Presidente. – El punto siguiente son las declaraciones del Consejo Europeo y de la Comisión Europea sobre las conclusiones de la reunión del Consejo Europeo de los días 16 y 17 de diciembre. En cumplimiento del Tratado, el Presidente del Consejo Europeo, el señor Van Rompuy, realizará una presentación del informe.
Herman Van Rompuy, Presidente del Consejo Europeo. – En primer lugar, les deseo a todos un feliz Año Nuevo. Sencillamente se lo deseo a cada uno de ustedes y también a nuestra Unión en estos tiempos difíciles. Dado que ya hace un mes de la reunión del último Consejo Europeo, permítanme que les recuerde que en cada ocasión presento un informe completo ante su Conferencia de Presidentes sobre los resultados del Consejo Europeo apenas unas horas después de que haya concluido la reunión.
En el Consejo Europeo de diciembre, nos centramos durante el primer día en cuestiones económicas y en política exterior durante el segundo. En cuanto a la política económica, llegamos a algunas conclusiones importantes. En primer lugar, adoptamos una decisión sobre la propuesta para una modificación limitada del Tratado necesaria para crear un mecanismo permanente para salvaguardar la estabilidad financiera del conjunto de la zona del euro. Tras nuestro acuerdo inicial, en nuestra reunión de octubre, sobre que dicho cambio en el Tratado era necesario, consulté a los miembros del Consejo Europeo sobre su posible redacción y contenido. Conseguí un acuerdo en torno a un texto compuesto por dos frases, que será añadido al artículo 136 del Acuerdo. Y cito:
«Los Estados miembros cuya moneda sea el euro pueden crear un mecanismo de estabilidad que será activado de resultar indispensable para proteger la estabilidad de la zona del euro en su conjunto. La concesión de cualquier tipo de ayuda financiera en virtud de este mecanismo quedará sujeta a unas condiciones muy estrictas».
Se trata de un elemento fundamental de nuestras iniciativas para lograr que Europa sea más resistente a las crisis. Resulta importante no solamente en términos de seguridad jurídica, sino también de credibilidad de mercado. Dado que esta enmienda no incrementará las competencias de la Unión, todos los miembros del Consejo Europeo acordaron que era adecuado utilizar un procedimiento de revisión simplificado. Esto requiere a su vez una opinión de su Parlamento, así como otra de la Comisión Europea y del Banco Central. Esperamos poder obtener su aprobación. No será necesario que les recuerde la importancia de actuar a este respecto con la mayor fluidez y rapidez posibles, en un período en el que nos preocupa la volatilidad del mercado.
Sé que ustedes y sus comisiones responsables han seguido este asunto de cerca, en particular durante la actividad del grupo de trabajo sobre gobernanza económica que presidí y que me permitió reunirme con los siete presidentes de las comisiones parlamentarias más implicadas. Quiero dar las gracias al Presidente Buzek por su contribución sobre este asunto en el Consejo europeo, y por informarnos acerca de la voluntad del Parlamento para considerar este asunto con rapidez.
Gracias a su opinión, el Consejo Europeo será capaz de convertir este proyecto de decisión en una decisión plena en la reunión de marzo. Seguidamente cada Estado miembro deberá aprobar la modificación del Tratado. El objetivo es que la enmienda entre en vigor, a más tardar, el 1 de enero de 2013, de modo que el mecanismo permanente sea puesto en marcha en junio de 2013.
El Consejo Europeo también analizó cuáles podían ser las características principales del futuro mecanismo. Ya en octubre, pedimos a la Comisión que desarrollase el trabajo previo. Esto se tradujo en una declaración con fecha 28 de noviembre por parte de los Ministros de Economía del Grupo del Euro, que fue respaldada íntegramente en la reunión del Consejo Europeo. Dicha declaración prevé que el futuro Mecanismo Europeo de Estabilidad sea diseñado sobre la base del mecanismo actual, por lo que ofrece la implicación del FMI. La UE seguirá adhiriéndose estrictamente a normas del FMI y a las prácticas internacionales. En cuanto a la función del sector privado, las decisiones serán adoptadas en función de cada caso individual, de modo que la implicación del sector privado no será un requisito previo para recibir ayudas en virtud del futuro mecanismo de estabilidad.
Finalmente, el Consejo Europeo también llevó a cabo un intercambio de opiniones muy interesante y profundo sobre los recientes acontecimientos económicos y sobre cómo afrontar los retos para todas las economías europeas, a corto y a largo plazo. El Presidente del Banco Central también estuvo presente y el Consejo Europeo aplaudió la declaración realizada por los Jefes de Estado o de Gobierno de la zona del euro y por las instituciones comunitarias presentes. Estas conversaciones confirmaron la sensación de determinación y de unidad entre los Estados miembros y las instituciones. Todos los asistentes compartimos el análisis básico. Insisto: la totalidad de los veintisiete, incluso si el análisis se centra fundamentalmente en los actuales 17 países del euro. Por tanto, compartimos la voluntad de hacer nuestras economías más resistentes ante la crisis y para mejorar el crecimiento económico estructural en Europa.
Permítanme que me refiera a los elementos de este enfoque conjunto, que refleja la declaración adoptada. Tres de estos puntos se refieren al trabajo que deben realizar los gobiernos nacionales: el primero, la responsabilidad fiscal; el segundo, la estimulación del crecimiento; y el tercero, los dos países con programas de ayuda que están implementando convincentemente las medidas necesarias y todos aplaudimos la actitud de esos dos gobiernos, el de Grecia y el de Irlanda, así como la de sus habitantes.
Otros dos puntos se refieren al trabajo debe ser llevado a cabo de manera conjunta por parte de los Estados miembros y de las instituciones de la Unión Europea. En primer lugar, el Consejo Europeo pide a las otras instituciones, en particular a su Parlamento, que se asegure de que los acuerdos alcanzados en octubre, sobre la base del grupo de trabajo que presidí en relación con el Pacto de Estabilidad y la vigilancia macroeconómica, estén en vigor en verano. Es nuestro deber común. En segundo lugar, estamos de acuerdo en llevar a cabo nuevas pruebas de estrés en el sector bancario para garantizar una transparencia plena en un contexto más amplio del ejercicio anual de la UE.
Nuestra determinación es clara. Los Jefes de Estado o de Gobierno de la zona del euro, junto con las instituciones de la UE, han declarado que «están resueltos a hacer lo necesario para garantizar la estabilidad de la zona del euro en su conjunto». Los trabajos para desarrollar los elementos de este enfoque global siguen adelante.
El segundo día de nuestra reunión, nos centramos en nuestras relaciones con socios estratégicos. La señora Ashton presentó informes de situación sobre cómo tratar con socios estratégicos y yo informé a mis colegas sobre el resultado positivo de las tres cumbres celebradas; es decir, la cumbre con el Presidente Obama, en la que abrimos nuevas vías para la colaboración transatlántica sobre crecimiento, empleo y seguridad, como por ejemplo el crecimiento verde y la seguridad cibernética; la cumbre con el Presidente Medvedev en la que alcanzamos un acuerdo bilateral sobre la adhesión de Rusia a la OMC, un logro importante; y la cumbre con el Primer Ministro Singh de India, en la que comprobamos la buena marcha de las conversaciones para un acuerdo de libre comercio ambicioso y equilibrado, que esperamos den su fruto durante el primer semestre de este año, y que también sirvió para presentar una declaración conjunta sobre terrorismo internacional.
Todas estas reuniones han mostrado que, para nuestros socios, la Unión Europea no solamente es una unión económica y un bloque comercial, sino también un aliado geopolítico.
El Consejo Europeo también decidió conceder a Montenegro la condición de país candidato. Esto subraya la convicción del Consejo Europeo sobre la vocación europea de los países de los Balcanes Occidentales.
Por último, también llegamos a un acuerdo sobre nuestra posición con respecto a Costa de Marfil, en el sentido de lo decidido unos días antes por los ministros de Exteriores, que envía una señal clara acerca de la necesidad de respetar los resultados de las elecciones democráticas.
Como saben, el Consejo Europeo de 4 de febrero estará dedicado principalmente a nuestra agenda de crecimiento. La innovación y la energía —especialmente la seguridad energética— son claves a este respecto. En marzo tendrá lugar el primer ejercicio de lo que se denomina el Semestre Europeo. No debe ser un proceso burocrático, sino una ocasión perfecta para celebrar un debate profundo sobre la situación actual de nuestra economía y sobre las acciones que es preciso llevar a cabo.
Por supuesto, estimados colegas, sabemos que debemos reforzar y ahondar en la coordinación y en la convergencia económicas dentro de la zona del euro. Trabajaremos intensamente en un marco amplio y estoy convencido de que alcanzaremos el consenso necesario.
José Manuel Barroso, Presidente de la Comisión. – Señor Presidente, el año pasado la Unión Europea se enfrentó a una serie de duras pruebas y el Consejo Europeo de diciembre nos ha demostrado el grado de determinación que tenemos para adoptar las medidas necesarias para defender nuestros logros. En especial, mediante el acuerdo para crear un Mecanismo Europeo de Estabilidad y para modificar el tratado vinculado hemos demostrado nuestro compromiso pleno para apoyar a la zona del euro y a los Estados miembros que la usan en beneficio del conjunto de la UE.
La Comisión adoptará su opinión formal sobre el texto de la modificación del Tratado antes del Consejo Europeo de primavera. Seguramente nos corresponderá explicar a los ciudadanos europeos por qué este cambio limitado merece su apoyo. Este acuerdo nos permite subir una marcha, y la Comisión trabajará estrechamente con los ministros de Economía para pulir los detalles del Mecanismo de Estabilidad permanente antes del Consejo Europeo de primavera. Aunque será un mecanismo intergubernamental, que era la única opción que podía ser considerada por los Estados miembros, es importante que se configure de una manera totalmente coherente con el Tratado y que refuerce nuestras normas de estabilidad de acuerdo con los principios y los instrumentos de la vigilancia presupuestaria.
Estas decisiones están vinculadas a un abanico de medidas más amplio que estamos adoptando como parte de nuestro enfoque para hacer frente tanto a la crisis económica como a sus consecuencias y a la necesidad de generar crecimiento con empleos. El Consejo Europeo ha reconocido esto. Los Jefes de Estado o de Gobierno de la zona del euro, y las instituciones europeas en concreto, también han dejado claro que están preparados para hacer lo que sea necesario para garantizar la estabilidad de la zona del euro como un todo. En particular, los Jefes de Estado han pedido que se actúe con determinación para garantizar la disponibilidad de una ayuda financiera adecuada por medio de las Medidas Europeas de Estabilidad Financiera en espera de la entrada en vigor del mecanismo permanente. Estas fueron las conclusiones del último Consejo Europeo.
En él también se pidió la adopción acelerada para junio de las propuestas de buena gobernanza económica de la Comisión del pasado septiembre. El Consejo reconoció la importante función que tendrá la Estrategia Europa 2020 para llevar de nuevo a Europa hacia un crecimiento sostenible. El Semestre de la Unión Europea, que dio comienzo la semana pasada con el Informe Anual de Crecimiento, vincula todas estas tendencias. Considero que abre caminos nuevos, mejorando de manera decisiva el modo en que administramos y coordinamos nuestras economías interdependientes en la Unión Europea. Está generando una auténtica gobernanza económica. Este es nuestra nueva gobernanza económica en acción; una gobernanza que debe ser la respuesta integral ante la crisis.
La Comisión ha señalado esto muy claramente en el Informe Anual de Crecimiento. Permítanme centrarme en esto porque creo, basándome también en las importantes conclusiones del Consejo Europeo de diciembre, que resulta más importante que nunca considerar los próximos movimientos. Considero que estamos ante una nueva realidad emergente. Las políticas de la gobernanza económica y de la coordinación económica han cambiado, y no solamente porque los llamados federalistas así lo han querido. Los mercados lo quieren. Nuestros socios internacionales lo quieren. Es una mera cuestión de sentido común y estamos respondiendo en consecuencia y seguiremos haciéndolo.
El nuevo Semestre Europeo combina unas normas fiscales más estrictas mediante el refuerzo del Pacto de Estabilidad y Crecimiento con una coordinación económica más eficaz. Ofrece una coordinación ex ante, lo que significa que debatimos las políticas de los demás, tanto la económica como la fiscal, antes de que sean adoptadas. Ya no volvemos la vista atrás para introducir correcciones, sino que miramos hacia adelante para proporcionar consejos.
Este enfoque ex ante es uno de los elementos que hace de esta una iniciativa histórica para la Unión Europea. De hecho, estamos introduciendo una dimensión europea genuina en la elaboración de las políticas nacionales presupuestarias y económicas. De ahora en adelante, ayudaremos a perfilar las políticas por adelantado en lugar de evaluarlas y tratar de corregirlas después.
Por supuesto, las decisiones finales sobre los presupuestos nacionales serán adoptadas por los parlamentos nacionales. Esto es correcto y adecuado, si bien esta forma nueva gobernanza económica únicamente constituye una respuesta racional ante una realidad nueva. Cuando comprobamos el grado de interdependencia existente en la zona del euro y en el conjunto de la Unión Europea, un país debe ser capaz de adoptar decisiones sabiendo qué tienen pensado hacer sus vecinos. Compartir esta información da poder y refuerza a los parlamentos nacionales, y en absoluto socava su autoridad.
El Informe Anual de Crecimiento da inicio a este proceso y sus mensajes clave resultan nítidos: recuperar la estabilidad, no retrasar más las reformas estructurales y acelerar las medidas de potenciación del crecimiento. En primer lugar, hemos de restablecer la estabilidad mediante una consolidación de las finanzas públicas. Si no equilibramos los libros de cuentas, no restauraremos la confianza en las economías europeas. Y si no recuperamos esa confianza nos arriesgaremos a caer en un estancamiento económico y a sufrir todas las consecuencias sociales negativas que eso acarrea, especialmente para el empleo.
Sin embargo, hemos de enfocar este asunto de una manera sobria y bien estudiada. La consolidación fiscal no significa reducir la deuda por medio de un planteamiento drástico en lo tocante al gasto. Fundamentalmente es una cuestión de prioridades, y algunas áreas —innovación, educación, formas nuevas de energía— son candidatas evidentes para recibir este trato prioritario.
El segundo mensaje clave del Informe Anual de Crecimiento es seguir adelante con las reformas estructurales para que podamos crear nuevas oportunidades laborales. La elección es sencilla: ¿queremos crecimiento con o sin empleo? Si elegimos lo segundo, entonces tendremos que hacer varias cosas. Es preciso que urjamos a los Estados miembros a centrarse este año en la reforma del mercado laboral, de modo que podamos eliminar los obstáculos para alcanzar unas cotas de empleo más altas. Debemos posibilitar que los ciudadanos recuperen sus empleos o que encuentren puestos de trabajo nuevos que resulten más atractivos. Debemos reformar el sistema de pensiones y asegurarnos de que los parados no queden en una situación peor cuando encuentren trabajo.
Lo diré con claridad: la reforma estructural no equivale a reducir nuestro grado de protección social, sino que significa abrir las puertas a quienes actualmente están excluidos del mercado laboral, especialmente a los jóvenes. Los índices de desempleo juvenil en algunos Estados miembros, incluso en los buenos tiempos, son escandalosos. Esto no es compatible con una Europa social. Frente a una competencia internacional creciente, solamente podemos mantener nuestra economía social de mercado si nos adaptamos.
El tercer mensaje clave del Informe Anual de Crecimiento es anticipar y acelerar las medidas de mejora del crecimiento. Nuestro programa Europa 2020 es básico para esto. Debemos centrarnos en medidas que tengan unos beneficios económicos claros a corto y medio plazo, y que permiten una adopción relativamente rápida. Esto significa investigar en áreas que producen crecimiento, que liberan el pleno potencial de nuestro mercado único, que incrementan las inversiones en infraestructuras de energía, transporte y TI —en parte mediante una innovación innovadora, lo que en mi opinión incluye los acuerdos de proyectos comunitarios— y que sigan insistiendo en la conclusión de la Ronda de Doha, al tiempo que fomentan los acuerdos de libre comercia con socios clave. Todas estas necesidades se reflejarán en la próxima propuesta de marco financiero plurianual. El próximo presupuesto de Europa debe potencial el crecimiento.
Señorías, nuestras economías están empezando a avanzar en la dirección correcta. La recuperación ha arraigado y actualmente está progresando en la economía real. Este año tendremos un crecimiento del PIB de en torno al 1,5 % y en 2012 ascenderá al 2 %. El sector industrial europeo ha mejorado notablemente en los últimos meses. También debemos ser testigos de una mejora constante de las perspectivas de empleo, y estamos empezando a ver cómo disminuyen los déficits públicos, principalmente gracias a las medidas de consolidación ya adoptadas, apoyadas en algunos casos por una reanudación del consumo. Se espera que el déficit gubernamental comunitario disminuya en términos medios desde el 6,8 % de este año a un 4,2 % en 2012.
Pero darnos un respiro y recaer en los malos hábitos sería un error grave. El mundo ha cambiado. No podemos volver a los viejos modos de hacer las cosas. Si no actuamos ahora, cuando nos enfrentamos a la mayor crisis desde el comienzo de la integración europea, ¿cuándo estarán preparados los Estados miembros para poner en marcha iniciativas de política económica que sean coherentes con los objetivos que se han marcado? Si no lo hacemos nosotros a escala Europa, ¿quién les animará a adoptar estas decisiones? Solamente arreglando nuestra deuda y estabilizando las finanzas podremos pasar de gestionar una crisis a fomentar el crecimiento; por supuesto, no cualquier tipo de crecimiento, sino uno sostenible e integrador.
Esto significa reformas estructurales, muchas de las cuales hemos defendido durante varios años; unas reformas que cuestionan todas las estructuras pero que lo hacen para reducir los precios y para aumentar las oportunidades de creación de empleo y de mejora del modo de actuar. Verdaderamente considero que nuestra obligación ante los ciudadanos es elegir la opción del crecimiento con empleo. El Informe Anual de Crecimiento nos indica ese camino.
De modo que comprometámonos seriamente con una coordinación adecuada de las políticas económicas y con una auténtica gobernanza económica europea común para todos los ciudadanos. Gracias por su atención.
(Aplausos)
Joseph Daul, en nombre del Grupo PPE. – (FR) Señor Presidente, señor Van Rompuy, señor Barroso, el último Consejo Europeo demostró que el euro es un pilar vital de la integración europea. Debemos hacer todo lo posible para estabilizarlo y para reforzarlo.
Desde entonces, nuestros Jefes de Estado o de Gobierno han confirmado su profundo compromiso con la moneda europea, y el hecho de que Estonia se incorpore a la zona del euro a comienzos de este año es otra señal en esta dirección, y también que da un ejemplo muy útil sobre cómo respetar las normas a los grandes países que no las observan.
Dicho esto, nadie subestima la importancia de lo que Europa está experimentando económicos y sociales dentro de la zona del euro. Es necesario hacer todo lo posible en 2011 para superar estos problemas y reafirmar los mercados, no superficialmente sino estructuralmente; en otras palabras, creando unas condiciones para el crecimiento y el empleo a largo plazo. Creo que, a este respecto, todos hablamos el mismo idioma.
En primer lugar, esto significa que es preciso devolver una buena salud a las finanzas públicas nacionales. Esforcémonos en esta cuestión, no nos rindamos. En segundo lugar, significa que los Estados miembros deben conseguir que sus políticas fiscales, al igual que sus impuestos y sus políticas sociales, confluyan de una manera más cercana.
También significa que debemos alcanzar un acuerdo rápido sobre el fondo de rescate de la zona del euro y que este fondo únicamente tiene sentido si está respaldado por el cumplimiento estricto de las normas de disciplina fiscal. Nuestros ciudadanos deben saber que los países en dificultades a los que se presta ayuda llevan a cabo un control muy estricto de sus cuentas públicas; de lo contrario, ya no querrán seguir apoquinando, por así decirlo.
Finalmente, como he dicho, debemos crear las condiciones para el crecimiento y el empleo. Esto también implica completar el mercado interior europeo, invirtiendo más en investigación y en innovación, y en una educación y una formación permanentes. Mi grupo quiere que el planteamiento comunitario sea fomentado por medio de un acuerdo intergubernamental en todas estas áreas, sencillamente porque es mucho más eficaz y más sostenible.
Señor Van Rompuy, le pido que se asegure de que la reforma del Tratado, confirmada en el último Consejo Europeo, concluirá lo antes y lo más rápidamente posible.
El debate presupuestario no ha hecho sino empezar. Mi Grupo seguirá pidiendo una revisión exhaustiva de las finanzas públicas europeas en los próximos años, con el objetivo de generar de nuevo las condiciones para el crecimiento y el empleo en Europa.
Señor Barroso, examinémoslo todo, no tengamos miedo y, como ya he dicho en varias ocasiones, tomemos dos o tres modelos de presupuesto distintos: por ejemplo, ¿cómo podemos sacar a Europa de su situación actual, dedicando un 1 %, un 2 % o un 5 %? No tendremos éxito si reducimos los recursos. Si queremos generar empleo, necesitamos más recursos europeos, y eso no significa que los Estados miembros deban gastar más dinero.
No tengamos miedo, señor Van Rompuy y Presidente Barroso. Hágannos llegar estas propuestas y nosotros, los Jefes de Estado o de Gobierno, así como el Parlamento, estaremos obligados a encontrar la solución correcta; pero al menos permítannos tener una serie de opciones entre las que elegir.
Stephen Hughes, en nombre del Grupo S&D. – Señor Presidente, el Consejo Europeo de diciembre al menos ha supuesto un acuerdo político sobre un mecanismo permanente de resolución de crisis, pero —dada la reacción de los mercados después de Navidad, con miedos nuevos en torno a la solvencia de Portugal, España y Bélgica— una vez más tenemos que preguntar si este ha sido un caso del tipo «demasiado poco, demasiado tarde». El propio mecanismo europeo de estabilización propuesto ha generado preguntas nuevas sobre los mercados financieros y el Mecanismo de Estabilidad Financiera existente es considerado ahora insuficiente. Nuevamente las oportunidades han sido desaprovechadas.
En diciembre, el Parlamento envió una señal clara al Consejo sobre los eurobonos, pero no se ha producido una respuesta constructiva ni del Consejo ni de la Comisión. Lo que hemos tenido desde 2008 es una vacilación repetida y una pelea interna entre los Estados miembros y las instituciones, y en cada ocasión una respuesta extraída dolorosamente, pero generada demasiado tarde y que constituye menos de lo necesario.
La ilustración más clara del problema es el hecho de que, ante los desafíos económicos y monetarios actuales, sencillamente no contamos con las herramientas que necesitamos. Son inadecuados o inexistentes. Nuestros procesos institucionales de toma de decisiones son complejos y carentes de democracia, y nuestra estrategia de política económica está dividida y es ineficaz.
Los mercados financieros no siguen presionándonos debido a lo elevado de la deuda y de los déficits, Presidente Barroso: también lo hacen porque quieren una compensación por el riesgo de prestar dinero a un proyecto que parece incapaz de alcanzar la madurez o de cumplir su propio destino.
Lo que hoy en día mantiene unida a la zona del euro es no tanto el sueño de los padres fundadores como sencillamente la pesadilla de la alternativa: un colapso total del sistema. La lamentable ausencia de una reacción ante la crisis está conduciendo al proyecto europeo a una situación política de punto muerto. ¿Qué posibilidades existen, en estos momentos, de que surja un grupo de instituciones más fuertes y más democráticas de un Tratado revisado?
Las peticiones inteligentes de una mayor integración política, como la realizada la semana pasada por el Presidente del Bundesbank alemán, verdaderamente no tienen ninguna oportunidad. Con este panorama, me escandaliza, Presidente Barroso, el ataque frontal por parte de la Comisión contra la Europa social y también la interferencia con los mercados de trabajo nacionales, como el de Irlanda. El informe anual de crecimiento es, en efecto, un ataque frontal contra los derechos laborales social y económicamente esenciales, establecidos hace mucho tiempo, y contra el mismo concepto de negociación colectiva.
Si es aprobada por el Consejo Europeo, se trata de una estrategia que, en mi opinión, es la peor estrategia imaginable en la situación actual. No solo será expuesta como locura económica, sino que será profundamente dañina para el proyecto europeo.
Las grandes ideas pueden fracasar, señor Presidente, y verdaderamente me preocupa este proyecto europeo. Tal y como la historia nos explica, los ciudadanos negarán hasta el último momento la posibilidad de un fracaso. Admitamos la posibilidad de un fracaso.
El señor Farage está asintiendo. La ausencia de iniciativas, Presidente Van Rompuy, Presidente Barroso, está proporcionando munición al señor Farage y a sus aliados. ¡Actuemos, por amor de Dios!
Sylvie Goulard, en nombre del Grupo ALDE. – (FR) Señor Presidente, señor Van Rompuy, señor Barroso, me gustaría hacer dos comentarios sobre las conclusiones del Consejo Europeo de diciembre pasado.
El primer comentario implica recordarles que la crisis está teniendo un impacto muy específico en la Unión por una razón muy sencilla: hemos sido una comunidad legal desde el mismísimo principio y, en una comunidad legal, la ley es particularmente importante. No se trata de socavar el cumplimiento de la ley, pero cuando tratamos una crisis seria —tal y como nos recuerda el Informe Anual de Crecimiento que acaban de publicar, señor Presidente— es hora de actuar, no de venir con legalismos.
Nos dice usted que esta revisión de los Trataros resulta esencial para reafirmar los mercados. En primer lugar, y si me permiten ser ligeramente impertinente, me da la sensación de que las reuniones a la conclusión de la reunión del Consejo Europeo de octubre no fueron especialmente tranquilizadoras. Ocúpese de ello, por tanto, si su intención es reafirmar los mercados. Tan solo piense qué sucedería si esta revisión fracasara.
Procedo de un país que ha experimentado el trauma de un referendo negativo sin plan B. Usted ya estaba allí, señor Barroso. En ocasiones debemos considerar qué sucede cuando decimos a los mercados: «Tenemos que cambiar los Tratados, todo debe ser hecho antes de esta fecha», y después confiar en que se haga. Por tanto, está usted eligiendo claramente el procedimiento simplificado en la esperanza de que suceda. No obstante, si sucede usted puede tranquilizar a los mercados, pero seguramente no a las personas.
En esto consiste mi segundo punto: Mucho ruido y pocas nueces. Está usted cambiando los Tratados por una cuestión de Derecho. No los está cambiando con el fin de dar a los ciudadanos las respuestas que esperan. Somos seis los ponentes que trabajamos en el paquete de «gobernanza económica» que la Comisión ha producido sin la necesidad sin la necesidad de cambiar los Tratados, pero en el camino se nos dijo: «Vamos a cambiar los Tratados». Parece que estamos diciendo a los ciudadanos que podemos cambiar los Tratados, que podemos ir así de lejos entre toda la burocracia legal, pero que en última instancia no lo hacemos para que la Estrategia Europa 2020 sea tomada en serio sino para que ellos tengan empleos y crecimiento.
Por encima de todo eso, así, el Consejo Europeo de diciembre nos pide que aceleremos nuestro trabajo. Muy bien, aceleremos. Me gustaría que el Consejo acelere, señor Van Rompuy. El Parlamento ya ha presentado sus informes. Hay una manera muy sencilla de ir más rápido: usted se acerca a nuestras posiciones y nosotros dejamos de pensar en la codecisión como en un procedimiento en virtud del cual el Consejo decide y el Parlamento ajusta.
Rebecca Harms, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (DE) Señor Presidente, señor Van Rompuy, el principal recuerdo que guardo de la última reunión del Consejo no ha quedado reflejado en su sumario, por lo que deseo resumir la reunión de manera diferente. Desde la perspectiva actual, lo más importante que recuerdo es que durante la cima de los Jefes de Estado o de Gobierno en Bruselas, la agencia de calificación Moody´s rebajó la calificación crediticia de Irlanda.
Ese fue el momento en que todos fuimos conscientes del alcance de nuestra incapacidad para gestionar la crisis, con la que todavía debemos tratar hoy. Si comparamos las cifras clave de la crisis de la deuda de los distintos países nos sorprenderá cómo se ha producido la exitosa especulación contra el euro. Entretanto, un país que tiene problemas mucho mayores que Portugal y España, esto es los Estados Unidos, permanece intacto, ajeno a la guerra que los especuladores están desarrollando contra el euro. Esa es la situación actual.
Un nuevo año ha comenzado y tenemos problemas para competir. Debemos ocuparnos aquí y ahora del problema que previmos durante la reunión, es decir, que lo que se decidió en la reunión no sería suficiente. Considero que, a estas alturas, todos somos conscientes de que muchos países europeos están en dificultades. Acumulan una enorme carga en términos de deuda, tanto deuda privada como unos índices inaceptables de deuda pública. Muchos de los Estados miembros de la Unión Europea no serán capaces de solucionar sus problemas sin ayuda.
¿Cuál debe ser nuestro siguiente movimiento? Creo que reducir la deuda nacional, como muchos países están empezando a hacer, con el ánimo de la Unión Europea y de sus resoluciones conjuntas, no es suficiente de por sí y que estos países están siendo empujados hacia los límites de lo aceptable. Es preciso alcanzar un nuevo acuerdo acerca de cómo puede funcionar esto de una manera auténticamente aceptable. Creo que acontecimientos como los de Hungría, por ejemplo, están enviando una señal de advertencia sobre lo que sucede cuando la distribución de la riqueza en los países de la Unión Europea es demasiado injusta y la separación es demasiado grande. Durante el proceso de reducción de la deuda pública debemos prestar mucha más atención a la equidad de lo que hemos hecho hasta ahora.
Además, creemos, y esto es algo que quiero dejar muy claro, que el sector de la banca debe ser reestructurado. No estamos convencidos de que podamos justificar un incremento mayor del peso del endeudamiento con el fin de rescatar a los «muertos vivientes» en este ámbito. Quiero respaldar completamente lo dicho por la señora Goulard. Necesitamos un enfoque que nos permita preparar a los europeos para el futuro en el contexto de un «Nuevo Pacto Verde» y establecer un nuevo rumbo en medio de esta crisis. Quiero hacer hincapié nuevamente en que Europa es un lugar maravilloso para vivir y en que tenemos mucho por hacer para garantizar que sigue siendo así.
Timothy Kirkhope, en nombre del Grupo ECR. – Señor Presidente, el Consejo Europeo adoptó decisiones importantes sobre la gestión futura de las crisis, pero estoy de acuerdo con el Presidente Barroso en que los problemas subyacentes persisten: la necesidad de volver a la disciplina fiscal y la renuencia de algunos Estados miembros a llevar a cabo una reforma económica seria.
Se nos ha dicho que con una moneda única los Estados miembros ya no podrán recurrir a la devaluación para huir de una situación complicada, y que en lugar de eso tendrán que reformar sus economías para hacerlas más competitivas. Pese a que se trata de una propuesta superficialmente atractiva, muchos de nosotros acertamos al no dejarnos engatusar, toda vez que ha demostrado ser un prospecto falso. Algunos Estados miembros han podido encontrar otras soluciones para sostener sus economías de manera artificial: por medio de la inflación del precio de los activos, en parte, causada por una tasa de interés inadecuadamente baja y por la negativa a adoptar acciones correctoras por otros medios; o inyectando fondos públicos prestados en una escala insostenible y, en algunos casos, para cubrir el tamaño del déficit fiscal resultante.
Entretanto, por supuesto, debemos encontrar soluciones para enfrentarnos a las consecuencias inmediatas de estas políticas, y el saneamiento fiscal es fundamental, y por supuesto debemos dar la misma importancia a nuestro compromiso con la reforma económica: aumentar la flexibilidad del mercado de trabajo para crear empleo, abrir mercados y eliminar barreras para el comercio, y estimular la inversión privada de modo que podamos llenar el vacío dejado por un gasto reducido del sector público.
La crisis financiera y económica hizo inevitable la intervención gubernamental a gran escala en la economía, pero no debemos confundir el paliativo con la cura. La solución a largo plazo no consiste en un gobierno mayor, sino en un crecimiento económico que esté generado por negocios y emprendedores exitosos que desarrollen su actividad en mercados competitivos y que sean capaces de ofrecer un valor añadido al consumidor y de generar empleo para nuestros ciudadanos.
Por este motivo la Estrategia Europa 2020, el Acta del Mercado Único y la Unión por la Innovación, por ejemplo, resultan esenciales y deben recibir la atención que merecen. Es mucho lo que hay en juego. Mientras hacíamos frente a esta crisis inmediata, otros países del mundo —algunos de ellos con unos valores políticos que se antojan muy diferentes de los nuestros— han avanzado. Si no conseguimos salir de esta crisis e iniciar un proceso de reformas progresivas, estaremos condenados a una decadencia relativa inexorable con unas consecuencias insondables para la promoción de nuestros valores y, de hecho, para el futuro del planeta.
Joe Higgins, en nombre del Grupo GUE/NGL. – Señor Presidente, en la práctica el Mecanismo Europeo de Estabilidad permanente no es más que otra herramienta para proteger a los grandes bancos europeos de las consecuencias de su especulación imprudente en los mercados financieros. Se trata de un mecanismo para hacer pagar a la clase trabajadora de toda Europa pagar por la crisis de un sistema financiero roto y de un capitalismo europeo asolado por la crisis.
Señor Barroso y señor Van Rompuy, cuéntenme algo esta mañana —porque aún no lo han hecho— acerca de la moralidad de que los especuladores y los banqueros transfieran decenas de miles de millones de euros de las deudas incobrables privadas jugadas salvajemente en el mercado inmobiliario irlandés y de que coloquen esas deudas sobre los ciudadanos irlandeses que en modo alguno son responsables de ellas. Lejos de ser un rescate, la intervención del FMI y de la UE en Irlanda es un mecanismo para convertir a los contribuyentes irlandeses en vasallos de los bancos europeos. Están ustedes destruyendo nuestros servicios y el nivel de vida de nuestros ciudadanos. Dicen ustedes ser demócratas, pero convierten a los trabajadores europeos en esclavos de los mercados, de los mercados financieros, que les manejan a su antojo.
Su Mecanismo de Estabilidad Financiera es un arma vil dictada por los mercados, que han enmascarado como algo benigno. Nosotros, la izquierda irlandesa, insistiremos en someterlo a un referendo ante el pueblo irlandés antes de aprobarlo.
Nigel Farage, en nombre del Grupo EFD. – Señor Presidente, ¿cuál es la palabra más usada en relación con el euro? No, no es «fracaso», aunque bien podría. Se trata de «estabilidad», ¿no es cierto? Hace una década, todos decían que una vez tuviésemos el euro como moneda, nos aportaría estabilidad. Bien, han pasado diez años y me permito sugerir que lo que ha traído es caos, discordia y miseria para millones de personas; y sin embargo la palabra «estabilidad» sigue siendo usada esta mañana. El señor Barroso la ha empleado, al igual que el señor Van Rompuy: «Estabilidad».
De hecho, nos estamos dando palmaditas en la espalda porque las subastas de bonos en Portugal marcharon bien la semana pasada, si bien la realidad es que el Banco Central Europeo estaba utilizando el dinero de los contribuyentes para comprar su propia deuda. Sus garantías de que todo está bajo control no logran el efecto deseado.
¿A quién cree estar engañando, señor Van Rompuy? La rentabilidad de las obligaciones en Portugal ascendió casi un 7 % ayer. Los ciudadanos de la Unión Europa ya no apoya a esta moneda, y la batalla por España aún no ha comenzado. El modelo en sí está fracasando y sin embargo lo que ustedes quieren es doblar el tamaño del fondo de rescate. Incluso quieren aumentar el alcance de ese fondo de rescate para que ustedes puedan también, junto al BCE, seguir comprando aún más deuda propia.
Están utilizando la crisis como una oportunidad para obtener el poder necesario para llevarnos hacia la unión fiscal. Si tienen éxito, entonces deberemos cambiar el nombre: nos desharemos de «Unión Europea» y la llamaremos «Unión de deudas». Si tienen éxito, encerrarán en una prisión a los países del sur, una situación en la que los ciudadanos sufrirán lo indecible, mientras que los países del norte se verán obligados a pagar, por siempre jamás, una factura gigantesca y unos tipos de interés excesivamente elevados para sus propias economías. Hemos llegado a un punto en el que en realidad no importa lo que ustedes puedan decir. Ya nadie les cree. La ciudadanía no les apoya. Espero y rezo para que los mercados acaben con ustedes.
Barry Madlener (NI). – (NL) Señor Presidente, Señorías, de todas las bonitas y vacuas palabras del señor Barroso, tan solo he sido capaz de sacar una conclusión, esto es, que corresponde a los Estados miembros ricos pagar por los Estados miembros pobres, porque esa es la realidad. Parece que esta situación continuará durante un tiempo. Tenemos que ayudar a otros países, se nos dice, pero nadie ha mencionado cómo se supone que vamos a hacerlo en realidad. Básicamente, el resumen es que los ciudadanos de los Países Bajos van a tener que sacar sus carteras y pagar la factura de los Estados miembros débiles, algunos de los cuales se incorporaron al euro por vías fraudulentas.
El señor Barroso dice: «Escojan el crecimiento sostenible». Palabras huecas, pero no nos dice cómo se supone que vamos a hacerlo. ¿Qué pasa si no funciona? ¿Por qué no desarrollamos un escenario que permita a países como Grecia reintroducir su propia moneda? Parece que eso no es posible y que ustedes no están preparados para desarrollar ese tipo de escenarios, aunque muchos economistas consideran que de hecho podrían funcionar muy bien y que pueden ser nuestra mejor alternativa.
Así que actuar para crear las condiciones de crecimiento y de empleo. ¿Cómo vamos a hacerlo? El mensaje general que escucho es que esto debe ser hecho reduciendo el gasto público y exactamente eso es lo que hemos estado haciendo en los Países Bajos. ¿Y qué hace la Unión Europea? Recompensa a los Países Bajos gastando aún más. ¿Recuerdan haber pedido un incremento presupuestario del 6 % para la UE? Obviamente, principalmente eran los ciudadanos de los Países Bajos quienes iban a pagar esa cuenta, por lo que también carecen de credibilidad a ese respecto.
En resumidas cuentas, mi opinión sobre esto es: los Países Bajos están pagando por los países pobres con un crecimiento económico en declive en los Países Bajos. Los ciudadanos holandeses se exponen a un riesgo de 27 000 millones de euros, y parece que esa cantidad no hace sino crecer. Cada año pagamos 4 500 millones de euros netos a la UE, que en su mayor parte son canalizados hacia los Estados miembros débiles; el gasto comunitario está en alza, mientras que nosotros nos vemos obligados a hacer recortes y mientras que el valor del euro sigue descendiendo, de resultas de lo cual el coste para los ciudadanos holandeses también está aumentando. Señor Presidente, la UE no es digna de confianza.
Olle Schmidt (ALDE). – (Pregunta al señor Farage con arreglo al procedimiento de la «tarjeta azul» de conformidad con el apartado 8 del artículo 149 del Reglamento) Señor Presidente, siempre —o al menos en ocasiones— resulta divertido escuchar al señor Farage porque conoce todas las respuestas y se formula a sí mismo todas las preguntas.
Pero, señor Farage, ¿habría sido preferible la alternativa de contar con 16, 17 o, de hecho, hasta 20 monedas diferentes, tal y como sucedía en los años noventa cuando la libra esterlina se hundió? ¿Habría eso mejorado la situación actual en Europa? Ningún economista estaría de acuerdo con usted sobre eso, señor Farage. Sencillamente, no puede decir que estamos viviendo en el pasado. Nos enfrentamos a problemas que afectan a la Europa actual. Nunca formula usted la pregunta de cómo hacer frente a la situación actual y al futuro. Es usted un populista y le resulta demasiado fácil responder a sus propias preguntas.
Nigel Farage (EFD). – Señor Presidente, hace una década dije que no podíamos juntar a Grecia y a Alemania en la misma unión monetaria y que eso no funcionaría. Si retrocedemos en la Historia, veremos que cuando se hacen grupos en uniones monetarias falsas, cuando los gobiernos creen que son más listos que los mercados, los gobiernos siempre pierden.
Me pregunta cuál es mi solución hoy en día. Es tan simple como un palo. Grecia, Portugal e Irlanda no tienen cabida dentro del euro. Lo que deberíamos hacer, lo que el señor Van Rompuy debería hacer para ser un auténtico líder, es introducir un plan B y permitir que esos países vuelvan a su moneda propia para someterse a devaluaciones competitivas y para tener alguna oportunidad, porque lo que estamos haciendo con esta política está acabando con ellos.
José Manuel García-Margallo y Marfil (PPE). – (ES) Señor Presidente, cualquiera que lea los periódicos hoy hará dos constataciones: estamos en el punto álgido de la crisis de la deuda soberana y la respuesta europea es una sucesión de disposiciones aisladas sin consistencia interna.
Solo en este momento tenemos encima de la mesa el semestre europeo, el paquete de gobernanza económica, el mecanismo de rescate provisional y permanente, los llamados «eurobonos» para cubrir parte de la deuda soberana que se considera segura, más un plan de choque basado en el Banco Europeo de Inversiones y en los bonos para proyectos específicos que está en la propuesta que la Comisión nos ha mandado sobre el mercado interior.
Lo primero que los ponentes están intentando hacer es juntar todo esto, hacer un diseño completo, un dibujo final, para exponérselo a la ciudadanía. Ese diseño, en segundo lugar, tiene que ser un diseño europeo, un diseño que no parta Europa en dos –no caigamos en la Europa a dos velocidades– y un diseño que persiga con la misma intensidad dos objetivos: disciplina presupuestaria –toda la que sea necesaria– y crecimiento económico para salir de la crisis en la que nos encontramos.
Un apunte sobre el mecanismo de rescate al que se refería el Presidente en ejercicio del Consejo. Hubo una primera declaración en la que se dijo que habría participación de los inversores privados en los rescates, lo que causó conmoción y la protesta del Presidente del Banco Central Europeo. Se matizó, como ha hecho ahora el señor Van Rompuy, diciendo, primero, que sería caso por caso –¿quién decide y con qué criterios?– y, en segundo lugar, que se haría siguiendo los criterios y la política del Fondo Monetario Internacional. El único caso en que el Fondo Monetario Internacional ha hecho uso de un rescate de este tipo fue en Argentina en 2003; sumió al país en un caos del que todavía no ha salido y los bonistas privados siguen sin cobrar.
En materia de eurobonos, se han expuesto aquí muchas cuestiones. Solo quiero añadir dos. Crearía un mercado tan líquido como en los Estados Unidos y daría un empujón al euro como moneda de reserva, facilitando a los bancos centrales la inversión de sus reservas aquí y lo mismo a los fondos soberanos.
Y un último apunte. Esto hay que completarlo con el BEI y con los bonos específicos para dar respuesta al crecimiento.
Pervenche Berès (S&D). – (FR) Señor Presidente, señor Van Rompuy, ha aceptado usted presidir lo que se ha denominado el Grupo de Personas Eminentes, integrado por ministros de Economía que estaban amenazados por una rebaja de su deuda soberana. ¿Eran capaces de formar parte de un grupo de personas eminentes? La discordia que domina el debate actual entre el señor Trichet, el Presidente Barroso y la Canciller Merkel, al igual que las turbulencias en los mercados, nos indica que este no era un grupo de personas eminentes.
Se le ha pedido gestionar la crisis del euro. Necesitamos gestionar el euro en beneficio de los ciudadanos europeos y no en beneficio de los especuladores. Para que esto suceda, usted ha acordado realizar una revisión del Tratado por motivos de conveniencia, incluso a pesar de que nuestra Conferencia de Presidentes había señalado que está revisión era innecesaria, según palabras del Presidente del Grupo del Euro.
Sin embargo, señor Presidente, señor Van Rompuy, ustedes se arriesgan a arrastrarnos por un camino que podría llevarnos a una situación del tipo «demasiado poco, demasiado tarde». En efecto, llegará el día en que ustedes necesiten la sabiduría de este Parlamento, de un convenio para revisar el Tratado, de modo que en el futuro podamos disponer de una armonización fiscal, de una Hacienda europea y de préstamos para la gestión de la deuda común, y para devolver el empleo al núcleo de nuestras políticas económicas.
Si no quieren revisar el Tratado, cojan el toro por los cuernos e introduzcan una mayor cooperación para la zona del euro con el objetivo de gestionar los problemas y las responsabilidades de los Estados miembros de esa zona, en lugar de dejarlo flotar a la deriva adonde lo lleven los mercados.
Martin Callanan (ECR). – Señor Presidente, dado que este es un asunto de tanta importancia para la economía europea en su conjunto, incluso aunque mi país (afortunadamente) no forme parte de la zona del euro, aplaudo al menos algunas de las medidas que se han acordado en el Consejo de la zona del euro, y especialmente el hecho de que los propios países de la zona del euro deben hacerse responsables de solucionar sus propios problemas.
También aplaudo el reconocimiento, un tanto tardío, por parte del Consejo de que el artículo 122 del Tratado es completamente inadecuado para respaldar el mecanismo de rescate. Estos no son desastres naturales y no escapaban al control de los Estados miembros afectados. Sin embargo, al preparar la base para que este mecanismo entre en vigor, probablemente en 2013, no debemos olvidar el hecho de que en la actualidad sigamos en plena crisis.
La situación sigue siendo muy grave en varios Estados miembros: Portugal seguramente hará frente a dificultades, posiblemente España y Bélgica. Pero lo que me resulta especialmente preocupante son los efectos sobre la democracia natural en esos países. En efecto, estos países se están convirtiendo en protectorados económicos dirigidos por el señor Barroso, por el señor Van Rompuy y por otros. Las decisiones adoptadas por el electorado nacional de estos países con respecto a las prioridades de gasto que adoptan y a las políticas económicas que aplican ahora tienen muy poco efecto. Están bajo el control de Bruselas y de las instituciones financieras internacionales.
Una vez que superemos esta crisis, es imperativo que intentemos restaurar la democracia en estos países y restauremos la voluntad de sus electorados nacionales para controlar sus propias políticas económicas nacionales.
Miguel Portas (GUE/NGL). – (PT) Señor Presidente, en política existen medidas razonables, medidas equivocadas y medidas inadecuadas. Para Europa es razonable emitir deuda pública europea, aunque la señora Merkel no lo apruebe. Es razonable que en Europa podamos mutualizar parte de nuestra deuda soberana, aunque la señora Merkel no lo apruebe. Sin embargo, lo que resulta inadecuado son las noticias de que ya es de dominio público que el Mecanismo Europeo de Estabilidad y el Fondo Monetario Internacional podrían acabar mutualizando parte de la deuda soberana acumulada por parte de los bancos privadas a un interés del 6 % o del 7 %, en el caso de Portugal, después de que esos mismos bancos se hayan financiado a sí mismos a un interés del 1 % con el Banco Central Europeo.
Señor Van Rompuy, mi pregunta es la siguiente: ¿Durante cuánto tiempo vamos a esperar a que Europa obre el milagro del capital financiero? ¿Durante cuánto tiempo vamos a seguir transformando la deuda privada en deuda pública? ¿Durante cuánto tiempo vamos a seguir obligando a los contribuyentes, a los trabajadores y a los pensionistas europeos a pagar deudas generadas por el sector bancario privado que nos está atacando?
Esto es lo que verdaderamente está en juego hoy aquí.
Mario Borghezio (EFD). – (IT) Señor Presidente, Señorías, en los Estados Unidos se ha aprobado una ley que exige a la Reserva Federal que exponga qué parte los 3,3 billones de dólares del paquete de rescate ha ido a parar a qué bancos.
Me pregunto si resultaría subversivo pedirles que adopten el mismo criterio de transparencia, a menos que el súper lobby de las finanzas y de la banca lo bloquee. Consideremos la situación: ¿qué futuro tiene esta Unión forzosa de países libres, que está basada en el rescate de los países débiles por parte de los países poderosos?
¿Queremos admitir la realidad en términos técnicos, que consiste en que el euro es una moneda en virtual bancarrota? ¿Cómo podemos pensar en obligar a los países con economías débiles a usarlo? ¿Es una política monetaria aceptable para los países que tienen unos tipos de interés tan decididamente distintos?
El propio señor Trichet, que ha negado el peligro de que el Banco Central Europeo se declare insolvente, admite sin embargo que una de las razones que hay detrás del aumento de su capital es hacer frente al riesgo crediticio, en otras palabras a la insolvencia de los bonos adquiridos. También es hora de llevar a cabo nuevas pruebas de estrés en los grandes bancos y de conceder un mayor peso a las deudas bancarias de alto riesgo, como ha pedido el Ministro de Economía.
(El presidente interrumpe al orador)
Ioannis Kasoulides (PPE). – Señor Presidente, el mensaje político de las decisiones del último Consejo dirigido a los especuladores, a los medios de comunicación y a los mercados es que los Estados miembros de la UE harán lo necesario para proteger la zona del euro y para defender el euro. Sean cuales sean las discusiones internas que tienen lugar, tanto si las medidas financieras deben doblar su capital y el derecho a comprar bonos o no, tanto si el Mecanismo de Estabilidad Financiera vaya a incluir después de 2013 el recorte o se ordenará comprar eurobonos, son ideas que ningún Estado miembro descarta. Únicamente se discute la sincronización: si es necesaria o no, cuándo y cómo. No permitamos que los medios de comunicación y los analistas se enfrenten a un espejismo. La UE introducirá todo lo que sea necesario, cuando sea necesario.
En lo tocante al Mecanismo de Estabilidad Financiera, la decisión del Consejo dice que el mecanismo «será activado si resulta indispensable para proteger la estabilidad de la zona del euro en su conjunto». Como europarlamentario procedente de un Estado miembro pequeño, ¿puedo pedir garantías de que miembros como Malta, Chipre, Estonia o Eslovenia sean incluidos porque si están en problemas puede que no sean indispensable para la estabilidad del conjunto?
Anni Podimata (S&D). – (EL) Señor Presidente, debemos reconocer que, aunque no estaba preparada ni institucional ni políticamente, desde el principio Europa puso en marcha iniciativas importantes para hacer frente a la crisis. Desde la aplicación del paquete de ayuda para Grecia ya hace casi un año, hasta las decisiones adoptadas por el último Consejo Europeo para establecer un mecanismo permanente de estabilidad, ha habido iniciativas importantes para tratar de salir adelante. Sin embargo, la continua y creciente presión de los mercados, que ya no se ejerce únicamente sobre las economías más vulnerables de la zona del euro, demuestra que nuestras decisiones son fragmentarias e inadecuadas en términos de ofrecer una respuesta integrada ante la crisis.
Por tanto, necesitamos una respuesta europea integrada ante la crisis, que no sustituirá o pasará por alto las responsabilidades de los Estados miembros para mantener su palabra y para reestructurar sus finanzas públicas, pero que protegerá a estas economías de los ataques por parte de los mercados y permitirá garantizar que su trabajo da resultado.
Señor Presidente, hace pocos días el Parlamento Europeo aprobó una resolución que pedía a la Comisión Europea llevar a cabo sin demora un estudio de viabilidad sobre la cuestión de los eurobonos.
(El Presidente interrumpe a la oradora)
Ilda Figueiredo (GUE/NGL). – (PT) Señor Presidente, hemos llegado al final del Año Europeo de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social. ¿Ha hecho el Consejo un balance de sus logros? No.
Si lo hubiera hecho, habría llegado a la conclusión de que la pobreza nunca ha conocido un auge tan intenso, y de que el número de personas que viven en condiciones de pobreza en esta Europa de riquezas ha superado ya los cien millones, y de que las decisiones que el Consejo ha adoptado únicamente servirán para seguir incrementando el desempleo, la desigualdad y la exclusión social. Sin embargo, los beneficios de los grupos económicos y financieros están proliferando, al igual que las ganancias especulativas de la deuda soberana, apoyada por las directrices del Banco Central Europeo, y por las políticas del Consejo y de la Comisión.
¿Es este el propósito de la zona del euro?
Los países con economías más frágiles siguen sufriendo presiones y chantajes, y los gobiernos, enfrentados a las protestas y a la lucha de los trabajadores, están recurriendo a la represión y a la violencia contra los sindicatos y los trabajadores, como ocurrió ayer mismo en Portugal.
La razón de nuestra protesta, de nuestra indignación y de nuestra firme convicción es que queremos otro tipo de Europa: una basada en el progreso social; una que respete a quienes trabajan y que luche por sus derechos. Créanme, unámonos hombro con hombro con los trabajadores en su lucha para romper con sus políticas.
Tunne Kelam (PPE). – Señor Presidente, me alegra decir que hoy es el decimonoveno día de la pertenencia de Estonia a la zona del euro; pero Estonia se ha estado preparando para esto desde que se produjo su adhesión. Incluso el diseño de la moneda de euro estonia ya fue aprobado por voto popular hace seis años. Sin embargo, la incorporación a la zona del euro no es una mera cuestión de elección individual; tiene que ver con la solidaridad, con asumir la responsabilidad común y con contribuir activamente a la estabilidad del continente en su conjunto.
En unos momentos de crisis económica, los valores morales y la ética han ganado importancia. Podemos ver que el potencial económico en sí mismo no resulta suficiente. Lo que es crucial es si un país es de confianza en términos de voluntad y de capacidad para cumplir sus compromisos dentro de los plazos y para comprometerse con unas reformas estructurales significativas.
Aplaudo el hecho de que el Consejo haya podido alcanzar un acuerdo sobre el Mecanismo Europeo de Estabilidad, pero el camino práctico hacia el crecimiento y la estabilidad económicos es, en primer lugar, completar el mercado único y especialmente el mercado único digital europeo. Este último debe ser integrado en el mapa de ruta del mercado único europeo, así como en la agenda digital europea.
Esta podría ser una auténtica oportunidad para incentivar la competitividad de Europa en el mundo. Los ciudadanos europeos esperan que simplifiquemos la actividad comercial en el ámbito digital, donde operaciones como el pago electrónico y la identificación virtual deberían ser coherentes y comprensibles. Un mercado único digital también requiere un trabajo muy determinado para desarrollar un mercado de servicios.
Jean-Pierre Audy (PPE). – (FR) Señor Presidente, señor Van Rompuy, señor Barroso, me gustaría plantear dos ideas.
La primera hace referencia al alcance del mecanismo permanente de gestión de la crisis. Los Estados no miembros de la zona del euro están divididos de hecho en dos categorías: el Reino Unido y Suecia, que no están obligados a adoptar el euro, y los otros Estados, que, junto con los miembros, representan a veinticinco Estados. Mi sugerencia sería que esos Estados que utilizan el euro deberían beneficiarse de un tratamiento especial en el mecanismo, algo que no está previsto en la actualidad.
En segundo lugar, quiero llamar su atención sobre los parlamentos nacionales. Los parlamentos nacionales no están implicados en el procedimiento simplificado, a menos que sea en los procedimientos de ratificación. Propongo que los parlamentos nacionales sean incluidos en los procesos de consulta, de manera voluntaria, ya que se plantea la cuestión de quién se encargará del control político del mecanismo. Es la cuestión que les planteo.
Roberto Gualtieri (S&D). – (IT) Señor Presidente, señor Van Rompuy, Señorías, veo dos grandes problemas en relación con la enmienda propuesta al artículo 136; uno de ellos institucional y otro político.
El problema institucional es que el artículo 3 del Tratado sobre el Funcionamiento de la Unión Europea estipula que la política monetaria para los países cuya moneda es el euro es competencia exclusiva de la Unión, pero el artículo 2 establece que la competencia exclusiva pueda ser ejercida por los Estados miembros si lo autoriza la Unión. Es difícil comprender por qué la aplicación de una norma establecida con claridad en el Tratado pueda exigir la reforma del Tratado.
Además existe también un problema político: escoger la opción de reformar el Tratado en lugar de utilizar el artículo 2 o los artículos 352 y 136, deja al Mecanismo Europeo de Estabilidad, y por tanto el futuro del euro, a merced de veintisiete procesos de ratificación.
¿Se dan cuenta los ciudadanos de que si tan solo uno de esos veintisiete procesos de ratificación fracasa, sería difícil encontrar un plan B para el euro? ¿Es consciente el Consejo europeo de que optar por este camino supone poner en peligro el futuro del euro?
Ildikó Gáll-Pelcz (PPE). – (HU) Señor Presidente, señor Van Rompuy, la estabilidad del euro y la creación del mecanismo de gestión de la crisis son nuestras tareas operativas más importantes para desencadenar un crecimiento que generará empleo nuevo y que, al mismo tiempo, reducirá la deuda pública de los Estados miembros, con las que todos los Estados miembros están de acuerdo. Sin embargo, la conclusión de estas tareas no debe forzarnos a posponer cuestiones, el debate de cuestiones estratégicas como la innovación, que ya tuvo lugar en diciembre. La próxima cumbre de febrero será adecuada para adoptar decisiones estratégicas sobre asuntos importantes como la energía. La Presidencia húngara ha comenzado los preparativos para la cumbre sobre energía. Las normas más importantes ya fueron fijadas el año pasado. La regulación de la seguridad del abastecimiento de gas natural ya ha entrado en vigor. Señor Presidente, le pido que me tranquilice acerca de que las inquietudes relativas a la estabilidad del euro no invalidarán la cumbre sobre energía.
Nikolaos Salavrakos (EFD). – (EL) Señor Presidente, como sabe el Gobierno de los EE.UU. se ha visto obligado, por segunda vez en la presente crisis crediticia, a intervenir drásticamente para ayudar a dos grandes bancos que se hundieron y a la organización de seguros ING. En este sentido, ha inyectado 700 000 millones de dólares en su sistema bancario en concepto ayuda financiera. A pesar de estas medidas, la economía estadounidense aún necesita más ayuda y, sin pensar en el ahorro, el gobierno ha proporcionado recientemente otros 600 000 millones de dólares para sacar a la economía de la recesión. Obviamente, los Estados Unidos de América están emitiendo moneda nueva.
A diferencia de la economía estadounidense, la zona del euro se ha mantenido fiel al principio de disciplina presupuestaria y ha controlado estrictamente la política monetaria, dejando así un margen para que diversas empresas especuladoras operen a expensas de los países menos resistentes a la presión. Señor Presidente, propongo que se considere la posibilidad de un alivio cuantitativo para la zona del euro; podría ser una solución útil y más sencilla de lo que aparenta.
Liisa Jaakonsaari (S&D). – (FI) Señor Presidente, no cabe duda de que sobre Europa pende una espada de Damocles de doble filo: la crisis económica y el crecimiento de los nacionalismos; dos realidades que han unido sus fuerzas.
El señor Hughes ha preguntado, en nombre del Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo, si eran los sueños de los padres fundadores los que mantenían unida a Europa en la actualidad, o si lo hacía la pesadilla de su hundimiento. Por desgracia, en estos momentos esa pesadilla es la principal tendencia. Por tanto, espero que la Comisión muestre mayor solidez en lo tocante a las cuestiones relacionadas con la Europa social. Es muy curioso que se muestre débil en estos asuntos. Ni tan siquiera tiene que ver con si la política económica está gobernada por los mercados o por los gobiernos: el quehacer de estos ha salido a las calles, plasmándose en manifestaciones y cayendo en manos de varios grupos radicales y de extrema derecha. Por tanto, la Comisión debe dar prioridad a las cuestiones relacionadas con la Europa social. Lamentablemente, sin embargo, nada sucede.
Seán Kelly (PPE). – Señor Presidente, a diferencia de otros muchos oradores, quiero felicitar al señor Van Rompuy y al señor Barroso por haber sido al menos proactivos en la crisis actual y por haber aplicado medidas que esperemos tengan éxito en el futuro. Si lo serán o no, resulta imposible decirlo en estos momentos. Si lo son, ellos serán considerados unos héroes; de lo contrario, los tendremos por villanos. Pero ahora merecen una felicitación. Por suerte, la arquitectura de supervisión garantizará que muchos de los defectos que nos condujeron a la situación actual no vuelvan a producirse en el futuro.
En lo que afecta a mi país, por desgracia hemos tenido que recurrir al rescate y en gran medida eso se ha debido a la temeridad de nuestros bancos y a una mala gobernanza. Dentro de pocos meses tendremos un gobierno nuevo, y esperamos que esto pueda generar estabilidad política; pero quiero hacer un llamamiento al señor Van Rompuy y al señor Barroso para que traten de reducir el actual tipo de interés del rescate, porque es demasiado elevado y podría paralizar el país.
José Manuel Barroso, Presidente de la Comisión. – Señor Presidente, en primer lugar, este debate ha demostrado la complejidad de la crisis y la complejidad de las respuestas ante ella. Algo que quiero decir —y está claro que hay una gran mayoría que comparte los ideales europeos y que debe contar con una respuesta europea— es que no podemos estar divididos por diferencias que no son las más significativas.
Como algunos de ustedes ya han señalado, en la actualidad la integración europea se enfrenta a un verdadero desafío, que en ocasiones adopta la forma de amenaza. Hemos visto esa amenaza en el debate de hoy. He escuchado comentarios, comentarios nacionalistas, comentarios cargados de prejuicios a los que francamente no estoy acostumbrado en el Parlamento Europeo.
Ha sido una minoría, pero esos comentarios han buscado agrandar las divisiones entre los europeos, haciendo una diferenciación entre europeos ricos y europeos pobres. Y a quienes han realizado los comentarios —unos comentarios que me sorprenden— contrarios a la solidaridad europea, intentando agrandar las fisuras entre los ricos y los pobres, yo les digo: ¿dónde estaban ustedes cuando Europa financió a sus agricultores después de la guerra para alimentar a sus ciudadanos? ¿Dónde estaban ustedes cuando Europa financió sus infraestructuras para el desarrollo y la competitividad de sus países? ¿Dónde estaban ustedes cuando Europa creó el mercado interior para vender sus servicios y sus productos? ¿Dónde estaban ustedes cuando Europa fue la base de la prosperidad y del crecimiento de sus países después de la guerra?
Este tipo de declaraciones contrarias a la unidad europea solamente pueden sostenerse en unas opiniones egoístas, cortas de miras y cortoplacistas. Creo que es un problema grave y muchos de ustedes lo han destacado. Mi llamamiento a todos quienes comparten el ideal europeo es que debemos permanecer unidos en un intento de obtener una respuesta integral para un asunto que, siendo serios, hemos de admitir que exige un consenso. En ocasiones esto no resulta fácil en una Unión Europea con veintisiete Estados miembros, con una zona del euro formada por diecisiete Estados miembros —doy mi más sincera bienvenida a Estonia como nuevo miembro— y con un proceso de adopción de decisiones que no siempre es el más sencillo, en parte porque nos basamos en el principio de la democracia. No solo tenemos las instituciones europeas; tenemos veintisiete democracias.
La tarea que tenemos ante nosotros es extremadamente difícil. Por eso quiero hacer un llamamiento a todos quienes comparten el ideal europeo para que unas meras diferencias de orientación de las políticas no nos distraigan.
Señor Hughes, respeto enormemente su preocupación por la Europa social, pero seamos completamente abiertos a este respecto. Pensemos cuál es el mejor modo de apoyar a gobiernos como el de Grecia, el de España o el de Portugal, que están dirigidos por miembros muy distinguidos de nuestra familia política. ¿Acaso es apoyar las reformas están adoptando valientemente, o sencillamente decir que esas reformas con contrarias a los valores europeos?
Necesitamos reformas estructurales para Europa, también en el sector laboral. Esa es la realidad. Si preguntan al Primer Ministro Papandreou, al Presidente Zapatero, al Primer Ministro Sócrates, eso es exactamente lo que están haciendo o en lo que planean profundizar con esas reformas. Considero que el mejor modo de apoyar las valerosas iniciativas que todos estamos tratando de poner en marcha en Europa con ritmos diferentes es utilizar el idioma de la verdad.
En el actual mundo de competencia, con la presión de algunas economías emergentes más poderosas, o bien nos adaptamos o pondremos en peligro nuestra economía social de mercado. Es necesario. Y lo haremos, o al menos así lo creo, sin cuestionar los derechos de los trabajadores. Una vez más quiero decir —le contestaré en un minuto, no he olvidado su pregunta— que considero muy importante que respetemos los principios del diálogo social. Lo dije ayer y lo reafirmo hoy. Pero, de hecho, si no llevamos a cabo esta clase de consolidación fiscal y de reforma social, careceremos de confianza, no tendremos crecimiento, y sin crecimiento no seremos capaces de generar empleo para nuestros ciudadanos.
Al distinguido europarlamentario procedente de Irlanda que hizo una pregunta sugiriendo que los problemas de Irlanda estuvieron causados por Europa, le diré que los problemas de Irlanda han sido causados por el comportamiento financiero irresponsable de algunas instituciones irlandesas y por la falta de supervisión del mercado irlandés. Ahora Europa forma parte de la solución, está intentando ayudar a Irlanda. Pero no fue Europa la que causó esa situación fiscal y este comportamiento financiero irresponsable.
Europa está intentando ayudar a Irlanda porque es importante saber quién tiene la responsabilidad. Por este motivo resulta importante para aquellos de nosotros —la mayoría, claramente— que creemos en los ideales europeos que podamos tener una respuesta lo más conjunta posible.
Otro comentario realizado por uno de ustedes ha sido: ¿cuál es el grado de ambición? Una vez más, permítanme que deje clara la posición de la Comisión. Estamos a favor de la posición más ambiciosa en términos de una respuesta integrada. Por eso la Comisión estará preparada para apoyar algunas de las medidas que han propuesto ustedes. Pero estamos viviendo una situación en la que consideramos que, en tiempos de crisis como estos, en tiempos de inestabilidad del mercado, resulta de importancia máxima que hagamos una contribución a un consenso en lo tocante a los Estados miembros y que de hecho haya algunas divisiones en cuanto al modo de abordar esta crisis.
La revisión del Tratado: saben cuál era la posición de la Comisión. Desde el principio dijimos que pensábamos que era posible establecer un mecanismo permanente sin una revisión del Tratado. Pero al menos un Estado miembro de la Unión Europea —y para estos asuntos es necesaria la unanimidad— se declaró a favor de una revisión del Tratado. Dado que creemos que resulta importante disponer de un mecanismo permanente de estabilidad, la Comisión desempeñó una función constructiva apoyando esta revisión limitada del Tratado. Por tanto, creo que sería un error absoluto permitir que haya divisiones a este respecto. Dado que queremos reforzar la estabilidad, creo que es importante que nos pongamos de acuerdo sobre esta revisión limitada del Tratado.
Algunos de nosotros querríamos ir más lejos. Personalmente me gustaría hacerlo en términos de la estructura y de la profundización del enfoque comunitario. Pero debemos ser responsables en este momento concreto que estamos atravesando, y tratar de llegar al denominador común elevado más ambicioso, y no al más bajo. Por eso quiero decir de nuevo que algunas de las propuestas que fueron presentadas son interesantes de hecho, pero que en este momento no son capaces de generar el consenso necesario, y que la Comisión tiene que estar muy atenta a la contribución que realiza para forjar este consenso.
Finalmente, creo que todos deben hacer su contribución. No me gustan esas divisiones entre personas ricas y pobres, o nuevas o antiguas, o de centro o de periferia. En Europa todos los Estados tienen exactamente la misma dignidad, y esas ideas de discriminación entre los Estados miembros son, de hecho, muy peligrosas para el proyecto europeo. Por tanto, ¿cómo hemos de hacerlo? Debemos pedir a todos los Estados miembros que se encuentran en una posición más vulnerable que hagan lo posible para restaurar la confianza en sus economías por medio de una adecuada estabilidad macroeconómica, una consolidación fiscal y reformas estructurales; esto es de importancia fundamental en este momento. No les ayudamos sugiriéndoles que pueden evitar ese camino, eso no les ayuda en absoluto.
Al mismo tiempo, esos países que ahora se encuentran en una posición mejor deberían ser solidarios con los otros países. Creo que es muy importante que contemos con una respuesta sólida en lo que se refiere a la estabilidad de la zona del euro; que no nos situemos, como ha ocurrido en el pasado, detrás de la curva sino por delante de ella; que ofrezcamos una respuesta integrada que restaure la confianza en la determinación de la zona del euro y de la Unión Europea en su conjunto, y no por medio de declaraciones, sino de acciones. Esto es algo importante, es una cuestión de credibilidad. Las declaraciones son importantes pero con eso no basta; es importante actuar y que todos nosotros nos comprometamos al unísono con una gobernanza más estricta en la zona del euro y en la Unión Europea. De hecho, esto es algo que los mercados nos están pidiendo.
Existe un problema de percepción sobre cómo podemos adoptar decisiones y cómo podemos implementarlas. Así que necesitamos una gobernanza más sólida en la zona del euro; necesitamos una mejor coordinación de las políticas económicas en la Unión Europea como todo, y básicamente todos nosotros debemos comprometernos con los principios de solidaridad y de responsabilidad. No se trata solamente de una cuestión de responsabilidad a secas o de solidaridad a secas, sino que se trata de ambas. Solamente así podemos alcanzar la estabilidad, y la estabilidad es la base de nuestra prosperidad futura.
Herman Van Rompuy, Presidente del Consejo Europeo. – (FR) Señor Presidente, Señorías, en primer lugar comenzaré con unos cuantos hechos positivos. Pido perdón por mostrarme positivo de vez en cuando.
Primeramente, el crecimiento económico es mucho mayor ahora de lo que pensamos que sería hace unas semanas o hace unos meses. El desempleo está descendiendo en algunos países. ¿Quién habría pensado eso en 2008 o en 2009? En lo que se refiere a la Unión Europea en su conjunto, en general, a partir de 2010-2011 el empleo se incrementará de nuevo tras la mayor crisis en setenta años. Lo diré de nuevo: no esperábamos esto hace unos meses, y sin embargo está sucediendo.
En segundo lugar, por supuesto, tenemos una crisis; pero nuestra moneda conjunta —la moneda que comparten veintisiete países, en cualquier caso— es estable, en la medida en que su tipo de cambio con el dólar estadounidense es ahora de 1,30. Una vez fue del 0,85. En aquella época, nadie dijo que el euro estaba en peligro. En comparación con otros continentes y otras monedas poderosas, nuestra balanza de pagos es estable y, en comparación con otros países significativos, registramos un déficit presupuestario que es prácticamente la mitad de los suyos. Por tanto, esto explica por qué, a pesar de todos nuestros problemas, el euro es una moneda estable. Quiero destacar esto antes de pasar a otros puntos.
Está claro que somos plenamente conscientes de que necesitamos avanzar, pero verdaderamente debemos recordar, como mencioné la última vez que estuve aquí, que nos adentramos en esta crisis de la zona del euro —que resulta ser más una crisis de la zona del euro que del euro— sin ningún instrumento adecuado. Prácticamente tuvimos que inventarlos en el acto. Esa es una responsabilidad conjunta, pero también explica por qué no fuimos todo lo rápidamente que habríamos podido pensar en un principio, o también tan rápidamente como nos exigían las circunstancias.
Sin embargo, no teníamos instrumentos. Existía el Pacto de Estabilidad y de Crecimiento, pero no se observaba. No existía supervisión macroeconómica. Tampoco había un mecanismo para casos de crisis, ni temporal ni estable, y no existían unas instituciones sólidas que proporcionasen una supervisión financiera. Tuvimos que inventarlo todo sobre la marcha, en mitad de la crisis, y esa es una responsabilidad conjunta. Algunos de ustedes han dicho eso de «Es demasiado poco y demasiado tarde». Bien, el hecho de que tuviésemos pocos instrumentos o ninguno en absoluto explica por qué no estamos en una situación del tipo «demasiado poco, demasiado tarde», sino en otra del tipo «paso a paso». Es una explicación digna.
Un segundo comentario que quiero hacer es que algunos de ustedes han dicho: «Si, pero la crisis no está controlada. Fíjense en lo que ocurre en los mercados». Al mismo tiempo, y en el mismo contexto, otros —a veces exactamente las mismas personas— dicen: «No pueden permitir que los mercados dicten nuestra manera de actuar». Es un argumento o el otro, pero no resulta demasiado coherente.
En cuanto a las medidas adoptadas, naturalmente, los Estados miembros deben llevar a cabo reformas, no solo los que se enfrentan a problemas, sino todos los Estados miembros: reformas para liberar el potencial laboral y para liberar el potencial de crecimiento. Está claro que las reformas a menudo son dolorosas; y que hay muchísimo por hacer para dar a conocer lo que se debe pedir a los ciudadanos de manera justa.
Les recuerdo, sin embargo, que algunos países importantes que ahora están saliendo de la crisis económica con más rapidez, adoptaron medidas hace cuatro, cinco o incluso hace seis años; medidas domésticas muy estrictas que, en aquellos momentos, se enfrentaron a una fuerte resistencia social. No obstante, fueron eficaces en términos de crecimiento y de incremento del empleo. Tenemos que superar los tiempos difíciles, pero hemos de trabajar más duro para que la carga se reparta de manera justa. Nuestra Unión puede sustentar ejemplos significativos para mostrar que este es el enfoque correcto.
Las reformas son necesarias a escala de los Estados miembros, y por supuesto las reformas son necesarias en el ámbito de la propia unión y en la zona del euro en particular. Por eso resulta muy importante establecer lo antes posible la gobernanza económica que fue decidida en el grupo de trabajo, que fue debatida sobre la base de seis propuestas de la Comisión al Parlamento, de modo que todos los implicados en el procedimiento de codecisión alcancen un acuerdo. Esto es muy urgente.
Debemos hacerlo si queremos avanzar en la convergencia del crecimiento económico y en la política económica dentro del marco de la zona del euro. Si podemos conseguirlo mediante acuerdos entre los países de la zona del euro, no solamente tenemos que pensar sobre ello, sino dirigir nuestro trabajo hacia ello para llegar a una conclusión en las próximas semanas y en los próximos meses. Sin embargo, tal vez debamos ir más lejos dentro de la zona del euro de lo que se decidió en el grupo de trabajo involucrado en las propuestas de la Comisión, porque de hecho cuando hay una moneda común existe una mayor necesidad de una política económica común y de un desarrollo económico paralelo entre todos los miembros de la zona del euro.
¿Ha caído el crecimiento económico estructural en el olvido? ¡No! Por eso, justo en mitad de la crisis, en marzo, tomamos una decisión sobre la Estrategia Europa 2020. Por ese motivo, dentro de unos días, en el Consejo de febrero, debatiremos la política de innovación y de energía. En medio de todos los problemas que la crisis nos obliga a afrontar, no debemos pasar por alto las perspectivas a largo plazo, las perspectivas estructurales de crecimiento y de empleo. Además, a muy corto plazo nos estamos preparando para un enfoque global que permita mejorar los instrumentos creados en 2010 para superar la crisis.
Hay un programa, un programa claro. ¿Podemos avanzar con más rapidez? ¡Sí! Como ya he dicho, hay dos obstáculos. El primero se deriva del hecho de que hemos tenido que inventarlo todo en el acto, y el segundo se refiere a la necesidad —porque vivimos en una democracia— de alcanzar un consenso de nuestros veintisiete Estados miembros, nuestras veintisiete democracias.
Señorías, quienes apoyan el proyecto europeo son una gran mayoría en este Parlamento. No caigamos en la tentación de competir entre nosotros para averiguar quién es el más europeo. Creo que la brecha entre quienes apoyan el proyecto y quienes no lo hacen está ensanchándose; pero a pesar de todos nuestros problemas lo importante es mantener nuestro rumbo, conservar la dirección y permanecer centrados. Eso es mucho más importante que los avances registrados por separado. Lo que cuenta es la voluntad común de trabajar en la misma dirección en términos del proyecto europeo, como se dijo en repetidas ocasiones durante el Consejo Europeo de diciembre.
Lo conseguiremos mediante este enfoque gradual y progresivo. Estoy convencido de que vamos en la dirección correcta, y de que existe una voluntad común. Estoy convencido de que finalmente lo conseguiremos.
(Aplausos)
Presidente. – Gracias por su informe, señor Presidente. La próxima reunión del Consejo Europeo tendrá lugar el 4 de febrero, y después, también en febrero, recibiremos el nuevo informe del Presidente Van Rompuy.
Se cierra el debate.
Declaraciones por escrito (artículo 149 del Reglamento)
Bastiaan Belder (EFD), por escrito. – (NL) El Consejo Europeo va a crear un fondo permanente de emergencia para la zona del euro. Esto puede ser necesario si queremos recuperar la confianza de los mercados financieros en los bonos gubernamentales emitidos por los países débiles del euro. Sin embargo, también da pie a preguntas sobre los cimientos de nuestra unión económica y monetaria. Quienes han recibido el encargo de crear este fondo no parecen tener confianza en que los Estados miembros estén elaborando unos presupuestos prudentes o en que respeten las normas del Pacto de Estabilidad y de Crecimiento. Me habría gustado que el Consejo Europeo se hubiera pronunciado más extensamente sobre las disparidades significativas dentro de la zona del euro, y también en las diferentes posiciones competitivas de los Estados miembros.
¿Acaso la diversidad dentro de la unión monetaria es demasiado grande para hacer posible un tipo de interés uniforme? ¿O existen soluciones adecuadas para las diferencias en la posición competitiva, en el presupuesto y en la estructura social y económica de los Estados miembros?
Con este fin, las garantías adicionales para el fondo temporal de emergencia deben ir acompañadas por compromisos concretos y por avances parciales y por reformas estructurales por parte de los países débiles de la zona del euro. Deseo a los Estados miembros del Consejo la sabiduría necesaria para resolver este asunto. Nuestros objetivos deben ajustarse a los acuerdos y garantizar que no permitimos que las cosas vayan demasiado lejos de nuevo. Así pues, tanto los Estados miembros como la Comisión Europea tienen una enorme responsabilidad.
João Ferreira (GUE/NGL), por escrito. – (PT) La naturaleza y los objetivos del proceso de integración capitalista europea están resultando cada vez más evidentes a medida que los efectos de la crisis del capitalismo en la UE se hacen mas profundos, lo que agrava la situación económica y social en varios Estados miembros, empeorando los desequilibrios. El último Consejo Europeo mostró esto con claridad nuevamente. No se pronunció una sola palabra sobre la situación social de la UE, sobre desempleo, pobreza y exclusión social, que han crecido durante 2010, declarado Año de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social. No hubo una sola palabra sobre las causas de todo esto, ni sobre la tributación de las transacciones financieras o sobre la desaparición de los paraísos fiscales. Ahora se nos proponen cambios de un Tratado que iba a durar una generación, con un proceso simplificado, tal y como solicitaron las potencias de la UE, con el fin de crear un mecanismo que consideran «plenamente coherente con las políticas [del FMI]». En el futuro, quieren apretar más la camisa de fuerza a países como Portugal, convirtiéndolos en objeto de una presión degradante, de chantaje y de amenazas relativas al capital financiero, con la complicidad activa de la UE. Todo esto está ocurriendo al tiempo que se intensifican las medidas antisociales y antidemocráticas asociadas a la denominada gobernanza económica y a las «reformas estructurales» requeridas.
Niki Tzavela (EFD), por escrito. – (EL) En su reciente libro, el ex Primer Ministro de Inglaterra, Gordon Brown, dice que, como resultado de las demoras por parte de la UE a la hora de aprobar decisiones sobre la crisis económica en Grecia, la cantidad que ese país necesitaba recibir aumentó en 90 000 millones de euros. El obstruccionismo de Alemania en cuanto a la aceleración del procedimiento para aumentar y reestructurar el fondo de préstamo está teniendo repercusiones sobre Grecia e Irlanda. Por ello, pregunto a la Comisión: ¿Cómo pueden ser compensados los miembros de la Unión que han resultado perjudicados por las decisiones tardías del Consejo? ¿Ayudará la Comisión a Grecia en un intento por averiguar por qué su deuda ha aumentado desde que la crisis griega se hiciese pública?