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Acta literal de los debates
Lunes 12 de enero de 2009 - Estrasburgo Edición DO

18. Política Agrícola Común y la seguridad alimentaria en el mundo (breve presentación)
Vídeo de las intervenciones
Acta
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  Presidente. – El siguiente punto es el informe (A6-0505/2008) elaborado por Mairead McGuinness, en nombre de la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural, sobre la Política Agrícola Común y la seguridad alimentaria en el mundo (2008/2153(INI)).

 
  
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  Mairead McGuinness, ponente. − Señor Presidente, cuando empecé a trabajar en este informe, el problema de la seguridad alimentaria en el mundo ocupaba un lugar destacado entre las prioridades políticas y, en cierta medida, puede decirse que hoy día ha perdido algunas posiciones. Sin embargo, continúa siendo ciertamente una cuestión preocupante, dado que sigue habiendo en todo el planeta más de mil millones de personas que sufren hambre o desnutrición. Treinta mil niños mueren cada día a causa del hambre y de enfermedades relacionadas con la pobreza. Estos datos son aterradores y nos plantean la cuestión fundamental de cómo producir una cantidad suficiente de alimentos y lograr que la gente tenga acceso a los mismos.

Quiero dar las gracias a la Comisión por haber colaborado conmigo en la redacción de este informe, así como a las numerosas comisiones de esta Cámara, de forma especial a la Comisión de Desarrollo que, como es obvio, ha participado en su elaboración.

Es imposible en cuatro minutos hacer justicia a todo lo que se plantea en el informe, pero permítanme resaltar algunos de los puntos que me parecen importantes. En primer lugar, el hecho de haber colocado la Política Agrícola Común y la seguridad alimentaria en el mundo en el encabezamiento sugiere que ha llegado el momento de abandonar la vieja práctica de despotricar contra la Política Agrícola Común y culparla de todos los males que aquejan al mundo en desarrollo, y que actualmente sabemos que la Política Agrícola Común ha proporcionado seguridad alimentaria a los ciudadanos europeos y que es un modelo que puede enseñarnos lo que hemos de hacer en el mundo en desarrollo por lo que respecta a la producción alimentaria.

Resulta evidente que, a lo largo de la última década, aproximadamente, hemos dejado que el desarrollo agrícola pase a ocupar un lugar secundario en los programas políticos y de desarrollo. Hubo un tiempo en el que buena parte de nuestros fondos de ayuda al desarrollo se dedicaban a estimular la agricultura y a proyectos de producción alimentaria. Esto ya no es así, pese a que creo que, desde el aumento de los precios de los alimentos, estamos comenzando a fijarnos de nuevo en la agricultura, tanto en la Unión Europea como a escala mundial.

Este cambio de tendencia significa dejar que los países con recursos para cultivar alimentos lo hagan, ayudarles a ellos y a sus pequeños agricultores a producir alimentos en el ámbito local para satisfacer sus necesidades. Ello no consiste sólo en el suministro de los ingredientes básicos para la producción alimentaria, como semillas y fertilizantes, sino también de los conocimientos necesarios y servicios de asesoramiento a las familias que se dedican a la agricultura en el mundo en desarrollo, a fin de que puedan producir para satisfacer sus propias necesidades.

Y esto es posible. Tenemos los ejemplos de Malawi y otros países que han sido capaces de salir de situaciones de hambruna extrema y producir alimentos. Es necesario poner en marcha iniciativas de política pública para lograrlo. También es preciso que la Unión Europea, dada su gran implicación en el mundo en desarrollo, inste a los países a revisar su sector agrícola y a comenzar a estimular la producción alimentaria en sus propios territorios.

El problema de la oferta y la demanda es muy delicado, puesto que la población mundial va en aumento –crecerá un 40% hasta 2050– de modo que será necesario analizar todas estas cuestiones. El problema de la competencia, tal como hemos podido comprobar por nosotros mismos, entre la producción alimentaria, la de piensos y la de carburantes, constituye obviamente una preocupación fundamental. Teniendo en cuenta todo ello, supongo que debemos fijar nuestra atención en la cuestión de la investigación y el desarrollo.

En ese ámbito no hemos hecho lo suficiente. En Europa hemos pensado reducir la producción de alimentos, por lo que quizá no se nos haya ocurrido que sea necesario analizar la eficiencia de la producción agrícola y producir más de cara al futuro.

Uno de los mensajes clave que quiero trasladar y que creo que es importante a corto plazo es que los agricultores de todo el mundo producirán alimentos si pueden obtener ingresos de esa actividad; por tanto, debemos instar a los responsables políticos a garantizar ese derecho, a elaborar unas políticas capaces de asegurar unos ingresos estables a los agricultores. ¿Cómo podemos hacerlo? Consiguiendo la estabilidad de precios y controlando los costes de la producción alimentaria. A menos que se les estimule por la vía de los ingresos, los agricultores no tendrán incentivos a desarrollar esa actividad.

Quiero hacer una advertencia. Hace más de un año estábamos hablando de los altos precios de las materias primas. En la actualidad existen excedentes de cereales, por ejemplo, y no hay mercado para comercializarlos. Durante la próxima temporada los agricultores no producirán una cantidad tan alta, lo que podría agravar el problema de la seguridad alimentaria en el mundo a largo plazo.

Se trata de un informe muy denso que confío logre el respaldo de mis colegas. Deseo manifestar mi agradecimiento a las numerosas personas que se han interesado en él.

 
  
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  Androulla Vassiliou, miembro de la Comisión. − Señor Presidente, la Comisión acoge con satisfacción el informe elaborado por la señora McGuinness y el intenso debate generado en las diversas comisiones del Parlamento Europeo sobre los diversos elementos que giran en torno a este tema de plena actualidad, desde el comercio hasta los biocarburantes, la vigilancia de los precios, la política en materia de inversiones, la crisis financiera, el cambio climático y el uso del agua en la agricultura.

La Comisión comparte el extenso análisis sobre las causas de la crisis alimentaria que afrontaron muchos países durante la primera mitad de 2008. Asimismo, continuará analizando la relación existente entre los precios de los alimentos y los de la energía. La cuestión de la causalidad es muy compleja, pues comprende la interacción de una serie de factores de oferta y demanda. Los precios de la energía constituyen solamente uno de esos factores, si bien sus repercusiones son tanto directas como indirectas. El tema de los biocarburantes ya ha sido discutido en profundidad en varios períodos de sesiones del Parlamento Europeo. Existe una clara diferencia entre la política de la Unión Europea y la de los Estados Unidos en cuanto a la cantidad de producción de cereales utilizada para producir biocarburantes. La política de la UE en esta materia no supone una reducción de la disponibilidad de alimentos, dado que las cantidades de materias primas utilizadas son muy pequeñas a escala mundial.

Incluso aunque la UE se aproxime a su objetivo del 10 %, las consecuencias que ello tendrá sobre los precios de los alimentos serán escasas, principalmente por dos motivos: el primero, porque una cantidad cada vez mayor de biorcarburantes procederá de materias primas no alimentarias o bien se obtendrá a partir de residuos o desechos. En segundo lugar, la eficiencia de las técnicas de producción de biocarburantes continuará mejorando, y también cabe esperar que el rendimiento medio siga aumentando.

Una política comunitaria sostenible en materia de biocarburantes es, ante todo, una política en favor de los pobres que brindará oportunidades adicionales a las dos terceras partes de los pobres del mundo que viven en zonas rurales y dependen, por tanto, de la prosperidad del sector agrícola. Sin embargo, no todos los grupos se beneficiarán en la misma medida. La Comisión tiene el compromiso de supervisar estrechamente los efectos de esta política sobre la seguridad alimentaria y sobre los precios de los alimentos.

La UE ya ha dado algunos pasos en pro de la seguridad alimentaria en el mundo, adaptando la Política Agrícola Común (PAC) a la nueva situación en el mercado y en el planeta. La evaluación recientemente aprobada contribuirá a modernizar, simplificar y racionalizar la PAC, así como a eliminar las restricciones impuestas a los agricultores, ayudándoles a responder mejor a las señales del mercado y a afrontar nuevos retos.

El acuerdo sobre el “chequeo” de la PAC supone la abolición de la retirada de tierras de la producción, incrementa gradualmente las cuotas lácteas hasta su abolición en 2015 y convierte la intervención del mercado en una auténtica red de seguridad.

El “chequeo” aborda también los nuevos desafíos, como el cambio climático, la gestión del agua, las energías renovables y la biodiversidad, que tendrán repercusiones sobre los países en desarrollo.

La Política Agrícola Común no permanecerá estática después de 2013; ya se han iniciado los debates preliminares, con ocasión de la reunión informal que mantuvieron en septiembre los Ministros de Agricultura en Annecy. Es preciso estudiar la futura PAC en el contexto de una visión más amplia que debe incluir elementos cruciales como el desarrollo sostenible, la competitividad y el equilibrio alimentario mundial.

Con motivo de la celebración de diversos actos de alto nivel, la seguridad alimentaria en el mundo ha pasado a ocupar un lugar central en las prioridades internacionales. Existe una percepción y un reconocimiento muy claros a escala internacional acerca de la necesidad de situar la agricultura y el desarrollo sostenible entre las prioridades políticas principales tanto en el plano nacional como en el regional y, posiblemente, incluso en el continental. A modo de ejemplo, el tema de la agricultura y la seguridad alimentaria fue objeto de un debate en profundidad durante la reunión que tuvo lugar entre los dos colegios y la Unión Africana en octubre, debate que tenemos la intención de intensificar durante el presente año.

Por último, pero no por ello menos importante, la Comisión debe efectuar el seguimiento de la declaración de los líderes de los países integrantes del G8 sobre la seguridad alimentaria en el mundo. Previamente a la adopción por parte del Consejo del servicio de financiamiento de las importaciones de alimentos, la cual se produjo el 16 de diciembre, la Comisión Europea había mantenido ya una serie de fructíferos debates con el Grupo operativo de alto nivel de las Naciones Unidas.

La Comisión Europea espera con interés la aplicación del marco global de acción. La Comisión está convencida de que la alianza mundial que está tomando forma gradualmente en el ámbito de la agricultura y la seguridad alimentaria desempeñará un papel crucial en la aplicación de las diversas recomendaciones formuladas en este informe, incluida la manera de apoyar la producción de los pequeños agricultores y qué tipo de políticas comerciales deberían adoptarse para contribuir a la seguridad alimentaria, especialmente entre los colectivos más vulnerables.

Es evidente que debe evitarse la imposición de restricciones y prohibiciones a la exportación; la tendencia debe ser a una mayor liberalización del mercado, y no a la inversa. La mejora de los flujos comerciales forma parte de la solución hacia el logro de la seguridad alimentaria.

La Comisión espera que el importante paso dado por las instituciones europeas, que han movilizado mil millones de euros que se sumarán al resto de instrumentos financieros destinados a responder a la crisis alimentaria —-tanto a corto como a medio y largo plazo— vaya seguido por las aportaciones de otros donantes.

La Conferencia de Madrid sobre la seguridad alimentaria para todos, que se va a celebrar los días 26 y 27 de enero, representa ciertamente una oportunidad clave para elevar este debate a otro nivel, en el que traten de definirse las prioridades fundamentales en la búsqueda de una respuesta al problema del hambre en el mundo.

La Comisión Europea continuará desempeñando un papel proactivo, contribuyendo a la seguridad alimentaria en el mundo. El informe McGuinness ha aportado ciertamente un buen análisis que permitirá buscar posibles vías de actuación tanto para la CE como para la comunidad internacional en su conjunto.

 
  
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  Presidente. – El debate queda cerrado.

La votación tendrá lugar el martes a las 12.00 horas.

Declaraciones por escrito (artículo 142 del Reglamento)

 
  
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  Kader Arif (PSE), por escrito. – (FR) La actuación del Parlamento al inicio de los disturbios alimentarios ha permitido destinar mil millones de euros a combatir la crisis alimentaria. Aparte de esta medida de emergencia, me gustaría subrayar la necesidad de contar con una estrategia internacional a largo plazo basada en la agricultura local y de subsistencia que sea adecuada para responder a las necesidades de la población y a las posibilidades de los diferentes territorios.

De hecho, el crecimiento de la población mundial, el calentamiento del planeta, la producción incontrolada de biocarburantes y la especulación agresiva son factores que están elevando la tensión en los mercados agrícolas. Estos elementos indican que la crisis no será breve y que es necesario reflexionar sobre las políticas públicas en su conjunto, a fin de mejorar los métodos de producción y la regulación de los mercados internacionales.

Pienso que la Política Agrícola Común, una vez limados sus excesos y sus defectos, podría convertirse en una política ejemplar por su eficacia, su justicia y su alto grado de responsabilidad, capaz de responder al desafío alimentario y de aunar economía, sociedad y medio ambiente. También podría ayudar a los países en desarrollo, compartiendo con ellos las técnicas, los conocimientos y la experiencia de Europa. No obstante, Europa debería trabajar en primer lugar en la reforma de las normas comerciales internacionales, para evitar que contravengan el derecho de los países a apoyar su propia agricultura para garantizar su seguridad alimentaria.

 
  
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  Katerina Batzeli (PSE), por escrito. (EL) Los acuerdos internacionales y regionales celebrados hasta la fecha han resultado insuficientes para normalizar el suministro del mercado y del comercio y para salvaguardar la estabilidad y transparencia de los precios para la producción agrícola.

La regulación de los mercados agrícolas debería estar basada en una estrategia a largo plazo que incluya medidas efectivas, además de organizar a los productores y de informarles sobre la situación y las perspectivas del mercado.

El principio básico de dicha política es la creación de una red de seguridad de la renta frente a los peligros y las crisis derivados bien de fenómenos naturales desfavorables, bien de distorsiones del mercado y de una caída inhabitual de los precios, tanto en duración como en magnitud.

Son necesarias políticas integradas y efectivas, como:

- sistemas europeos e internacionales de control de la producción y del mercado con el fin de prever un mecanismo de alerta a la hora de determinar las tendencias de la producción;

- un inventario mundial de productos alimenticios y de reservas de dichos productos;

- un sistema europeo para el control del mercado, capaz de registrar los cambios y las tendencias de los precios de los productos agrícolas y del coste de los insumos, que podría combinarse con un sistema internacional similar auspiciado por la FAO.

Asimismo, sería una buena idea que el futuro acuerdo de la Ronda de Doha incluyera emergencias durante las que sea posible prestar ayuda alimentaria, dado que las disposiciones aprobadas hasta la fecha no son vinculantes.

 
  
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  Constantin Dumitriu (PPE-DE), por escrito.(RO) Las conclusiones extraídas por la señora McGuiness en su informe sobre la seguridad alimentaria en el mundo también resultan evidentes hoy en Rumanía. Nos enfrentamos a un alza en los precios de todos los productos alimentarios básicos como resultado de la devaluación de la moneda nacional, del aumento del coste de las materias primas y de los préstamos suscritos por las empresas de transformación.

Además, como consecuencia del calentamiento del planeta, cada vez son más frecuentes los desastres naturales que destruyen nuestros cultivos. De hecho, los agricultores de los nuevos Estados miembros son los más desfavorecidos en este tipo de situaciones, puesto que el nivel de las ayudas que reciben es inferior al del resto de Estados miembros.

Por este motivo, sobre la base de las enmiendas propuestas, he pedido a la Comisión que estudie la posibilidad de crear mecanismos de intervención a nivel comunitario, con independencia de las subvenciones concedidas, para asegurar los cultivos, a fin de prevenir el calentamiento del planeta y combatir sus efectos.

Las normas comunitarias impuestas a los productores de alimentos son muy restrictivas; a ello se deben los altos precios de los alimentos en la Unión Europea. Sin embargo, creo firmemente que la agricultura puede ofrecer una plataforma de lanzamiento para la recuperación de las economías europeas afectadas por la crisis mundial y que el desarrollo de las fuentes de energía renovables puede ejercer un efecto positivo sobre el sector agroalimentario.

Si adoptamos las medidas preventivas necesarias, podremos incrementar la producción de biocarburantes sin poner en peligro el medio ambiente ni las reservas alimentarias que se necesitan a escala mundial.

 
  
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  Roselyne Lefrançois (PSE), por escrito. – (FR) El informe sobre la Política Agrícola Común y la seguridad alimentaria en el mundo nos brinda una oportunidad fantástica para reflexionar acerca del modo en que podemos garantizar que la agricultura europea desempeñe un papel protagonista en pro del equilibrio alimentario en el planeta. Realmente, pese a que es necesario continuar aumentando la producción alimentaria en el mundo, el importe de la ayuda para el desarrollo destinada a la agricultura se ha ido reduciendo constantemente desde la década de 1980. Por esta razón presenté una serie de enmiendas en la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural, cuya finalidad no es otra que hacer que este informe sea más ambicioso y, sobre todo, proponer a la Comisión Europea que adopte una estrategia global con respecto a los problemas de seguridad alimentaria; de este modo conseguiríamos dotar al conjunto de las políticas comunitarias de una mayor coherencia.

Pese a que me complace el hecho de que este texto destaque el papel crucial de la PAC en el logro del objetivo de la seguridad alimentaria, lamento que la ponente esté a favor de una mayor armonización de la política agrícola con el mercado y que acuse a las iniciativas de protección del medio ambiente de ser las responsables de la reducción de la producción agrícola en Europa. Desde mi punto de vista, esta afirmación es totalmente errónea y pienso, por el contrario, que es necesario tomar en consideración el problema del cambio climático a fin de elaborar nuevos modelos que permitan producir más y mejor.

 
  
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  Véronique Mathieu (PPE-DE), por escrito. – (FR) Hoy en día la Unión Europea debe mejorar con carácter de urgencia su nivel de seguridad alimentaria y responder a los grandes desafíos a los que se enfrenta. En primer lugar, será necesario duplicar la producción agrícola en el plazo de 30 años, puesto que la población mundial alcanzará la cifra de 9 000 millones de personas en 2050. El hecho es que 860 millones continúan muriendo de hambre. Este cambio debe ser sostenible y debe estar basado fundamentalmente en la agricultura local.

La enorme fluctuación de los precios mundiales de los productos alimenticios y la puesta en práctica de una adecuada gestión de las reservas mundiales, representan retos adicionales. Con el fin de garantizar unos ingresos justos a los agricultores europeos, apoyo la idea de disponer de pólizas de seguros que ofrezcan una mayor cobertura a los agricultores para protegerlos contra las grandes fluctuaciones de los precios; asimismo, respaldo la iniciativa de crear un sistema mundial de inventarios de alimentos.

Por último, en vista del auge del comercio de animales y plantas, la UE tiene el deber de aplicar una estrategia eficaz dirigida a impedir las crisis sanitarias en Europa. Esta estrategia deberá estar basada en la prevención, la rastreabilidad y la capacidad de respuesta. En este sentido, la reciente decisión del Consejo de Ministros de fortalecer y armonizar los acuerdos sobre el control de las importaciones permitirá a nuestros conciudadanos gozar de mejores garantías en lo tocante a la calidad de los alimentos.

Ahora más que nunca la agricultura desempeña un papel central en las esferas del crecimiento y el desarrollo. Por tanto, debemos protegerla a cualquier precio.

 
  
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  Daciana Octavia Sârbu (PSE), por escrito.(RO) La crisis alimentaria mundial, causada por el constante aumento del precio del maíz, el trigo y la energía, el crecimiento de la población mundial y el cambio climático han ocasionado protestas y disturbios que, de no resolverse en un futuro próximo, podrían desestabilizar países y regiones en todo el planeta. Resulta alarmante la brecha existente entre la tasa de crecimiento de la población, que podría llegar a 9 000 millones de habitantes en el año 2050, y la reducción de las reservas alimentarias mundiales. Con toda probabilidad, esta situación provocará que los conflictos relacionados con el petróleo den paso a otros relacionados con el agua potable y los alimentos, o incluso por la lucha por la supervivencia. En la actualidad, la Unión Europea es el principal donante de ayuda humanitaria, si bien las reservas alimentarias están comenzando a agotarse y los países en desarrollo, especialmente en África, necesitan un mayor apoyo para luchar contra la pobreza y el hambre crónica. La reducción de la dependencia de la agricultura respecto de las fuentes de energía fósiles, el uso de productos ecológicos, la conservación de la fertilidad de los suelos y la adaptación de la Política Agrícola Común a la situación de la crisis alimentaria son algunos de los elementos clave que es preciso tomar en consideración para superar el bloqueo.

 
  
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  Csaba Sándor Tabajdi (PSE), por escrito. – (HU) La cuestión más importante a la que se enfrenta el sector agrícola europeo en 2009 es saber cómo afectará la crisis económica mundial a las condiciones de producción y consumo de productos agrícolas. Esta pregunta será el tema central de la Segunda Academia Agraria de Hungría que estoy organizando conjuntamente con el Secretario de Estado del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural de Hungría, Zoltán Gőgös, y que se celebrará el 17 de abril de 2009 en la localidad de Pápa. Desde 2006, el precio del maíz se ha triplicado y el del trigo ha aumentado un 180 % en el mercado internacional, al tiempo que los precios de los alimentos en términos globales han crecido un 83 %. En 2050 la población mundial habrá alcanzado la cifra de 9 000 millones de habitantes y para satisfacer sus necesidades será necesario duplicar los niveles actuales de producción agrícola; en consecuencia, los días en que los alimentos eran baratos han llegado a su fin. Por tanto, es extremadamente importante mantener y, si es posible, incrementar la capacidad agrícola de la Unión Europea. Resulta inaceptable que, como resultado de las reformas sectoriales emprendidas por la Política Agrícola Común, la producción agrícola haya descendido en la UE. Tenemos buenos ejemplos de ello en la reforma del azúcar, que ha provocado la desaparición de la industria azucarera húngara, o en las subvenciones concedidas para la retirada de viñas en el marco de la política de reforma vinícola. La separación de los fondos directos destinados a la agricultura de la producción nos está llevando en esa dirección.

Hemos de ser capaces de encontrar un equilibrio adecuado entre la producción alimentaria y la de biocarburantes; esta última no debe amenazar la seguridad alimentaria en el mundo. El programa de producción de bioetanol de los Estados Unidos contribuyó significativamente a la fuerte subida de los precios de los productos alimenticios en 2008; basándose en estas experiencias, la Unión Europea debe revisar sus compromisos previos referentes a las ratios de biocarburantes. Para concluir, exhorto a la UE a adoptar medidas urgentes contra la creación de monopolios entre los vendedores de productos alimentarios al por menor, con el objetivo de proteger a los productores.

 
  
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  Silvia-Adriana Ţicău (PSE), por escrito.(RO) El aumento de los precios de la energía, los fenómenos meteorológicos adversos y el incremento de la demanda de energía debido al crecimiento de la población mundial han provocado un alza de los precios de los alimentos. Insto a la Comisión a que examine el vínculo existente entre los altos precios de los alimentos y el aumento de los precios energéticos, sobre todo para los carburantes utilizados.

El sector agrícola necesita mejorar su eficiencia energética. El aumento de la proporción de cultivos destinados a la producción de biocarburantes y el uso de energías renovables puede tener un impacto positivo en el sector agroalimentario, que por ahora se encuentra afectado por los altos precios de los fertilizantes y de los plaguicidas, así como por el aumento de los costes de transformación y transporte. Pido a la Comisión que supervise de cerca los efectos del aumento de la producción de biocarburantes en la Unión Europea y en terceros países, por lo que respecta a los cambios en el uso del suelo, los precios de los productos alimenticios y el acceso a los alimentos.

Los incentivos al cultivo sostenible de cultivos energéticos no deben poner en peligro la producción alimentaria. Considero que, para aumentar la productividad en este sector, es necesario proseguir las investigaciones en el ámbito agrícola. También pido a los Estados miembros que aprovechen al máximo las oportunidades que ofrece a este respecto el Séptimo Programa Marco de Investigación y Desarrollo Tecnológico y adopten medidas que mejoren la producción agrícola de forma sostenible y eficiente desde el punto de vista energético.

 
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