El Presidente − El siguiente punto es el informe de Thijs Berman, en nombre de la Comisión de Desarrollo, sobre el seguimiento de la Conferencia de Monterrey sobre la Financiación para el Desarrollo de 2002 (2008/2050(INI) ) (A6-0310/2008 ).
Thijs Berman, ponente. − (NL) Señor Presidente, las Naciones Unidas están debatiendo actualmente los Objetivos de Desarrollo Milenio en Nueva York. A menos que las cosas cambien, no alcanzaremos los objetivos en 2015, lo que implica que no habremos reducido la pobreza a la mitad, ni habremos reducido la tasa de mortalidad materna y no todos los niños tendrán acceso a la enseñanza primaria. Incluso oímos voces procedentes de diversos lugares que piden que se dé carpetazo a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, porque no son funcionales. El problema es la fatiga de la ayuda, que es otro término para designar al cinismo y el egoísmo corto de miras. Si no se presta la ayuda suficiente no se obtendrán resultados. Y es cierto, los programas de ayuda fracasan a menudo. Y ése es el problema. La ayuda, cuando es demasiado escasa, no funciona. Es como si un entrenador de fútbol equipara a su equipo con botas únicamente para el pie derecho y, tras una docena de partidos dijera: «Siempre perdemos, nunca seréis buenos. Yo me largo, quedaos con las botas, pero no contéis más conmigo».
En muchos países, la ayuda sí produce resultados. La escala de la ayuda es importante. En Rwanda se prestó una ayuda sustancial tras el genocidio. Y el país se ha recuperado admirablemente. Se pueden hacer muchas críticas al Presidente Kagame –yo mismo podría hacer bastantes – pero, tras el período de terror en 1994, Rwanda ofrece una lección de supervivencia al mundo entero. Pero sin ayuda, su crecimiento económico no habría sido tan impresionante. También en Mozambique la ayuda ha logrado resultados y existen muchos otros ejemplos. Desde la formulación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, 29 millones de niños más asisten a la escuela primaria. Si el mundo cumpliera sus promesas no habría crisis alimentaria. Si todos los países ricos dedicaran un 0,7 % de su PIB a la ayuda al desarrollo, el número de niños desnutridos no estaría aumentando después de haber descendido durante años.
Así pues, con este informe, el Parlamento Europeo desea recordar a los Estados miembros que deben cumplir sus promesas, en particular aquellos Estados miembros que se muestran más renuentes a hacerlo, como Francia, Alemania, el Reino Unido e Italia, por sólo mencionar a estos grandes Estados miembros. Deben aumentar su ayuda de aquí a 2015 en el marco de un calendario claro y en incrementos iguales. Nada de retrasos, porque un incremento tardío después de una serie de pequeños aumentos haría que los países pobres perdieran ayudas por un valor de 17 000 millones de euros de aquí hasta 2015.
Hay algo que debe quedar claro: los fondos públicos no son suficientes para poner en marcha el desarrollo y mantenerlo. Se necesita más. La Unión Europea debe seguir invirtiendo en paz y seguridad, en buena gobernanza y en el respeto de los derechos humanos. En Kenia se han obtenido resultados gracias a las presiones europeas y a Raila Odinga, el actual Primer Ministro. En Chad Oriental, las EUFOR están teniendo más problemas. Pero es esencial obtener fondos públicos para objetivos públicos. La capacidad para pedir prestado es clave en este aspecto. Rara vez se conceden préstamos a los más pobres y eso tiene que cambiar. En el marco del objetivo de desarrollo, debe haber igualdad de oportunidades de acceso para mujeres y hombres, tipos de interés no punitivos, inversiones en oportunidades para pequeñas empresas que tengan una gran capacidad para asociarse entre sí, todo ello en colaboración con organizaciones locales. Los bancos privados no piensan automáticamente en estas condiciones y prestan con más facilidad a los hombres que a las mujeres. La Unión Europea puede marcar una gran diferencia mediante las garantías de crédito. Y el Banco Europeo de Inversiones debe ofrecer un volumen de préstamos mucho mayor que el actual a las entidades dedicadas a los microcréditos. Todo esto brinda a las personas una auténtica oportunidad de demostrar de lo que son capaces y de consolidar su existencia como ciudadanos independientes y autosuficientes. Los países pobres también deben tener más voz en el FMI.
Se requiere también más dinero para hacer frente a las consecuencias del cambio climático en el marco del régimen para el comercio de derechos de emisión. El que contamina paga; no son los países pobres los responsables del calentamiento global. En este aspecto, la ayuda debe concentrarse en fuentes de energía sostenibles.
La política de desarrollo es uno de los principales motivos de preocupación de la Unión Europea. La Unión Europea debe ser un importante actor en la escena internacional, cada Estado miembro a su manera, pero todos juntos y aportando un 0,7 % de su PIB. Ése es el Objetivo de Desarrollo del Milenio número 8, y su consecución permitirá acercarse un poco más a los objetivos restantes.
Por último, diré que en el tiempo que ha durado mi intervención ocho personas han muerto de hambre y cincuenta niños menores de cinco años habrán muerto de enfermedades fácilmente curables.
Ján Figel’, Miembro de la Comisión. − – Señor Presidente, quiero expresar mi gratitud especialmente al Thijs Berman por haber elaborado un informe tan completo y de tan amplias miras.
Me parece que este informe es sumamente oportuno y puede influir en particular en dos ámbitos. El primero son las negociaciones en las Naciones Unidas en Nueva York sobre el documento de los resultados de la Conferencia de Revisión de Doha sobre la financiación del desarrollo, que comenzarán a finales de noviembre. En segundo lugar, la posición de la Unión Europea en las negociaciones en las Naciones Unidas y la contribución de Europa al éxito de la Conferencia de Doha. La elaboración de dicha posición está actualmente en curso.
En 2002, como ha señalado Su Señoría, la Conferencia de Monterrey fue un éxito, pues los países desarrollados y en desarrollo unieron sus fuerzas y se comprometieron a emprender una serie de acciones concretas, denominadas «Consenso de Monterrey». La UE desempeñó un importante y decisivo papel para lograr este resultado. Creo que Europa ha seguido con seriedad los compromisos asumidos en Doha, y la Comisión ha evaluado cada año los avances conseguidos en los Estados miembros. En 2005 la Unión Europea ha revisado y reforzado aún más nuestros compromisos.
Los compromisos más destacados de la Unión Europea son los objetivos con fecha fija para aumentar el volumen de la ayuda oficial al desarrollo con el fin de destinar un 0,7 % del producto interno bruto de la UE al desarrollo en 2015. Creo que todos ustedes saben que decidimos avanzar gradualmente hacia el primer objetivo intermedio de 2006, que la Unión alcanzó colectivamente. El siguiente plazo vence en 2010 y para entonces nuestra ayuda colectiva debe alcanzar un 0,56 % del PIB.
En junio de este año (2008), el Consejo Europeo volvió a confirmar dichos compromisos, medida oportuna e indispensable, ya que el nivel de ayuda de la Unión Europea descendió el año pasado por primera vez desde la Conferencia de Monterrey, lo que constituyó una señal más bien negativa. En vista de ello, la Comisión sigue confiando en que el nivel de ayuda de la Unión Europea volverá a aumentar a partir de 2008. Los calendarios plurianuales que muestran la forma en que cada Estado miembro pretende alcanzar los objetivos acordados constituyen un instrumento importante en este contexto. Tenemos que observar la situación general, pero también la de cada país.
Desde la Conferencia de Monterrey, la Unión Europea ha realizado también avances en otros de sus compromisos. El objetivo de la Conferencia de Doha es evaluar los avances realizados, reafirmar los compromisos, identificar obstáculos, pero también encontrar la forma de superarlos. Este objetivo también debería incluir la forma de hacer frente a los problemas emergentes, como por ejemplo, el cambio climático y la subida y volatilidad de los precios de los alimentos, los combustibles y los productos básicos en vista de la recesión económica mundial y la crisis financiera.
La Comisión espera que la comunidad internacional confirme en Doha la alianza mundial para la financiación del desarrollo basada en responsabilidades compartidas entre los países desarrollados y los países en desarrollo. Por consiguiente no se trata de un proceso unidireccional, sino bidireccional.
Doha debería desembocar en un resultado basado en acciones y de amplias miras que facilite una aplicación eficaz del Consenso de Monterrey en todas sus dimensiones, incluida la movilización de recursos internos, las inversiones extranjeras directas para el desarrollo, el comercio internacional, la deuda externa de los países en desarrollo, la cooperación financiera y técnica y la gobernanza mundial.
El informe que Sus Señorías van a aprobar aborda algunas de las cuestiones que están en juego y brinda una oportuna contribución al debate internacional. Gracias por su informe y su atención.
El Presidente − Se cierra el debate.
La votación tendrá lugar mañana.
Declaraciones por escrito (artículo 142 del Reglamento)
Sirpa Pietikäinen (PPE-DE), por escrito. – (FI) Señor Presidente, Señorías, quisiera dar las gracias al Señor Berman por su excelente informe, que resume muy bien la dirección que ha tomado la política de desarrollo de la Unión Europea: se ha logrado un cierto grado de desarrollo, pero queda mucho por hacer.
Recientemente, la Unión Europea publicó un documento de investigación titulado Millennium Development Goals at Midpoint (Balance a medio plazo de la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio), en el que se examina la consecución de los Objetivos del Milenio y el papel que ha desempeñado la Unión en el logro de los mismos. El informe concluye que se ha producido una evolución positiva, pero quedan ámbitos en los que se necesita mejorar.
La Unión Europea es el mayor donante del mundo de ayuda al desarrollo, dado que aporta un 60 % de dicha ayuda. En 2006, la Unión Europea alcanzó su objetivo oficial de canalizar un 0,31 % de su PIB hacia la ayuda al desarrollo.
A pesar de haber alcanzado el objetivo fijado para 2006, la cantidad de ayuda es insuficiente y las previsiones para 2007 demuestran que está disminuyendo de forma alarmante. La mayoría de los Estados miembros de la Unión Europea no han aumentado el importe de la ayuda al desarrollo respecto a la que donaron el año anterior y, en algunos de ellos, dicho importe ha descendido más del 100 %. Por consiguiente, los Estados miembros de la Unión Europea, que asumieron el compromiso de los Objetivos de Desarrollo del Milenio deben lograr mejores resultados en muchos ámbitos.
De acuerdo con los objetivos de la Unión Europea, el porcentaje destinado a la ayuda tiene que aumentar al 0,7 % del PIB para 2015. Los problemas de desarrollo y la pobreza no se eliminarán automáticamente con este porcentaje. pues existen necesidades urgentes en materia de planificación, estructura y seguimiento. Sin embargo, sin liquidez no se logrará nada y es de suma importancia que alcancemos este objetivo y cumplamos nuestra promesa.