria o internacional que nos ayude a promover la salud mental.
Asimismo, apoyo las solicitudes de medidas relativas a la calidad del aire interior y a la seguridad de los compuestos químicos que se utilizan en los equipos y el mobiliario. La Comisión ha adoptado algunas medidas importantes, pero necesitamos una política integral sobre la calidad del aire en los espacios cerrados a la luz de los numerosos casos de enfermedades respiratorias en la UE.
También debemos brindar apoyo a nuestras PYME de modo que puedan cumplir la normativa en materia de salud ambiental y se adopten medidas destinadas a reducir su impacto sobre el medio ambiente. En mi circunscripción, Interreg ofreció apoyo a un maravilloso proyecto referente a esta cuestión.
El clima está cambiando, lo cual conlleva nuevos desafíos tanto sanitarios como medioambientales. Debemos enfrentarnos directamente y de manera eficaz a las nuevas amenazas que plantea el cambio climático para nuestro medio ambiente y nuestra salud.
Ya se ha hecho mucho, pero el mensaje que hoy deseo transmitir a la Comisión Europea es que se requieren metas más ambiciosas y acciones más concretas y precisas.
Irena Belohorská (NI). - (SK) Desearía dar las gracias al Comisario y a la señora Ministra por asistir a esta reunión y escuchar nuestros puntos de vista. También deseo dar las gracias a la señora Frédérique Ries, la ponente, por haber elaborado este informe. Nos encontramos ante un plan muy ambicioso, cuya evaluación resulta harto difícil, por no decir imposible. Además, estamos evaluando la consecución de unos ambiciosos objetivos en las circunstancias tan dispares que presentan los veintisiete Estados miembros, que poseen diferentes sistemas de atención sanitaria y diferentes entornos naturales.
Una de las cuestiones que cada vez suscita mayor preocupación es el cáncer. A menudo nos hemos tenido que enfrentar a previsiones que planteaban graves amenazas. Actualmente disponemos de estadísticas que indican que esta enfermedad se cobra numerosas vidas principalmente entre la población activa y las personas jubiladas. Y ya son muchas las ocasiones en que se ha demostrado claramente el efecto del medio ambiente sobre el estado de salud de la población.
Tanto o más importante es —y esto es algo que el informe también recalca— que se informe a la población tanto de los efectos del medio ambiente sobre la salud y de la incidencia de las enfermedades graves como de la capacidad de diversas organizaciones no gubernamentales para apoyar estas actividades.
Éstas son las dos caras de una misma moneda: por una parte, es importante que la Unión Europea o las instituciones locales proporcionen información, pero por otra parte, también resulta vital que la población pueda tener acceso a ella, sepa cómo obtenerla y cómo abordarla.
La prevención sólo resulta eficaz si se entiende e interpreta debidamente y, en caso de reunirse estas condiciones, también se podría realizar un seguimiento de la respuesta en cifras reales. Es posible realizar una evaluación a corto plazo del Plan, pero los efectos más importantes de la aplicación de estas medidas se podrían observar y cuantificar mejor a largo plazo.
Avril Doyle (PPE-DE). - Señora Presidenta, si bien acojo con satisfacción esta revisión, creo también que este debate requiere una mayor sinceridad por nuestra parte, y debemos aceptar que no podemos proteger a todas las personas —nuestros ciudadanos— de ellos mismos, ni tampoco deberíamos legislar sobre todos los riesgos que suponen una amenaza para la vida. De hecho, al pretender dar la impresión de que nos proponemos regular todos y cada uno de los aspectos de nuestras vidas —que es la interpretación actual—, estamos poniendo en riesgo el apoyo popular al proyecto de la UE. Debemos ser especialmente cuidadosos para transmitir exactamente en qué consiste el proyecto de la UE.
También desearía reiterar que la mayor parte de este Plan no consiste únicamente en darle un nuevo aire a los proyectos ya planificados. Debemos mejorar la aplicación de la legislación comunitaria vigente en los Estados miembros, así como el seguimiento y la supervisión del cumplimiento por parte de la Comisión. Desde mi punto de vista, resulta primordial ampliar el alcance de la evaluación y, de hecho, del debate sobre el desarrollo y la eficacia de la legislación en vigor.
La principal inquietud de esta Cámara a la hora de elaborar nueva legislación debe ser el paquete sobre el clima y la energía. Y es que el cambio climático afectará de muy diversas maneras a nuestra salud: habrá malnutrición a causa de la escasez de alimentos en algunas partes del mundo; se producirán muertos y heridos a consecuencia de las adversidades meteorológicas extremas como las olas de calor, las inundaciones, las tormentas, los incendios y los consiguientes problemas sociales; se incrementará la carga que representan las enfermedades diarreicas; aumentará la incidencia de las enfermedades cardiorrespiratorias; y surgirán graves problemas asociados con la escasez de agua y de agua potable —de hecho, más del 40 % de la población tendrá, en alguna medida, problemas de escasez de agua en los próximos diez años—. Así pues, me complace sobremanera que esta Resolución sobre la revisión intermedia reconozca los efectos sobre la salud del cambio climático, algo que considero que cabe aplaudir.
En otro orden de cosas, un tema muy preocupante —que sigue ocupando un lugar secundario en la agenda comunitaria y de los Estados miembros— es toda la cuestión de la salud mental en el ámbito de la UE. Uno de cada cuatro europeos sufre, al menos una vez en su vida, algún problema de salud mental. Tan sólo en Irlanda, el coste de las enfermedades mentales se calcula en hasta un 4 % de nuestro PIB y, por desgracia, sólo el año pasado se registraron más de 460 suicidios. Estas cifras representan un aumento de un 12 % respecto al año anterior, 2006, en un país como Irlanda, que ocupa los primeros puestos en los barómetros de los países con una mayor calidad de vida, por detrás —creo— de Luxemburgo. (Aunque desconozco quién elabora los criterios utilizados en estos barómetros.) No obstante, es algo que tenemos que plantearnos.
El problema que plantean las enfermedades mentales en Europa y los problemas previstos a este respecto merecen atención y estrategias de prevención en este ámbito tan sumamente importante. El pronóstico de la ponente de que el Plan de Acción, ya sea en parte o en su totalidad, está condenado al fracaso es motivo de preocupación y, por tanto, desearía oír por boca de la Comisión —pero también de la Presidencia— que éste no será el caso.
Evangelia Tzambazi (PSE). – (EL) Señora Presidenta, Señorías, desearía felicitar a la ponente por la exhaustividad y la coherencia del informe que ha elaborado, que evalúa de manera objetiva los avances realizados en la ejecución del Plan de Acción Europeo 2004-2010, a la par que recoge las carencias y los nuevos datos a este respecto.
Permítanme señalar algunas cuestiones en relación con la calidad del aire interior y su repercusión sobre la salud humana, especialmente para los grupos más vulnerables como los niños y las personas de edad avanzada. Teniendo en cuenta que pasamos un 90 % de nuestro tiempo en espacios cerrados, la Comisión Europea debe elaborar con carácter urgente una estrategia a este respecto que se centre tanto en establecer unas directrices como en proteger a los ciudadanos expuestos a las múltiples fuentes de contaminación biológica y química.
Resulta esencial que se establezca un marco adecuado para reducir la exposición a los productos químicos. Por otra parte, debe hacerse especial hincapié en el estado de los edificios públicos, las oficinas y las escuelas, de modo que podamos proteger a los más vulnerables.
Janusz Wojciechowski (UEN). - (PL) Señora Presidenta, la conexión entre la salud y el medio ambiente es obvia, así como también lo es la existente entre el medio ambiente y la agricultura, ya que una agricultura prudente y racional contribuye a proteger el medio ambiente.
Lamentablemente, nos enfrentamos a determinados desarrollos agrícolas que afectan negativamente al medio ambiente. Las pequeñas explotaciones agrícolas familiares están desapareciendo, y la agricultura europea está experimentando una industrialización creciente, lo cual resulta perjudicial para el medio ambiente. La política agrícola debería ofrecer una mayor protección a las explotaciones agrícolas familiares más pequeñas, puesto que sus actividades resultan menos perjudiciales para el medio ambiente.
La tecnología de los OMG viene a sumarse al resto de amenazas, que sigue extendiéndose a pesar de que existe una gran preocupación por los efectos negativos de estos cultivos para el medio ambiente y la salud humana y animal. Éste es un tema que exige precaución por parte de la Unión Europea. Por consiguiente, apoyo el informe de la señora Ries, a la que hay que dar la enhorabuena por su excelente trabajo.
Satu Hassi (Verts/ALE). – (FI) Señora Presidenta, Señorías, quisiera expresar mis más sinceros agradecimientos a la ponente, la señora Ries, por su excelente trabajo. Lamentablemente, me veo obligada a convenir con las críticas expresadas por muchos de los aquí presentes en relación con el propio programa, que se centra en las medidas existentes y no en mostrar el camino a seguir.
Cuando las personas empiezan a emocionarse con los nuevos avances, se obvia, una y otra vez, el principio de precaución. Esto es algo que también estamos constatando ahora con los nanomateriales y los campos electromagnéticos. Los nanomateriales están cada vez más presentes en nuestra vida cotidiana, incluso en los productos de consumo, pero la legislación aún va por detrás, a pesar de las advertencias de los investigadores de que los nanomateriales podrían convertirse en un problema sanitario comparable al del amianto si no abordamos seriamente sus riesgos. Lo mismo sucede con los campos electromagnéticos, a los que se encuentran expuestos cientos de millones de personas a pesar de lo poco que sabemos de sus efectos. En algunos países, como Italia, existe un área de seguridad de 500 metros entre las estaciones base y las escuelas, mientras que en Finlandia se pueden encontrar estaciones base incluso en los techos de las escuelas. Así pues, se necesita urgentemente una nueva normativa comunitaria que tenga en cuenta los resultados obtenidos de las investigaciones científicas.
Jana Bobošíková (NI). - (CS) Señorías, estoy completamente de acuerdo con la evaluación del Plan de Acción sobre Medio Ambiente y Salud de la señora Ries. Al igual que ella, creo que el Plan resulta indescifrable y está condenado al fracaso. Algunos de sus objetivos, como la prevención del suicidio o la estrategia de comunicación sobre los efectos del cambio climático para la salud humana, resultan realmente asombrosos. El Plan se asienta sobre unos cimientos incorrectos, tanto desde un punto de vista económico como, en particular, desde un punto de vista organizativo. Las acciones que cabe ejecutar son vagas y confusas, y son más los interrogantes que plantea que las soluciones que aporta. El documento también viene a duplicar el plan análogo de la Organización Mundial de la Salud.
Lamentablemente, el Plan de Acción Europeo sobre Medio Ambiente y Salud no es más que otra de las cuestiones en las que resulta legítimo afirmar que se está malgastando el dinero de los contribuyentes y que se está generando una burocracia inútil en Bruselas. Creo que la Comisión debería poner fin de inmediato a la ejecución de este Plan, anunciar que no se proseguirá con el mismo a escala comunitaria y cooperar más estrechamente con la Organización Mundial de la Salud.
Edite Estrela (PSE). – (PT) Desearía empezar felicitando a la señora Ries por su trabajo. La correlación entre la degradación del medio ambiente y los riesgos sanitarios es, hoy por hoy, algo que resulta evidente. Actualmente, hay más enfermedades asociadas a factores medioambientales y al cambio climático, como las enfermedades respiratorias, las alergias y los cánceres.
El calentamiento global está originando nuevas pandemias. Los estudios revelan que las sequías y las inundaciones se cobran más víctimas mortales que ninguna otra catástrofe natural. Por otra parte, la baja calidad del aire en las escuelas e instituciones sanitarias también está dando lugar a graves problemas.
Cada vez son más las personas que contraen enfermedades debido a la contaminación del aire en las grandes ciudades y en el interior de los edificios, a la contaminación del agua e incluso de las aguas subterráneas, a la contaminación de las tierras agrícolas por los productos fitosanitarios, y a la falta de tratamiento de las aguas residuales y los residuos urbanos. En definitiva, hay que adoptar medidas para prevenir futuros problemas.
Luca Romagnoli (NI). - (IT) Señora Presidenta, Señorías, el informe de la señora Ries es totalmente irreprochable, ya que la ponente ha llevado a cabo un estrecho y atento seguimiento de la ejecución de las acciones planificadas por la Comisión, incluso formulando preguntas, y exige mayores esfuerzos con la esperanza de alcanzar la tan apreciada estrategia preventiva que debe caracterizar la acción política comunitaria.
Asimismo, aplaudo que se solicite a la Comisión la publicación de un Libro Verde sobre la calidad del aire interior, y desearía destacar la sensibilidad mostrada por la ponente con respecto a preocupaciones como el efecto de los campos electromagnéticos sobre la salud humana.
En general, apoyo todo lo dicho por la señora Ries y espero que este informe obtenga un amplio apoyo del Parlamento.
Silvia-Adriana Ţicău (PSE). – (RO) El cambio climático tiene unos importantes efectos sobre la salud humana, puesto que contribuye a la propagación de determinadas enfermedades infecciosas y parasitarias, principalmente debido al aumento de la temperatura.
La frecuencia con que se producen olas de calor, inundaciones e incendios en terrenos sin cultivar puede acarrear la aparición de otras enfermedades, instaurar unas condiciones higiénicas deficientes o cobrarse víctimas mortales.
En verano, Rumanía tiene que hacer frente, cada vez en mayor medida, a olas de calor, inundaciones y tormentas. Las inundaciones de este verano han dejado a miles de ciudadanos rumanos sin cobijo y sin unas condiciones higiénicas adecuadas.
Así pues, pido a la Comisión que proporcione a Rumanía el apoyo financiero necesario para reducir los efectos de estas catástrofes naturales.
La reducción de las emisiones generadas por el transporte, que es el responsable del 70 % de la contaminación urbana, contribuiría a mejorar la calidad del aire. Directivas como las relativas a la calidad del combustible, a la reducción de las emisiones de los vehículos de motor y a la promoción de vehículos ecológicos para el transporte urbano contribuirán a reducir la contaminación medioambiental.
No obstante, es importante vigilar su ejecución y los resultados obtenidos.
Daciana Octavia Sârbu (PSE). – (RO) El informe internacional «Bio-Iniciativa» sobre los campos electromagnéticos y sus efectos sobre la salud humana suscita inquietud, puesto que indica que los valores límites establecidos en relación con la protección contra las radiaciones no ionizantes son obsoletos y que se necesitan medidas con carácter urgente para reducir la exposición del público a las radiaciones generadas por el equipo que utilizan los operadores de telefonía móvil.
Estudios científicos han revelado que estas radiaciones ocasionan problemas de salud, como trastornos del sueño, leucemia infantil y un aumento significativo del estrés, y que utilizar el teléfono móvil durante diez años duplica el riesgo de cáncer cerebral. El nuevo Plan de Acción sobre Salud debe tener en cuenta estas amenazas que van en aumento debido a la aparición de las nuevas tecnologías y que están ganando terreno en las zonas rurales y los países en desarrollo.
Debemos seguir investigando en este ámbito y en relación con las enfermedades mentales, como el estrés y la depresión, para determinar si pueden estar realmente asociadas a las radiaciones no ionizantes.
Genowefa Grabowska (PSE). - (PL) Señora Presidenta, me gustaría felicitar a la ponente por su informe sobre esta cuestión, que tan suma importancia reviste para todos los ciudadanos europeos. Desearía centrarme en un punto en particular y destacar la importancia del control biológico humano, procedimiento que permite calcular la relación entre la contaminación ambiental y la salud de los europeos. Ésta es una estrategia en la que no debemos escatimar recursos. Debemos invertir en investigación para luego llevar a la práctica sus resultados. Además, no deberíamos limitarnos a llenarnos la boca con el principio de precaución. Deberíamos aplicar este principio siempre que no estemos seguros de los perjuicios para nuestra salud que pueda acarrear cualquier aspecto ambiental. El principio de precaución también contribuye a impedir la propagación de enfermedades. Con él, se puede impedir la propagación de las alergias y lograr que la calidad de vida de los ciudadanos europeos mejore. Creo que la Unión Europea debe hacer más en el ámbito de las enfermedades vinculadas a factores ambientales y tomar medidas más eficaces en aras de los ciudadanos. Espero que la Comisión lo haga también.
Miroslav Mikolášik (PPE-DE). - (SK) Me gustaría felicitar a la ponente, la señora Ries, por su informe, que describe el grado de ejecución del Plan de Acción y presenta numerosas recomendaciones para la siguiente fase.
Acojo con satisfacción las medidas implantadas por la Comisión Europea con vistas a mejorar la calidad ambiental en espacios interiores. Como médico, considero que este avance reviste una importancia cabal. Y es que todos nosotros pasamos una gran mayoría de nuestro tiempo en espacios cerrados, ya sea en la oficina, en la escuela o en el hogar. Y unos elevados niveles de contaminación pueden provocar enfermedades asmáticas, alergias e incluso cáncer. Por consiguiente, apoyo la propuesta de publicar un Libro Verde y de adoptar una estrategia comunitaria adecuada a este respecto.
Asimismo, considero importante que prestemos atención a la radiación electromagnética. El progreso técnico puede, si se usa indebidamente o en exceso, representar un claro riesgo para la salud, que se puede manifestar en forma de unos patrones de sueño irregulares, en la enfermedad de Alzheimer, en leucemia o en otras enfermedades. La Comunidad Europea debe, por tanto, desempeñar un papel más activo y adoptar una posición con respecto a esta nueva amenaza, así como tomar medidas prácticas.
Silvia-Adriana Ţicău (PSE). – (RO) Desearía añadir que la población de la Unión está envejeciendo y que, por consiguiente, considero que el Plan Europeo sobre Medio Ambiente y Salud debería abordar los problemas que afrontan las personas de edad avanzada.
No obstante, el año 2010 no es una perspectiva demasiado cercana. Creo que se requiere una perspectiva a largo plazo y una estrategia adecuada. Tampoco debemos olvidar que la tasa de natalidad ha descendido en los últimos años. A esto se suma que, en algunos Estados miembros, la tasa de mortalidad infantil es elevada. La sostenibilidad económica de la Unión se basa en una población comunitaria joven y sana y, por tanto, la Unión necesita presentar un plan de medidas concretas que garanticen el crecimiento natural que exige la comunidad.
Desearía concluir recordándoles la necesidad de que la Comisión encargue estudios epidemiológicos para determinar los efectos de la radiación electromagnética sobre la salud humana.
Nathalie Kosciusko-Morizet, Presidenta en ejercicio del Consejo. − (FR) Señora Presidenta, señor Comisario, Señorías, quisiera destacar el considerable número de diputados que han intervenido en este debate y han decidido hacer referencia a otros problemas medioambientales, algo que, desde mi punto de vista, hacen bien en hacer y nos indica, de hecho, que debemos coordinar e integrar en mayor medida las diferentes políticas ambientales. He tomado buena nota, por ejemplo, de las referencias que han hecho al cambio climático la señora Ek, la señora Ţicǎu y también el señor Kuźmiuk —si bien su intervención iba en otro sentido—, y de los problemas agrícolas a los que se ha referido el señor Wojciechowski, así como de la alusión a la Directiva relativa a las aguas residuales urbanas de la señora Estrela. Todas estas cuestiones están relacionadas entre ellas, y esta evidente complejidad debe aportarnos una motivación suplementaria para ampliar nuestro conocimiento en materia de salud ambiental. Sí, señora Doyle, la Presidencia está totalmente motivada en este sentido. Estos objetivos se lograrán mediante las Directivas en las que nos encontramos trabajando actualmente, a saber, la Directiva IPPC, la propuesta de Directiva sobre los suelos y el paquete de medidas sobre la energía y el clima, al que menciono dadas las alusiones que se han hecho al cambio climático. Con estas Directivas estamos de algún modo abordando estas cuestiones y estableciendo vínculos con varias enfermedades conocidas, como el cáncer, al que se ha referido la señora Belohorská.
Pero están surgiendo también numerosos problemas nuevos, a los que muchos de sus Señorías se han referido hoy aquí. El problema de las ondas electromagnéticas ya se ha investigado con cierta exhaustividad —me refiero concretamente al estudio Interphone—, pero en el mercado aparecen constantemente nuevas tecnologías y, en cualquier caso, esto nos obliga a adoptar un enfoque a muy largo plazo. También estoy pensando en la calidad del aire interior, una cuestión a la que se han referido muchos de sus Señorías y que no debería considerarse un tema emergente, puesto que siempre ha estado presente. No obstante y a pesar de que pasamos un 90 % de nuestro tiempo en espacios interiores, se trata de una cuestión mucho menos investigada que la calidad del aire exterior.
La señora Ferreira deseaba saber si, por ejemplo, existe alguna relación a escala nacional en Francia entre la cumbre medioambiental denominada «Grenelle» y el Plan de Acción Europeo. En el contexto de la Grenelle medioambiental hemos realizado un trabajo considerable en materia de salud ambiental y hemos abordado los mismos problemas que, de algún modo u otro, se están debatiendo hoy aquí. En primer lugar, tenemos las enfermedades conocidas, aquellas sobre las que disponemos de información y en relación con las cuales deben hacerse mayores progresos, incluida la cuestión de los cánceres asociados a factores ambientales. Después están todas las nuevas inquietudes sobre las que podemos actuar en mayor medida. En la Grenelle medioambiental, por ejemplo, hemos previsto clasificar todas las nanopartículas, iniciar un proceso de declaración obligatoria para aquellas nanopartículas que se comercialicen, ofrecer una mejor legislación y un mejor sistema de vigilancia del aire interior, y mejorar los controles de todos los equipos y mobiliarios interiores, algunos de los cuales presentan problemas en relación con la calidad del aire interior.
Señora Ferreira, en su intervención preguntó por la coordinación y si se había establecido realmente algún grado de coordinación entre los sistemas sanitarios y ambientales nacionales y el Plan de Acción Europeo. Obviamente, este tipo de coordinación no estará exenta de problemas. Actualmente, nos encontramos en una fase en la que los diversos Estados miembros están elaborando su propio plan partiendo de la base de sus propios problemas. Habiendo dicho esto, creo que podría llegar a establecerse una cierta coordinación una vez completada la fase inicial, lo cual servirá de base para la siguiente etapa del proceso. Por último, si me lo permite, señora Presidenta, desearía destacar —y con ello no deseo ofender a sus Señorías masculinos que se encuentran aquí presentes y a los que, de hecho, quiero darles las gracias por sus aportaciones— que han sido principalmente sus Señorías diputadas las que han intervenido esta mañana, una situación que, desde mi punto de vista, no constituye ningún problema, sino más bien una oportunidad y quizás también un símbolo de esperanza.
Stavros Dimas, Comisario. − (EL) Señora Presidenta, Señorías, quiero darles las gracias por el constructivo debate que hemos mantenido hoy aquí sobre esta importante cuestión de la correlación entre el medio ambiente y la salud. Creo que este debate ha constituido una excelente oportunidad para intercambiar opiniones sobre el progreso y las investigaciones realizadas en las áreas clave, a fin de poder determinar si cabe revisar los valores límite de exposición que establece la recomendación del Consejo.
La Comisión ha consultado recientemente a su Comité científico de los riesgos sanitarios emergentes y recientemente identificados, con vistas a revisar su posición a la luz de la información más reciente que figura en el informe.
Los últimos avances y las iniciativas emprendidas por la Comisión en relación con cuestiones específicas sobre la correlación entre el medio ambiente y la salud resultan muy significativos, y demuestran que, paralelamente a la cooperación a medio y largo plazo entre el sector medioambiental, sanitario e investigativo, es posible adoptar medidas inmediatas para dotar a las políticas medioambientales de una dimensión sanitaria, lo cual beneficiaría a ambos ámbitos.
Con respecto a la coordinación a la que se ha referido uno de sus Señorías, los diferentes planes de acción nacionales en materia de medio ambiente y salud se coordinan, en primer lugar, mediante el Foro sobre Medio Ambiente y Salud auspiciado por la Comisión Europea y, en segundo lugar, a través de la OMS, en cuyas actividades a este respecto participa activamente la Comisión.
En lo relativo a los nanomateriales, hace seis semanas, el 17 de junio de 2008, la Comisión adoptó una Comunicación relativa al ámbito de aplicación de la legislación comunitaria sobre los nanomateriales, que subraya la importancia de aplicar el principio de precaución en este ámbito.
Puede que la legislación comunitaria no contenga una referencia explícita a los «nanomateriales», pero hay que reconocer que en gran medida sí contempla sus riesgos asociados. Naturalmente, la Comisión ha concluido que debe agilizarse la aplicación de la legislación en vigor y que los textos pertinentes, como las especificaciones y las instrucciones técnicas, deben revisarse de modo que puedan aplicarse mejor en el caso de los nanomateriales. Por descontado, la Comisión seguirá apoyando las investigaciones pertinentes a fin de llenar las lagunas de conocimiento existentes.
Según la evaluación provisional, la relación entre el cambio climático y la salud es claramente uno de los temas que está cobrando cada vez más importancia, y me complace que muchos de ustedes lo hayan destacado aquí hoy. Esta cuestión estará incluida en el Libro Blanco sobre la adaptación al cambio climático, que pronto será aprobado.
En cuanto a las observaciones de su Señoría de Polonia, que no están directamente relacionadas con la cuestión que nos ocupa, aunque sí resultan muy significativas en el contexto de la energía y del paquete de medidas sobre la energía y el cambio climático, debo dejar completamente claro que cualquier aumento que experimenten los precios de la electricidad en Polonia y en otros países en los que estén sometidos a una regulación no se producirá a consecuencia de la introducción del sistema de subastas en el régimen comunitario de comercio de derechos de emisión de gases de efecto invernadero. Tal aumento se deberá a la necesidad de una mayor inversión en el sector de la energía, puesto que de no existir unas perspectivas de rentabilidad en este sector, no habría ningún inversor interesado. También podrían deberse a la liberalización del sector energético y a la unificación del mercado comunitario de la energía.
La participación en el régimen de comercio de derechos de emisión de CO2 para luchar contra el cambio climático representará cerca del 15 %, y huelga decir —y esto es algo que debo subrayar, porque recientemente he podido leer en numerosos diarios declaraciones de los funcionarios polacos en las que afirmaban que acarreará problemas económicos para Polonia, etc.— que, de hecho, todo el dinero que se necesite para la adquisición de derechos de emisión de CO2 se quedará en el país de que se trate como, por ejemplo, Polonia. Y lo que es más, Polonia contará con la ventaja adicional de disponer de cerca de mil millones de euros procedentes de la redistribución resultante de la subasta de los derechos en los países de la UE cuyos ingresos per cápita se encuentren por encima del promedio comunitario.
Estas preocupaciones son, por tanto, infundadas. Así pues, el régimen y el paquete que abordarán el Parlamento Europeo y la Comisión no pueden sino beneficiar a Polonia.
El Plan de Acción constituye un mecanismo eficaz para ordenar todos los factores asociados al medio ambiente, la salud y la investigación en el ámbito comunitario y de los Estados miembros, con vistas a tomar en consideración más eficazmente la relación entre el medio ambiente y la salud al formular políticas medioambientales.
Este objetivo debe perseguirse con mayor decisión, con la cooperación de todas las partes interesadas y con el apoyo del Parlamento Europeo. Una vez más, permítanme destacar lo mucho que me complace el modo en que estamos cooperando y el apoyo de la Presidencia francesa.
PRESIDE: ALEJO VIDAL-QUADRAS Vicepresidente
Frédérique Ries, ponente. − (FR) Señor Presidente, quisiera felicitar a todos los aquí presentes por la gran calidad del debate de hoy. Creo que éste es un ámbito de principal inquietud para los ciudadanos comunitarios y que reviste una importancia capital para la «Europa de los pueblos». Se trata de una cuestión esencial. Quisiera dar las gracias a todos y cada uno de mis colegas y de sus Señorías por sus puntos de vista y valoraciones, y también por sus propuestas, la mayoría de las cuales son, de hecho, muy ambiciosas. No voy a resumirlas todas, puesto que ya lo han hecho la señora Ministra y el Comisario Dimas.
Sin embargo, me gustaría volver sobre la cuestión de los campos electromagnéticos.
La señora Kosciusko-Morizet ha mencionado el estudio Interphone, pero nos enfrentamos al problema siguiente: sus resultados no se han publicado en su totalidad precisamente porque algunos consideran que son contradictorios, mientras que varios expertos que han participado en él y que están trabajando en Israel han puesto ahora de relieve la conexión entre la exposición a las ondas GSM y la aparición del cáncer de la glándula parótida. Así pues, estamos básicamente a la espera de disponer de pruebas para actuar. Como he dicho antes, cuando persiste la incertidumbre científica, está en manos de los políticos tomar una decisión.
Para concluir, desearía referirme a nuestra enmienda 1, que se presentó en el Pleno y para la que les pido su apoyo, puesto que fue propuesta por la mayoría de los grupos parlamentarios. Ésta viene a confirmar que, cuando las tecnologías evolucionan y cambian, como sucede en este ámbito en particular, los umbrales de exposición también deben modificarse, porque de lo contrario no estaríamos protegiendo a los consumidores que puedan estar expuestos a riesgos. Tengo todas las esperanzas puestas en que la Presidencia francesa apoyará esta propuesta de enmienda a la recomendación de 1999.
Presidente. − Se cierra el debate.
La votación tendrá lugar hoy a las 12.00 horas.
Declaraciones por escrito (artículo 142 del Reglamento)
Gyula Hegyi (PSE), por escrito. – (HU) El informe Ries aborda importantes cuestiones sobre la revisión intermedia del Plan de Acción Europeo sobre el Medio Ambiente y la Salud. Dentro de este limitado contexto, desearía abordar la cuestión del agua potable. En Hungría y en tantos otros países de la Unión, el cambio climático mundial conlleva básicamente una distribución extremadamente dispar de las precipitaciones.
Las inundaciones se alternan con meses de sequía, lo que exige una nueva estrategia de gestión del agua. Así pues, debemos gestionar de manera responsable cada gota de agua potable. Esto sólo puede lograrse mediante una colaboración a escala comunitaria y, por consiguiente, deben preverse unos recursos comunitarios importantes para la gestión del agua durante el ejercicio presupuestario que dará comienzo en 2013, a más tardar. En este sentido, hay que garantizar el abastecimiento de agua potable en todo el territorio de la Unión y utilizar las aguas medicinales y la energía geotérmica como fuentes de calor.
Las olas de calor urbanas se han cobrado la vida de varias decenas de miles de ciudadanos comunitarios, y rebajar estas cifras implica la necesidad de agua. Los proyectos hídricos de los países en desarrollo pueden brindar la oportunidad de que nuestros expertos más destacados proporcionen ayuda en el marco de los proyectos de la Unión. No olvidemos que el agua potable es quizás el tesoro más preciado del siglo XXI.
Rareş-Lucian Niculescu (PPE-DE), por escrito. – (RO) Creo oportuno que se incluya en el informe una referencia a la obligación de los Estados miembros y de la Comisión de apoyar el Plan de Acción sobre Medio Ambiente y Salud Infantil para Europa. La salud infantil en Europa es una cuestión que merece toda nuestra atención a la luz de los graves problemas a los que se enfrentan todos los Estados miembros.
En este sentido, desearía que conocieran las preocupantes estadísticas registradas este año en las escuelas Rumanas: un alumno de cada cuatro padece una enfermedad crónica. Según un informe oficial, esto se debe principalmente a una alimentación inadecuada, a la ausencia de actividad física y al excesivo peso de las mochilas escolares. Entre las enfermedades más frecuentes se encuentran los problemas visuales, los retrasos en el crecimiento, las desviaciones de la columna vertebral, los trastornos del habla y la anemia.
Numerosos estudiantes y niños por debajo de la edad escolar padecen sobrepeso a causa de la comida rápida. Al margen de que vivan en un entorno natural que cada vez presenta mayores riesgos para su salud, no parece tampoco que el entorno social en el que crecen sea el más adecuado. Es por ello que creo que toda Europa debería considerar muy seriamente los problemas de salud de los niños antes de pasar a plantearse la futura situación de Europa.
Bogusław Rogalski (UEN), por escrito. – (PL) El respeto de los derechos humanos, de la democracia y del Estado de Derecho es una de las prioridades de la Unión Europea. Cuando es necesario, la Unión impone las medidas restrictivas conocidas como sanciones que se requieren para conseguir los citados objetivos. Estas sanciones sólo deben emplearse cuando existan graves riesgos de seguridad o pueda tener lugar una violación de los derechos humanos, o en caso de que las medidas de conciliación o diplomáticas se hayan revelado ineficaces.
Su uso también podría estar justificado en aquellos casos en los que puedan producirse daños medioambientales irreversibles al entorno natural que pongan en riesgo la seguridad y, por tanto, constituyan una grave vulneración de los derechos humanos. No obstante, las denominadas normas de doble rasero no están permitidas. Con esto me refiero a la falta de uniformidad o igualdad al imponer o aplicar las sanciones. Las sanciones que la Unión Europea aplica con mayor frecuencia son la denegación de visado y los embargos de armas. Además, las sanciones constituyen una de las armas empleadas en la lucha contra el terrorismo.
La elaboración de listas negras en las que figuren los nombres de las instituciones y entidades vinculadas a actividades terroristas es una parte fundamental de la política contra el terrorismo de la UE.
La acción coordinada internacional es esencial para aumentar la eficacia de las sanciones impuestas.
La Unión debería seguir imponiendo sanciones inteligentes dirigidas adecuadamente para abordar problemas específicos y, a su vez, reducir al mínimo las consecuencias humanitarias o los efectos negativos sobre las personas a las que no están dirigidas.