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Acta literal de los debates
Miércoles 22 de octubre de 2008 - Estrasburgo Edición DO

5. Sesión solemne - Representación de las Naciones Unidas para la Alianza de Civilizaciones
Vídeo de las intervenciones
Acta
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  Presidente. – Señor Sampaio, Alto Representante de las Naciones Unidas para la Alianza de Civilizaciones, Señorías. Señor Sampaio, es un gran honor y placer poder darle la bienvenida al Parlamento Europeo.

Visitó el Parlamento en 1998 como Presidente de Portugal. Desde entonces, no solo ha aumentado el número de miembros de la Unión Europea, sino también su ambición y sus responsabilidades.

Acojo con especial satisfacción su presencia aquí hoy como Alto Representante para la Alianza de Civilizaciones, iniciativa de las Naciones Unidas, ya que el actual Año europeo del diálogo intercultural indica que su visita es muy importante para todos nosotros.

En su labor con la Alianza de Civilizaciones de las Naciones Unidas, está contribuyendo usted de forma valiosa a mejorar el respeto y el entendimiento mutuo entre las naciones. Estoy convencido de que su entusiasmo y su amplia experiencia beneficiarán las numerosas iniciativas promovidas por su organización en los ámbitos de la juventud, la educación, los medios de comunicación y la migración. La educación y también el sector de los medios de comunicación y el ocio son particularmente importantes en el diálogo intercultural.

El Informe Final del Grupo de Alto Nivel sobre la Alianza de Civilizaciones incluye propuestas útiles y detalladas sobre ambos temas. Por ejemplo, solicita el desarrollo de nuevos materiales educativos, como libros escolares que se adapten mejor a la promoción del entendimiento mutuo.

Después de todo, el desarrollo satisfactorio del diálogo intercultural no debería limitarse a destacadas medidas individuales, como simposios, declaraciones conjuntas o gestos simbólicos. En el marco del Año Europeo del Diálogo Intercultural, la UE y el Parlamento Europeo en concreto se esfuerzan por ir más allá de las declaraciones de intención y trabajar en pro de una mejor comprensión entre las culturas a través de iniciativas concretas.

Usted figura entre las muchas personalidades destacadas que han sido invitadas al Pleno.

Ahora lo principal es que no limitemos el diálogo intercultural al año 2008, sino que continúe en el futuro.

Señor Sampaio, agradecemos poder contar con su presencia hoy en el Parlamento, el cual representa a veintisiete países y casi 500 millones de ciudadanos. Es un gran placer invitarle a tomar la palabra. Señorías, el señor Sampaio.

 
  
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  Jorge Sampaio, Alto Representante de las Naciones Unidas para la Alianza de Civilizaciones.(PT) Señor Presidente, señor Secretario General, Señorías, quiero hacer este saludo inicial en mi lengua materna, el portugués, pero todos comprenderán que, en calidad del cargo que represento, deba emplear otro idioma.

Alto Representante de las Naciones Unidas para la Alianza de CivilizacionesSeñor Presidente, señor Secretario General, Señorías, permítanme expresar mi más sincero agradecimiento al señor Pöttering por sus amables palabras de bienvenida. Permítanme también añadir que es un honor y un gran placer dirigirme a esta eminente audiencia en nombre de Su Excelencia, el señor Secretario General de las Naciones Unidas, y como Alto Representante para la Alianza de Civilizaciones.

El Secretario General fue invitado a asistir a esta sesión parlamentaria pero no ha podido estar presente aquí hoy con nosotros. Me pidió hacer llegar el siguiente mensaje al Parlamento Europeo con ocasión del Año Europeo del Diálogo Intercultural y a continuación cito sus palabras:

«Es un gran placer enviar mis saludos a todos los distinguidos participantes de esta sesión del Parlamento Europeo sobre el diálogo intercultural.

A lo largo de toda su historia, Europa ha sufrido horribles brotes de conflicto armado, con frecuencia originados en el prejuicio y el odio. No obstante, el continente también ha sido tierra fértil para algunos de los descubrimientos, creaciones artísticas y avances científicos más extraordinarios. La inmensa diversidad de Europa y su estratégica posición geográfica, en el centro de rutas migratorias nuevas y antiguas, la ha convertido en un significativo lugar de encuentro para la interacción intercultural y el diálogo interconfesional. En particular, su estrecha relación con sus vecinos del Mediterráneo hace de Europa un puente importante entre civilizaciones.

Como muchas regiones del mundo, Europa se enfrenta a múltiples desafíos dentro de la promoción del diálogo intercultural, ya que la inmigración, la incertidumbre económica y las tensiones políticas están ejerciendo presión en las relaciones entre los diferentes grupos étnicos, religiosos y culturales. No obstante, es precisamente en esta región donde los contactos constructivos durante siglos han permitido que la humanidad realizara importantes progresos y que existieran oportunidades de reconciliación y cooperación.

Esta sesión especial de hoy ofrece grandes esperanzas. Por tanto, les pido que aprovechen al máximo esta oportunidad y continúen con los proyectos económicos conjuntos, los intercambios educativos y otras iniciativas que mejoren la vida de las personas y creen un baluarte contra la intolerancia, el fundamentalismo religioso y el extremismo.

Las Naciones Unidas cumplirán su parte para apoyar y complementar sus esfuerzos, en Europa y más allá de sus fronteras.

La Alianza de Civilizaciones es uno de nuestros principales instrumentos para esta labor, puesto que tiene el objetivo de hacer frente a las divisiones cada vez mayores entre las sociedades, reafirmando un paradigma de respeto mutuo entre los pueblos. Asimismo, intenta movilizar la acción conjunta para este propósito. Entre las principales iniciativas de la Alianza se encuentra el Fondo Juvenil Solidario, que promueve el diálogo, y el buscador global de expertos, que proporciona una fuente de observadores que pueden arrojar luz sobre cuestiones controvertidas.

“Si tuviera que volver a hacer todo de nuevo, empezaría por la cultura”. Estas famosas palabras, con frecuencia atribuidas a Jean Monnet, que trabajó incansablemente por la unidad de Europa, siguen siendo pertinentes hoy en día.

La tolerancia intercultural, el diálogo, el respeto y el entendimiento deben ser pilares para un mundo mejor que estamos construyendo. Resulta muy alentador conocer su firme compromiso en esta búsqueda.

Por la gran cantidad de personas que viven entre los extremos y anhelan dignidad y paz, trabajemos juntos a fin de que el diálogo intercultural pueda dar sus frutos. En este sentido, les pido que acepten mis mejores deseos para el éxito de sus debates.»

Aquí acaba el mensaje de Su Excelencia.

(Aplausos)

Como anterior diputado al Parlamento, sé que el Parlamento es, y siempre será, la casa de la democracia. Sus Señorías se enfrentan en ocasiones a la ingrata tarea de asegurar una visión sostenible del futuro para las personas a las que representan.

Por lo que respecta a Europa, todos nosotros conocemos la lentitud con que ha evolucionado la institución parlamentaria y la magnitud de los retos para imponer un modelo europeo específico de democracia.

Solamente puedo elogiar el trabajo llevado a cabo hasta ahora y su contribución para erigir una Europa más participativa y pluralista que esté más cerca del ciudadano, más cerca de todos los ciudadanos. Estos son los resultados de su labor y por eso deseo dirigir un saludo muy especial a todos los diputados de esta Asamblea, representantes legítimos de una comunidad de naciones comprometidas a lograr un proyecto único y original, en el que se depositaron tantas esperanzas durante el último siglo y que en este afronta tantas expectativas.

Vengo hoy a hablarles de la Alianza de Civilizaciones, un tema que, aunque pueda parecer remoto y distante de nuestra vida cotidiana, en realidad se encuentra ligado a ella. De hecho, comenzó con una discusión académica entre expertos que predecían el final de la historia y el choque de civilizaciones, pero se convirtió en un importante tema social de actualidad, un reto para la democracia y un asunto fundamental de la política internacional debido a la globalización, el aumento de las migraciones y los atentados del 11 de septiembre. Un asunto que, finalmente, las Naciones Unidas lograron destacar en el programa de trabajo global.

¿De qué estoy hablando? Me refiero a la inmensa diversidad —étnica, cultural y religiosa— de nuestras sociedades y a las dificultades para poder vivir todos juntos. Hablo del deterioro de las divisiones de todo tipo, de la erosión de la cohesión social y de las fisuras que se extienden entre las sociedades. También hablo del malestar generalizado que se refleja en el aumento de las tensiones en el seno de las comunidades y entre ellas, en la desconfianza mutua, en las percepciones y visiones polarizadas del mundo, en los difíciles conflictos basados en la identidad y, desde luego, en el auge del extremismo.

Además, hablo de que todos y cada uno de nosotros nos sirvamos de la religión como instrumento y la utilicemos y maltratemos para diversos propósitos y efectos. También hablo de cierta desorientación de los poderes políticos, enfrentados a las deficiencias de un planteamiento represivo o puramente basado en la seguridad, y a la ausencia de instrumentos y políticas adecuadas para la buena gobernanza de la diversidad cultural.

Todo esto sirve para poner de relieve lo que considero una evidencia irrefutable: la diversidad cultural se ha convertido en uno de los grandes retos de las democracias modernas, el pluralismo, la ciudadanía y la cohesión social, así como la paz y la estabilidad entre las naciones.

Para mí, esto es evidente, incluso en presencia de serias dificultades, como la actual confusión económica y financiera, que atraen toda la atención. En mi opinión, simplemente no podemos permitir que las crisis actuales nos impidan controlar los problemas específicos del presente y protegernos de las crisis del mañana.

Dicho con dureza, para nosotros, para la Unión Europea, despojada de lo más esencial, ¿qué quiere decir esto? Esto significa: ¿cómo integrar a las minorías, a todas las minorías, pero en particular a los musulmanes de Europa? ¿Cómo desarrollar nuestra relación con el Mediterráneo? ¿Dónde trazar las líneas del proyecto europeo? ¿Cómo mejorar la política exterior europea para proyectar lo que consideramos valores universales para el mundo?

En mi opinión, todo esto plantea preguntas fundamentales acerca de valores, creencias, actitudes y comportamientos. Se trata de la democracia, el Estado de derecho, los derechos humanos y el respeto por la diversidad cultural; de la justicia, la cohesión social y las sociedades integradoras; de los Estados, la secularización, el secularismo y el laicismo; de la esfera pública, los actos privados y el renacimiento religioso. Todo esto trata sobre la identidad y los valores de Europa. Esta es mi visión.

(Aplausos)

Puesto que dispongo de poco tiempo, no podré comentar todos estos puntos, así que me centraré en el problema de las minorías musulmanas en Europa.

¿Por qué existe una creciente ansiedad con respecto a la integración de los musulmanes en Europa? ¿Por motivos de que sea un problema demográfico? ¡Sí, por supuesto! ¿Debido a un problema de integración? ¡No cabe ninguna duda! A mi juicio, la presencia de musulmanes en Europa no es una cuestión del islam y Occidente, sino un problema considerable de integración.

Sin embargo, hay otra cuestión: existe un problema de identidad. Ciertamente, la llegada de inmigrantes a cualquier sociedad provoca un impacto en el sentido de identidad del país de acogida. No obstante, lo importante es que, como alguien ha dicho, «la presa que separa la Europa cristiana del Oriente musulmán tiene una filtración que altera la cultura europea».

¿Por qué, por ejemplo, los anteriores debates sobre el preámbulo de la anterior Constitución Europea acabaron en tal resentimiento verbal? ¿Por qué la entrada de Turquía en la Unión Europea desencadenó debates tan intensos y combativos? Todas estas preguntas están relacionadas entre sí y todas apuntan a los valores y la identidad de Europa.

Con objeto de reforzarla, la identidad europea debería integrar las lealtades individuales y adoptar legados culturales.

(Aplausos)

Europa, como lugar donde podemos convivir todos como iguales, requiere cada vez más ciudadanía incluyente y una mejor gobernanza de las diversidades culturales.

Para afrontar la integración de los musulmanes en Europa y en nuestras sociedades europeas, necesitamos nuevas políticas a todos los niveles. Necesitamos medidas europeas, pero también iniciativas de los gobiernos nacionales y medidas locales. Necesitamos gobernanza democrática de la diversidad cultural. Necesitamos la integración de perspectivas y políticas para la educación, la juventud y la integración de inmigrantes.

A fin de desarrollar políticas culturales apropiadas, necesitamos elaborar estadísticas culturales e indicadores que orienten a los responsables de la toma de decisiones y el proceso de decisión, así como supervisar y evaluar la aplicación de dichas políticas. Necesitamos desarrollar la ciudadanía y la participación democrática.

Es necesaria una educación en derechos humanos, una educación para la ciudadanía y el respeto por los demás, una educación para el entendimiento y el diálogo intercultural, una educación sobre la competencia mediática, una educación sobre las religiones y creencias y el diálogo entre las religiones y dentro de ellas. Necesitamos aprender sobre las competencias interculturales y enseñarlas a nuestros ciudadanos.

Necesitamos crear estrategias urbanas y políticas para el diálogo intercultural. Necesitamos políticas para la juventud basadas en la igualdad de oportunidades. Necesitamos hacer partícipe a toda la sociedad civil, la juventud, los líderes religiosos y los medios de comunicación. No obstante, también necesitamos ampliar y desarrollar el programa de trabajo del diálogo intercultural en las relaciones internacionales y, por supuesto, darle prioridad.

¿Cómo podemos convivir todos en nuestro mundo globalizado, donde los choques en cualquier lugar son choques en todas partes y donde las diferencias religiosas y culturales dividen a nuestras sociedades? Este es el reto global que afronta la Alianza de Civilizaciones y que tiene que afrontar en términos concretos.

Convertir este reto global en cuestiones «glocales» representa, por tanto, la principal labor de la Alianza. Con «glocales» quiero decir que las cuestiones tienen que estar respaldadas en gran medida por un planteamiento global, pero tienen que aplicarse en el ámbito local.

Esto significa que la Alianza depende en gran medida de la Unión Europea para aplicar un programa de trabajo de buena gobernanza de diversidad cultural en la región europea, refiriéndome no solo a los miembros de la Unión Europea, sino también a sus países vecinos, en especial los del Mediterráneo.

Por este motivo me alegra tanto que se haya acordado un plan de acción sobre la cooperación entre la Unión Europea y la Alianza de Civilizaciones, que proporcionará una base sólida para conseguir objetivos concretos y la aplicación de proyectos prácticos.

A este respecto, permítanme destacar lo importante y significativo que será si el Año Europeo del Diálogo Intercultural pudiera ampliarse convirtiéndose en un marco sostenible a largo plazo para promover la buena gobernanza de la diversidad intercultural y elogio las palabras de Su Excelencia el señor Presidente a este respecto.

Estoy seguro de que tendría un impacto increíble en el fomento de estrategias nacionales para el diálogo intercultural que incluyeran medidas y programas sobre educación, medios de comunicación, inmigración y juventud, cuyo diseño y ejecución he solicitado a los países. Esta es una sugerencia que ofrecí el pasado mes de abril y sobre la que me gustaría llamar su atención, pidiendo el amable apoyo de los honorables diputados al Parlamento.

Otra área en la que la Alianza desea colaborar es la Unión para el Mediterráneo, con objeto de contribuir a mejorar y gestionar la diversidad y el diálogo intercultural, incluidos los problemas entre creencias, dentro y entre las sociedades y comunidades europeas y musulmanas.

Expresado más claramente: las actuales dificultades internacionales y la creciente ansiedad que todos nosotros sentimos al convivir en respeto mutuo ha estimulado la posición equivocada de que las culturas están abocadas a un enfrentamiento inevitable que conduce a un choque de civilizaciones.

Afrontamos un aumento de polarizaciones que surge de una perspectiva de tensiones crecientes sobre una serie de asuntos políticos y del aumento de los estereotipos culturales. No hace falta decir que los conflictos políticos solo pueden resolverse mediante negociaciones políticas. La resolución de tensiones a largo plazo entre las sociedades musulmanas y occidentales, por ejemplo, no puede alcanzarse mientras no se haga frente con éxito a algunas de las causas conocidas de hostilidad.

No obstante, también es cierto que los acuerdos de paz rara vez se sostienen si no están firmemente respaldados por las comunidades afectadas. Muchos acuerdos de paz del pasado han fracasado porque se mantuvo la sospecha, profundamente arraigada, y la hostilidad que dividió a la población por motivos culturales y religiosos.

Ahora lo importante es precisamente que todos los resultados sean unánimes y muestren una gran diferencia en la manera en que occidentales y musulmanes se ven unos a otros, pues los musulmanes consideran a los occidentales condescendientes y dominantes y los occidentales consideran a los musulmanes fanáticos e intolerantes. Además, la marginalización y la discriminación socioeconómicas generan enajenación e intolerancia y agrava el abismo entre los pueblos occidentales y musulmanes.

Esta división, que enfrenta a dos bloques monolíticos ficticios, islam y occidente, promueve más estereotipos y polarización y da alas al extremismo. En cambio, permítanme destacar que la gran mayoría de los pueblos rechazan el extremismo en cualquier sociedad y abogan por el respeto de la diversidad religiosa y cultural. Tanto a musulmanes como a no musulmanes les preocupan los retos de la seguridad y la amenaza de la polarización social. A millones de familias musulmanas les preocupa perder a sus hijos por culpa del extremismo político y religioso.

Para tratar este problema, deberíamos desarrollar nuevas estrategias que gestionen y fomenten el diálogo entre creencias en el marco de la diversidad cultural, basada en los derechos humanos universales. Por decirlo de otra manera, la creación de las condiciones necesarias para la paz sostenible requiere esfuerzos de distinta índole, dirigidos a generar un cambio de mentalidad entre las comunidades divididas. Esta es mi primera conclusión.

Mi segundo punto está relacionado con la necesidad de dar prioridad política al desarrollo de la gobernanza democrática de la diversidad cultural.

En la Unión Europea esto implica crear una identidad colectiva entre sus ciudadanos —independientemente de su procedencia y su origen étnico, su idioma, sus creencias filosóficas, sus afiliaciones políticas y religiosas—, para compartir valores, actitudes y proyectos y dar cabida a un futuro común que construir juntos. Por este motivo, la diversidad cultural debería ir de la mano con la protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales, la igualdad de oportunidades para todos, la solidaridad económica y la cohesión social.

Estos problemas no se solucionarán a corto plazo —por desgracia, así es— y se necesitan esfuerzos a largo plazo. Efectivamente, es probable que la tentación de abandonar nos acompañe todo el tiempo, pero nunca debemos resignarnos porque, después de todo, los pequeños cambios circunstanciales pueden producir grandes cambios de actitud. Esto es exactamente lo que necesitamos para generar la voluntad de convivir con aprecio y respeto mutuo hacia nuestras diferencias étnicas, lingüísticas, culturales y religiosas.

No se puede subestimar la necesidad urgente de este propósito. Con todo, estoy seguro de que mediante nuestro trabajo y nuestro compromiso, lograremos convivir en comunidades integradas. Muchas gracias por su atención.

(La Asamblea, en pie, aplaude)

 
  
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  Presidente. − Presidente Sampaio, en nombre del Parlamento Europeo, le agradezco su magnífico discurso y su gran compromiso como Alto Representante de las Naciones Unidas para la Alianza de Civilizaciones y el diálogo intercultural.

Como usted ha mencionado a la Unión para el Mediterráneo, aprovecho la ocasión para informarle de que, en su sesión plenaria extraordinaria de los días 12 y 13 de octubre en Jordania, la Asamblea Parlamentaria Euro-Mediterránea —incluidos los representantes de Israel, Palestina, los países árabes, el Parlamento Europeo y los parlamentos nacionales de la Unión Europea— aprobaron una declaración sobre el proceso de paz en Oriente Medio.

En noviembre, centenares de jóvenes procedentes de todos los países que constituyen la Unión para el Mediterráneo se reunirán aquí, en la Cámara del Parlamento Europeo en Estrasburgo y participarán en un diálogo de civilizaciones, un diálogo de culturas. Estamos comprometidos con nuestros objetivos, señor Presidente, y deseamos que todo le vaya bien en su gran compromiso con la Alianza de Civilizaciones. El Parlamento Europeo le brinda su apoyo. Su cometido es nuestro cometido.

Gracias, Presidente Sampaio, por su visita al Parlamento Europeo. Obrigado.

(Aplausos)

 
  
  

PRESIDE: Alejo VIDAL-QUADRAS
Vicepresidente

 
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