Presidente. − El siguiente punto del orden del día se refiere a las declaraciones del Consejo y la Comisión sobre la Segunda Cumbre UE/África celebrada en Lisboa los días 8 y 9 de diciembre de 2007.
Manuel Lobo Antunes, Presidente en ejercicio del Consejo. − (PT) Señor Presidente, señor Comisario Michel, Señorías, la Segunda Cumbre UE/África celebrada el pasado fin de semana en Lisboa ha sido, sin duda alguna, un éxito y ha constituido el inicio de una nueva relación entre la Unión Europea y África sobre la base de un diálogo estratégico. Cerca de 80 jefes de Estado y de Gobierno, los Presidentes de los Parlamentos Europeo y Panafricano y representantes de la sociedad civil han transmitido mensajes firmes a los europeos, a los africanos y al mundo.
La traducción concreta del nuevo marco de relaciones entre la Unión Europea y África se encuentra en los documentos aprobados en la Cumbre, documentos que considero de gran calidad: la Estrategia Conjunta, el Plan de Acción y la Declaración de Lisboa. Tales documentos reflejan la especificidad de las relaciones entre Europa y África. Este nuevo enfoque por un lado favorece los canales multilaterales y, por otro, intenta tratar de forma integrada las diferentes dimensiones de las relaciones. Este enfoque constituye también la diferencia que la UE puede aportar, especialmente en comparación con otros actores internacionales.
El tratamiento de África como socio de un diálogo estratégico también se reflejó en el método seguido para la preparación de la Cumbre y de los documentos que se habrían de aprobar en esta reunión. La estrategia, por primera vez una verdadera estrategia conjunta, y el plan de acción fueron el resultado de un trabajo intenso y detallado con la parte africana, especialmente con la Unión Africana, y su elaboración y finalización posterior se encargó a un grupo conjunto de expertos.
También me gustaría destacar aquí el papel constructivo del Parlamento Europeo en el proceso de elaboración de los documentos y la preparación de la Cumbre de Lisboa. La Estrategia Conjunta identificó cuatro ámbitos interrelacionados de interés común, a saber, la paz y la seguridad, el gobierno democrático y los derechos humanos, el comercio y la integración regional y el desarrollo. Para el periodo inicial entre 2008 y 2010, el primer plan de acción prevé ocho asociaciones en materias de interés común dirigidas principalmente a tener unas repercusiones positivas en la vida cotidiana de los ciudadanos africanos y europeos.
La Cumbre de Lisboa confirmó los importantes cambios que se han producido en Europa, en África y en el mundo. En la Europa de hoy, con sus 27 Estados miembros, confluyen prioridades y enfoques de política exterior muy diferentes. La Unión Africana surge como un interlocutor privilegiado de la Unión, cuya agenda incluye también el tema de los derechos humanos y el buen gobierno. Existe, por otro lado, la percepción generalizada de que el conjunto de los desafíos mundiales, como la paz y la seguridad y el comercio internacional, requieren una acción concertada por parte de la comunidad internacional, lo que justificaría el surgimiento de nuevas formas de cooperación. Lo mismo puede decirse de la búsqueda de respuestas a problemas que afectan tanto a Europa como a África, especialmente los efectos del cambio climático, la gestión de los recursos energéticos o los flujos migratorios.
África y la Unión han entendido la necesitad de elevar sus relaciones a un nuevo nivel, y la Cumbre ha constituido un momento en el que esta voluntad se ha vuelto clara e inequívoca. No obstante, la Segunda Cumbre UE/África no debe presentarse como el final del camino, sino más bien como el punto de inflexión de las relaciones entre los dos continentes.
Por consiguiente, la referencia explícita a los mecanismos de seguimiento de las decisiones adoptadas reviste una importancia especial, sobre todo para garantizar una perspectiva a medio y largo plazo. Además de fijar la celebración de estas cumbres cada tres años, se han establecido estructuras de acompañamiento sectorial para los diversos ámbitos del plan de acción a escala ministerial y de expertos, así como una serie de contactos periódicos entre las Comisiones de la Unión Europea y las de la Unión Africana. No obstante, la sociedad civil, las ONG, los sindicatos, los foros empresariales y los grupos de reflexión también deben desempeñar un papel muy importante de aplicación y de control de las medidas previstas.
Por último, me gustaría señalar el papel fundamental de los Parlamentos Europeo y Panafricano en la aplicación de la nueva asociación. Los lazos ya existentes entre los representantes parlamentarios de Europa y de África deben reforzarse. La Presidencia se congratula, como bien comprenderán, con la declaración conjunta presentada por los Presidentes de los dos Parlamentos en la Segunda Cumbre UE/África. Se abre ahora sin duda un nuevo y muy estimulante camino en las relaciones entre Europa y África después de la Cumbre de Lisboa.
Louis Michel, Miembro de la Comisión. − (FR) Señor Presidente, señor Ministro, Señorías, me complace poder informarles de los resultados de la Cumbre de Lisboa. En efecto, no queda mucho más que añadir, ya que el Presidente en ejercicio del Consejo ha descrito admirablemente los extraordinarios resultados de la Cumbre. También me gustaría felicitar a la Presidencia portuguesa por haber organizado esta Cumbre, cuya celebración creo que era urgente, y especialmente por el gran éxito obtenido.
La Cumbre transmitió un mensaje firme y nuevo, el mensaje de un cambio radical en las relaciones entre África y Europa. La Cumbre de Lisboa ha marcado la adopción, como ya se ha dicho, de una nueva visión común, inscrita en una estrategia conjunta, una asociación política entre iguales, sin complejos, liberada, pragmática, y dotada de responsabilidad recíproca. Dicho esto, la Cumbre también ha adoptado ocho planes estratégicos con vistas a traducir concretamente esta nueva visión.
En la Cumbre se entablaron debates intensos, ricos y de gran calidad, que dan fe de la naturaleza nueva de nuestra relación y, por tanto, de su naturaleza política esencial y auténtica. Sí, hablamos de Zimbabue, y muchos líderes europeos, como el Presidente Barroso y la Canciller Merkel, dejaron claro que la política del señor Mugabe es totalmente inaceptable, que no toleramos las violaciones de los derechos humanos y que la política aplicada en ese país perjudica la voluntad de reforma que existe en el continente africano. Muchos dirigentes africanos comparten estas críticas y creo que la Unión Europea debería apoyar plenamente los esfuerzos de mediación africana emprendidos bajo la égida de la Comunidad para el Desarrollo del África Meridional (SADC) y liderados por el Presidente Mbeki.
Sí, también hablamos de Darfur y de la inaceptable situación humanitaria y de seguridad y criticamos la actitud de no cooperación del Gobierno sudanés. Por otra parte, en el transcurso de una reunión en forma de troika con el Presidente de Sudán, indicamos de forma inequívoca nuestras expectativas y exigencias para que el Presidente tome la decisión de permitir el despliegue rápido de la fuerza híbrida con vistas a poner fin lo antes posible a los actos violentos que sabemos que se cometen. Cabe destacar que, de forma general, la democracia, la gobernanza y los derechos humanos han dejado de ser tabú y muchos países africanos han emprendido la vía del progreso, como dicen ellos mismos, no para responder a las expectativas de los europeos, sino para responder a las de sus propios pueblos.
Sí, también hablamos de los acuerdos de asociación económica (AAE) y se alcanzaron acuerdos con numerosos líderes africanos. El Presidente Barroso y yo mismo hemos explicado una y otra vez las cuestiones que sustentan los AAE. También hemos explicado que el auténtico desafío, a corto plazo, consiste en celebrar antes del 1 de enero acuerdos provisionales, no AAE, para garantizar la compatibilidad con las normas de la OMC y evitar de este modo que los países que no son países menos desarrollados se encuentren en una situación más desfavorable a partir del 1 de enero de 2008. Se ha puesto el ejemplo de Costa de Marfil, que al parecer habría perdido alrededor de 750 millones de euros en comercio de bienes si no se hubiese celebrado este acuerdo provisional. El Presidente Barroso ha sugerido que el año próximo los debates sobre los AAE se celebren al más alto nivel con cada una de las regiones interesadas, con miras a celebrar acuerdos de asociación económica dirigidos a lograr una integración económica razonable.
Ciertamente, se trata de temas difíciles. Los hemos recordado sin temer divergencias. Creo que esto dotará a nuestra nueva asociación de la calidad y el nivel de detalle necesarios, pero, Señorías, a partir de mañana nos enfrentaremos a un desafío aún mayor, a saber, la transformación de esta nueva visión política en acciones concretas. Es nuestro deber político presentar resultados concretos para 2010 o, en otras palabras, cuando nos volvamos a reunir en la Tercera Cumbre UE/África. Tenemos la obligación común de lograr resultados.
La estrategia conjunta y su primer plan de acción constituyen el primer programa de trabajo de nuestra asociación y lo dividen, como ha dicho el Presidente en ejercicio del Consejo, en objetivos temáticos y operativos concretos. Ambos documentos conjuntos aprobados en la Cumbre han sido acogidos con satisfacción de forma unánime a la luz de su calidad y su ambición. Este éxito es el resultado de un trabajo muy largo de preparación que comenzó en diciembre de 2005, con la Comunicación de la Comisión sobre una estrategia para África, que se convirtió, en 2007, en una estrategia conjunta UE/África.
La Comisión Europea va a asumir plenamente sus responsabilidades durante la fase de puesta en práctica. Sin embargo, el éxito de la aplicación no incumbe únicamente a la Comisión. Los Estados miembros y nuestros socios africanos también deben ponerse en marcha. Una de las principales responsabilidades de Europa en la aplicación de esta asociación consistirá en la movilización de los fondos financieros. Les recuerdo que los Estados miembros se han comprometido a desembolsar 20 000 millones de euros más por año para 2010. Los últimos resultados indican que nos encontramos en el camino adecuado, pero que, si tomamos en consideración el efecto de la cancelación de la deuda en algunos países, los buenos resultados actuales son sólo relativos.
En segundo lugar, cabe destacar la importancia de repartir mejor el trabajo entre los donantes. Éste es el motivo por el cual del Código de conducta sobre el reparto del trabajo constituye un elemento fundamental.
En tercer lugar, me gustaría también recordar que los Estados miembros se comprometieron en Gleneagles a poner a disposición del programa de «Ayuda para el comercio» mil millones de euros al año, y la mitad de este importe irá a parar a África. Se trata de compromisos políticos públicos. Deseo recordarlo aquí porque éstos son elementos capaces de consolidar y concretar la viabilidad de los planes estratégicos.
Tengo otra reflexión más: actualmente está claro que el compromiso de la Comisión y los Estados miembros no puede estar monopolizado por los ministros de asuntos exteriores o los ministros de desarrollo. Me gustaría que institucionalizásemos el principio de las reuniones ministeriales sectoriales conjuntas y periódicas sobre estas cuestiones. Es evidente que los ministros sectoriales, por ejemplo en los ámbitos de la investigación científica, el comercio, la agricultura y las finanzas, pueden realizar una enorme contribución a la nueva relación con los países africanos.
Como ya tuve ocasión de explicar en la conferencia de los Parlamentos Europeo y Panafricano en Lisboa, también contamos enormemente con el Parlamento Europeo y los Parlamentos nacionales africanos y europeos para reunir y transmitir las opiniones y las expectativas de la sociedad civil. El lugar central concedido a los actores democráticos y las sociedades civiles africanas y europeas, en el mismo núcleo de la asociación estratégica y su aplicación, constituye también una innovación que, espero, permitirá el nacimiento de una auténtica asociación centrada en los pueblos. Las intervenciones de los Presidentes del Parlamento europeo y el Parlamento Panafricano ante los Jefes de Estado y de Gobierno supusieron la consagración oficial de lo anterior.
Por otra parte, me gustaría asegurarles que he tomado buena nota de la petición de los diputados al Parlamento Panafricano en relación con la ayuda financiera a esta institución en el respeto de su autonomía. Ciertamente, estamos dispuestos a considerar con las autoridades presupuestarias la posibilidad de un acceso más directo a la financiación. Les reitero mi esperanza de que podamos un día incluir el Fondo Europeo de Desarrollo en el presupuesto, porque me parece normal y justo que puedan ustedes ejercer el papel de control democrático que les corresponde en el proceso de asignación de las ayudas públicas al desarrollo.
Señorías, antes de la Cumbre había declarado que el principal desafío consistía en dar el tono adecuado a esta asociación política entre África y Europa y enviar un mensaje firme sobre una relación sin complejos, solidaria y pragmática. Creo que la Cumbre de Lisboa ha transmitido justamente ese mensaje. Como ha dicho el Primer Ministro portugués, José Sócrates, tengo la impresión de que existirá un antes y un después de Lisboa en las relaciones entre la Unión Europea y África.
Maria Martens, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (NL) Señor Presidente, señor Comisario, Señorías, la Cumbre ha quedado ya atrás y ha sido un momento histórico y un punto de inflexión en nuestras relaciones con África. Se ha modificado el fundamento de tales relaciones, de forma que se ha pasado del dominio a la cooperación y del monólogo al diálogo. Es justo hablar de una asociación entre iguales. Después de todo, tanto Europa como África son responsables del desarrollo de esta última. Europa es responsable, también, de la política europea, y los gobiernos africanos lo son a su vez de sus políticas.
Cabe destacar la urgente necesidad de una estrategia conjunta, basada en valores compartidos y en el respeto mutuo y dirigida a lograr el bienestar de las personas. También era necesaria una estrategia conjunta que nos permitiese abordar los problemas que afectan a ambos continentes. Me complace que Mugabe no monopolizase todas las intervenciones en la Cumbre. La situación en Zimbabue es inaceptable y es necesario criticar duramente sus políticas. Sin embargo, la Cumbre no trataba únicamente de Zimbabue. Existen otras catástrofes en África que están produciendo muchas víctimas. Baste pensar en Darfur, Somalia y, no lo olvidemos, el Congo.
Señor Presidente, el Parlamento aprobó su informe sobre la estrategia en octubre. La declaración conjunta del Parlamento Europeo y el Parlamento Panafricano se firmó en la reunión parlamentaria previa a la Cumbre. Ambos Presidentes la presentaron en la sesión inaugural de la Cumbre. Los Parlamentos no deberían desempeñar únicamente un papel en la preparación de la estrategia, sino que también deberían cumplir una función de control importante en relación con su aplicación.
En lo que se refiere al plan de acción, desafortunadamente se trata de algo aún muy vago, al igual que las cuestiones de la financiación y la participación estructural de los Parlamentos. Me complacen las promesas del Comisario a este respecto. El plan de acción habla de seminarios, estudios y evaluaciones. Todas estas cuestiones son muy importantes, pero, en última instancia, se deben lograr resultados. Todos sabemos que hay agua, conocimientos y dinero suficientes para mejorar la existencia de África. Mucho depende de la voluntad política. Hagamos que esta estrategia sea realmente un nuevo comienzo para el desarrollo sostenible en África.
Josep Borrell Fontelles, en nombre del Grupo PSE. – (ES) Señor Presidente, también quiero sumarme a las felicitaciones de la Presidencia portuguesa. Era completamente anormal que el mayor bloque comercial del mundo y el continente más pobre hayan pasado siete años sin sentarse juntos a hablarse. Este obstáculo se ha superado. La Cumbre ha tenido lugar, sin duda con muchos elementos de éxito, empezando por su propia existencia.
Los Parlamentos, y en particular éste, están dispuestos a cumplir plenamente su papel de bajar de las musas al teatro, es decir, de las declaraciones a las acciones. Pero debo lamentar, señor Comisario, que la referencia a la dimensión parlamentaria haya sido poco menos que un lip service, porque ninguna de las peticiones que los parlamentarios hicimos en la Cumbre previa sobre líneas de acción concretas y fondos para el desarrollo del papel de los Parlamentos ha sido incorporada a las conclusiones de la Cumbre.
A pesar de eso, el Parlamento seguirá trabajando y señalando los puntos en que no hemos hecho las cosas bien. Y no hemos hecho las cosas bien en materia de los famosos acuerdos de asociación económica. Hay una relación sin complejos, de igual a igual, eso es lo que ha pasado. Se han planteado de una forma clara por parte de algunos dirigentes africanos los problemas que algunos de los enfoques que hemos defendido a capa y espada plantean. No basta con tener razón o razones, se trata de llegar a acuerdos. Los acuerdos son acuerdos, no pueden ser imposiciones. Trabajemos más y mejor para conseguir llegar a acuerdos desde este pie de igualdad que proclamamos en el espíritu de la Cumbre. Este desacuerdo comercial quedará para la historia como uno de los aspectos fundamentales de esta Cumbre.
El otro, es el tema de los derechos humanos. Aquí también ha faltado sustancia. Sí, señor Comisario, han hablado ustedes de Darfur, pero poco. Poco y, casi casi, porque tuvimos que escribirles, algunos parlamentarios, para recordarles que no estaba en el orden del día y que era vergonzoso que África y Europa se reuniesen y no hablasen de Darfur. Se han preocupado mucho una vez más, pero se han ocupado poco. Ya va siendo hora –nos lo han recordado esta mañana– de que nos preocupemos, sí, pero también de que nos ocupemos más y mejor.
(Aplausos)
Thierry Cornillet, en nombre del Grupo ALDE. – (FR) Señor Presidente, señor Comisario, Señorías, me gustaría volver sobre la reunión interparlamentaria entre el Parlamento Panafricano y el Parlamento Europeo para suscitar dos cuestiones en relación con las que es necesaria una visión común incluida en una estrategia común. Como en el amor, las palabras no bastan, hacen falta hechos y pruebas. Así, podríamos aplicar una visión común a dos cuestiones para hacerlas formar parte realmente de una estrategia común.
La primera cuestión, como ha recordado el señor Comisario, es el control presupuestario. Nuestra labor consiste en controlar la salida de fondos y, por consiguiente, es absolutamente necesario, y depende de nosotros, incluir el Fondo Europeo de Desarrollo (FED) en el presupuesto de modo que se pueda ejercer un control presupuestario. Los fondos que salen de nuestras arcas constituyen, naturalmente, ingresos para los diputados a los Parlamentos africanos. Por consiguiente, es absolutamente necesario que ellos puedan también controlar, en el marco del control parlamentario nacional, estos ingresos que, especialmente sobre la base de una política de apoyo presupuestario, dan a menudo un impulso importante a sus políticas nacionales. Así, ha llegado el momento de actuar para poder incluir el FED en el presupuesto y dar a los Parlamentos africanos, en su caso con algo de apoyo, los medios de control presupuestario necesarios.
El segundo punto sobre el que desearía insistir gira en torno a la necesidad de una acción conjunta en el marco del Derecho internacional humanitario. Tal Derecho —tal como ha dicho el Comisario— resulta a menudo pisoteado, algo totalmente inadmisible, y frecuentemente por el sorprendente motivo de que existe alguna guerra. Sin embargo, el Derecho internacional humanitario se aplica justamente sólo en caso de guerra, no en tiempos de paz. Así que, en relación con esta cuestión, podemos insistir juntos, Parlamento Europeo y Parlamento Panafricano al unísono, para que todos los que hayan violado el Derecho internacional humanitario, especialmente durante alguna etapa de lucha por el poder, no encuentren ninguna excusa y podamos imponer sanciones a los responsables. Tales sanciones, sin embargo, no tendrán ningún interés ni se percibirán adecuadamente si no se transmiten sobre el terreno en África y si no cesa esa especie de complicidad pasiva de la que a veces somos testigos. Creo que los parlamentarios africanos se sentirán honrados si llevamos a cabo una reflexión conjunta en este ámbito.
Eoin Ryan, en nombre del Grupo UEN. – Señor Presidente, antes de nada quiero felicitar a la Presidencia y también al Comisario Michel y a los dirigentes africanos por todo el progreso que se ha hecho en la Cumbre. Creo que, con mucha frecuencia, nos fijamos en los aspectos negativos, pero me parece que de esa Cumbre han salido muchas cosas buenas.
El tema principal tratado en la Cumbre fue el de la asociación. Fue una Cumbre de iguales. Pero tenemos que asegurarnos de que eso sea algo más que retórica. Consigamos que esa promesa de asociación se haga realidad. Para ello tenemos que exigir a nuestros socios la misma legislación en materia de derechos humanos y tratarles como a iguales en cuestiones comerciales y económicas.
Queremos establecer una nueva asociación estratégica con África, que ayude a construir un futuro en paz y seguridad para la población africana, que ayude a promover la inversión, el crecimiento y la prosperidad por medio de lazos económicos más fuertes, y que esté basada en una misma visión de África.
Antes de la Cumbre existía cierta preocupación con el Presidente Mugabe – pero creo que ha entendido perfectamente el mensaje − y también con los acuerdos de asociación económica. Me alegro de que haber escuchado al Comisario decir que él y el Presidente Barroso explicaron una y otra vez a los dirigentes africanos las ventajas de dichos acuerdos. Quiero volver a darle las gracias por la reunión que yo y otros grupos hemos tenido con él. Explicaron con mucha claridad las ventajas de los AAE para el futuro económico a largo plazo de África y, evidentemente, para la población africana.
Quiero felicitar una vez más a las personas que han participado en la Cumbre y creo que con ella se ha conseguido un gran impulso y un gran progreso.
Marie Anne Isler Béguin, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (FR) Señor Presidente, señor Presidente en ejercicio del Consejo, señor Comisario, me gustaría empezar por señalar que, en lo que se refiere a la delegación del Parlamento Europeo, hemos asistido a dos cumbres: por una parte, la reunión interparlamentaria con los diputados al Parlamento Panafricano previa a la Cumbre y, por otra, la Cumbre oficial. Señor Presidente en ejercicio del Consejo, creo que no sabe usted qué estatuto hemos tenido en esa reunión, y yo se lo voy a aclarar: el degradante estatuto de observadores, ya que los diputados al Parlamento Europeo, aunque habían trabajado mucho en su preparación, no tuvieron acceso a la Cumbre oficial. Me interesaba decirlo y considero que nosotros, como parlamentarios, representamos a los ciudadanos europeos del mismo modo que los Jefes de Estado y de Gobierno. Así, sería conveniente que, para la próxima cumbre, también nosotros estemos representados en ella.
La Cumbre oficial, no obstante, fue una excelente iniciativa y la posibilidad de celebrarla después de siete años de intentos fallidos constituyó una buena noticia. Creo que la lección más importante que debemos extraer de esta Cumbre se refiere al hecho de que el continente africano se está por fin emancipando y organizando como una unidad africana, y eso es ciertamente una buena noticia. A tal efecto, recuerdo los debates entablados con ocasión de nuestra reunión parlamentaria con el Comisario previa a la Cumbre, donde, justamente, subrayamos la contradicción entre, por una parte, la manifestación política de la visión y el nuevo enfoque de la Unión Europea en sus asociaciones y, por otra, la presión ejercida por la Unión Europea para que se firmen los acuerdos de asociación económica. Me gustaría ahora preguntar al Comisario qué es de tales asociaciones, de los acuerdos provisionales que se debían firmar, porque, le recuerdo que los países africanos han rechazado este tipo de acuerdos y de presión.
Por último, señor Comisario, otra cuestión motivo de preocupación, a saber, la cuestión de la energía nuclear. La pregunta que nos hacemos en el Grupo de los Verdes es la siguiente: ¿por qué se han entablado conversaciones sobre la cuestión de la energía nuclear con los países africanos? Los países africanos necesitan hoy energías renovables. Nuestras tecnologías, la tecnología solar, la fotovoltaica, la eólica, se ajustan muy bien a las condiciones en África. Así pues, ¿por qué traer a colación esta cuestión si conocemos las dificultades que entraña, por ejemplo en Irán en este momento? ¿Por qué, señor Vicepresidente? Se trata de un asunto muy importante. Me gustaría saber qué país ha forzado a la Unión Europa a incluir la energía nuclear en la estrategia. ¿Ha sido acaso mi Presidente, representante comercial de la energía nuclear en todo el mundo? Es absolutamente increíble. África necesita hoy energías renovables.
Luisa Morgantini, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (IT) Señor Presidente, Señorías, creo que podemos sentirnos satisfechos con lo sucedido en Lisboa. Por fin África se presenta, aunque diversa —como, por otra parte, nosotros mismos—, unida y capaz de superar la relación paternalista que se crea entre países donantes y receptores.
La construcción de un asociación política, económica y social forma parte de nuestra estrategia. Por tanto, podemos sentirnos felices por el hecho de que todo lo que afirmamos en nuestros documentos desde el Tratado de Roma de 1957, se haya convertido en realidad. El señor Konaré ha declarado que África desea elaborar su propia agenda y esto es extraordinario y espero que sea de verdad un paso adelante para que África asuma la responsabilidad que le corresponde en la lucha conjunta contra la pobreza, la desertificación y las enfermedades. Las críticas que se han hecho a los acuerdos de asociación económica (AAE) hace tiempo que se vienen expresando en esta Cámara y creo que debemos tener en cuenta el hecho de que hoy no sólo manifiestan esas mismas críticas los grupos sociales, sino también los Gobiernos africanos, lo que nos debe empujar a buscar alternativas.
Los Parlamentos Panafricano y Europeo han materializado su colaboración con mucha decisión, con una relación paritaria, y esto es algo excepcional. También será al mismo tiempo un reto, no obstante, junto con las organizaciones de la sociedad civil, en relación con las políticas que podemos poner en marcha juntos.
Gerard Batten, en nombre del Grupo IND/DEM. – Señor Presidente, el señor Mugabe se atribuyó una victoria diplomática en Lisboa por haber «derrotado a los británicos». En cierto modo, tenía razón. En lugar de acudir él mismo a la conferencia, Gordon Brown envió a la Baronesa Amos, que es, sin querer faltar el respeto a la Baronesa, una personalidad relativamente menor dentro del Gobierno británico. Del mismo modo, enviará a su errante señor Miliband a Lisboa el jueves para que firme el Tratado de Lisboa.
Angela Merkel tuvo que reprochar al señor Mugabe, con una deliciosa moderación casi británica que «Zimbabwe daña la imagen de la nueva África». ¡Eso, desde luego, es totalmente cierto!
El señor Brown tendría que haber acudido a la Cumbre y aprovechado la oportunidad para decirle a la cara al señor Mugabe que es un tirano sediento de sangre que no tiene cabida en la moderna comunidad de naciones civilizadas. Eso habría dado esperanzas al oprimido pueblo de Zimbabwe y habría requerido también una verdadera capacidad de liderazgo, que es precisamente por lo que no se hizo.
Koenraad Dillen (NI). – (NL) Señor Presidente, Señorías, debemos tener el valor de ver enfrentarnos a la verdad. La Cumbre UE/África del fin de semana pasado fue un fracaso y no hace falta ir muy lejos para saber por qué. Puede que se hagan hermosas declaraciones acerca de una nueva asociación estratégica, pero el hecho es, como ya dije en Lisboa, que una asociación satisfactoria entre Europa y África debe basarse en valores y principios compartidos, como la democracia, los derechos humanos y el buen gobierno. Esto no es así en la actualidad.
Europa pone una alfombra roja a los pies de Gaddafi y Mugabe. Para Gaddafi con vistas a asegurarse una serie de lucrativos contratos y para Mugabe para no ofender a los demás socios. No obstante, si los Estados miembros de la Unión Africana siguen apoyando al dictador Mugabe abiertamente, se planteará la cuestión de si sus propias promesas de democracia y derechos humanos valen algo. Lo digo de nuevo: si Europa hubiese tenido que transmitir un mensaje en esta Cumbre, éste habría sido que sólo los sistemas democráticos basados en el Estado de Derecho ofrecen la garantía del progreso y que la ayuda al desarrollo debería condicionarse al cumplimiento de las condiciones democráticas.
Luís Queiró (PPE-DE). – (PT) Señor Presidente, sólo sabremos si la Cumbre UE/África ha merecido la pena cuando, en 2010, se celebre la próxima y se determine si los temas objeto de debate en esta última son nuevos o bien son los mismos que hoy. Éste será el criterio y el momento para evaluar los resultados de lo sucedido este fin de semana en Lisboa. Mientras tanto, sin embargo, podemos hacer algún tipo de balance.
Esta Cumbre se presentó como la cumbre del diálogo, de una asociación auténticamente bilateral, del reparto común de responsabilidades, y esa voluntad es meritoria. En la nueva relación entre europeos y africanos no puede existir un líder, ya que los africanos deben ser los responsables de su propio destino. Nosotros, los vecinos europeos, debemos ser generosos y consecuentes en nuestra ayuda al desarrollo. Si en 2010 estamos en el buen camino para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y hay menos muertes, menos hambre, una mayor democracia, un mayor respeto de los derechos humanos, un comercio más justo y un mayor crecimiento y desarrollo, esta Cumbre habrá sido un éxito. Si, por el contrario, siguen en el poder los mismos dictadores y se hacen los mismos negocios, que reportan enormes beneficios a muy pocos, entonces habrá sido, lamentablemente, una oportunidad perdida.
Alain Hutchinson (PSE). – (FR) Señor Presidente, señor Comisario, después de la celebración de la Cumbre UE/África resultaría conveniente realizar algunas observaciones que tal vez podrían sintetizar el contenido de esta importante reunión. Como decía el Comisario, los resultados de esta Cumbre podrían efectivamente aparecer positivos.
En primer lugar, hace meses, si no más, que pedimos a la Comisión que revise la agenda y el contenido de los acuerdos de asociación económica. En tales ocasiones, la Comisión, o algunos de sus representantes, en todo caso, nos han garantizado que las críticas que formulábamos no eran compartidas por ningún responsable o socio africano, y que lo único que hacíamos era transmitir, me acuerdo de esta respuesta —en comisión—, los perversos argumentos de ciertas importantes ONG. En Lisboa llovieron las críticas de la mayoría de los Jefes de Estado y de Gobierno africanos, tanto sobre el método como sobre el contenido de las negociaciones. Se hizo un llamamiento muy claro para prever el tiempo necesario para firmar acuerdos justos, equilibrados y conformes a los compromisos contraídos por la Unión Europea a favor del desarrollo de África.
Hacía mucho tiempo que pedíamos a la Comisión que garantizase una auténtica coherencia entre sus diferentes políticas. Convenimos en que diversos decenios de cooperación europea al desarrollo con África han fracasado, pero mantenemos que los límites de esta cooperación han sido siempre fijados por la Comisión, recortando por una parte lo que concedía por otra. Después de Lisboa, es evidente que la cuestión ha dejado de ser la sustitución del comercio por la cooperación y se ha convertido en el objetivo de que ambas políticas persigan el mismo fin, a saber, el desarrollo sostenible.
En lo que respecta a la seguridad alimentaria, la lucha contra las enfermedades, los derechos humanos, la migración, y, especialmente, el apoyo a los Estados frágiles, nunca hemos dejado de pedir a la Comisión que hiciese más para y con África y del mejor modo posible. Podemos ver que ése será el caso de ahora en adelante, así que tanto mejor. Ya no podemos seguir ignorando hoy que las demandas de este Parlamento son las de los ciudadanos africanos de a pie, y también las de sus representantes políticos. Por consiguiente, nos complace que se haya incluido por fin a los Parlamentos, tanto tiempo ignorados en el transcurso de este proceso. Esperamos que la próxima cumbre ofrezca la ocasión de evaluar la eficacia de esta nueva estrategia más rápidamente y sin demasiada demora, de forma que podamos confirmar la adecuación de los objetivos y los logros realizados.
Miguel Portas (GUE/NGL). – (PT) Esta Cumbre se hizo realidad porque la Presidencia portuguesa insistió y la Unión Africana recogió el guante. Han salido perdiendo aquéllos que en Europa querían hacer de menos a la Cumbre so pretexto de la presencia en Lisboa de Robert Mugabe. Sin embargo, quien recibe con bombo y platillo al Rey de Arabia Saudí en Londres no está muy autorizado para hablar acerca de los derechos humanos. De forma paralela a la Cumbre, numerosas acciones cívicas denunciaron esta duplicidad entre palabras y actos, la duplicidad de quienes no acudieron a reunión, y también de otros que sí acudieron.
En Portugal, la Cumbre permitió que se hablase de África y de sus problemas, y sólo por eso ya ha merecido la pena. Sin embargo, los que han escuchado a la Presidencia y la Comisión pensarán que se ha tratado de un acontecimiento auténticamente histórico, de un momento que marca un antes y un después, algo que es evidentemente una exageración. En efecto, para los portugueses, tal afirmación reviste un provincialismo luso-tropicalista, baste leer para ello la prensa escrita europea. Se realizaron progresos y el principal de ellos fue que los países africanos elaboraron su propia agenda. Sin embargo, en todos los demás aspectos, sigue habiendo un abismo entre la vanidad de las palabras y la escasez de los resultados obtenidos. Esta Cumbre fue mejor que la de El Cairo, pero eso es poco decir. Lo más difícil es aceptar una responsabilidad conjunta cuando se parte con la idea fija de los acuerdos de asociación económica.
Michael Gahler (PPE-DE). – (DE) Señor Presidente, la celebración de la Cumbre UE/África ha sido positiva. Ahora lo vemos más claro. Tenemos una estrategia y un primer plan de acción. En el Parlamento Europeo haremos un estrecho seguimiento de su aplicación. Como presidente de la delegación para las relaciones con el Parlamento Panafricano, puedo decirles que colaboraremos en este sentido con nuestros homólogos africanos.
En el ámbito del buen gobierno, realizamos una declaración conjunta en nuestra reunión parlamentaria previa a la Cumbre, que incluía la expresión de nuestra convicción de que las medidas para reforzar la capacidad de los parlamentos africanos permitiría a estas instituciones, a las que anteriormente se había pasado por alto, realizar una contribución efectiva a la gobernanza y al control de la aplicación de las políticas. A tal propósito, cabe destacar la necesidad de asignar los recursos necesarios a los programas específicos de la Comisión y los Estados miembros.
En relación con los derechos humanos, vemos cómo los africanos cierran filas cuando en Europa se critican las condiciones existentes en determinados países. Las esporádicas observaciones de algunos delegados que se disociaron de las políticas de Robert Mugabe antes de la Cumbre se transformaron en un frente unido y sin fisuras durante su celebración. Desearía dar las gracias a la Canciller alemana Angela Merkel por haberse manifestado claramente sobre Zimbabue en nombre de todos nosotros.
En lo que respecta a la cuestión de los acuerdos de asociación económica, no obstante, creo que tenemos un grave problema. La Unión Europea no puede desear la efectiva desintegración de la Comunidad para el Desarrollo del África Meridional (SADC) o la Unión Aduanera del África Austral (SACU) a través de la celebración de acuerdos provisionales sólo con determinados países. Sobre esta cuestión, el Presidente Mbeki razona de forma objetiva, mientras que sobre la cuestión de Zimbabue tiende a adoptar una posición más partidista. En relación con los acuerdos de asociación económica, pido al Consejo que dote a la Comisión de un mandato negociador más flexible, de forma que no se produzcan efectos no deseados, como la interrupción de los flujos comerciales con los países que no son países menos desarrollados a partir del 1 de enero simplemente debido a la expiración de los actuales acuerdos comerciales.
Y sí, la compatibilidad de la OMC resulta fundamental, pero también debe ser posible aplicar un cierto grado de creatividad para lograrla. Algunas veces se puede detener el cronómetro durante un breve periodo de tiempo. Después de todo, todos nuestros países también son miembros de la OMC.
Glenys Kinnock (PSE). - Señor Presidente, como ha dicho el señor Gahler, está claro que la Cumbre se ha visto algo ensombrecida por esas reñidas negociaciones en torno a los acuerdos de asociación económica (AAE) y una relación se ha visto ciertamente empañada por esas negociaciones, por mucho que el Comisario y el Consejo se hayan esforzado por conseguir una buena asociación.
Algunos Jefes de Estado expresaron su preocupación, entre ellos el máximo responsable de la Unión Africana, señor Konaré, quien dijo que la Comisión estaba jugando a enfrentar a unas regiones africanas con otras. Esta semana, el Consejo de Asuntos Generales – para decepción de algunos de nosotros – no ha recomendado la flexibilidad que muchos de nosotros queríamos ver, sobre todo frente a los países algo más desarrollados, aunque, tal como yo lo veo, el Reino Unido y los Países Bajos, en particular, han presionado para que así sea. Todavía esa espada de Damocles pende sobre las cabezas de los países algo más desarrollados, los cuales se enfrentan a las consecuencias, tanto económicas como sociales, y a turbulencias económicas que, para nosotros, tendrían que ser absolutamente impensables.
Quedan todavía algunas cuestiones relacionadas con la ayuda al desarrollo, las normas de origen y los compromisos sobre las consecuencias de las ayudas a la agricultura, que no se han abordado en los AAE. Todas ellas son cosas que los estados de África, Caribe y Pacífico (ACP), en general, y África, en este caso, pedían. No basta con que la Comisión diga que los que criticamos a los AAE estamos, en cierto modo, a la sombra de las organizaciones no gubernamentales, que los estados ACP están mal informados y son inducidos a error por algunas personas y que se trata únicamente de cumplir con las normas de la Organización Mundial del Comercio. Este tipo de argumento realmente no sirve cuando vemos la peligrosa situación que atraviesan los países algo más desarrollados.
Quiero decir, por último, que nuestros ciudadanos europeos no aceptarán que, en 2008, pueda empeorar más aún la situación de los países pobres, y nosotros no podemos defender ni permitir que eso suceda. Instamos a la Comisión a mostrar flexibilidad.
Gabriele Zimmer (GUE/NGL). – (DE) Señor Presidente, permítame referirme a algunos de los resultados de la Cumbre que creo que revelan sobre todo la falta de una política de desarrollo coherente. El positivo marco creado para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y los objetivos en materia de clima está siendo destruido de nuevo debido a la presión cada vez mayor que se ejerce en relación con las negociaciones sobre los acuerdos de asociación económica y, en mayor medida, debido a la aplicación de una política energética que pretende satisfacer las necesidades de las grandes empresas.
Los acuerdos de libre comercio se firmarán a título individual, lo que significará que incluso las áreas económicas regionales establecidas en África volverán a segmentarse. En el ámbito de la política energética la única preocupación se refiere a la satisfacción de las necesidades de los inversores europeos y la tendencia a la exportación de centrales nucleares a África es, desde mi punto de vista, algo escandaloso.
Sobre la cuestión de la gestión de la inmigración, se han vuelto a hacer grandes promesas. Tales promesas, sin embargo, contradicen lo dispuesto en los proyectos de directivas sobre migración selectiva que el Comisario Frattini ha presentado. Creo que es urgentemente necesario que se retiren esos proyectos, porque de otro modo la movilidad y la libertad de circulación entre Europa y África seguirán siendo una quimera.
PRESIDENCIA DE LA SRA. WALLIS Vicepresidenta
Marie-Arlette Carlotti (PSE). – (FR) Señora Presidenta, en Lisboa África y Europa han hablado de política al más alto nivel y eso es una buena noticia. Sin embargo, me gustaría estar segura de que ambos continentes hablan el mismo idioma, principalmente sobre tres cuestiones fundamentales. En primer lugar, una asociación entre iguales. Alpha Konaré subrayó en la Cumbre que África no necesita ni caridad ni paternalismo. Y la declaración de Lisboa lo confirma: estableceremos una asociación entre iguales. Pero Europa ha tratado a menudo este compromiso a la ligera o a la carta y ha impuesto su propia agenda cuando se trataba de sus intereses: sobre el terrorismo, sobre las migraciones y, en este momento, sobre los acuerdos de asociación económica.
En segundo lugar, una asociación de los pueblos. También esperamos que se actúe en relación con este tema. La nueva asociación debe reunir de forma aún más sistemática a las sociedades civiles, así como a los representantes de los pueblos, es decir, a los Parlamentos, especialmente a través del apoyo de las capacidades de los Parlamentos africanos. Éste es el mensaje de la declaración común del Parlamento Europeo y del Parlamento Panafricano y espero que este mensaje se escuche.
Por último, en relación con la cuestión de las migraciones: los europeos y los africanos tuvieron la oportunidad en Lisboa de transmitir un mensaje político firme que habría colocado los derechos humanos en el centro de nuestra asociación. Temo verdaderamente que Lisboa haya sido una oportunidad desaprovechada. La nueva estrategia sigue haciendo hincapié sobre la protección de las fronteras más que sobre el derecho de los migrantes. Esto significa que Europa va a poder seguir, aquí o allá, haciendo caso omiso de los derechos de los migrantes en su territorio porque, en efecto, ha contraído muy pocos compromisos en su plan de acción «Migración, movilidad y empleo».
Ana Maria Gomes (PSE). – (PT) La Cumbre UE/África se hizo realidad gracias a los continuos esfuerzos diplomáticos y políticos de la Presidencia portuguesa. Europa ha dicho que ha sido un éxito, pero dudo mucho que África diga lo mismo, especialmente la África de los hombres y mujeres que luchan contra regímenes opresivos y cleptómanos. Ellos saben perfectamente que la mayor parte de sus representantes no tienen ninguna intención de respetar los compromisos contraídos legítimamente en la Cumbre. Comprobar los resultados de la estrategia conjunta y el plan de acción aprobados está en manos de la Presidencia portuguesa.
Como las terribles tragedias a las que África se enfrenta en Darfur y en Somalia sólo se mencionaron brevemente en la Cumbre, cabe pasar a aplicar medidas prácticas. ¿Cuándo avanzarán las fuerzas europeas en Chad, tal como se prometió para el verano pasado? ¿Cuándo emprenderá la UE una acción enérgica contra el régimen sudanés que impide a la fuerza híbrida enviada por mandato del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas proteger a la población civil en Darfur? ¿Cuándo se enviarán tropas o se realizará otra contribución por parte de Europa para que las tropas invasoras etíopes se retiren de Somalia, tal como decidió el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas?
La organización de cumbres no justifica que se olviden estas cuestiones tan urgentes, que ponen en tela de juicio la credibilidad de la UE ante millones de africanos y de europeos. Debemos demostrar que la protección de vidas en Sudán, en Somalia, en el Congo oriental y en otros países en África cuenta más que la firma de contratos en la tienda del criminal de Gaddafi.
Manuel Lobo Antunes, Presidente en ejercicio del Consejo. − (PT) Señora Presidenta, señor Comisario, voy a ser franco como lo han sido algunas de sus Señorías, algunas más que otras. La Cumbre UE/África ha sido un éxito. Sin el apoyo ni las limitaciones de un texto escrito, me gustaría hacer algunos comentarios. Me acuerdo perfectamente del momento en que, a comienzos de la Presidencia portuguesa, e incluso en la fase de preparación de la Presidencia, incluimos como uno de nuestros objetivos la celebración de la Cumbre UE/África, los comentarios, las dudas, a veces incluso las críticas manifestadas por haber incluido esta Cumbre entre nuestros objetivos.
Algunos decían: «África no suscita en la opinión pública ni en la sociedad, ni en los Estados miembros, ni en las instituciones, el interés necesario o el empeño necesario para poder celebrarla: como Presidencia, os quedaréis solos y recibiréis poco apoyo. África no entra en la agenda internacional, no interesa». Otros decían: «hay cuestiones de participación, de organización, que son difíciles, si no imposibles de resolver». Nos desalentaban para que no llevásemos adelante este proyecto. Pero la verdad es que también, con el apoyo de muchos Estados miembros, que colaboraron de forma efectiva con nosotros, con la Presidencia, en la preparación de los textos, en la negociación directa también de los textos con los africanos, con el apoyo de las instituciones de la Unión Europea, Comisión y Parlamento, y en contra de lo que decían los críticos y los escépticos, resolviendo también cuestiones diplomáticas delicadas y difíciles, conseguimos, como se dice en Portugal «contra viento y marea», celebrar esta Cumbre. No diré si ha sido o no ha sido histórica, el futuro lo decidirá. Pero no hay duda de que se trata de una Cumbre que marca una nueva fase en las relaciones entre Europa y África y su celebración, por sí misma, fue todo un éxito.
Como el Comisario Michel ha dicho, no evitamos en la Cumbre, en nuestro diálogo global con África, los problemas, las dificultades o las diferencias. Al contrario. Hablamos de los problemas, de las dificultades y de aquello que nos separa. Hablamos del comercio, de la seguridad, de los conflictos, de la violación de los derechos humanos, cara a cara, con franqueza y de forma transparente. No obstante, el objeto de la Cumbre no era, evidentemente, la negociación de acuerdos comerciales —no era ése el lugar adecuado para hacerlo—, ni tampoco la resolución inmediata de la cuestión de Sudán. Tampoco tenía por objeto, naturalmente, resolver de forma urgente, como en un pase de magia, la situación en Zimbabue. No obstante, ambas partes nos enfrentamos a estas dificultades, las examinamos, expresamos nuestros puntos de vista y, cuando existían diferencias, no guardamos silencio sobre dónde residían éstas.
El mensaje transmitido por la Unión Europea en relación con todas estas cuestiones fue completamente inequívoco. Como saben, examinamos la cuestión de Sudán tanto en la sesión plenaria como después en una reunión ministerial de la troika. También defendimos nuestra posición, la posición de la Unión Europea, en relación con los acuerdos de asociación económica. El señor Mitchell podrá hablar sobre este tema de forma más detallada, pero tuvimos ocasión de explicar de forma clara cuál es la posición de la UE sobre los acuerdos de asociación económica. Intentamos celebrar acuerdos justos y equilibrados, que favorezcan a África, que favorezcan a nuestros socios africanos. Ésta es nuestra posición y no todo lo contrario. Quiero dejar esta cuestión absolutamente clara. Intentamos responder a los intereses y las aspiraciones de los africanos y no cualquier otra cosa. Los que, a propósito de lo anterior, atacan, critican o restan importancia al esfuerzo de la Comisión y también del Consejo en apoyo de la primera, para celebrar el mayor número posible de acuerdos de asociación económica hasta finales de este año, se equivocan.
Por el contrario, todos lo que dicen que la Cumbre, por sí sola, no es el final del camino ni tampoco revolucionará las relaciones con África, tienen razón. Sin duda, debemos hacer un seguimiento de las decisiones tomadas. El verdadero valor de esta Cumbre, su verdadera importancia, se evaluará, efectivamente, a medio y largo plazo, a través de nuestra capacidad de cumplir los acuerdos celebrados, las decisiones tomadas y los compromisos contraídos. Por consiguiente, debemos realizar un seguimiento de las decisiones tomadas. Debemos evaluar los resultados obtenidos y, sólo entonces, cuando se realice esa evaluación a medio y largo plazo, podremos decir con toda propiedad si la Cumbre tuvo éxito en lo que se refiere a sus consecuencias y sus efectos.
Sin embargo, como he dicho, el hecho de haber acordado una estrategia conjunta, un plan de acción concreto y mecanismos de seguimiento específicos, de haber examinado temas tan importantes, tan actuales, tan contemporáneos como el cambio climático o las cuestiones de la integración, de la energía o la inmigración, nos dice que la Cumbre ha supuesto un paso hacia adelante, un paso de madurez en nuestras relaciones con África. Hemos esperado siete años para ir de El Cairo a Lisboa. Tenemos la absoluta certeza de que esperaremos mucho menos para volver a celebrar una cumbre entre Europa y África. La importancia, la utilidad, el significado de esta Cumbre se habrán de proyectar, sin ninguna duda, en la necesidad de la celebración de otra cumbre a corto plazo. Como comprenderán, la Presidencia portuguesa, naturalmente, se complace por este acontecimiento, esta iniciativa que compartimos todos, y agradece a todos su colaboración, su empeño y su esfuerzo para que esta Cumbre pudiese ser un éxito.
Louis Michel, Miembro de la Comisión. − (FR) Señora Presidenta, Señorías, intentaré responder rápidamente a las cuestiones suscitadas y después me detendré un instante sobre los acuerdos de asociación económica.
Dos oradores han lamentado una insuficiente participación del Parlamento Europeo. Debo decir que tal vez pueda hacerse mejor, pero, sinceramente, en relación con otras grandes reuniones internacionales del pasado, tengo la impresión de que, por lo menos hoy, el Parlamento Europeo se encuentra plenamente integrado en este proceso. Por lo demás, o en todo caso por lo que a mí respecta, debo decirles que siempre me ha complacido sobremanera debatir con sus Señorías e incluso manifestar una posición contraria, porque eso me permite ajustar mi propia posición. Cambio con bastante frecuencia de opinión gracias a ustedes, y no por agradarles, sino porque sus Señorías me convencen.
La segunda cuestión se refiere a Darfur y Sudán. Me gustaría decir, para empezar, como también ha dicho el Presidente en ejercicio del Consejo, que la prioridad de la Cumbre no era solucionar esta cuestión. No obstante, organizamos una reunión de la troika con la Presidencia portuguesa, el Presidente Barroso, el Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común y yo mismo. Nos entrevistamos con el Presidente sudanés y les puedo decir que el mensaje transmitido en esta ocasión fue un mensaje que, en su tono y su contenido, refleja sobradamente las duras críticas que he oído hoy aquí. Se dijo claramente al señor Bachir que era necesario dar una respuesta positiva con la mayor brevedad a las Naciones Unidas para permitir el despliegue rápido de esta fuerza híbrida, ciertamente necesaria para mejorar en alguna medida la situación de las personas que se encuentran en Darfur.
Señor Cornillet, debo decirle que estoy completamente de acuerdo con su intervención en relación con el Derecho internacional humanitario. Como sabe, ayer mismo me entrevisté con todos los operadores socios de ECHO. Eran muchos y abordé con ellos la cuestión del Derecho internacional humanitario. Retomé la propuesta de la que usted me había hablado y acordamos organizar, en abril o en mayo, una gran conferencia sobre esta cuestión. También les comuniqué que invitaría, aunque en realidad no estoy facultado para ello, al Parlamento Europeo y los Parlamentos nacionales a participar en esta conferencia, si es posible, y si el Parlamento Europeo está interesado en ello, porque, en efecto, observo cotidianamente una banalización del respeto del Derecho internacional humanitario extremadamente grave. Hasta el punto de que, cuando estaba sobre el terreno, en un cierto lugar, hablando con el responsable del acceso de la ayuda humanitaria, le dije: «bueno, pero no respetan ustedes en absoluto el Derecho internacional humanitario», y él me respondió: «sí, pero tiene usted que comprender que se trata de una situación de guerra». Es evidentemente dramático tener que escuchar estas palabras, porque esta posición contradice el fundamento y el origen del Derecho internacional humanitario. Por consiguiente, tenemos intención de avanzar en relación con esta cuestión, créanme.
En lo que se refiere a la energía nuclear, señora Isler Béguin, puedo decirle que efectivamente suscita usted una cuestión que también llama mi atención. Simplemente puedo decirle que nos lo han pedido nuestros socios africanos, creo, más por una cuestión de principio, sin duda, que por una cuestión de fondo. En todo caso, comparto evidentemente las reticencias que ha manifestado. Primero se les pidió que hablasen acerca del aspecto de la no proliferación de armas de destrucción masiva, y respondieron: «de acuerdo, hablamos de ello, pero entonces no hay motivos para no hablar de la utilización de las aplicaciones civiles de la energía nuclear». Bien, ello también forma parte del clima actual. Yo también lo lamento como usted, pero han sido ellos quienes nos lo han pedido y no se puede negar a nuestros socios siquiera hablar sobre ello. En todo caso, no se trata en absoluto de desarrollar todo un sector de la energía nuclear en África. Hemos aceptado hablar de la energía nuclear y también que sea objeto de debate entre nosotros, porque ya se dijo al principio que ningún tema era tabú. Por consiguiente, creo que debemos ser coherentes.
Me gustaría abordar dos cuestiones más, y luego terminaré hablando de los AAE. Creo que la señora Zimmer ha dicho que existe un interés especial en servir los intereses de los grandes inversores europeos. Volveré sobre ello cuando hable de los AAE, pero evidentemente no estoy de acuerdo con esta afirmación. Me puedo quedar en esta Cámara durante otros quince días, día y noche, y seguiré sin aceptar esta clase de crítica. Por un motivo muy sencillo. Desde hace varios meses, participo en estas negociaciones, pero yo no negocio, únicamente participo en las negociaciones. En ningún momento me ha parecido que el objetivo fuese favorecer a la economía o las empresas europeas. Los que hacen este tipo de afirmaciones, creo que se equivocan, bien porque están mal informados, bien porque realmente actúan de mala fe. Creo, sin embargo, que están mal informados, porque uno nunca actúa de mala fe. En todo caso, considero que en relación con esta cuestión estas observaciones son muy injustas.
Me gustaría hablar ahora de los acuerdos de asociación económica. En relación con los acuerdos provisionales, me gustaría preguntar: ¿cuáles son sus objetivos? ¿Acaso se han celebrado para apoyar a las empresas europeas? En absoluto. En realidad el objetivo que persiguen es proteger a los países de renta media que, de otro modo, como saben ustedes muy bien, entrarían dentro del régimen de preferencias generalizadas, algo evidentemente menos ventajoso que el sistema en el que se incluyen hoy, que es el régimen equivalente para los países menos desarrollados, en otras palabras, la iniciativa «Todo menos las armas». Por consiguiente, si a finales de este año, y a pesar de toda mi buena voluntad, los países en cuestión no firman ningún otro acuerdo que les ponga en pie de igualdad con el que tenían hasta hoy, ciertamente perderán muchos mercados, y ya he mencionado el ejemplo de Costa de Marfil. Este otro acuerdo es el acuerdo provisional. ¿Con quién hemos celebrado tales acuerdos provisionales? En la mayoría de los casos con los países de renta media que, de otro modo, entrarían en un sistema claramente más desfavorable que el régimen en el que se encontraban hasta ahora. ¿Acaso se ha hecho esto para proteger a nuestras empresas, para abrir a nuestras empresas canales de penetración o de invasión de África? Eso no es cierto.
Entonces, ¿qué hemos propuesto? Hablaré ahora del fondo de los acuerdos, porque la verdad debe prevalecer. Estoy dispuesto a escuchar a todos y a comprender todo e incluso a compartir algunas de las observaciones y las críticas de esta Cámara. Pero, ¿qué hemos propuesto? Hemos propuesto periodos transitorios de entre 15 y 25 años. El señor Wade dice que se va a inundar su mercado con productos agrícolas europeos subvencionados. Eso es precisamente a lo que quiero llegar. Los productos agrícolas pueden ofrecer protección en el 20 % que no se ha liberalizado. No entiendo muy bien qué quiere decir. Por otra parte, al señor Wade no le afecta directamente. Ciertamente, tiene derecho a expresarse en nombre de toda África, pero a él no le preocupa porque su Estado es un país menos desarrollado y además está incluido en la iniciativa «Todo menos las armas». El señor Mbeki, al que admiro mucho y con el que me llevo muy bien, denuncia los AAE, pero eso es fácil de hacer. Tiene un acuerdo de asociación especial con nosotros. Así, podemos preguntarnos hasta qué punto no teme que todos los demás países de la región se conviertan en sus competidores. No hablo de mala fe, simplemente digo que podemos hacernos esta pregunta. No creo que sea el caso, pero podemos preguntárnoslo.
En cuanto al señor Konaré, Presidente de la Comisión de la Unión Africana, es un abogado brillante, y su vocación también incluye reunir las preocupaciones que escucha a su alrededor. Todo ello es legítimo. Sin embargo, señor Hutchinson, cuando afirma «todos los líderes africanos dicen que...» eso no es cierto. No son todos los líderes africanos. Ciertamente, algunos nos han formulado determinadas preguntas. Por ejemplo: «¿qué va a pasar, señor Michel, cuando se hayan eliminado las barreras arancelarias? Vamos a perder dinero y nuestros medios presupuestarios. ¿Cómo vamos a hacer para pagar a los profesores, a los policías, a los funcionarios, etc.?», a lo que nosotros hemos respondido: «podéis crear fondos regionales y celebraremos con vosotros lo que denominamos "acuerdos de contribución", es decir, la disponibilidad de recursos financieros que corresponderán, como mínimo, al impacto fiscal neto de la eliminación de las barreras arancelarias, de forma que se compensen totalmente las pérdidas y para que contéis con los medios necesarios para financiar los servicios del Estado, etc.».
Se trata de un sistema asimétrico y un periodo transitorio. ¿Qué más hemos hecho? Hemos preparado con estos países, a petición propia, porque ellos han establecido el contenido de los acuerdos, una serie de matrices genéricas. ¿Qué significa este término un poco burocrático? Una matriz genérica es una especie de plan que contiene todos los proyectos, todos los sectores, la esencia de las medidas de acompañamiento que estos países quieren para acompañar justamente la apertura progresiva de los mercados si lo desean: transferencia de tecnología, mayor capacidad y experiencia, obras de infraestructura, de interconexión o de mejora del acceso a las regiones remotas, todos estos aspectos.
También he preparado, por comunidad económica regional, un memorando financiero, una especie de compromiso, por escrito y con cifras, acerca de los medios que la Unión Europea pone a su disposición. Sólo hay una cosa que no puedo hacer, y es prometerles el dinero que los Estados miembros prometieron en Gleneagles. Prometieron mil millones de euros, y al menos la mitad de esa cantidad para África. Espero que cumplan esta promesa. Eso será a partir de 2020, en concepto de «Ayuda para el comercio». Así que es una aportación de dinero adicional. Hemos más que duplicado el fondo regional del que hablaba antes. Todo eso está sobre la mesa.
Debo confesar que la principal inquietud que tengo se refiere al aspecto de la «integración económica», porque, para mí, en relación con el capítulo del «desarrollo», será inicialmente el aspecto de la «integración económica» el que les permita crear riqueza, que podrán utilizar evidentemente para financiar servicios sociales y para redistribuir prosperidad entre sus conciudadanos. Sin embargo, es cierto que no hemos avanzado demasiado en este sentido por el motivo mencionado anteriormente.
Así, probablemente examinaremos durante todo el año que viene esta cuestión de los AAE regionales, con miras a crear, mantener y consolidar esta dimensión de la integración económica. Les confieso que después de haber dado todo, todo lo que nos han pedido, la respuesta ha sido positiva. Ello era así en el ámbito financiero, y en todo caso dentro de los límites presupuestarios, en los ámbitos de los planes técnico-jurídicos, institucional e incluso político. Lo cierto es que cuando se negocie en 2008 para tratar de conseguir la integración regional, deberemos ser muy convincentes y presentar los argumentos necesarios. No se preocupen, les oiremos, les escucharemos... Intentaré hacer todo lo posible para responder a sus preocupaciones, sus incertidumbres y sus preguntas, para poder tranquilizarles de forma concreta. Pero debo decir que, aparte de ese complemento de mil millones de euros —y de ellos, quinientos millones deberán ir a parar a África—, no tengo muchos argumentos más. Ya veremos qué surge de todo esto.
En cualquier caso, me siento un poco molesto cuando oigo decir que hemos chantajeado a nuestros socios. Nunca hemos hecho tal cosa por una razón muy sencilla, y es que nada nos facultaba para poder hacerlo. En primer lugar, tampoco lo habría hecho por principio. No podemos obligar a nuestros socios a firmar acuerdos. Perdónenme, pero eso es demasiado simple. Puedo ver el resultado. También quería informarles acerca de la situación actual de los países que han firmado, para enseñarles que hay muchos más países de los que parece que ya han firmado y que han comprendido el mecanismo.
El último elemento para completar la intervención se refiere a los países menos desarrollados que, hoy, se benefician de la iniciativa «Todo menos las armas» y que, por consiguiente, tienen un acceso completo e ilimitado a nuestros mercados. Se me preguntaba qué iban a perder estos países. De hecho, no pierden nada, y tendrán la oportunidad de beneficiarse de normas de origen especialmente generosas. ¿Cuáles son esas normas de origen especialmente generosas? Actualmente, para que un producto se considere procedente de un Estado socio, tal producto debe haber sido sometido al menos a dos procesos de transformación. A partir de ahora contaremos sólo una transformación. Por ejemplo, en el caso de la pesca capturada en sus aguas e importada en la Unión Europea, eso será suficiente. Se tratará ya de una transformación y, por consiguiente, tendrán acceso a nuestros mercados sin cuotas y libres de impuestos. Ahí reside la gran diferencia. Existen unas posibilidades enormes de las que actualmente se privan.
Quería decirles todo esto y evidentemente estoy dispuesto, cuando lo deseen, a volver a repetir la experiencia. Formúlenme preguntas o remítanme preguntas por escrito. Les prometo que intentaré responderles total y sinceramente. Si tienen una pregunta a la que doy una respuesta que parece no ser lo suficientemente adecuada o incluso falsa, no tengo ningún inconveniente en reconocerlo y rectificar, se lo puedo garantizar. Hasta ahora he escuchado todas las preguntas, las he comprobado, y me he implicado mucho. Sin embargo, aún no he escuchado una pregunta que no recibiese una respuesta precisa, concreta y sincera.
La Presidenta. − El debate queda cerrado.
Declaraciones por escrito (Artículo 142 del Reglamento)
John Attard-Montalto (PSE), por escrito. – La Cumbre de países europeos y africanos tuvo lugar los días 8 y 9 de diciembre en Lisboa, Portugal. A ella asistieron más de 70 Jefes de Estado y de Gobierno.
La contribución de Malta se centró en la cuestión de la inmigración irregular.
Malta está interesada en que África sea vista como una responsabilidad de Europa. Las ayudas concedidas y las inversiones realizadas en África harán que menos personas de ese continente se vean obligadas a abandonar su país en busca de una vida mejor. La mayoría de los inmigrantes irregulares que llegan a Malta proceden del África Subsahariana y son inmigrantes económicos. Pero la situación podría deteriorarse a partir del 31 de diciembre de 2007, cuando expiren los acuerdos comerciales preferenciales generales.
La mayoría de los países africanos han rechazado la propuesta de «acuerdos especiales de asociación». Sólo uno de cada cinco ha firmado acuerdos provisionales. Y aunque se prorrogue el plazo de expiración, a todos los países les interesa firmar acuerdos provisionales que amortigüen las consecuencias económicas negativas tras la expiración de los «acuerdos preferenciales».
Otros inmigrantes irregulares que llegan a Malta son refugiados políticos. El hecho de haber omitido de la agenda original las violaciones de los derechos humanos en Darfur y Zimbabwe no augura nada bueno para los que no tienen voz y siguen sufriendo en silencio.
Richard Corbett (PSE), por escrito. – El Consejo Europeo tiene que prestar atención a Myanmar, donde la situación sobre el terreno sigue siendo desesperada
Las sanciones de la UE, decididas el 15 de octubre, se aplican a los dirigentes del régimen, a sus seguidores y a quienes se benefician de sus políticas, e incluyen sanciones comerciales en los sectores – madera, minerales, metales, gemas – que generan la mayor parte de los ingresos que obtiene el régimen.
¿Pero es suficiente con eso? El Consejo Europeo tiene que evaluar la situación y establecer qué otras medidas puede adoptar la UE para favorecer un cambio real en Myanmar. Es hora de aplicar otras medidas restrictivas, como la prohibición de nuevas inversiones.
Pedro Guerreiro (GUE/NGL), por escrito. – (PT) Aunque es demasiado pronto para determinar las repercusiones reales de las decisiones adoptadas en la Cumbre UE/África, y a pesar de ciertas contradicciones, debería acogerse con satisfacción el rechazo por parte de los países africanos de los acuerdos de libre comercio (denominados «acuerdos de asociación económica») de la UE .
De forma algo irónica, este rechazo —a pesar de todas las inadmisibles presiones y chantajes de la UE— de tales «acuerdos de asociación económica» por parte de algunos países africanos representa un verdadero ejemplo de lo que, al final, es el famoso «buen gobierno» tan proclamado por la UE. En otras palabras, representa la defensa del control del Estado sobre su economía.
En nuestra opinión, una efectiva cooperación para el desarrollo exige el respeto de la soberanía nacional, la independencia política y económica, el derecho de los pueblos a decidir su presente y su futuro y a definir y construir su Estado y su proyecto de desarrollo. Esta cooperación solidaria es incompatible con los objetivos y visiones, más o menos disimulados, de la injerencia, la explotación y el pillaje de los recursos y del control político-económico.
Se ha dicho que la Cumbre UE/África ha vuelto una «nueva página». Por nuestra parte, seguiremos interviniendo para que en esa página no sigan (re)escribiéndose las ambiciones neocolonialistas de la UE y sus grandes multinacionales.