Presidente. - Procederemos ahora al debate de los diez primeros años de la Unión Económica y Monetaria y los retos del futuro. A ese respecto, quiero desear una calurosa bienvenida al Parlamento Europeo al Primer Ministro y Ministro de Finanzas de Luxemburgo y Presidente del Eurogrupo, el señor Juncker.
(Aplausos)
Por supuesto, es también para mí un placer dar la bienvenida al competente Comisario, Joaquín Almunia.
Pervenche Berès, ponente. − (FR) Señor Presidente, señor Presidente del Eurogrupo, señor Comisario, creo que este es un momento importante, y el tema que vamos a debatir hoy afecta enormemente a los europeos en su totalidad.
Creo, y todo el mundo está hoy convencido de ello, que el euro es nuestro mayor capital, nuestra mejor inversión. Ahora es el momento de hacer balance, pero a través de una valoración en un período de crisis, tenemos que encontrar, obviamente, los medios para conseguir que las cosas se muevan otra vez. ¿En qué situación estaríamos sin el euro? Sin el euro, Islandia sería hoy, más o menos, como Irlanda, o, mejor dicho, Irlanda se parecería a Islandia.
Hemos reabierto los debates en esta crisis porque todo el mundo se ha dado cuenta de lo crucial que fue el euro para nuestra capacidad de resistir los acontecimientos no solo en tiempos normales, sino también en los de crisis.
Señor Comisario, quiero darle las gracias por su sentido de la anticipación, porque cuando en mayo de 2008, puso este documento sobre la mesa en esta Cámara, nadie se dio cuenta de lo útil y necesario que sería, o cómo apoyaría la trascendental tarea dirigida a mirar al futuro y a poder abordar la crisis a la que nos enfrentamos a partir de esta base sólida que es el euro.
No obstante, soy totalmente consciente de que, en sus conversaciones con los Ministros de Economía y Finanzas, de pronto estaban preocupados por otros asuntos, de pronto estaban preocupados por asuntos a los que no prestaban atención: los mercados financieros. Debe recordarles que, si quieren en el futuro salir de la situación de crisis en la que estamos, tendrán que hacer dos cosas.
Tendrán que equilibrar la Unión Económica y Monetaria. Lo hemos visto para gestionar la crisis en los mercados financieros. Lo estamos viendo para gestionar la crisis en la economía real a la que nos enfrentamos. La política monetaria puede hacer mucho, inyectando liquidez para facilitar el funcionamiento de los mercados, y bajando los tipos de interés para intentar reactivar la inversión. ¡Y eso es todo! Después, los gobiernos decidirán si adoptan medidas para salvar a los bancos, retirar los productos tóxicos, y, en el futuro, reactivar la actividad económica dentro de la Unión Europea.
Por lo tanto, ha llegado el momento de que los Ministros de Economía y Finanzas utilicen el Tratado, que les dice que consideren su política económica como una política de interés común. De acuerdo con esto, señor Comisario, relance el debate en el Ecofin, exija la hoja de ruta que les ha sugerido, y realíniese con nosotros de acuerdo con las propuestas, que habrá usted apoyado, para que, en el fututo, el euro ayude, realmente, al crecimiento y al empleo.
En cuanto a la política monetaria, por supuesto, respetamos la independencia del Banco Central, pero también respetamos el Tratado en su totalidad, y el artículo 105, además de la estabilidad de precios, establece que el Banco Central debe perseguir los otros objetivos de la Unión. ¿Tengo que señalar esto? ¿Tengo que decir que, el día de mañana, tendremos, asimismo, que iniciar un nuevo debate? ¿No es necesario, esto no está en nuestro informe, pero no será necesario que iniciemos un debate sobre la inclusión de un objetivo de estabilidad del mercado financiero en los objetivos de la política monetaria? Le dejo ahí la pregunta.
Obviamente, no vamos a avanzar en el funcionamiento de la Unión Económica y Monetaria si no tenemos mucho más en cuenta la relación entre la economía real y los mercados financieros. Hoy estamos pagando el precio de haber olvidado esto.
En cuanto a la ampliación, esta crisis está reabriendo las condiciones del debate, pero creo que tenemos que seguir siendo rigurosos. Es más fácil la reforma antes de la entrada en la zona del euro que la reforma después de la entrada en la zona del euro, aunque esto exige muchísimo esfuerzo. Señor Comisario, este era un punto clave en su informe: la idea de que las diferencias que han surgido en el funcionamiento de la zona del euro son un motivo de preocupación. Son mayores de lo que en un principio habíamos pensado.
Por lo tanto, el Parlamento Europeo le pide que dote a la Unión Europea de instrumentos que le permita observar la calidad del gasto público a fin de ver cómo reaccionan los Estados miembros, y de asegurar que este no sea un simple debate sobre umbrales, uno que permita solo un debate general y no un debate sobre la calidad del gasto público, que es la responsabilidad de los Ministros de Economía y Finanzas.
En la hoja de ruta nos está proponiendo, y así lo creemos nosotros también, señor Comisario, la necesidad de dirigirse a los Estados miembros para pedirles que revisen sus planes. Sus planes nacionales de reforma no tienen en cuenta, actualmente, las últimas previsiones que usted a puesto sobre la mesa.
Si vamos a tomarnos en serio el ejercicio común de la coordinación de la política económica, se tiene que revisar ahora estos planes de acuerdo con las previsiones de crecimiento que ha presentado usted y que han respaldado y confirmado FMI y la OCDE.
Por ultimo, de las propuestas que estamos planteando, me gustaría que prestara especial atención a las cuestiones que están en juego en cuanto a la representación exterior de la zona del euro. Durante mucho tiempo, hemos adoptado una actitud pasiva. El euro nos protegía. No obstante, además de protegernos, ahora nos tiene que permitir ser actores con una voz contundente en el ámbito internacional, para que no seamos simplemente el eslabón flotante en un debate entre las otras grandes potencias monetarias. Somos una gran potencia monetaria, debemos asumir todas las consecuencias, y es, además, una cuestión que hay que debatir de manera coherente y conjunta con el Consejo de Ministros.
El Parlamento Europeo está más que dispuesto a desempeñar su papel en este ejercicio, como usted sabe.
Werner Langen, ponente. – (DE) Señor Presidente, quiero dar la bienvenida a los representantes de la zona del euro, el Primer Ministro y el Comisario de Asuntos Económicos y Monetarios. Haciendo un balance general, creo que podemos decir que, en sus primeros diez años, el euro ha tenido un éxito total. No todo ha transcurrido sin ningún contratiempo, pero, en particular, durante la reciente crisis de los mercados financieros, las instituciones han demostrado su valía. De acuerdo con la cooperación institucional dentro la zona del euro, las decisiones se pudieron formular rápidamente, y aplicar sin demora y, en particular, pudieron servir de ejemplo para los 27 Estados miembros.
Hemos presentado un informe que contiene 62 puntos pormenorizados, entre los que se incluye la evaluación del pasado y las perspectivas para el futuro. La señora Berès ya ha hablado sobre ciertos puntos relativos a las expectativas para el futuro, y quisiera ampliarlas. Detrás de todas las respuestas positivas al euro, todavía está la pregunta de que va a pasar después. ¿Están preparados la zona del euro y el Banco Central Europeo para los próximos retos? Sin duda, habrá algún que otro reto que se tendrá que analizar. Quiero recordarles las divergencias en el desarrollo de la competitividad en la zona del euro, porque el secreto es ese, aunque tenemos una política monetaria central, tenemos unas políticas financieras y presupuestarias nacionales. El Pacto de Estabilidad y Crecimiento solo puede actuar como ancla entre estos dos niveles si los Estados miembros están preparados para cumplir el pacto, para aceptar las condiciones y demostrar la disciplina necesaria. Por lo tanto, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento se enfrenta ahora a su primera gran prueba, en la forma de abordar la crisis financiera. En mi opinión, tiene la flexibilidad necesaria, y puede haber, en cualquier caso, excepciones temporales en casos extremos, pero el Pacto de Estabilidad y Crecimiento no se puede suspender sin más.
La otra pregunta es qué va a pasar con respecto a la deuda. El paquete para los mercados financieros se completó rápidamente, los gobiernos tomaron medidas, y hubo una demostración de la capacidad de actuar en una crisis, incluso por parte de la Comisión, pero la pregunta es, ¿vamos ahora a rechazar los principios que han contribuido a la estabilidad del euro, o vamos a conseguir desarrollar y mantener aquellos principios?
Por si esto fuera poco, hemos hecho innumerables propuestas que, debido al poco tiempo que sorprendentemente se nos ha concedido para hablar, no puedo ni voy a enumerar. Sin embargo, la cuestión es que necesitamos una representación exterior más competente y común del euro ―con respecto a lo cual compartimos totalmente la posición adoptada por el Primer Ministro de Luxemburgo y Presidente del Eurogrupo. Fue sorprendente que no se invitara al señor Juncker, como Presidente del Eurogrupo, a la última cumbre de Washington. Puedo decirlo muy abiertamente, por el contrate que supone con todas las evoluciones positivas. Naturalmente, queremos, además, la pertinente implicación del Parlamento Europeo, y hay un punto en el orden del día que hemos estado debatiendo durante mucho tiempo, a saber, la cuestión de si es suficiente aumentar la coordinación de la política financiera y presupuestaria o si ―tal y como Francia cree― no es suficiente y tenemos, en cambio, que crear una forma institucional de «gobierno económico», algo que es muy polémico en Alemania. ¿Cuál es el camino correcto? Para mi grupo, la respuesta está clara: no necesitamos un gobierno económico, pero sí una mayor coordinación, incluso con respecto a la combinación de políticas acordada. No obstante, necesitamos, además, que los Estados miembros muestren la necesaria disciplina, sino el euro podrá encontrarse en dificultades a largo plazo, y nadie quiere eso.
Muchísimas gracias a todos los responsables. El Parlamento está preparado para cooperar estrechamente, y estamos seguros de que podremos marcar la pauta con este informe.
Joaquín Almunia, Miembro de la Comisión. – (ES) − Señor Presidente, Señorías, señor Presidente del Eurogrupo: en primer lugar, quiero manifestar mi agradecimiento, el agradecimiento de la Comisión, a los dos ponentes, a la señora Berès, al señor Langen, y a todos quienes han trabajado en este excelente informe.
Creo que es muy de agradecer la calidad del informe relativo al décimo aniversario de la Unión Económica y Monetaria, y es de agradecer la cooperación entre los diferentes grupos políticos para mostrar un alto grado de cohesión de este Parlamento, que creo que es un activo más, un elemento positivo más en la Unión Económica y Monetaria, tanto en su presente como en su futuro.
Son diez años de Unión Económica y Monetaria. Ese fue el origen de nuestro análisis, ese fue el origen del informe elaborado por los servicios de la Comisión, ese fue el origen de la comunicación de la Comisión que tuve el honor de presentarles aquí el 7 de mayo. Pero el décimo aniversario del euro y de la Unión Económica y Monetaria coincide con una situación económica excepcionalmente difícil y compleja y nos permite analizar la Unión Económica y Monetaria a la luz de la utilidad que tiene el euro, nuestra moneda única, nuestro grado de integración, para hacer frente a una situación como esta, que no habíamos conocido nunca antes nosotros.
Y la conclusión: así como es una conclusión muy positiva la referente al balance de los primeros diez años del euro, es también positiva la conclusión acerca de la utilidad de la Unión Económica y Monetaria para hacer frente a la situación actual. Vivimos momentos difíciles pero tenemos en nuestra mano un instrumento extraordinariamente útil para hacerles frente.
Claro está que las consecuencias del análisis que les presenté aquí el 7 de mayo, las conclusiones de nuestra comunicación, las conclusiones de su informe hay que llevarlas a la práctica para que este instrumento sea de utilidad en un momento como el actual y coincido con los dos ponentes en que la coordinación es un elemento clave.
También se ha hablado de coordinación en la reunión de Washington de este fin de semana. Sin coordinación no afrontaremos la situación de manera eficaz. No hay quien pueda resolver sus problemas económicos en una situación como la actual sin coordinar sus políticas económicas. Se vio hace unas pocas semanas, cuando hubo que afrontar el riesgo de colapso del sistema financiero; se está viendo ahora, cuando hay que afrontar una recesión en la mayoría de nuestras economías y cuando estamos por primera vez en nuestras vidas afrontando un riesgo incluso de deflación.
Hay que coordinar las políticas presupuestarias; el informe sobre la Unión Económica y Monetaria habla de la necesidad de profundizar la vigilancia presupuestaria, de profundizar el modo en que se ejerce la coordinación de las políticas fiscales y presupuestarias —como ha dicho el señor Langen—, teniendo en cuenta también elementos de sostenibilidad —como ha dicho la señora Berès—, teniendo en cuenta la calidad de las finanzas públicas, teniendo en cuenta que tenemos un sistema de reglas que es el Pacto de estabilidad y crecimiento revisado en el año 2005, revisión extraordinariamente útil ahora, porque nos ha permitido, en momentos de recuperación económica, avanzar en la consolidación fiscal, y la zona del euro acabó el año 2007 casi en equilibrio —por primera vez en su historia, con un déficit del 0,6 - 0,7 %—, pero nos permite ahora disponer de la flexibilidad suficiente para que la política fiscal contribuya a sostener la demanda, como debe hacer también la política monetaria.
Las conclusiones de nuestro informe son especialmente útiles ahora, en la reflexión sobre la necesidad de ligar las políticas presupuestarias con las reformas estructurales y, en ese sentido, comparto la opinión de la señora Berès: hay que revisar, hay que adaptar los programas de Lisboa, los programas nacionales de reforma, igual que hay que adaptar y revisar a la situación actual los programas de estabilidad y convergencia de los Estados miembros. Lo vamos a discutir en los próximos meses y, a estos efectos, la Comisión, el próximo día 26 va a presentar, como saben sus señorías, un plan de acción que incorpora, o incorporará, objetivos, instrumentos, políticas, compromisos que llevan a la necesidad de adaptar los programas nacionales tratando de aunar, de hacer convergentes y consistentes las políticas nacionales con una estrategia, con políticas, con instrumentos a escala europea y hay que reforzar —coincido con sus Señorías, coincido con el informe— la dimensión exterior del euro y de la Unión Económica y Monetaria.
Lo sabe muy bien el señor Juncker, hay que tener una estrategia en la relación con las organizaciones multilaterales y en la relación con nuestros principales interlocutores capaz de defender nuestros intereses como moneda, capaz de defender nuestros intereses como Unión Económica y Monetaria, capaz de defender los intereses económicos de la Unión Europea.
Esa estrategia debe estar basada en principios, en prioridades, pero también en instrumentos de acción que permitan unificar nuestra voz, reforzando así la capacidad de influencia de todos y cada uno de los europeos y, en particular, de la zona del euro, y esto tiene que ver también con la gobernanza. En muchos de los aspectos de la gobernanza que ustedes abordan en su informe yo estoy totalmente de acuerdo y espero que también lo estén los señores Ministros de Finanzas en el Ecofin y en el Eurogrupo.
La señora Berès —y con esto concluyo— decía en su intervención que el Comisario, la Comisión, debía llamar la atención de nuevo de los Ministros de Finanzas sobre las conclusiones de este informe. Había un personaje de Molière que decía que creyendo hablar en verso hablaba en prosa y no lo sabía, yo creo que las discusiones que están manteniendo los Ministros en el Eurogrupo, bajo la presidencia de Jean Claude Juncker, los Ministros en el Ecofin, los Ministros en la reunión de Washington, son discusiones que entran perfectamente en las prioridades y en la necesidad de coordinación que está reflejada en el informe de la Comisión y en su informe, aunque, a lo mejor, algunos de ellos no lo sepan.
(Aplausos)
Jean-Claude Juncker, Presidente del Eurogrupo. – (FR) Señor Presidente, señor Comisario, señora Berès, señor Langen, Señorías, quiero empezar felicitando a los dos ponentes del informe que se nos ha presentado, ya que lo estamos leyendo y debatiendo. Este informe es justo y nos mantendrá ocupados durante los próximos meses.
Comparto el análisis realizado en el informe de la señora Berès y del señor Langen sobre la valoración de los diez primeros años de la moneda única. No hay nada que añadir ni quitar a lo que han expuesto en su informe. Es más, es un informe que tiene el apoyo de una amplia mayoría de esta Cámara, al menos, cuando la Comisión ha manifestado su opinión. Observo que el entusiasmo de la Cámara por la moneda única es hoy mucho mayor que hace doce o trece años, o que incluso hace diez años, y debemos congratularlos por ello.
Con respecto a las divergencias económicas, la brecha entre las reformas estructurales y las diferencias en cuanto a la gestión de las finanzas públicas, quiero, en primer lugar, señalar que no he entendido qué es lo que el informe quiere decir cuando indica que los resultados no están a la altura de las expectativas que había cuando se introdujo la moneda única. No conozco ningún informe cuantitativo sobre las divergencias entre los diferentes Estados miembros de la zona del euro. Dado que no existe este informe, es, por lo tanto, un comentario circunstancial, que no he entendido. Comparto la opinión de que estas divergencias tienden, en ocasiones, a incrementarse, algo que, hasta ahora, no ha amenazado la cohesión de la zona del euro pero, si persisten, podrían dañar su cohesión a largo plazo.
Por lo demás, y a este respecto, debemos congratularnos de que Europa ―la Unión Europea en general y el Eurogrupo en particular― que hoy se enfrenta a una de las crisis más graves que ha tenido que abordar durante las últimas décadas, ha gestionado, de manera competente, la crisis en la que nos encontramos en la actualidad, evitando, sobre todo, cometer los errores que se cometieron en Europa durante los años setenta. Decir que no se han repetido los mismos errores no es poco, porque económica y políticamente, nos ha permitido evitar que la crisis incremente las divergencias dentro de la Unión Monetaria y contribuya a socavar su cohesión.
La cuestión es que, ante una crisis de la envergadura que estamos experimentando y ante una crisis que se está extendiendo, cada vez más, a la economía real, es necesaria una respuesta de política económica coordinada y firme a nivel Europeo, y tenemos que reflexionar sobre la mejor forma de organizarla teniendo en cuenta, por una parte, nuestro marco conceptual y reglamentario ―me estoy refiriendo al Pacto de Estabilidad y Crecimiento y a la Estrategia de Lisboa― y, por otra, la gravedad de la crisis, cuyas consecuencias son bastante más graves de que lo que pensábamos hace unos meses.
La creación de la segunda moneda más importante del mundo, indudablemente, proporciona ventajas, pero también conlleva obligaciones, que nos recordó el G20 del pasado viernes y sábado en Washington a nosotros y a otros. Tenemos que aprovechar al máximo las tres semanas que tenemos antes del Consejo Europeo de diciembre a fin de afinar de manera eficaz nuestra estrategia europea y de evitar respuestas dispares a nivel nacional. Por supuesto, estas respuestas dispares son una amenaza. Me lleva a oír los llamamientos reiterados a una coordinación de la política económica que se expresan, principalmente, en la lengua de Voltaire.
Me gustaría que aquellos que piden una coordinación de las políticas económicas, ante todo, den ejemplo y demuestren la sinceridad de sus palabras. Observo que los diferentes gobiernos de los diferentes países miembros de la zona del euro se lanzan con avidez, con toda razón, sobre los problemas a los que se enfrenta el sector del automóvil de sus países. Me gustaría que aquellos que hablan del sector del automóvil y que continuamente hablan de coordinación de las políticas económicas coordinen sus acciones nacionales cuando se trate de tomar iniciativas en el sector del automóvil. El resto es trivial. Que realmente coordinen y prueben, con el ejemplo, la sinceridad de sus palabras.
(Aplausos)
Con respecto a la política monetaria, saben lo prudente que soy, nunca pronunciaría una palabra sobre la misma, excepto para decir que sigo creyendo que el papel que ha desempeñado el Banco Central Europeo durante los últimos meses ha sido verdaderamente ejemplar.
La integración y supervisión de los mercados financieros ―es otra cuestión que los ponentes han analizado en su informe. El G20 nos ha fijado una ambiciosa hoja de ruta, que este, y, por lo tanto, la Unión Europea y los miembros del Eurogrupo, deben traducir en acciones concretas. Sin duda, recordarán que los países miembros del Eurogrupo y de la Unión Europea fueron los primeros en exigir que aprendiéramos la oportuna lección de la crisis a la que nos estamos enfrentando, y no quisiera dejar para más adelante el capítulo de mis memorias reservada a este episodio. Durante cuatro años nosotros ―me refiero a aquellos que hemos estado a cargo del Eurogrupo― no hemos dejado de insistir a los Ministros de Finanzas de Japón y EE.UU., ni hemos dejado de llamar la atención de nuestros amigos estadounidenses, sobre el peligro de su doble déficit y de la sistemática infravaloración de los riesgos, especialmente, con respecto al sector inmobiliario.
Durante dos años, varios de nosotros, a nivel del G7 y, en particular, bajo la Presidencia alemana del G7, exigimos, de manera directa, una regulación más minuciosa de los mercados financieros. No me parece bien que los que rechazaron esto en el pasado den ahora la impresión de liderar la respuesta europea. Los Gobiernos de EE.UU. y de Reino Unido tuvieron todo el tiempo que necesitaron para aceptar las propuestas del Eurogrupo relativas a una mejor regulación de los mercados financieros; no lo quisieron hacer. No deberían ahora dar la impresión de que están liderando a los otros.
En cuanto a la ampliación de la zona del euro, no tengo nada que decir que difiera de lo que han manifestado los ponentes. Simplemente señalaría que, pertenecer a la zona del euro es, por supuesto, una ventaja, una oportunidad, pero que, asimismo, conlleva unas obligaciones, algunas de las cuales se tendrán que cumplir antes de que sea posible la adhesión a la zona del euro.
No obstante, este entusiasmo totalmente comprensible por una nueva formación del G7, crea problemas relativos a la representación exterior de la zona del euro. Siempre hemos pedido, dentro del Eurogrupo, que la Unión Europea y el Eurogrupo tengan una mayor presencia en el G20, en el Fondo Monetario Internacional y en el Foro de Estabilidad Financiera. El Eurogrupo fue el primero en exigir un asiento permanente para la Comisión en el G20, lo que no impidió que el Presidente de la Comisión reclamara la Presidencia del Eurogrupo ―cuyas consecuencias veremos más tarde. No obstante, creemos que el Banco Central Europeo y la Comisión deberían estar representados a largo plazo en el G20, al igual que el Eurogrupo, tanto si lo representa el Presidente del Eurogrupo, que modestamente está tratando de dirigir el trabajo de los Ministros de Finanzas, a los que el señor Sarkozy les comentó que no estaban a la altura, como si lo hace cualquier otra persona. No estoy buscando la Presidencia del Eurogrupo a nivel del Ministerio de Finanzas por mi propio placer y gloria, que no es para nada inagotable; lo estoy haciendo por un sentido del deber. Si otros piensan que pueden realizar un mejor trabajo, que lo hagan, pero deberán aplicar la misma intensidad a al mismo, en los próximos años, que el que dan la impresión de querer aplicar en este momento.
Por lo demás, con respecto a los instrumentos económicos de la UEM y la gobernanza de nuestro grupo, creo que, durante los últimos años, hemos avanzado extraordinariamente, pero cuando debatimos la política de cambio y monetaria a nivel internacional, es impensable que la segunda moneda más importante a nivel mundial no esté representada en términos políticos y monetarios por los responsables de gestionar estos dos aspectos y estos dos ámbitos de nuestra política común.
Si queremos que los Ministros de Finanzas dentro del Eurogrupo gestionen adecuadamente el componente económico de la Unión Económica y Monetaria, entonces los diferentes Jefes de Estado o Gobierno tendrán que dar a sus Ministros de Finanzas las instrucciones necesarias. En Luxemburgo, como ya saben, esto no plantea ningún problema en absoluto.
(Aplausos)
Presidente. – Muchas gracias, señor Juncker, no solo por este informe, sino también por su trabajo comprometido en este asunto como Presidente del Eurogrupo.
Jean-Pierre Audy, ponente de la opinion de la Comisión de Comercio Internacional. – (FR) Señor Presidente, señor Presidente del Eurogrupo, señor Juncker, señor Comisario, Señorías, empezaré felicitando a mis colegas, la señora Berès y el señor Langen, por la calidad de su informe, y dando las gracias por haber incorporado las enmiendas presentadas por la Comisión de Comercio Internacional.
Diez años después de su creación, la UEM debe considerarse como un éxito europeo del que debemos sentirnos orgullosos. Nadie puede cuestionar ―y muchos estudios lo demuestran― que hay, de hecho, un nexo entre la política monetaria y la política comercial, y que, con respecto a esto, el papel positivo de la estabilidad monetaria es necesario para el crecimiento sostenible del comercio internacional.
El aumento del uso del euro como moneda internacional beneficia a los Estados miembros de la zona del euro porque permite a las empresas europeas reducir los riesgos del cambio y aumentar su competitividad internacional.
No obstante, aunque el Banco Central Europeo, priorizando la estabilidad de precios, ha aumentado la confianza en el euro, nadie puede cuestionar seriamente que la inflación es una realidad a nivel mundial y que, en una economía de libre mercado, no se puede abordar este fenómeno global solo por medio de una política monetaria europea.
Está claro que los tipos de cambio del euro han sido demasiado altos durante demasiado tiempo y han tenido efectos negativos, sobre todo, restringiendo las exportaciones y fomentando las importaciones dentro del mercado interior. Muchos fabricantes han expresado su preocupación a este respecto. Según un estudio que encargamos dentro de la Comisión de Comercio Internacional, la política de tipos elevados del BCE nos ha costado, durante los últimos años, un 0,5 puntos de la tasa de crecimiento al año.
En este sentido lamento que la Comisión no haya realizado un análisis más preciso del papel internacional del euro y sus repercusiones en el mercado interior con respecto al comercio internacional.
Las políticas monetarias que llevan a cabo algunos socios de la UE con el objetivo de infravalorar su moneda suponen un debilitamiento desleal del comercio. Se podría considerar que son una barrera no arancelaria al comercio internacional. En este contexto, estamos proponiendo estudiar la viabilidad de un órgano que regule las diferencias monetarias siguiendo el modelo de lo que los Estados consiguieron crear en materia comercial en la Organización Mundial del Comercio.
Este órgano, que estaría gobernado por el FMI, podría ayudar a estabilizar el sistema monetario internacional, reducir el riesgo de prácticas abusivas y devolver a los mercados mundiales la confianza que necesitan.
Apoyo la propuesta de la Comisión para desarrollar posiciones monetarias europeas comunes, obteniendo a largo plazo un asiento único para la zona del euro dentro de las instituciones y foros financieros internacionales.
Por último, lamento que el informe no retome la idea de un gobierno económico. Señor Juncker, esto no es una cuestión de sinceridad; es una propuesta política para organizar nuestros instrumentos comunitarios.
En tiempos pretéritos, los gobiernos resolverían los conflictos internacionales por medio de guerras. Hoy, estamos librando una guerra económica y social, pero, en lugar de muertos, tenemos trabajadores en paro, y ya no sabemos realmente quién es el enemigo.
En este contexto, no seamos ingenuos y trabajemos sin descanso para implantar una gobernanza económica y social europea. Está puede, sin duda, no ser suficiente, pero es una condición necesaria para el éxito de una economía social de mercado europea.
PRESIDE: Mario MAURO Vicepresidente
Karsten Friedrich Hoppenstedt, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (DE) Señor Presidente, Señorías, agradezco muchísimo al ponente sus comentarios sobre el futuro del euro y todos los ámbitos políticos relacionados, y quiero decir que ha reunido un amplio apoyo en la comisión.
También estoy agradecido a los otros participantes, en particular al señor Juncker, que fue el rostro de Europa en la reunión del FMI en Washington y realizó un buen trabajo. Estuvimos muy orgullos de él, y simplemente quiero decir: no deje que las discusiones negativas le disuadan de continuar este trabajo tan exitoso.
Hace diez años, tuve el honor de hablar del euro en nombre del Grupo del Partido Popular Europeo (Demócrata-Cristianos) y los Demócratas Europeos, y en aquel momento dije que el euro iba a ser fuerte, en desafío de los comentarios negativos, como, por ejemplo, los del que iba a convertirse en el Canciller Gerhard Schröder, que dijo, en aquel momento, que el euro era un bebé prematuro y enfermizo. Lo rechazamos, y, en mi opinión, afortunadamente.
Después de todo, el euro vino al mundo tras varios años de hacer dieta por medio de políticas de entrenamiento estrictas y coherentes, y ha sido un éxito. No quiero entrar en eso una vez más. En ese momento, Gordon Brown era el Presidente en ejercicio del Consejo, y declaró muy claramente en aquel entonces que el Parlamento Europeo había desempeñado un papel fundamental en el proceso histórico de la unión monetaria. Asimismo, hablaron otros protagonistas, entre los que se incluyen Jacques Santer y Wilfried Maartens, que en aquel momento describieron a los países de la zona del euro ―primero 11, luego 15 y más tarde 16― como los pioneros de una Europa valiente.
Creo que en Europa necesitamos valor para el futuro, para que podamos seguir trabajando con tanto éxito y poder continuar manteniéndonos con éxito con el euro en el mundo de otras grandes potencias ―los EE.UU., Asia y otras potencias mundiales. Las reservas de divisas a nivel mundial denominadas en euros son la mejor evidencia posible del éxito del euro y de la zona del euro.
Elisa Ferreira, en nombre del Grupo del PSE. – (PT) Quiero felicitar no solo a los ponentes, sino también a la Comisión por su iniciativa de preparar este texto que analiza los diez primeros años de la Unión Económica y Monetaria. Es un texto estratégico y este análisis era vital.
Tal y como se ha dicho hoy aquí, el euro es un éxito innegable. Desde Lisboa a Helsinki y desde Dublín a Bratislava, el euro ha dado muestras de fortaleza y solidez, incluso durante la grave turbulencia actual. Claramente es vital que se amplíen los límites de este grupo.
No obstante, en estos momentos, cada día se pone a prueba la solidez del proyecto europeo en muchas otros ámbitos. Como se ha dicho, el euro es esencial para el funcionamiento del sistema financiero. No obstante, incluso el texto de la Comisión claramente llega a la conclusión fundamental de que ni el crecimiento en la economía real ni la convergencia social ni espacial han acompañado este éxito. Al contrario, la Comisión concluye claramente que las disparidades se han incrementado de forma acusada durante la primera década de la moneda única.
Esta divergencia afecta a regiones de mi país, en particular al norte de Portugal, y, asimismo, a otras regiones en otros Estados miembros. La política monetaria única, en particular el tipo de cambio muy alto, ha tenido un mayor impacto en aquellas regiones que están más expuestas a la competencia internacional y, asimismo, a aquellos que más exportan.
Ahora mismo, la crisis resultante de la desregulación de los mercados financieros está afectando seriamente a la economía real y está empeorando aún más la situación de muchos ciudadanos en muchas regiones. Aquellas regiones que están expuestas a la competencia internacional, las que dependen de las pequeñas y medianas empresas y aquellas en las que el acceso al crédito es muy importante están siendo ahora víctimas de este proceso e, incluso, las amenaza la depresión.
El éxito del euro depende de la confianza que los ciudadanos europeos pongan en él. Los países europeos más poderosos ya han tomado medidas para estimular sus economías nacionales. Podemos citar, en particular, las iniciativas adoptadas en la industria del automóvil. No obstante, Europa es más que eso. Tiene que ser mucho más que la suma de las políticas nacionales más o menos coordinadas. Ha llegado el momento de hacer que el euro sea uno de los principales instrumentos de Europa para asegurar una moneda y una economía real fuertes. El euro debe estar acompañado de unos mecanismos que garanticen el objetivo fundamental de lograr la convergencia regional y social, porque, en esencia, ese es el fundamento del proyecto europeo.
El debate sobre la coordinación de las políticas económicas en la zona del euro es ahora, sin duda, más pertinente y actual. No obstante, la coordinación de las políticas nacionales no es suficiente. Se tiene que hacer más. Tener una Estrategia de Lisboa que es meramente la suma de las iniciativas nacionales y tener un Pacto de Estabilidad y Crecimiento que no presiona por igual a los diferentes países que lo utilizan y están sujetos al mismo son limitaciones, a las que podemos añadir el presupuesto limitado que tenemos a disposición.
Las crisis generan oportunidades. Solo se puede mantener la unión monetaria si hay convergencia en el bienestar de los Estados miembros y sus ciudadanos, sin tener en cuenta dónde han nacido. ¿De qué otra forma podemos movilizar a los ciudadanos para que apoyen la moneda única? La Comisión debe estar a la altura de su propio diagnóstico y por esa razón esperamos ansiosamente las propuestas concretas que presente la Comisión el 26 de noviembre a esta Cámara y a los ciudadanos europeos.
Es vital que esta crisis conduzca a una nueva etapa en la Unión, en la que la consolidación y fortalecimiento del sistema financiero se acompañe de una prosperidad real basada en la cohesión y en un concepto de ciudadanía que sea también económico.
Wolf Klinz, en nombre del Grupo ALDE. – (DE) Señor Presidente, Señorías, en la actualidad, estamos experimentando la crisis financiera más grave en décadas, y el Banco Central Europeo y el euro han salido airosos, hasta el momento, de la prueba de fuego de esta crisis financiera. El BCE ha actuado rápida y decisivamente para hacer frente a la crisis, y ha hecho su trabajo mejor que otros bancos centrales; por consiguiente, ha dado una impresionante demostración de su capacidad de gestión de la crisis en los momentos difíciles. El euro ha demostrado que es una moneda fuerte, que ha ayudado a mantener la estabilidad de la zona del euro e, incluso, ha podido echar una mano, a través de medidas puntuales, a determinados países fuera de la zona del euro.
La petición de un gobierno económico europeo no reconoce que ya se ha hecho, y se está haciendo, mucho para coordinar y armonizar las políticas de cada uno de los Estados miembros. Los logros en este ámbito se pueden atribuir, sobre todo, a usted, señor Juncker, y, por consiguiente, quiero aprovechar la oportunidad para darle las gracias muy especialmente.
Los países que están fuera de la zona del euro, como, por ejemplo, Dinamarca y Hungría, están, en la actualidad, aprendiendo a base de palos lo caro que puede ser no pertenecer al Eurogrupo y no estar bajo la protección del euro. Países que antes se oponían a su adhesión a la zona del euro, como, por ejemplo, Dinamarca y Suecia, están cambiando ahora de opinión y se están planteando adherirse en unos pocos años.
La crisis financiera demuestra, además, la estrecha interrelación entre los sistemas financieros, y lo vulnerables que son. Por consiguiente, nos interesa que los países que todavía no han alcanzado esa fase se adhieran al euro lo antes posible, y que los que han decidido no participar cambien de opinión, aunque sin concesiones que no encajen en los criterios de adhesión. La Unión Económica y Monetaria europea es una zona de estabilidad con unos criterios claros de adhesión, que no deberían atenuarse. Lo único que podría merecer la pena tener en cuenta sería, con respecto a la tasa de inflación, no utilizar los tres mejores países de la Unión Europea como punto de referencia, sino, en lugar de ello, mirar a la zona del euro en su totalidad, dado que ahora somos un grupo más grande con 16 miembros.
Dado que el Pacto de Estabilidad y Crecimiento se revisó hace pocos años, ha sido lo suficientemente flexible para responder de manera adecuada, en momentos de desequilibrio económico, a retos como, por ejemplo, los de la crisis actual. Por lo tanto, sería un error tratar de debilitar y redefinir los requisitos del pacto.
Asimismo, la crisis deja muy claro que el déficit excesivo como, por ejemplo, el que hemos observado en los EE.UU. no es sostenible a largo plazo, que el desarrollo económico basado en el crédito a gran escala no funciona, y, por lo tanto, que la única alternativa son las medidas para la consolidación coherente del presupuesto. Estamos seguros de que, en contra de lo que se dice actualmente en los mercados financieros y se divulga en los medios de comunicación, la crisis financiera, a la larga, reforzará, en vez de debilitar, la unión monetaria.
Eoin Ryan, en nombre del Grupo UEN. – Señor Presidente, en primer lugar, quiero felicitar a la señora Berès y al señor Langen por el trabajo que han invertido en este informe tan importante. Es un informe excelente, al que hay que prestar atención.
Cuando se presentó este tema por primera vez a nivel de comisión, estábamos experimentando un clima económico muy diferente. Había surgido la crisis de las hipotecas «subprime» en los Estados Unidos de América, pero creo que nadie preveía las repercusiones y el alcance del efecto que iba a tener en los mercados financieros en todo el mundo.
Como la situación financiera ha empeorado, ha cambiado el tono de nuestros debates en la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios. La crisis actual es una crisis mundial, y para superarla necesitamos una respuesta mundial coordinada, así que acojo muy positivamente la iniciativa que se adoptó el fin de semana y su resultado. Todavía hay mucho trabajo por hacer, pero creo que este es un buen comienzo.
Para Irlanda, la estabilidad que ha creado el euro, especialmente en cuanto a los tipos de interés y los tipos de cambios de divisas, es un elemento clave para permitirnos salir del caos, no ilesos, pero, sin duda, todavía en pie.
Si hay todavía alguien en Irlanda o en cualquier otro lugar de la zona del euro o del resto de Europa que todavía dude de la ventaja que supone la pertenencia al euro, que simplemente mire al noroeste de Europa y tome nota de lo que esta pasando en Islandia.
Si Irlanda hubiera escuchado a aquellos que se oponían no solo al Tratado de Lisboa, sino también a los de Maastricht y Niza, ¿dónde estaría ahora? Estaríamos fuera. No estaríamos en la zona del euro y estaríamos muy afectados económicamente porque no tendríamos la estabilidad que ha traído el euro al país.
No espero una respuesta de partidos como el Sinn Féin que se han opuesto constantemente a Europa y a las medidas que hemos adoptado, pero creo realmente que es el momento de que se levanten y digan qué piensan exactamente y cuál es su postura ante todo el tema de Europa y nuestro futuro económico.
Pierre Jonckheer, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (FR) Señor Presidente, señor Presidente del Eurogrupo, señor Comisario, en nombre de mi grupo, quiero dar también las gracias a la señora Berès y al señor Langen por el importante informe que nos han presentado. Con sus 62 apartados y la densidad de sus 14 páginas, proporciona mucha materia de reflexión. Quiero aprovechar la presencia del Presidente del Eurogrupo y del Comisario para compartir con ellos, otra vez, en nombre de mi grupo, varias observaciones que, en nuestra opinión, merecen ser examinadas más detalladamente que en el informe.
La primera observación se refiere a la política de tipos de cambio del euro. Admito que todavía no comprendo si hay o no una política de tipos de cambio para el euro respecto a las otras monedas internacionales ni si, en el G20 o en cualquier otro lugar, hay un debate sobre la forma en que el tan considerable déficit de los Estados Unidos va a seguir financiándose.
Mi segunda observación está relacionada con el tema de la coordinación. Creo que el euro es un éxito, en particular desde el punto de vista político, porque otorga a la Unión Europea el estatus de potencia política. No obstante, creo, asimismo, que no está funcionando muy bien su coordinación, al menos, en tres puntos.
El primer punto es la cuestión de la fiscalidad. Conocen la opinión del Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea sobre esta cuestión: estamos a favor de una competencia fiscal dentro de la Unión, pero de una competencia fiscal leal. Creemos que nos estamos quedando muy atrás en la cuestión de la lucha contra los paraísos fiscales, incluso de los que están dentro de la Unión Europea, y también en la ampliación de la Directiva sobre los rendimientos del ahorro.
Con respecto a la cuestión de la coordinación de la política presupuestaria ―que es el segundo punto― observo que los Estados miembros están todos embarcados en planes de «reactivación». A nivel Europeo, he escuchado al señor Strauss-Kahn decir, por ejemplo, que se tiene que comprometer el 1 % del PIB comunitario, una cifra que representa prácticamente el presupuesto total de la UE para un año. ¿Cuál es nuestra postura con respecto a este punto de vista? Creo que el esfuerzo de coordinación no está yendo muy bien y, además, creo que las repuestas que están dando con respecto al Pacto de Estabilidad y Crecimiento revisado no son suficientes ni están a la altura de los retos que nos esperan.
Por ultimo, el tercer punto sobre el que creo que la coordinación es escasa e insuficiente es la política salarial llevada a cabo dentro de los diferentes países de la UE. En realidad, Alemania ha acumulado esos buenos rendimientos durante los diez últimos años practicando una política salarial que, en vista del volumen de la economía alemana, es responsable del impulso general de la zona del euro. Creo que esto representa un problema en cuanto al nivel de la demanda interna y de los salarios para una serie de categorías profesionales, además del problema de la inseguridad laboral.
En estos tres puntos, señor Presidente del Eurogrupo, espero, de usted y del Consejo de Ministros de Finanzas al que usted representa, más ambición para el futuro, ya que estamos hablando, además, de retos venideros.
Sahra Wagenknecht, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (DE) Señor Presidente, Señorías, diez años después de la introducción de la unión monetaria, Europa se halla en una grave crisis. Se está produciendo el colapso de los bancos, o se les está apoyando con miles de millones de los presupuestos nacionales; se está produciendo el colapso del mercado y millones de ciudadanos temen por su trabajo y su futuro.
No solo ha fracasado el mercado: la política vigente parece incapaz de aprender de sus errores. Pensamos que se cometieron errores graves al crear la Unión Económica y Monetaria. Uno de esos errores fue la separación estructural de la política fiscal y monetaria: no se puede crear una moneda común sin al mismo tiempo armonizar la política fiscal y de gasto, al menos en líneas generales. Me parece que los desequilibrios económicos han aumentado enormemente en la zona del euro. De hecho, lo que necesitamos ahora es una mejor coordinación de la política económica, y en particular de la fiscal. Necesitamos medidas eficaces para luchar contra el dumping fiscal; además, se tienen que cerrar los paraísos fiscales, y se tienen que controlar otra vez, de manera firme, los movimientos de capital.
El segundo error grave, en nuestra opinión, radica en la estructura del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. En momentos como este, cualquiera que piense que es esencial la consolidación del presupuesto está, obviamente, viviendo en otro mundo: no puede haber nada más nefasto que responder a esta crisis económica, en este momento, con programas de ahorro obvios. Se ha demostrado claramente que el pacto de estabilidad ha fracasado. Se debe reemplazar por una estrategia europea integrada para la solidaridad y el desarrollo sostenible. En nuestra opinión, necesitamos una ofensiva de inversión para renovar las infraestructuras públicas y mejorar la vida de los grupos socialmente desfavorecidos de Europa.
El tercer error, en nuestra opinión, radica en la propia estructura del Banco Central Europeo, que no está sujeto a ninguna supervisión democrática y que tiene como único objetivo la estabilidad de precios. Abogamos por introducir la supervisión democrática para el Banco Central Europeo, y, además, pedimos que se ajuste la autoridad de la política monetaria del BCE para que, en el futuro, se tenga que dar al crecimiento y el empleo, al menos, la misma importancia que a la estabilidad de precios.
Además, la actual crisis es una oportunidad para una amplia reforma de la estructura monetaria y financiera europea. No se debe malgastar esta oportunidad.
Nils Lundgren, en nombre del Grupo IND/DEM. – (SV) Señor Presidente, si tuviéramos un marco de referencia literario común en Europa, comenzaría mi intervención con una cita de un gran poeta sueco: La voz de la adulación te adormece; escucha alguna vez la voz de la verdad. La métrica es alejandrina con cesura. Ambos ponentes han valorado la unión monetaria como un éxito. Como consecuencia, están ayudando a crear un mito alrededor del euro que no se sujeta en el pensamiento crítico occidental.
La verdad sobre el euro es muy diferente. En primer lugar, los diez primeros años han conllevado unos gastos enormes en forma de reducción del crecimiento y aumento del desempleo. En segundo lugar, no se ha puesto a prueba la unión monetaria en tiempos difíciles hasta ahora. Los estudios señalan que el efecto sobre el volumen del comercio exterior podría ser bastante considerable, quizá incluso un 3 o 4 % del PNB. Por otra parte, es evidente que el beneficio socioeconómico de este aumento en el comercio es muy escaso, quizá del 3 o 5 ‰ del PNB, que es un beneficio circunstancial. Este aumento insignificante en prosperidad se ha obtenido a costa de que los países de la zona del euro no hayan podido llevar a cabo una política monetaria y financiera independientes. Alemania entró dentro de la unión monetaria con una moneda muy sobrevalorada y ha vivido con una alta tasa de interés y una política financiera demasiado restrictiva.
Los costes han sido considerables, pero ¿qué tal va ahora? La historia que se ha preparado es que los países de la zona del euro se han unido con fuerza y han liderado la lucha contra la crisis financiera. Como todo el mundo sabe, esto es un mito. Fue el Reino Unido, que está fuera de la unión monetaria, y Gordon Brown el que tomó la iniciativa. La zona del euro le siguió después.
Roger Helmer (NI). - Señor Presidente, permítame felicitar al señor Lundgren por sus observaciones y, asimismo, cuestionar al señor Ryan del Grupo UEN, que nos ha dicho que la estabilidad que proporciona el euro ha sido una gran ayuda para Irlanda. Si hubiera seguido la reciente trayectoria económica irlandesa, sabría que la inflexibilidad de la política monetaria del euro ha contribuido a graves problemas inflacionistas, en particular en el mercado inmobiliario, y que la burbuja inmobiliaria irlandesa ha sido mucho más severa que lo que tenía que haber sido si Irlanda hubiera podido controlar su propia política monetaria.
Se nos ofreció grandes beneficios con el euro; se nos ofreció facilidades para viajar, crecimiento y eficacia, y que las transferencias de dinero entre los Estados miembros, de pronto, serían más fáciles. Pero esto no ha ocurrido. Sí, tenemos facilidad para viajar, pero no vemos el crecimiento y la eficacia, y creo que es casi más difícil y caro transferir dinero entre los Estados de la zona del euro que antes.
Se nos ha dado la razón a los que teníamos dudas sobre el proyecto del euro. Lo que tenemos es un tipo de interés erróneo para la mayoría de los países la mayor parte del tiempo. Italia ha tenido la crisis de competitividad más terrible, con un incremento de sus costes laborales unitarios del 40 % si lo comparamos con Alemania. Se nos dice que el euro es un gran éxito porque es una moneda fuerte. Bien, deberíamos preguntar a algunos exportadores de la zona del euro qué piensan de la fortaleza del euro. Les está haciendo mucho daño.
La verdadera prueba del éxito de una moneda es el grado de confianza en el mercado, y eso se mide, en este caso, por los spreads obligacionistas entre los Estados de la zona del euro. La última vez que lo miré, el spread obligacionista entre Grecia y Alemania estaba por encima de los 150 puntos básicos. Esto no es sostenible. Demuestra una falta total de confianza en el euro por parte de los mercados. La pregunta no es cuánto tiempo puede durar el euro, sino qué Estado miembro será el primero en abandonarlo.
Ján Hudacký (PPE-DE). – (SK) Señor Presidente, señor Comisario, permítame comenzar dando las gracias a ambos ponentes por un informe tan equilibrado.
En relación con este informe, en primer lugar, responderé a los problemas actuales de la zona del euro. Y a pesar de diez años de efectos positivos logrados a través de su funcionamiento, la zona del euro se enfrenta a nuevos retos sobre cómo afrontar la crisis financiera y la posterior recesión económica.
Quiero colaborar señalando algunas de las intervenciones reglamentarias irregulares realizadas por varios gobiernos de los Estados miembros en el mercado con el pretexto de solucionar esta nueva situación.
Debo decir con sorpresa que, a menudo, algunas declaraciones de ciertos representantes de la Unión Europea animan a los gobiernos de los Estados miembros a hacer ciertas intervenciones inútiles en el sector financiero, que, a menudo, solo resuelven los aspectos marginales de la situación.
Esto es así en el caso de la adhesión a las condiciones del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, por ejemplo, en el que algunos gobiernos ya están indicando que, obviamente, no se ajustarán a un déficit previsto en sus finanzas públicas y se refieren en este contexto al respaldo de la Unión Europea.
La adquisición de instituciones financieras en dificultades por parte de los gobiernos de algunos Estados miembros creará un precedente peligroso para la expropiación de empresas privadas de cualquier sector que no estén dispuestas a adaptarse a intervenciones reglamentarias y discriminatorias irregulares llevadas a cabo, por ejemplo, en pro de mantener un nivel bajo la inflación.
Las intervenciones financieras a gran escala en algunos sectores de la economía, como, por ejemplo, la industria del automóvil, dan origen a una serie de preguntas en relación con si esas intervenciones causan una excesiva deformación del mercado y, además, discriminan a otros sectores.
Sin una coordinación clara y cuidadosa ni unas normas claras a nivel de la Unión Europea o de la zona del euro, será muy difícil gestionar estos procesos tan arduos.
En este contexto, quiero instar a los representantes de la Comisión Europea y del Banco Central Europeo y a otras instituciones de la UE pertinentes a adoptar una posición estudiada y coordinada cuando busquen una solución óptima en estos momentos difíciles, en los que toda Europa se enfrenta a una recesión económica.
A corto plazo, una regulación excesiva y una intervención del gobierno en el libre mercado pueden interrumpir temporalmente un mayor colapso económico en la UE, pero a medio plazo, obviamente, no estimulará el tan esperado desarrollo.
Antolín Sánchez Presedo (PSE). – (ES) Señor Presidente, señor Comisario Almunia, queridos colegas, la Unión Económica y Monetaria ha introducido una nueva dimensión en el proceso de integración europea. Su gobernanza se basa en un doble pilar de carácter asimétrico: la unión monetaria, de carácter federal, y una coordinación económica, de carácter intergubernamental. Ambas deben proporcionar la estabilidad, el crecimiento, la equidad y la sostenibilidad que demandan nuestros ciudadanos.
Los diez años de funcionamiento de la zona del euro ofrecen un balance positivo, la prueba es que el euro se ve, cada vez más, como un refugio y como una zona de seguridad para los Estados miembros. Pero es necesario ir más allá y enriquecer su funcionamiento. Es necesario para hacer frente a los retos de la globalización, el cambio climático o el envejecimiento, pero también a la crisis financiera que tenemos en curso y que demanda mejoras en nuestro funcionamiento y también para hacer frente a la recesión, cuyo rostro estamos viendo por primera vez.
El euro no puede ser simplemente un ancla de seguridad, debe ser también un motor que pueda impulsar el crecimiento, y la zona del euro y la Unión Económica y Monetaria deben ser capaces de responder a estos desafíos.
Yo quisiera felicitar a los ponentes por el excelente trabajo que han desarrollado y, en particular, agradecerles que hayan incorporado dos propuestas que he realizado. La primera, para introducir en la definición de la política monetaria, junto al pilar económico y al pilar monetario, la necesidad de un análisis financiero para su correcta definición. Es necesario tener en cuenta la traslación de la política monetaria, la evolución del crédito y los activos financieros, las características de los nuevos productos y la concentración de riesgos y liquidez en la definición de nuestra política monetaria.
Y en segundo lugar, hay que tener en cuenta las divergencias de los Estados miembros, que se verán acrecentadas con los procesos de ampliación. La política monetaria de «una talla para todos» en muchos casos no se corresponde con la situación de los distintos países. Por ello sería conveniente modularla, introduciendo facilidades financieras para aquellos países en los que pueda tener efectos contractivos la política de «una talla para todos», puesto que los efectos expansivos pueden ser corregidos fácilmente a través de la política fiscal.
Margarita Starkevičiūtė (ALDE). - (LT) Se dice que cualquier crisis pone de relieve todos los puntos fuertes y débiles de las estructuras económicas e institucionales. Debo admitir que antes no tenía apenas dudas de que una mayor atención a los países de la zona del euro crearía las condiciones previas para el surgimiento de una Europa de dos velocidades y de que las economías en desarrollo, como la de Lituania, se enfrentarían a obstáculos para su entrada en la zona del euro. Pero los actuales acontecimientos en los mercados financieros han cambiado mi postura hacia el papel del Eurogrupo y su influencia sobre la Unión Europea.
Es obvio que la zona del euro ha resistido la primera sacudida fuerte de la crisis financiera. Está claro que se puede parar la recesión económica aplicando una política económica, que esté mejor coordinada entre los Estados miembros, que acelere la integración y la expansión del mercado interior. Aquellos países, que han permanecido fuera de los límites de la zona del euro, han salido más perjudicados. La mayoría padecimos y nos convertimos en víctimas de la crisis financiera porque se está retirando el capital. Por esa razón a veces nos oponemos firmemente a las decisiones, que facilitarían la circulación de capitales en los países de la Unión Europea, no es que estemos en contra de la integración. Como economista, sé que los procesos de integración impulsan el crecimiento económico. Sin embargo, realmente queremos que la zona del euro se convierta en una roca, en la que rompan las olas de la crisis financiera, una roca en la que podamos meternos y en la que podamos refugiarnos de los vientos glaciales.
¿Qué hay que hacer para que la fuerza de la zona del euro sea la fuerza de toda la Unión Europea? Sin duda, deberíamos evitar proponer un montón de medidas nuevas. Señor Comisario, hoy he hojeado las resoluciones que el Parlamento Europeo aprobó sobre política económica. En este momento, nos habría beneficiado, que, al menos, parte de esas propuestas ya se hubieran aplicado. Hay muchas propuestas y me parece que no pensaremos en nada más. Ahora, tenemos que consolidar esas propuestas.
En este momento, se debate sobre si es necesaria una mayor interferencia del Estado o una política más liberal para superar la recesión económica. Yo diría que se deben usar ambas estrategias económicas. Sobre todo, lo que es obvio es que es necesaria una red de seguridad para los asuntos sociales, en la que el Estado ofrezca apoyo y subsidios, para que los trabajadores que hayan perdido sus puestos de trabajo debido a la crisis, debido a la reestructuración, puedan encontrar un nuevo lugar en la vida. Por otra parte, necesitamos reformas liberales para que el proceso de integración sea más fuerte y cree oportunidades para la expansión de las empresas en la Unión Europea. Aquí, la zona del euro tiene un papel importante.
En conclusión, quiero unirme a mis colegas y decirle, señor Presidente del Eurogrupo, que valoramos su trabajo y sabemos lo complicado que es todo esto ―al menos, en el Parlamento Europeo, tiene apoyo.
Dariusz Maciej Grabowski (UEN). - (PL) Señor Presidente, el análisis de los diez años de Unión Económica y Monetaria debería abordarse desde una perspectiva internacional. Lo que deberíamos preguntarnos es en qué ha demostrado la Unión Europea sus ventajas sobre sus principales competidores en el mundo, es decir, los EE.UU. y Asia. Esta perspectiva demuestra claramente que el balance de situación de la zona del euro está en números rojos. La Unión Europea se ha estado desarrollando más lentamente que sus competidores. El crecimiento en puestos de trabajo, y en particular el crecimiento en la productividad del trabajo ha sido más bajo que en los EE.UU., sin mencionar a Asia. Esto significa que la moneda común no está cumpliendo su papel fundamental.
Otro aspecto es el futuro de la zona del euro: documentos del Banco Central Europeo y de las autoridades de la UE están poniendo cada vez más énfasis en la necesidad de usar el euro como instrumento para imponer políticas económicas uniformes en los Estados miembros, en particular con respecto a las políticas fiscales y presupuestarias. Esta declaración es preocupante para los países más atrasados, en particular los nuevos Estados miembros. ¿Cómo pueden desarrollarse y reducir la distancia que les separa de los antiguos Estados miembros si se les impone una política que ralentiza el crecimiento en todos los Estados miembros?
La principal crítica que se puede hacer al Banco Central Europeo es que en su esfuerzo por hacer del euro una moneda mundial, está ignorando los problemas económicos de las regiones y los Estados miembros menos desarrollados. Además, no está teniendo en cuenta aspectos sociales, como, por ejemplo, la estructura demográfica y la movilidad de los ciudadanos.
La postura de las autoridades de la UE es incluso menos aceptable cuando se considera que, durante muchos años, Alemania y Francia no han cumplido las rigurosas condiciones de Maastricht, porque sabían que esto les interesaba a nivel nacional. Es más, nunca se les pidió cuentas ni se les sancionó. Por lo tanto, en mi opinión, lo que se necesita es no seguir con la actual doctrina económica de la zona del euro, sino un cambio radical que ayudará no solo a contrarrestar la actual crisis financiera, sino que, sobre todo, liberará la energía para que todos los Estados miembros de la UE se desarrollen económicamente.
Kyriacos Τriantaphyllides (GUE/NGL). - (EL) Señor Presidente, la propuesta de la Comisión Europea sobre los diez primeros años de la Unión Económica y Monetaria contiene una serie de contradicciones. Su objetivo es cerrar un ciclo de desregulación de los mercados, mientras que en la economía real los precios de los bienes y servicios han alcanzado un máximo histórico y se prevé que el desempleo en la zona del euro llegará al 8,6 % en 2009 y al 9 % en 2010.
La evolución confirma que no se ha estrechado en absoluto la distancia entre ricos y pobres. La crisis económica y financiera mundial está directamente vinculada a las limitaciones sobre los Estados y a la política de desregulación. Es más, al tiempo que tenemos confirmación de que la distribución de la riqueza ha sido desigual, la Comisión está abogando por continuar la aplicación e igualar los efectos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento y por un papel más fuerte para el Fondo Monetario Internacional.
Este enfoque trata sin contemplaciones las peculiaridades de las economías de cada uno de los Estados miembros y está en desacuerdo con la filosofía de sus diferentes tasas de crecimiento.
Hanne Dahl (IND/DEM). - (DA) Señor Presidente, este año se cumplen diez años desde la introducción del euro en un gran número de países de la UE. En Dinamarca, hemos rechazado dos veces la introducción del euro después de largos y exhaustivos debates, y ahora es el momento de evaluar y analizar la situación. Tenemos que ser muy críticos a la hora de valorar nuestra moneda común. Desde julio, el euro ha caído un 30 % en relación al dólar después del inicio de la crisis financiera. Los inversores no tienen confianza en el euro. La cuestión es, ¿por qué? Parte de la respuesta es obvia: hay muchas cosas que indican que la política monetaria llevada a cabo dentro de la UE, que solo contempla luchar contra la inflación, no es la correcta. La política financiera tan estricta que los Estados miembros están obligados a llevar a cabo debido al Pacto de Estabilidad no es, francamente, la correcta justo ahora. El bajo tipo del euro en relación con el dólar es una consecuencia de la falta de confianza en la política económica de los países que utilizan el euro. Asimismo, podemos decir que la crisis financiera demuestra algo más ―que la norma del euro de «una talla para todos» no vale. Cada vez hay más economistas que opinan que se debe llevar a cabo una política financiera expansiva. Si queremos usarla como un instrumento, necesitamos muchas más políticas económicas individuales que las que el euro permite. «Una talla para todos» nunca quedará perfecta a nadie. Siempre encajará mal a todos.
Finalmente, tengo que decir al señor Klinz ―que ha dicho que Dinamarca quiere unirse al euro y que nuestra moneda es débil― que la economía danesa es tan sólida como una roca y que hemos gestionado la crisis financiera mejor que la media de los países del euro.
Andreas Mölzer (NI). – (DE) Señor Presidente, con ocasión del 10º aniversario de la Unión Económica y Monetaria, hay, en realidad, muy poco que celebrar. Estamos tratando desesperadamente de usar varios paquetes de rescate para evitar un colapso total de nuestro sistema financiero, y todos estamos consiguiendo hacer que se reparen las fisuras de manera inadecuada. Las entidades bancarias se han metido en el bolsillo miles de millones en dinero de los gobiernos, mientras que al mismo tiempo distribuyen primas y beneficios, y se ha engañado al ciudadano medio varias veces: el dinero de sus impuestos ha acabado en las mesas de la ruleta de los bancos, y a cambio se ve amenazado por el desempleo y la posibilidad de perder sus ahorros y fondos de pensiones.
En medio de este dilema, se están ahora alzando voces que dicen que, definitivamente, tenemos que hacer algo para asegurar que las empresas europeas no acaben en manos de propietarios no europeos, por ejemplo chinos. Esta liquidación de Europa empezó hace años, con el arrendamiento financiero transfronterizo y otras maquinaciones semejantes. Es más, la UEM tiene varios problemas en vista de la espiral de la deuda de Grecia y la despreocupación de Italia después de unirse al grupo del euro.
Por lo tanto, tenemos que garantizar que los nuevos miembros no repitan los errores cometidos en relación con el euro, y que no se pueda jugar a más juegos financieros arriesgados con dinero público, es decir, con el dinero de los ciudadanos. No solo es necesaria una supervisión estricta a nivel de la UE de conceptos financieros dudosos, sino que también tenemos que pedir una contribución solidaria a aquellos que se han beneficiado de la especulación. Sobre todo, la UE debe, en principio, renunciar completamente al capitalismo sin límites, y, en su lugar, proteger a los ciudadanos de la codicia desmesurada y los negativos efectos de la globalización incontrolada.
Othmar Karas (PPE-DE). (DE) Señor Presidente, señor Juncker, Señorías, parece que el señor Mölzer no ha cogido la idea, porque nada de lo que ha dicho tiene mucho que ver con el euro.
El euro y la ampliación son los éxitos más evidentes de la Unión Europea de los últimos 10 años. No obstante, debemos, además, tener en cuenta que estos éxitos nunca hubieran sido posibles sin los criterios de Maastricht, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento y el Banco Central Europeo, ni sin la voluntad política y una disposición a asumir responsabilidades a nivel europeo. Ahora estamos hablando de cooperación y coordinación. Es verdad que necesitamos más cooperación y coordinación, pero, para que esto sea posible, tendremos que confiar más en los demás. Necesitamos más cooperación y coordinación, sobre todo, a la luz de más Europa con respecto a las prácticas económicas.
Durante las diversas crisis, el Banco Central Europeo, la Reserva Federal y el Banco de Japón han ayudado a proteger a Europa de las crisis monetarias. Por lo tanto, quiero subrayar una vez más que no puede haber ninguna cumbre sin representantes de la zona del euro ni del Banco Central Europeo. La crisis financiera ha demostrado que el euro nos ha ayudado a evitar la especulación monetaria, y a impedir que se produzca en la zona del euro. Las reacciones en Dinamarca, el Reino Unido, Suecia y Hungría nos han demostrado claramente lo que el euro ha hecho por nosotros.
Mi último punto, señor Presidente, es que, además, queremos que la Unión Europea esté representada en el FMI, el Banco Mundial y la economía financiera mundial de conformidad con su solidez. Pido a todos aquellos que están ahora exigiendo regulaciones globales, que hagan en Europa y en sus Estados miembros lo que están reclamando que otros hagan.
Olle Schmidt (ALDE). - (SV) Señor Presidente, señor Comisario, señor Juncker, quiero comenzar felicitando de todo corazón a una criatura ya madura de diez años y dando las gracias a ambos ponentes por su excelente informe.
Los últimos meses han demostrado, por supuesto, la solidez del euro. Poca gente creía hace diez años que el euro sería un éxito tan formidable. Algunos países, el mío incluido, esperaban fuera con inquietud. Algunos críticos probablemente pensaban que el euro no pasaría la prueba, tal y como ha dicho el señor Lundgren. Pero este y otros profetas de la fatalidad estaban equivocados. Después de meses de incertidumbre financiera, está claro que solo la cooperación en los asuntos económicos, con el euro como eje, puede proporcionar la seguridad que requieren los actuales sistemas económicos a escala mundial. Precisamente, que fueran las acciones conjuntas las que condujeran al alivio del mercado prueba la fuerza de la cooperación del euro.
El euro debería ser la moneda de toda Europa. Si esta visión se tuviera que convertir en realidad, los ya rigurosos criterios de convergencia no deberían endurecerse aún más. Por lo tanto, creo que es un error convertir la pertenencia al euro en un club exclusivo con unos requisitos de entrada mayores, como una de las enmiendas exige.
Permítanme decir unas pocas palabras con respecto a la posición de Suecia fuera de la zona del euro. Para Suecia, que tiene un pie en la Unión Europea pero está todavía fuera de la zona del euro, las ventajas y las desventajas están ahora más claras que nunca. Espero que también lo estén para el señor Lundgren. Cuando la anterior crisis financiera golpeó a Suecia en 1992, básicamente, lo único que pudimos hacer fue permitir la bajada de la corona. La lección aprendida en aquel momento nos llevó a nuestra decisión de entrar a formar parte de la familia europea. Durante el último año, la corona sueca ha perdido valor con respecto al euro. Ahora, cuando se está haciendo frente a la crisis, Suecia se encuentra fuera de la protección que ofrece el euro y las resoluciones adoptadas y necesarias para la gestión de la crisis dentro del grupo del euro. Ahora es cuando los países pequeños como Suecia se deberían dar cuenta del valor de una moneda común. La estabilidad que ofrece el euro propicia la perspectiva a largo plazo que es importante para un país que depende tanto de las exportaciones como Suecia. Suecia tiene un buen desarrollo económico, eso es verdad, pero la pertenencia al euro hubiera dado una mayor estabilidad a nuestra política monetaria y hubiera creado más puestos de trabajo, una economía más estable y unas exportaciones más sólidas.
Por consiguiente, los partidos suecos deberían estar preparados para revisar su actitud pasiva hacia el euro como moneda para Suecia. Suecia debería ser un miembro de pleno derecho de la Unión Europea. Por lo tanto, ya es hora de que empecemos a hablar en serio, en mi país, sobre un nuevo referéndum. Por mi parte, espero la adhesión de Suecia dentro de un plazo de cinco años.
Zbigniew Krzysztof Kuźmiuk (UEN). - (PL) Señor Presidente, me gustaría la atención sobre dos cuestiones en este debate, cuestiones que, en mi opinión, ensombrecen el funcionamiento de la Unión Económica y Monetaria. En primer lugar, tenemos un desarrollo más rápido de los países que están fuera de la zona del euro que de los que están dentro. En 2002-2007, los antiguos Estados miembros fuera de la zona del euro ―Inglaterra, Suecia y Dinamarca― se desarrollaron más rápidamente que los países de la zona del euro. El crecimiento del PIB en estos países fue casi el doble del promedio en la zona del euro, y las tasas de desempleo eran significativamente más bajas que en la zona del euro. Las diferencias entre los países de la zona del euro y los nuevos Estado miembros son incluso más reveladoras.
En segundo lugar, está el tratamiento desigual de los países que aspiran a unirse a la Unión Económica y Monetaria, y aquellos que ya están en ella. Los candidatos a la unión monetaria tienen que cumplir unos criterios fiscales y monetarios estrictos durante los dos años anteriores a la adopción de la moneda, mientras que los dos países más grandes de la UE ―Alemania y Francia― que están en la zona del euro, rebasaron el umbral del déficit presupuestario durante cuatro años entre 2002-2005. Fue necesario un cambio en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento para que estos dos países no tuvieran que pagar varios miles de millones de euros en sanciones por incumplimiento.
Jens Holm (GUE/NGL). - (SV) Este informe elogia la UEM. Me pregunto qué es lo que hay que celebrar en realidad. La zona del euro está en recesión y el desempleo está creciendo rápidamente. Varios de los grandes países de la UEM ya no cumplen los requisitos económicos básicos para la pertenencia. Solo esto ya indica lo rígido que es el proyecto.
Hace cinco años los ciudadanos suecos votaron en contra de la UEM. Sin embargo, en varias ocasiones he oído a la Comisión decir que Suecia, tarde o temprano, deberá adherirse a la UEM. Por lo tanto, quiero aprovechar la ocasión para preguntar a la Comisión si puede aclarar esto de una vez por todas. ¿Debe adherirse Suecia a la UEM?
La UEM necesita una reforma importante. Se debe incluir como claro objetivo que el Banco Central Europeo luche contra el desempleo. Se debe permitir una mayor flexibilidad económica. Estos supondrían unos pocos pasos importantes en la dirección correcta.
Zsolt László Becsey (PPE-DE). - (HU) Gracias, señor Presidente, considero que la introducción del euro es un éxito, ya que hemos visto descender el desempleo y aumentar el empleo, dada la estabilidad que hay detrás del euro. La actual crisis nos ha dado más pruebas, porque cualquier país que pueda usar esta sólida moneda de reserva, sencillamente, no puede tener dificultades con su balanza de pagos, mientras que otros ―como, por ejemplo, Hungría― están padeciendo esos problemas.
No obstante, la zona del euro no ha conseguido lograr la convergencia, a pesar del apoyo del fondo de cohesión, y lo que deberíamos estar analizando, en cambio, son las razones para ello. Es un imán muy fuerte para el capital. Por lo tanto, sugiero que al examinar lo que ha ocurrido, tengamos en cuenta no solo el PIB, sino también la RNB.
Me alegra que el informe haya incluido que se deben tomar medidas contra los Estados miembros que continuamente hayan proporcionado previsiones incorrectas y demasiado optimistas ―como sabemos por los acontecimientos que se produjeron en Hungría en 2006― y creo que esto es realmente necesario.
Creo que es importante que conservemos el prestigio de la pertenencia a la UE. Por una parte, los Estados que no sean miembros de la Unión Europea no deben entrar en la zona del euro, ya que esto significaría que no podríamos justificar los enormes esfuerzos realizados por determinados Estados para su adhesión.
Los instrumentos del BCE, en particular durante la actual crisis, los deben usar cada uno de los Estados miembros, especialmente por lo que se refiere a la liquidez; no debemos ser egoístas a este respecto. Esto da sentido al escudo protector de la UE y a la pertenencia al mercado interior, que supone un reto importante, en particular para los Estados miembros menos desarrollados. Pero, asimismo, debemos tener esto en cuenta en la composición del Comité Ejecutivo del BCE.
Sin embargo, la reflexión más importante es la representación exterior de la zona del euro. Esta es necesaria, pero cada uno de los Estados miembros debe implicarse en el otorgamiento del mandato para la representación exterior de la zona del euro; la representación exterior no debe ser un club exclusivo, desde el momento en que la UE es una entidad unificada.
Finalmente, quiero decir que los Estados miembros tienen que adherirse a la zona del euro lo antes posible, de acuerdo con una condiciones estrictas pero lógicas. Por lo tanto, estoy satisfecho con lo que razonablemente sugiere el señor Klinz en cuanto a que los países de referencia se limiten a los países de la zona de la UE. Gracias por su atención.
Vladimír Maňka (PSE). – (SK) Con motivo de la crisis financiera en las últimas semanas los ciudadanos de Europa han visto como los Estados miembros de la zona del euro están mejor preparados para hacer frente a grandes perturbaciones. También se ve esto en mi propio país, Eslovaquia, que se adhirió a la zona del euro el 1 de enero.
Los inversores y especuladores financieros de los mercados monetarios ya nos consideran parte de la zona del euro. Ya no especulan con nuestra moneda, ya que hemos establecido un tipo de cambio fijo. Al mismo tiempo, las monedas de los países vecinos están bajando. Los especuladores ven en ellas un nivel de riesgo que no quieren asumir, debido a la crisis en los mercados financieros. Algunas monedas han descendido a su nivel más bajo en años.
La adopción del euro para una economía pequeña y abierta protege a los empresarios y ciudadanos de las fluctuaciones en el tipo de cambio. Incluso los ciudadanos del país con el nivel de empleo más elevado del mundo, Dinamarca, que ha tenido mucho tiempo uno de los niveles más altos de competitividad y uno de los niveles de vida más altos del mundo, han descubierto que si fueran miembros de la zona del euro habrían tenido unos tipos de cambio más favorables y podrían abordar mejor los actuales problemas globales. Por supuesto, lo mismo es válido también para Suecia, como ya hemos estado debatiendo hoy aquí. Quizá ahora es el momento apropiado para que reconsideren su adhesión a la zona del euro.
Hoy, un colega de mi propio país ha criticado que el Gobierno de Eslovaquia esté preparando medidas para reforzar el marco de regulación y supervisión. Quiero llamar su atención sobre una resolución del Parlamento Europeo, que recientemente pidió a la Comisión proponer medidas para reforzar el marco de regulación y supervisión por toda la UE. No hay otra forma. Por esta razón, la mayoría de los diputados de los diferentes grupos políticos votaron a favor de esta opción.
Quiero terminar felicitando a ambos ponentes por su excelente informe.
Danutė Budreikaitė (ALDE). - (LT) La Unión Económica y Monetaria tiene diez años. Es un magnífico aniversario, pero también una oportunidad para considerar cómo ha cambiado la UE y la situación económica, financiera y política mundial y si los criterios de Maastricht se adecuan a los actuales cambios mundiales.
En 2005, se revisó el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, quizá porque los países más grandes de la zona del euro no habían aplicado sus requisitos.
En un período de diez años casi ninguno de los países de la zona del euro había aplicado todos los criterios de Maastricht.
Sabemos que el objetivo de inflación del Banco Central Europeo es del 2 %. Si tuviéramos que perseguir hoy este objetivo, veríamos que ningún país de la UE lo ha conseguido; su inflación en septiembre oscilaba entre el 2,8 % de los Países Bajos y el 14,7 % de Letonia, y el criterio de estabilidad de precios de Maastricht estaría en el 4,5 %.
Si los miembros de la zona del euro no aplican el criterio de estabilidad de precios, ¿cómo podemos hablar de la estabilidad de la inflación? Se empezó a hablar de la estabilidad de la inflación en 2006, cuando se comenzó a ampliar la zona del euro. ¿Estamos hablando de nuevos requisitos solamente para los nuevos candidatos a la zona del euro? ¿Cuáles son las expectativas de ampliación para la zona del euro?
Pido a la Comisión Europea y al Banco Central Europeo que revisen una vez más los principios y gobernanza de la Unión Económica y Monetaria, y los criterios de Maastricht, preguntándose si se están aplicando en la actual situación económica y financiera mundial y qué depara el futuro para la Unión Económica y Monetaria y los candidatos a la zona del euro.
Ryszard Czarnecki (UEN). - (PL) Señor Presidente, señor Juncker, tiene mala suerte, porque el debate de hoy sobre el éxito de la zona del euro se está celebrando en un momento en el que el Eurostat ha anunciado que está comenzando una gran recesión en los países que tienen la moneda común. Esto debería predisponerle a la autocrítica, en vez de a la propaganda ilimitada del éxito. En su informe, los autores elogian la caída del desempleo, que durante nueve años ha estado, sin duda, apenas por encima del 1,5 %, pero ahora se prevé un significativo aumento del desempleo en la zona del euro el año que viene. La otra cara de la moneda es menos grata. El informe subraya que el crecimiento económico es muy insatisfactorio y que hay una significativa reducción en la productividad (del 1,5 % en los años noventa al 0,75 % en la pasada década).
Está claro que el euro no es una panacea de los males económicos, ni un instrumento que por su naturaleza proporcione un crecimiento económico más rápido y una mayor prosperidad que en los países de la UE que están fuera del euro ―Suecia, Dinamarca y Gran Bretaña.
Margaritis Schinas (PPE-DE). - (EL) Señor Presidente, no hay duda de que el nacimiento de la UEM y el euro son uno de los puntos culminantes en los sesenta años de historia de la integración europea.
Esta es la primera vez en Europa y en el mundo que hemos tenido semejante cambio de estructura a una moneda común, sin guerras, sin derramamiento de sangre, por consenso y a través de la voluntad política de países independientes que de manera conjunta y democrática decidieron tomar este camino hacia la estabilidad monetaria. Ha sido un camino difícil, pero ha sido adecuado para las dos partes que integran Europa: aquellos países que estaban acostumbrados a la estabilidad financiera y seguían persiguiendo las mismas políticas antiinflacionistas y los que, después de décadas sin disciplina financiera, encontraron por primera vez en el euro un oasis en el que podían racionalizar y reestructurar los principios básicos de sus economías.
Pero eso es el pasado. Ahora, sin embargo, estamos en una fase muy difícil, en una etapa crucial en la que debemos mirar a la «E» de la UEM. Hasta ahora la «M» de la UEM, sus elementos monetarios, nos han ayudado a llegar al lugar en el hoy estamos, pero de ahora en adelante, sin un enfoque europeo cohesionado, coherente y único para los aspectos económicos del debate, me temo que observaremos como se desmoronan ante nosotros muchos de nuestros logros.
Así que tenemos dos cuestiones pendientes para el futuro: normas de coordinación para la gobernanza económica europea que, además, protegerán al sistema global contra los excesos y la anarquía que causaron la actual crisis y, en segundo lugar, tenemos que condenar que se acceda a los intereses económicos de la gente por parte de todos aquellos que quieren utilizar la crisis para poner en duda esos importantes logros.
Manuel António dos Santos (PSE). – (PT) Debo empezar felicitando a los ponentes por este excelente informe. Solo unos pocos que están totalmente ciegos o los muchos que no entienden nada en absoluto, pueden considerar que el euro y su correspondiente política monetaria no han sido un enorme éxito para la humanidad y para la economía europea. Solo hay que mirar al ingente número de empleos que se han creado en Europa durante el reinado del euro para comprender su importancia. Además, no deja de ser significativo que, en una situación de crisis en la que la economía europea, gracias a sus instrumentos, está reaccionando más favorablemente que otras economías regionales, aquellos que hace poco eran escépticos acerca de la política monetaria común y el euro ahora estén pidiendo rápidamente cooperar con la zona del euro e incluso integrarse en ella.
No obstante, eso no es todo, ni significa que yo personalmente esté satisfecho con cómo ha abordado la Unión Europea las cuestiones de la consolidación y estabilidad financieras. Ya he dicho en esta Cámara en numerosas ocasiones que estoy a favor de la estabilidad financiera y del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, pero que considero que este Pacto no siempre ha sido un amigo para la economía real. Ni este Pacto ni la política monetaria han sido un verdadero amigo para la economía real. La economía real ha sufrido, a menudo, enormes problemas debidos a una aplicación demasiado convencional de las normas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
Nunca me he encontrado con un economista ni leído un libro de economía que me dijera que dos, tres y sesenta, los números mágicos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (inflación, déficit y ratio de endeudamiento), se hayan comprobado científicamente. Nunca me encontrado con nadie y, sobre todo, nunca me he encontrado con ningún economista ni teórico de economía que en algún momento haya dicho que sea absolutamente vital mantener, de manera inflexible, esta clase de configuración. Una idea defendida con fuerza por la Comisión y los sectores más conservadores de Europa es que debemos tener presupuestos equilibrados o base cero. Esta idea es totalmente absurda. En cualquier nivel de crecimiento, un presupuesto equilibrado significa la total eliminación de la deuda en el futuro. Esto no es justo en términos sociales, ni es justo en términos intergeneracionales, y no tiene conexión con la realidad y la economía real.
Jim Higgins (PPE-DE). - Señor Presidente, el informe de Berès-Langen es excelente porque lo que hace es contarnos la historia de la UEM durante los últimos diez años y decir cómo debería avanzar en el futuro. El euro ha sido un éxito clamoroso: es la segunda moneda más importante del mundo; la inflación en los diez primeros años ha estado, en general, acorde con el objetivo del BCE del 2 %; además, ha fomentado los viajes, el comercio y el empleo; y, lo que es más importante, significa un paso más en la consolidación de la UE.
El anuncio la semana pasada de que la zona del euro está en recesión significa, en este momento, que tendremos que adoptar medidas urgentes dentro de la UE y a escala mundial, pero lo único que no podemos hacer es culpar al euro de la crisis actual. Aunque las normas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento tienen buenas intenciones al establecer una directrices máximas de endeudamiento para los Estados miembros, no previeron ―ni nadie podía haber previsto― la actual crisis económica mundial. En mi opinión, la crisis actual exige flexibilidad porque, a no ser que las instituciones financieras moderen la reducción del crédito, es muy posible que la crisis empeore aún más y que se pierdan cada vez más puestos de trabajo.
Tengo que decir que quiero elogiar la manera en que el Presidente Barroso y Sarkozy representaron a la Unión Europea en las conversaciones del G20 en Washington la semana pasada. Creo que nos hicieron sentirnos orgullosos y que Europa se sintiera orgullosa.
Finalmente, debemos examinar cómo entramos en la crisis actual y cuáles fueron las causas. Debemos aprender la lección y asegurarnos de que no vuelva a pasar nunca más. Si esto significa reforma ―reforma de las instituciones, reforma del Fondo Monetario Internacional― hagámoslo. Si esto significa examinar las actividades del Banco Central Europeo, hagámoslo. Llevemos a cabo, en este momento, un análisis minucioso y, sea como sea la crisis que Europa está ahora padeciendo ―no sabemos lo grave que es, en qué va acabar o qué consecuencias tendrá― examinémosla minuciosamente y adoptemos soluciones.
Dariusz Rosati (PSE). - (PL) Señor Presidente, señor Comisario, señor Juncker. Comparto la opinión de que la moneda común ha sido un gran éxito europeo. Durante varios años, hemos tenido precios y niveles de inflación bajos, hemos tenido tipos de interés bajos, hemos tenido transparencia de precios entre los países, hemos tenido estabilidad macroeconómica ―y esto es un éxito concreto para aquellos países que previamente han tenido problemas con la inflación y su déficit presupuestario. Comparto la opinión de que esto es un éxito.
Quiero comentar lo que mi colega polaco ha dicho hace unos pocos minutos, cuando ha dicho que tenemos un aumento del desempleo y una crisis financiera en la zona del euro. Por desgracia, ya ha abandonado la Cámara, pero si se hubiera quedado, podría haber escuchado unas pocas palabras sensatas. Porque ignora que sin el euro, Europa estaría en una situación mucho peor que en la que está actualmente. Esto es particularmente evidente si examinamos la situación de países como, por ejemplo, Islandia o Hungría, que están ahora enfrentándose a grandes dificultades económicas. Si hubieran pertenecido a la zona del euro, su situación sería mucho mejor.
Quiero decir que el éxito a largo plazo de cualquier moneda se decidirá por factores reales, se decidirá por el desarrollo económico a largo plazo, del que carece Europa. Debemos tener en cuenta que en las últimas semanas el dólar estadounidense se haya reforzado frente el euro, prueba que incluso en una crisis económica los inversores, o al menos la mayoría de ellos, creen que el dólar es un refugio para sus inversiones. Por eso tenemos que crear la base para un crecimiento a largo plazo en Europa, que reforzará la moneda europea. Pero esto requiere reforma, requiere impulso económico, y requiere índices de productividad más elevados.
El segundo punto es que creo que deberíamos revisar los criterios de convergencia nominal, y deberíamos asegurarnos de que adaptamos los criterios a las nuevas condiciones, en particular los criterios inflacionistas y el método para calcular los parámetros de referencia, para que ayuden a aquellas economías de los nuevos Estados miembros que sean muy dinámicas a adherirse a la zona del euro.
Paolo Bartolozzi (PPE-DE). – (IT) Señor Presidente, Señorías, quiero dar las gracias al Presidente del Eurogrupo y al Comisario, así como a los dos ponentes que realizaron este informe, porque estoy convencido de que la introducción del euro ha permitido a los ciudadanos gestionar sus propios presupuestos familiares de manera más fructífera, ayudándoles a ahorrar en sus gastos de bienes y servicios, entre otras cosas.
Tal y como otros han señalado, hemos visto contenida la tasa de inflación en una media de alrededor del 2 %, así como la creación, de más o menos, 16 millones de puestos de trabajo durante estos diez años y la reducción del déficit presupuestario que en el 2007 ―como ha dicho el Comisario― ascendió a aproximadamente al 0,6 % del PIB comparado con el 4 % en los años ochenta y noventa.
Además, el euro ha adquirido prestigio internacional y se ha convertido en una moneda atractiva incluso para países de fuera de la Comunidad, y a pesar del reciente caos financiero que ha asestado un duro golpe al mundo financiero y al sistema bancario, el euro, sin duda, ha atenuado el impacto devastador de la crisis financiera de proporciones mundiales. No obstante, hoy en día, existe el peligro de que la desaceleración a escala mundial en la demanda siga debilitando las exportaciones y frustrando la ventaja del tipo de descuento del euro, que está amenazado por la caída del valor del dólar.
Está claro que debemos considerar, otra vez, realizar ajustes importantes en las estructuras básicas del euro, a fin de colocar a los Estados miembros con un PIB por debajo de la media en posición para corregir su desventaja. Por consiguiente, viene muy bien un plan de trabajo de la UEM para analizar mejor las divergencias económicas, impulsar las reformas estructurales y controlar las finanzas públicas y los mercados financieros, que aceleren su integración. Todo esto se puede y debe lograr poco a poco mientras salimos, esperemos que lo antes posible, de esta situación de inestabilidad que actualmente está exacerbando no solo las decisiones urgentes que tienen que tomar los gobiernos nacionales, sino también la confusión en la que están sumidos los ahorradores. Se debe devolver la confianza de los ahorradores a fin de conseguir que las inversiones y el consumo se muevan y mejorar el marco general en el que podremos, entonces, actuar con más calma. Es decir, la responsabilidad debe ser colectiva, pero se requiere un esfuerzo conjunto por parte de las autoridades competentes para juzgar que reformas apoyar con una gobernanza rigurosa y un verdadero liderazgo político.
Sirpa Pietikäinen (PPE-DE). - Señor Presidente, en primer lugar, quiero felicitar a ambos ponentes, la señora Berès y el señor Langen, por un informe muy equilibrado que analiza el tema desde un enfoque amplio. En segundo lugar, creo que cuando se inició este informe nadie pensaba lo oportuno que sería en este momento. Creo que es un signo de la capacidad de la UE para responder a los retos mundiales, garantizar la competitividad y crear estabilidad.
Sin la Unión Monetaria Europea, tanto los países del euro como los que están fuera de él habrían sido mucho más vulnerables a esta crisis financiera. Durante los últimos diez años, el Banco Central Europeo ha desempeñado un papel muy positivo, y esta iniciativa ha asegurado una política monetaria y económica muy estables que, realmente, nos permitió responder de manera oportuna a la crisis y adoptar medidas dinámicas, no solo en la zona del euro, sino globalmente por lo que se refiere a las conversaciones sobre la reforma de la estructura financiera mundial.
Creo que estamos ante algo más que una crisis de naturaleza financiera: es una crisis de la adopción de decisiones y de las normas del juego. Lo que necesitamos ahora es que Europa tenga un papel más permanente de supervisión y del Banco Central Europeo. Necesitamos una regulación armonizada mejor para todos los diferentes instrumentos financieros. Necesitamos transparencia a través de los procedimientos adecuados y, sobre todo, necesitamos que los europeos persistan realmente en la unidad para proponer estas políticas a escala mundial. Tenemos que estar unidos porque los mercados han sobrepasado las capacidades de nuestros Estados nacionales, y necesitamos acciones coherentes a nivel nacional, europeo y mundial.
Zita Pleštinská (PPE-DE). – (SK) El euro será también el mejor estímulo para la inversión para los inversores extranjeros en la región de Europa Central. Por consiguiente, en relación con la introducción del euro en Eslovaquia desde el 1 de enero de 2009, el Gobierno de Robert Fico decidirá cómo sacar el mayor partido a esta oportunidad.
La sostenibilidad de la inflación y el déficit en las finanzas públicas se controlarán muy de cerca en Eslovaquia y el actual Gobierno eslovaco debe, por lo tanto, seguir con las reformas del anterior Gobierno de Mikuláš Dzurinda. Si no es así, Eslovaquia podría tener problemas para mantener en un nivel bajo la inflación después de entrar en la zona del euro.
Creo que el Gobierno eslovaco se tomará muy en serio las recomendaciones de los ponentes del Parlamento Europeo y no cargará al país con deuda futura. No debe entrometerse en la reforma del sistema pensiones en un intento de obtener los fondos de los ahorradores privados y lograr la mejora a corto plazo del déficit de las finanzas públicas, no aprobará leyes que entren en conflicto con las normas del mercado y contribuirá a mejorar el entorno empresarial.
Silvia-Adriana Ţicău (PSE). - (RO) Señor Presidente, señor Comisario, la Unión Europea encuentra su fortaleza en los más o menos 490 millones de ciudadanos europeos. La zona del euro es uno de los pilares de la estabilidad para Europa y toda la economía mundial. En la zona del euro, se han creado 16 millones de puestos de trabajo solo en los últimos diez años. En el futuro, la Unión tendrá que responder a los retos que plantean el cambio climático y demográfico. El envejecimiento de la población causará graves problemas de naturaleza social, económica y presupuestaria. Creo que se tiene que defender la libre circulación de bienes, personas, capitales y servicios, especialmente ahora, con la crisis financiera y la recesión económica como telón de fondo.
La supresión de las fronteras que impiden la libre circulación de trabajadores garantiza unas condiciones laborales adecuadas y dignas para todos los trabajadores europeos y proporciona unos recursos eficaces para luchar contra el dumping social y la evasión fiscal. Pido a la Comisión Europea y a los miembros del Eurogrupo que adopten las medidas necesarias, junto con los gobiernos de los Estados miembros, para suprimir las restricciones impuestas a los trabajadores rumanos y búlgaros. La zona del euro tiene que dar ejemplo para la economía social de mercado.
Vittorio Prodi (ALDE). - (IT) Señor Presidente, Señorías, quiero dar las gracias al Comisario Almunia y al Presidente Juncker por su trabajo en el desarrollo de este instrumento, que es tan importante. El euro es una realidad sólida que nos ha protegido en esta crisis.
Por consiguiente, debemos proseguir y desarrollar una política económica que trabaje junto a la política monetaria que ha sido tan fructífera; una política para el Eurogrupo en su conjunto, pero que también tenga la posibilidad de aplicar la Unión, precisamente porque, en esta coyuntura, tenemos que poner en marcha un programa de emergencia para abordar las dificultades económicas previstas.
Por consiguiente, creo que es necesario un compromiso firme; tenemos que embarcarnos en un programa de gran impacto para construir una infraestructura en materia de energía en la Unión y ahorrar en energía. Estoy convencido de que debemos hacerlo lo antes posible.
Gay Mitchell (PPE-DE). - Señor Presidente, permítame que exponga mis observaciones telegráficamente.
Los mercados homogéneos están en el fondo del colapso sistémico que tenemos, y si gestores realmente buenos como el señor Juncker y el señor Almunia no pueden devolver la heterogeneidad a los mercados, entonces, solo estamos posponiendo el colapso a una fecha posterior. Los mercados homogéneos están en el centro de este problema.
En segundo lugar, en Irlanda se vaticinó que el euro como moneda sería como un vehículo sin frenos, sin volante y sin luces. ¡Qué equivocados estaban! ¿Dónde estaríamos en Irlanda ahora si el euro y el Banco Central Europeo no estuvieran en marcha? ¿Por qué no le estamos atribuyendo más mérito? Esto podría ayudarnos con el proceso de ratificación del Tratado de Lisboa.
Por último, respecto al argumento sobre la vacunación, los padres tiene derecho a decidir, pero si todos los padres deciden no vacunar, entonces la epidemia se intensificará.
Solo quiero decir esto: ningún hombre es una isla. Puede que Gran Bretaña sea una isla, pero ya es hora de que reexamine su adhesión al euro, porque no podemos ir cada uno por nuestra cuenta.
Gerard Batten (IND/DEM). - Señor Presidente, siempre ha sido un sinsentido económico que varias economías que se comportan de manera diferente compartan el mismo tipo de interés y de cambio. Además, la principal función y obligación jurídica del Banco Central Europeo es controlar la inflación, que en la crisis económica que se está desarrollando es el menor de nuestros problemas.
Estos son los caminos erróneos que, finalmente, acabarán con la moneda única europea. Pero los europeístas del Reino Unido están ahora utilizado el argumento de que la caída de la libra es una oportunidad para adherirnos al euro. Un conocimiento de economía básica les diría que esta es precisamente la razón por la que Gran Bretaña no debería adherirse.
La capacidad de la libra para encontrar su propio valor frente a otros países será un elemento esencial para ayudar a Gran Bretaña a superar la próxima tormenta económica. El Reino Unido necesita la moneda única europea lo mismo que un hombre que se está ahogando necesita una camisa de fuerza.
Dragoş Florin David (PPE-DE). - (RO) Señor Presidente, señor Comisario, quiero, en primer lugar, felicitar a ambos ponentes, la señora Berès y el señor Langen. Diez años no son muchos ni pocos, pero, sin duda, han contribuido enormemente a la consolidación del mercado único y, en este momento, a la creación de una protección contra la especulación financiera. Creo que una regulación más rigurosa del sector financiero y bancario, junto con un impulso de la inversión en investigación y desarrollo, el fomento de la competencia y la educación financiera de los ciudadanos pueden ser soluciones mucho más efectivas durante esta época de crisis.
Creo que los Estados de la Unión Europea tienen que mostrar solidaridad económica y financiera en este momento en el que la mera intervención en el sector financiero y bancario no es suficiente para estabilizar la crisis económica salvo de manera superficial. Espero, señor Comisario, que los efectos de la crisis no tengan un impacto en las previsiones presupuestarias para 2007-2013 ya que los fondos europeos pueden conseguir los efectos deseados al proporcionar un desarrollo sostenible de la Unión.
Christopher Beazley (PPE-DE). - Señor Presidente, sobre la cuestión de la adhesión de Gran Bretaña a la zona del euro, creo que siempre ha sido reticente a unirse a los acuerdos europeos, al principio. Ha aprendido muy rápidamente a lamentar esa decisión. Por lo tanto, solicitamos adherirnos en el peor momento posible. Si hubiéramos sido miembros fundadores de la zona del euro ―como deberíamos haber sido― hoy habríamos estado en una posición mucho más sólida. Espero que el próximo Gobierno Conservador solicite adherirse a la zona del euro dentro de muy poco.
(Aplausos)
Kurt Joachim Lauk (PPE-DE). – (DE) Señor Presidente, solo quiero hacer dos comentarios. En primer lugar, el euro ha pasado la prueba. Sin el euro, en esta crisis financiera, probablemente, no nos habríamos librado de la especulación, que habría ido contra todas las economías nacionales de Europa. En ese sentido, por lo tanto, el euro ha pasado la prueba. Probablemente, estaríamos enfrentándonos, en Europa, a graves dificultades ―si no a un absoluto desastre― si no hubiéramos tenido el euro en esta crisis.
En mi opinión, dos cosas serán absolutamente cruciales en el futuro. El euro solo puede permanecer estable y avanzar frente al dólar como moneda de reserva a escala mundial, si se garantizan dos cosas: en primer lugar, el BCE, que ha demostrado sus cualidades en la crisis, debe seguir siendo independiente ―como ya se ha argumentado― y, en segundo lugar, se debe ampliar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Ya es extremadamente útil tal y como está, pero también tiene que aplicarse y protegerse.
Joaquín Almunia, Miembro de la Comisión. – (ES) Señor Presidente, quiero dar las gracias a todos los diputados que han intervenido en este debate. Creo que de él se puede deducir un consenso, un acuerdo muy amplio en favor, por supuesto, del informe que estamos debatiendo, pero también un apoyo, un consenso muy amplio en favor de proseguir con el proyecto de Unión Económica y Monetaria y en favor de nuestra moneda única. Y esto, no por un prurito de repetir las razones que habíamos dado quienes apoyamos la creación de la Unión Económica y Monetaria hace diez años, sino en función del análisis de lo que ha sucedido en esta década y en función del análisis de lo que debemos hacer ahora, en este momento tan difícil que estamos viviendo desde el punto de vista económico.
Por supuesto, no hay que atribuir al euro las dificultades del momento. Como sabemos todos, las causas de la crisis tan profunda que estamos viviendo no residen aquí, en el territorio europeo, en el territorio de la zona del euro, pero sí es obvio que pagamos las consecuencias, como las pagan otros países industrializados, como las pagan las economías emergentes y como las pagan los países en desarrollo: en una economía global el desacoplamiento, el decoupling no es posible. Pero tenemos instrumentos, con la Unión Económica y Monetaria, que nos permiten hacer frente a las dificultades de una forma más eficaz y confiar en que, unidos, saldremos de la crisis antes que si cada uno de nuestros países intenta salir por su cuenta.
Coincido con todos aquellos que han dicho −y han sido muchas las voces− que el Banco Central Europeo es una institución que ha justificado más que de sobra la confianza que depositamos en él en el Tratado de Maastricht, desde su creación. Creo que ha cumplido muy bien su tarea y creo que su tarea merece ser apoyada, porque es un elemento indispensable de la Unión Económica y Monetaria.
Coincido también con todos aquellos que han dicho que el Pacto de estabilidad y crecimiento, tal y como es actualmente, después de la revisión de 2005, debe ser mantenido, utilizando la flexibilidad que introdujimos en el año 2005, que hemos debatido aquí en muchas ocasiones: una flexibilidad que nos permite mantener la disciplina presupuestaria, mantener las reglas de la disciplina presupuestaria, que nos permite anclar los objetivos de sostenibilidad de nuestras cuentas públicas, pero que, a la vez, nos permite hacer uso de la política fiscal en una situación que requiere de una política activa desde el punto de vista de la fiscalidad, de los instrumentos de la política fiscal.
El impulso fiscal debe ser coordinado para que sea eficaz y nuestro marco de disciplina presupuestaria nos facilita esa coordinación, pero también le pone límites para que la coordinación de un impulso fiscal no ponga en riesgo la sostenibilidad de nuestras cuentas públicas. En tercer lugar −y se ha hablado de ello en muchas de las intervenciones de esta tarde−, tenemos, sin duda, que reforzar la voz del euro en la defensa de la estabilidad de nuestra moneda, en la relación bilateral y multilateral con los titulares, con quienes representan al resto de las monedas y, en particular, al resto de las monedas de los actores relevantes de la economía global.
El origen último de esta crisis son desequilibrios macroeconómicos que hubiesen debido ser afrontados y que no han podido serlo por no existir los mecanismos eficaces de resolución de desequilibrios globales. De eso se ha debatido en Washington y de eso tenemos que seguir debatiendo y solo lo podremos hacer eficazmente, en tanto que europeos, si damos al euro todo el respaldo político y los mecanismos de gobernanza necesarios para que nuestros intereses, a través del tipo de cambio de nuestra moneda, sean defendidos como se merecen. Creo que ahí hay un camino por recorrer; está dicho en el informe, lo ha dicho el Presidente del Eurogrupo, lo comparte la Comisión y creo que, en los próximos meses, lo van a compartir más y más los responsables de los Estados miembros.
Esto implica coordinación, pero en el buen sentido. No en un sentido en el que se ponga como sinónimo de coordinación la puesta en cuestión de la independencia del Banco Central Europeo o una coordinación artificial de decisiones de política económica, que deben seguir siendo decisiones adaptadas a las circunstancias de cada país. Eso no es la auténtica coordinación. La coordinación que siempre ha estado detrás de la rama económica de la Unión Económica y Monetaria es una coordinación al servicio de los objetivos de la Unión Económica y Monetaria, tanto en políticas macroeconómicas como en la relación, en el link que debe existir entre la política macroeconómica y las políticas estructurales.
Cuando hablamos desde la Comisión de coordinación, hablamos de ese tipo de coordinación; creo que, en las circunstancias actuales, el riesgo de recesión en el que estamos viviendo pone en evidencia que esa coordinación es prioritaria, y la Unión Económica y Monetaria nos da los instrumentos para llevarla a cabo.
Jean-Claude Juncker, Presidente del Eurogrupo. − (FR) Señor Presidente, seré muy breve, ya que la mayoría de los que han tratado de dirigir este debate ya no están en la Cámara. Por lo tanto, no es necesario responderles.
Al resto les digo que me ha impresionado el amplio consenso que ha resultado de los debates del Parlamento Europeo, ya que casi todos estamos de acuerdo en que el euro ha sido un éxito. Me satisface observar que lo digan aquellos que pertenecen a la zona del euro, y también aquellos a los que les gustaría que sus países pertenecieran a la misma. Observo que quienes siempre han dicho que todo lo que hacemos es completamente estúpido no han cambiado de opinión, que por otra parte no se puede definir de manera muy diferente a la forma en que ellos han definido nuestra aptitud. En consecuencia, dentro del Parlamento, no hay nada nuevo, excepto que, sin embargo, se ha filtrado en nuestros debates un poquito de inquietud ―por decirlo con delicadeza― provocada por la crisis económica y financiera a la que nos estamos enfrentando en este momento.
Sobre este punto, quiero, por lo tanto, decir dos cosas en respuesta a varios oradores. Nadie en Europa respalda, de manera radical, una consolidación presupuestaria excesiva. Nadie. Tenemos un Pacto de Estabilidad y Crecimiento reformado. Algunos diputados de esta Cámara no estaban de acuerdo con las reformas que realizamos a este Pacto. Hoy son los primeros que alaban la sensatez de las decisiones que se adoptaron en marzo de 2005, cuando aplicamos una perspectiva más económica a la interpretación de este Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Esta perspectiva permite a los Estados miembros y sus presupuestos respirar hoy más tranquilos, aunque estemos entrando en una etapa que no es de recesión, pero que hace que la consolidación de las finanzas públicas sea menos sencilla.
Los Estados miembros que han sido virtuosos en cuanto a la consolidación del presupuesto durante los últimos años, tienen suficiente margen presupuestario para permitirles reaccionar a la actual crisis económica, que incluye los aspectos estructurales a los que nos estamos enfrentando en la actualidad. Los Estados miembros más laxos están teniendo ahora mayores dificultades en la liberación de los recursos presupuestarios que les permitiría reaccionar a la crisis que estamos padeciendo justo en este momento.
No obstante, en toda la zona del euro, tenemos la obligación de reaccionar a la crisis en lo que se refiere a la política económica. No es suficiente hablar de estabilidad presupuestaria. No es suficiente consagrar nuestros esfuerzos exclusivamente a la crisis financiera. Está claro que la zona del euro tiene que proporcionar una respuesta coordinada y firme a la crisis económica. Por consiguiente, tenemos unas pocas semanas para reunir todos los elementos que necesitamos a fin de analizar y adoptar medidas, para que podamos plantear una respuesta eficaz y firme. Sin embargo, todos aquellos que demandan una mayor coordinación de las políticas económicas deben, por supuesto, intentarlo tratando de no anticipar decisiones de política económica que no hayan consultado a sus colegas del Eurogrupo.
Es fácil, dentro del Parlamento, solicitar la coordinación de las políticas económicas. Les propongo que, de acuerdo con su Reglamento, presenten un texto redactado por un intergrupo, en el que los grupos grandes, que actúan en el Parlamento Europeo, pidan al Eurogrupo y a sus respectivos gobiernos nacionales que no vuelvan a anunciar medidas de política económica antes de haberlas consultado a sus colegas del Eurogrupo.
Insten a sus gobiernos ―es fácil exigirlo aquí― a respetar el principio de coordinación de las políticas económicas. Que un intergrupo adopte una resolución, y ya veremos. Veremos, en dos, tres, cuatro meses, si los gobiernos ―los partidos políticos a los que ustedes pertenecen, muy a menudo, forman parte de los gobiernos a los que se dirigirán― han hecho lo que les han pedido. Eso sería creíble, razonable, lógico, inteligente y coherente.
Por lo tanto, lo que digo es que necesitamos una respuesta económica coordinada y firme a lo que se está convirtiendo, cada vez más, en una crisis económica. Y, en el tema de la política salarial, no diremos nada que no merezca la pena decir.
Tienen razón al decir que los gobiernos socialistas de los Verdes en Alemania han practicado una política salarial que ha reducido el poder adquisitivo de los trabajadores alemanes. La situación ha mejorado desde entonces. Lo mismo se puede decir, además, de Francia, que no tenía un Gobierno reaccionario en aquel momento ―entre 1998 y 2002-2003. Era todo lo contrario, según creo. Por supuesto, un poco de autocrítica enriquecería, favorablemente, los comentarios de algunos.
En cuanto al resto, en lo relativo a la fiscalidad de los rendimientos del ahorro, vamos tres años por delante del calendario que acordamos. Hace muy bien, señor Jonckheer, en solicitar la ampliación de la gama de productos financieros que deben entrar dentro del ámbito de esta Directiva. Con respecto a los paraísos fiscales, hablarán en su propio idioma con sus propios gobiernos y descubrirán que tienen trabajo por hacer.
Pervenche Berès, ponente. − (FR) Señor Presidente, Señorías, gracias por este debate. Creo que es una buena contribución del Parlamento Europeo a lo que estamos esperando, en lo sucesivo, aplicar, señor Comisario, señor Presidente del Eurogrupo, a través de una hoja de ruta.
Señor Juncker, usted nos ha dicho que ojalá los grupos llegaran a un acuerdo. Pues bien, los grupos van a llegar a un acuerdo: mañana, van a votar a favor del apartado 61, letras d y g, en el que solicitan exactamente lo que usted les pide. Por lo tanto, puede contar con ello mañana cuando se reúna con los Ministros de Economía y Finanzas.
Nos ha dicho que no hay un informe sobre la divergencia. Puede que no haya un informe concreto, pero una cosa es cierta: la convergencia que esperábamos de las situaciones económicas dentro de la zona del euro no se ha producido, y la señora Ferreira, le ha dado un ejemplo concreto.
En cuanto a las contradicciones entre los Estados miembros, señor Presidente del Eurogrupo, una vez más, no puedo compartir su opinión. No me parece bien que haya algunos que pidan coordinación cuando les viene bien y la rechacen y defiendan su soberanía cuando les viene mejor. Las cuestiones de coordinación de política económica son de interés común, y la situación en la que hoy nos encontramos es inaceptable: por parte de los EE.UU. ya ha sido posible aplicar dos planes Paulson, mientras que, en Europa, nos dice que necesitamos aún unas pocas semanas para encontrar algo que decir a los ciudadanos europeos, que están esperando nuestras respuestas. Tenemos que unir nuestras fuerzas, y la Comisión tiene en sus manos, hoy, los medios con los que avanzar a partir de las propuestas del Parlamento Europeo. Espero que se nos escuche y apoye.
Werner Langen, ponente. – (DE) Señor Presidente, quiero comenzar por donde lo ha dejado el Primer Ministro. Creo que la flexibilidad que han mostrado la zona del euro y los 27 Estados miembros en las últimas semanas es un buen comienzo. Ahora, hay que desarrollarla aún más, y no me cabe duda que, si los Estados miembros aceptan, además, la experiencia que ambos han aportado aquí, estaremos bien encaminados.
Quiero dar las gracias a todo el mundo por sus aportaciones. El señor Hoppenstedt se ha referido al primer debate sobre el euro, en el que se dijo que este era un bebé prematuro. Hoy, diez años después, se ha convertido en un joven robusto ―el euro en mi idioma tiene género masculino, mientras que el marco alemán tenía género femenino― que ha tenido buenas notas durante toda la escuela primaria y ahora va a la escuela de enseñanza media. Queda por ver si seguirá superando los obstáculos, pero soy bastante optimista con respecto a su triunfo. Cuando oí al señor Beazley decir que incluso los Conservadores en el Reino Unido están considerando seriamente adherirse al euro, esa es una perspectiva totalmente nueva. Todo lo que puedo decir a todo esto, por supuesto, es que incluso el Reino Unido no podrá adherirse al euro gratis: tendrá que cumplir sus obligaciones con respecto a la coordinación y regulación de los mercados financieros y la armonización mínima necesaria.
En ese sentido, estamos bien encaminados. Quiero dar las gracias a la Comisión, y, en particular, al señor Almunia, y al Presidente del Eurogrupo por su excelente cooperación. Les vamos a tomar la palabra en cuanto a sus sugerencias. Queremos trabajar con ustedes.
(Aplausos)
Presidente. — Se cierra el debate.
La votación se celebrará el martes, 18 de noviembre de 2008 a las 12.00 horas.