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RC-B6-0209/2008

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PV 07/05/2008 - 13
CRE 07/05/2008 - 13

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PV 08/05/2008 - 5.6
CRE 08/05/2008 - 5.6
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Acta literal de los debates
Miércoles 7 de mayo de 2008 - Bruselas Edición DO

13. Consejo Económico Transatlántico (debate)
Acta
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  Presidenta. − El siguiente punto se refiere a la Declaración de la Comisión sobre el Consejo Económica Transatlántico.

 
  
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  Günter Verheugen, Vicepresidente de la Comisión. − (DE) Señora Presidenta, Señorías, en su conjunto la Unión Europea y los Estados Unidos representan el 60 % del producto interior bruto mundial y el 40 % del comercio mundial. Los servicios comerciales transatlánticos y los flujos de revisión equivalen a 3 000 millones de dólares al día. Las relaciones económicas transatlánticas crean empleos para 14 millones de personas. Tal es la magnitud del tema sobre que debatiremos hoy.

En abril de 2007, la Unión Europea y los Estados Unidos firmaron un acuerdo marco para fortalecer la integración económica transatlántica entre los Estados Unidos y la Unión Europea. Este acuerdo se basa en el reconocimiento no sólo de que la Unión Europea y los Estados Unidos son el socio comercial más importante de la otra parte sino, asimismo, de que compartimos intereses y desafíos, así como una amplia gama de valores, tales como el compromiso con el libre comercio y la apertura de las inversiones, el compromiso con una competencia libre y no distorsionada, el respeto por los derechos de propiedad, incluida la propiedad intelectual, y la protección eficaz de los consumidores, los trabajadores y el medio ambiente.

El acuerdo transatlántico constituye un refuerzo de nuestros compromisos comunes de lograr una cooperación económica más estrecha y acelerar el desmantelamiento de las barreras transatlánticas al comercio y la inversión. El Consejo Económico Transatlántico se creó para garantizar que dicha cooperación funcione. Su objetivo consiste en desmantelar las barreras a un auténtico mercado transatlántico. Al mismo tiempo, sin embargo, compartimos desafíos derivados de nuestras relaciones con otros países. El Consejo Económico Transatlántico ha demostrado ya que es un foro valioso de diálogo estratégico sobre el modo de obrar en relación con China y con la financiación estatal. La seguridad de los productos importados y la reivindicación de los derechos de propiedad intelectual en terceros países son ejemplos concretos de cooperación práctica en asuntos concretos.

La mayor barrera al comercio entre nuestras economías altamente desarrolladas la constituyen las diferentes normas y los diversos planteamientos reglamentarios. Se ha procedido a la práctica eliminación de las barreras arancelarias al comercio a través de las ocho principales rondas sobre comercio celebradas a lo largo de los últimos 60 años. Las barreras no arancelarias, tales como una reglamentación innecesariamente estricta y unos procedimientos administrativos que restringen el comercio, constituyen ahora el principal tipo de barrera. Tales barreras son a menudo menos visibles y más complejas y pueden ser asimismo políticamente sensibles, toda vez que, con frecuencia, son el resultado de decisiones políticas internas deliberadas.

Para nosotros es una buena noticia que los Estados Unidos, país que, en el pasado, ha tratado siempre con gran escepticismo la reglamentación que no ha adoptado el propio país, cada vez se muestre más abierto a la cooperación internacional en materia de reglamentación, sobre todo con nosotros. La decisión de la Securities and Exchange Commission (SEC) de los Estados Unidos de aceptar las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF) representó un avance histórico.

Como Presidente europeo del Consejo Económico Transatlántico he comprendido un importante concepto en esta etapa temprana: la cooperación transatlántica no es posible sin liderazgo político. Convenir en que es deseable tener un mercado sin barreras comerciales es una cosa. No obstante, en cuanto comenzamos a abordar barreras concretas, hallamos que la integración económica exige una gran cantidad de trabajo duro, paciencia, perseverancia y, como he dicho, liderazgo político. Por cierto, así fue también cuando quisimos hacer realidad el mercado interior europeo. Recuerdo que treinta años de integración económica y política sentaron las bases de nuestro proyecto de mercado interior europeo.

La modificación de la reglamentación vigente y de los procedimientos arraigados no siempre es popular. Siempre habrá grupos que, gracias al statu quo, no tengan que renunciar a sus privilegios. Otros grupos se sienten siempre amenazados en casa. Cuando cedemos y aliviamos dicha presión, perdiendo de vista las ventajas para la economía europea en su conjunto, nos estamos aislando y estamos enterrando nuestra cabeza colectiva en la arena.

Hoy desearía señalar no sólo que la integración económica y la reducción de la carga reglamentaria se están viendo obstaculizadas por los reglamentos en vigor sino, asimismo, que las nuevas iniciativas legislativas pueden redundar en perjuicio del objetivo apetecido. Un ejemplo lo constituye la ley aprobada por el Congreso de los Estados Unidos que propone que se someta a examen el 100 % de las mercancías que salgan de nuestros puertos con destino a los Estados Unidos. Naturalmente, se trata de una cuestión que se debatirá en el marco del Consejo Económico Transatlántico.

La próxima reunión del Consejo Económico transatlántico se celebrará el próximo martes, aquí en Bruselas. Será la primera que se celebre en suelo europeo. Los estadounidenses traerán una nutrida representación de políticos del Gobierno. Tenemos un orden del día amplio que irá avanzando en multitud de ámbitos. Como sucedió en nuestra primera reunión, celebrada en Washington, en ésta continuará el diálogo estratégico. Los temas previstos son la integración de Rusia en la economía mundial, la cuestión de cómo responder a los peligros crecientes de proteccionismo y, muy especialmente, las conclusiones que cabe extraer de la crisis de los mercados financieros. Como pueden ver, cubrimos un espectro muy amplio.

A los parlamentos de ambas orillas del Atlántico les corresponde una importante función en el proceso global. Estoy muy agradecido al Parlamento Europeo por el vivo interés que ha mostrado en este proceso. También estoy agradecido al Parlamento Europeo por los estrechos contactos que mantiene con el Congreso de los Estados Unidos y debo decir que, como diputados al Parlamento Europeo, les corresponde una importante tarea, ya que buena parte de aquello sobre lo que deseamos y podemos llegar a un acuerdo político habrá de formalizarse posteriormente en forma de legislación. Para que ello suceda, necesitamos la aprobación del Congreso de los Estados Unidos y de ustedes en Europa. Tal es asimismo la razón por la que se ha incluido el diálogo legislativo en el proyecto general.

Para terminar, permítanme señalar que el planteamiento elegido recientemente difiere en mucho de las tentativas anteriores, todas ellas fallidas, de manera más o menos espectacular, y que ambas partes están convencidas de que se trata del planteamiento más prometedor hasta la fecha en lo que concierne a la posibilidad de lograr un cambio real. Es importante mantener un control político permanente y distribuir claramente la responsabilidad relativa a las iniciativas, ya que en el pasado se emprendieron iniciativas que, por desgracia, no lograron sus objetivos.

Por consiguiente, es muy importante aclarar que el presente es un ejercicio de cooperación que no se ha emprendido de manera apresurada. Se trata de un proyecto a largo plazo. Ambas partes están plenamente de acuerdo en que no se ha de permitir que el breve lapso que les queda al actual Gobierno de los Estados Unidos, cuya legislatura concluye el próximo mes de enero, y a la actual Comisión Europea, cuyo mandato concluirá en noviembre del año próximo, influya en la planificación de este trabajo a medio o largo plazo.

Estamos enteramente resueltos a garantizar que este proyecto se prolongue más allá de las legislaturas y los mandatos respectivos.

 
  
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  Jonathan Evans, en nombre del Grupo del PPE-DE. – Señora Presidenta, desearía comenzar dando las gracias al Vicepresidente Verheugen. Éste se ha referido a la necesidad de liderazgo político, trabajo duro y paciencia y él mismo ha dado muestras de todas estas cualidades. He de decir que no estaríamos en la fase en la que estamos hoy de no ser por su duro trabajo por su implicación con este proyecto.

La propuesta de resolución conjunta que se someterá a esta Cámara refleja, según creo, las peticiones transmitidas al respecto por todas las comisiones parlamentarias. Deseo transmitir mi enhorabuena a éstas, en primer lugar por su implicación y, en segundo lugar, por su capacidad de concentración, toda vez que se trata de un documento de escasamente 47 apartados, aunque parezca mentira, en el que han participado todas las comisiones del Parlamento.

Se trata de un proceso positivo que, en mi opinión, debemos continuar de cara al futuro. Quiero dar las gracias a los diálogos en materia empresarial y de consumo por contar con la participación de los legisladores. También llamo la atención sobre la observación formulada por el Vicepresidente Verheugen a propósito de la implicación del Congreso estadounidense. De hecho, la semana pasada me reuní con nuestros colegas congresistas en Washington y, sorprendentemente —creo que por vez primera en esta Cámara— se me ha pedido que exponga su punto de vista durante la reunión que se celebrará el 13 de mayo. Creo que se trata de una relación muy distinta de la que teníamos, como Parlamento, con el Congreso hace tres o cuatro años.

¿Por qué son tan importantes estas cuestiones? Porque los objetivos a los que aspiramos consisten en hacer avanzar la cooperación reglamentaria, llevar a cabo una evaluación riesgos adecuada —incluida la que atañe a la seguridad de los productos importados— superar las diferencias entre normativas técnicas, resistir al proteccionismo, eliminar barreras al comercio transatlántico y fomentar la liberalización de los mercados de capitales.

También creo que podríamos asignarnos la función de responsables mundiales de la fijación de normas frente a los desafíos que entraña la globalización. Podemos demostrar que, sobre una base transatlántica, podemos garantizar que las normas no acaben reduciéndose en vista de las dificultades a las que nos enfrentamos con China y la India.

¿Me permitirán que concluya refiriéndome a otra persona que ha contribuido a este proceso? Se trata del presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, Tom Lantos, que, tristemente, falleció hace unas semanas. Deseo decir únicamente que el señor Lantos era el único superviviente del Holocausto que ocupaba un escaño en el Congreso de los Estados Unidos y recordar que Raoul Wallenberg le salvó la vida. Creo que su compromiso con este proceso merece constar en el acta de nuestro Parlamento y deseo darle las gracias por todo en nuestro nombre.

(Aplausos)

 
  
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  Jan Marinus Wiersma, en nombre del Grupo del PSE.(NL) También nosotros felicitamos al Comisario Verheugen por su compromiso con la cooperación entre la UE y los Estados Unidos y con desarrollo y el establecimiento del Consejo Económico Transatlántico, cuyo objetivo consiste en fortalecer la cooperación económica, crear un gran mercado común, no sólo en beneficio de la UE y de los Estados Unidos sino, asimismo, con el fin de atajar los problemas a los que ambos nos enfrentamos, tales como perfilar la globalización, reglamentar asuntos que precisan reglamentación de ámbito global y, en ocasiones, desregular asimismo donde resulte necesario.

El Comisario Verheugen tiene razón al afirmar que los factores políticos tienen una enorme importancia al respecto y que la función de los ejecutivos políticos también es importante aquí, lo que constituye un tema en sí mismo. Es año de elecciones en los Estados Unidos: un año que deparará incertidumbre con respecto a la futura dirección del país. No sabemos quién será el nuevo Presidente, aunque, personalmente, tengo mis preferencias. El desarrollo económico del país difiere del nuestro. Nuestra situación es, aún, razonablemente buena; en los Estados Unidos ha calado el pesimismo. El superdesarrollo de la economía, el aumento del desempleo y las amargas quejas por el elevado precio de la energía, por ejemplo: todo ello depara cierto grado de incertidumbre que, por supuesto, ejercerá influencia en los protagonistas del país.

Sin embargo, nos necesitamos para poder llevar a la práctica una agenda amplia, tal como ha afirmado el Comisario Verheugen. No se trata únicamente del desarrollo de un mercado común sino, además, de nuestra implicación con los problemas mundiales aparejados al comercio y a la política comercial y con nuestras relaciones con las nuevas potencias económicas a las que se designa con el acrónimo BRIC (Brasil, Rusia, la India y China). Se trata de un aspecto importante.

Es asimismo importante considerar el modo de desarrollar una agenda comercial común que también incluya aspectos sociales y medioambientales. Los puntos que he destacado revisten gran importancia para mi Grupo.

Desearía mencionar una serie de prioridades a corto plazo, aparte del desarrollo de este mercado. Creo que poner freno a la crisis alimentaria debería constar en el orden del día, al igual que la cuestión de un suministro de energía seguro y sostenible —somos básicamente consumidores de energía y dependemos de los países productores— y, por supuesto, la estabilidad de los mercados financieros. Creo que el objetivo último consiste en evitar que se desarrolle una fortaleza europea y otra americana como reacción a toda nueva evolución económica; debemos tratar de obrar conjuntamente en el escenario internacional cuando está en juego nuestro propio futuro económico y el de los otros muchos países que dependen de nosotros. Gracias.

 
  
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  Annemie Neyts-Uyttebroeck, en nombre del Grupo ALDE.(NL) Señora Presidenta, Comisario, Señorías, el Comisario Verheugen nos ha recordado una serie de elementos de gran importancia en relación con el tema de hoy: en primer lugar, que el valor del comercio entre los Estados Unidos y la Unión Europea asciende a 3 000 millones de dólares diarios.

En segundo lugar, nos ha recordado que el desarrollo del mercado único entre nuestros Estados miembros nos ha llevado más de treinta años y, como sabemos, dicho mercado no es aún perfecto. Dicho de otro modo, se nos recuerda que el desarrollo de un mercado único entre los Estados Unidos y Europa sólo puede ser un proyecto a largo plazo.

Por último, ha hecho hincapié en la importancia que los políticos revisten al respecto: los círculos y las instituciones políticos.

Mi Grupo ha contribuido al desarrollo de la presente resolución y, por ende, respalda su «leitmotiv». En primer lugar, debemos pugnar por lograr una máxima armonización de las normas, se refieran éstas a la seguridad de los productos o a otros elementos económicos; un sistema de normas unificadas y armonizadas, pues. Sin embargo, sabemos cuán difícil es, de modo que si resultara imposible o si llevara demasiado tiempo, la resolución aboga por la aceptación de las normas de la otra parte con respecto a los diversos aspectos económicos, partiendo del principio de que si aquéllas son buenas para nosotros también lo serán para nuestros socios y, desde luego, viceversa.

Ahora bien, como todos sabemos, es más sencillo hablar que actuar y sigue pendiente una serie de problemas que debemos resolver juntos, se refieran éstos a las aves de corral, a las hormonas, al ganado o a la muy delicada cuestión —que el Comisario ha mencionado— de la exigencia estadounidense de que se registren todos los contenedores.

Con la necesaria actitud positiva, creo que podremos lograr la resolución de todos estos problemas uno por uno y, si tanto nuestro Parlamento con el Congreso de los Estados Unidos contribuyen, será posible lograr un resultado favorable.

 
  
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  Dariusz Maciej Grabowski, en nombre del Grupo UEN. – (PL) Señora Presidenta, he de expresar mi reconocimiento al Comisario Verheugen por hacerse cargo de un asunto tan importante e implicarse en el mismo de este modo. El siglo XIX fue el de la expansión euroepa, el XX fue un periodo de predominio de los Estados Unidos y el XXI parece que será la era de China y de Asia suroccidental. Para evitar la repetición de los conflictos que acompañaron los cambios económicos de los siglos XIX y XX, y en vista de la rapidez de los procesos económicos de las últimas décadas, debemos anticiparnos al surgimiento de posibles campos de batalla y proponer métodos de evitar el enfrentamiento.

Es preciso decir algo sobre las tres amenazas más importantes: la desigualdad en el acceso a la información y la transmisión de la misma, la desigualdad en el acceso a las materias primas y, en tercer lugar, la desigualdad en el acceso a la investigación y la tecnología. Ahí es donde se pone de manifiesto la función y la importancia del Consejo Económico Transatlántico.

Debemos diagnosticar, prever y evitar crisis y la libertad económica no debe significar anarquía económica. Europa no debería mostrar desprecio y dar muestras de proteccionismo con respecto a los Estados Unidos, ni éstos en relación con Europa. Tanto los Estados Unidos como Europa, que gozan de superioridad en lo que respecta al acceso a la información, deberían obrar de modo que las desproporciones en materia de desarrollo no se ahonden y evitar que se produzcan.

 
  
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  Umberto Guidoni, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (IT) Señora Presidenta, Señorías, creo que es necesaria una mayor coherencia entre los acuerdos comerciales bilaterales y las normas multilaterales de la OMC con el fin de garantizar que el comercio internacional adquiera un mayor equilibrio. Sin tal coherencia, existe el riego de que el Consejo Económico Transatlántico se emplee para crear una relación económica especial entre dos importantes potencias, un mercado proteccionista a ambas orillas del Atlántico frente a los demás mercados mundiales.

En lugar de ello, Europa y los Estados Unidos deberían aunar fuerzas para crear un comercio más justo, incluir en el orden del día la aplicación de las normas medioambientales y sociales y dar prioridad al desarrollo, la reducción de la pobreza, la protección del medio ambiente y la diversidad cultural, en lugar de imponer una desregulación que contribuya a que el capital circule rápidamente y depare más beneficios para las multinacionales.

El que la crisis alimentaria se esté propagando por todo el mundo se debe en parte a la especulación económica. La Comisión debe incluir en la agenda la cuestión del precio de los productos básicos y, en concreto, de los alimentos, de modo que se pueda definir un mecanismo para estabilizar los precios que combata la especulación en los principales mercados de capitales.

Tenemos que trabajar para garantizar que la protección de los derechos de propiedad intelectual no cree barreras al conocimiento fomentando y recompensando la transferencia de conocimiento y tecnología a los países en desarrollo.

Numerosos litigios comerciales entre la UE y los Estados Unidos se relacionan con el uso de OMG y hormonas en la carne. El Consejo y la Comisión deben actuar con arreglo a la legislación comunitaria y en defensa de ésta, de modo que los ciudadanos europeos tengan garantizado el derecho a unos alimentos seguros y a un medio ambiente asimismo seguro. Debemos comenzar por la agricultura europea y analizar si es verdaderamente necesario contar con productos contaminados con OMG, sobre la base, como siempre, del principio de cautela, y hemos de establecer la obligación relativa a la trazabilidad y el etiquetado de los productos que contengan OMG.

La UE y los Estados Unidos deben asumir el liderazgo asimismo en lo que respecta al desarrollo de fuentes de energía renovables y hallar soluciones técnicas ecológicamente sostenibles.

 
  
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  Bernard Wojciechowski, en nombre del Grupo IND/DEM. – Señora Presidenta, me complace que exista voluntad política en ambas orillas del Atlántico para lograr una gran asociación entre nuestros dos continentes. Me gustaría hacer extensivo mi agradecimiento a la Comisión por el trabajo que ha llevado a cabo para construir esta estructura, que procura beneficios mutuos. Me alegra que esta Cámara, pese a que en la misma haya algunos comunistas, apoye los esfuerzos encaminados a reducir las barreras al comercio y la inversión entre los Estados Unidos y la Unión Europea y aguarde la creación de un mercado transatlántico en 2015.

Existían grandes esperanzas en toda Europa de que el nuevo Presidente de Francia introdujera una reforma económica en un país anclado en el letargo socialista. Sin embargo, parece que presta más atención a una modelo de pasarela retirada que a la liberalización de la economía. Existían grandes esperanzas en que la nueva Canciller reformara el obsoleto modelo de seguridad social de Alemania y diera al mismo tiempo un nuevo impulso al resto de Europa durante la Presidencia alemana. El resultado: nada de nada. La que antaño fuera el motor de la integración europea es hoy un escollo para una economía europea liberal. La jerga de la «Europa social» o la «Europa de la solidaridad» está confundiendo a nuestro pueblo. Es hora de que nos pongamos manos a la obra para reducir las barreras económicas en casa y consolidar una asociación exhaustiva con los Estados Unidos. Tal es el único modo de lograr que Europa sea competitiva.

 
  
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  Jana Bobošíková (NI). – (CS) Señorías, espero que la próxima reunión del Consejo Económica Transatlántico trate ante todo de hallar soluciones que eviten nuevas subidas de los precios de los alimentos. Espero una reacción ante esta alza de los precios y, asimismo, al hecho de que este año decenas de millones de personas vayan a morir y otros 100 millones se vayan a ver sumidas en una pobreza más profunda.

La situación en la que las hambrunas en los países en desarrollo puede dar lugar a levantamientos en tanto los países desarrollados racionan los alimentos no es el resultado de una catástrofe natural. Es el resultado de políticas imprudentes a ambas orillas del Atlántico. Debido a los elevados subsidios y al importe de los derechos de aduana, no se cultivan productos agrícolas allá donde podrían cultivarse en una cantidad mayor y al precio más bajo. En lugar de cultivos con fines alimentarios en los campos hallamos colza, maíz y caña que, una vez transformados, acaban en los depósitos de combustible de los coches. Al mismo tiempo, es bien sabido que el precio del trigo bajaría de inmediato en un 10 % y el del maíz en un 20 % si los países acordaran establecer una moratoria relativa a los biocarburantes y ni siquiera me detengo en el aspecto cómico del asunto, a saber, que para producto un litro de biocarburante se necesita a menudo más un litro de gasóleo.

Señorías, creo que al cabo de una semana de debates en el Consejo Transatlántico quedará claro si la UE y los Estados Unidos sienten verdaderamente una responsabilidad global o si la postura que mantienen es puramente populista. A la luz de los resultados, literalmente mortales, de la política alimentaria aplicada hasta la fecha, deberían poner fin de inmediato a los injustos subsidios agrícolas y a los derechos de aduana y deberían dejar de fomentar los absurdos biocarburantes. Tal es el único modo de garantizar que los precios de los alimentos desciendan y de que más habitantes del planeta tengan la oportunidad de vivir sin el temor a morir de hambre. Tal es el único modo garantizar el ejercicio de una verdadera responsabilidad global.

 
  
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  Erika Mann (PSE).(DE) Señora Presidenta, tengo que confesar que me ha dejado estupefacta lo que acaba de decir el señor Wojciechowski a propósito de Alemania, sobre la perturbación que este país representa para la estructura de Europa. Siempre lo he considerado de un modo distinto. Me parece extraño escuchar comentarios como ése en el Parlamento Europeo.

Comisario Verheugen, creo que ha tratado usted los puntos más importantes, aunque ha habido algo que no ha mencionado, a saber, lo difíciles que han sido las negociaciones en esta ocasión. El Consejo Económico Transatlántico es muy joven aún y las expectativas son, naturalmente, muy altas. Hay mucho en la lista de trabajos pendientes y, personalmente, creo que será adecuado aplicar un realismo saludable, ya que ciertos integrantes del equipo están sobrecargando al Consejo con un exceso de temas, incluidos ciertos asuntos que entrañan dificultades psicológicas como el de las aves de corral. Mi recomendación personal consistiría en ser algo más realista y, acaso, aligerar el orden del día.

El señor Wiersma también ha señalado que el actual es un año políticamente complicado para los Estados Unidos. En Europa también nos enfrentamos a un año difícil; de hecho, las dificultades han comenzado. Muchos se hallan inmersos en campañas preelectorales y deben garantizarse su reelección y, a partir del año que viene, tendremos un Parlamento y una Comisión distintos, de modo que sería positivo que ambas partes cultivaran el realismo para evitar situaciones difíciles, como ha sucedido con frecuencia.

No deberíamos olvidar jamás por qué hemos hecho lo que hemos hecho. Lo hemos hecho para poder entender mejor qué significa la integración de ambos mercados, y no porque deseemos integrarlos, puesto que ya están, de hecho, integrados. La señora Neyts-Uyttebroeck tenía razón al destacar las cifras. Lo que nos complacería —y tal es, después de todo, el objetivo— es eliminar todas las barreras que podamos. No podemos eliminarlas todas. Tendremos que convivir con algunas de ellas. También convivimos con barreras dentro del mercado europeo, no todas las cuales pueden eliminarse, pese a lo cual el mundo no se desmorona. Sólo tenemos que eliminar las barreras esté en nuestro poder suprimir, aquellas con las que resulte difícil convivir, las que representen dificultades para los consumidores, aquellas cuya eliminación cree más empleos, las que sean irracionales.

Ciertas barreras son ridículas. No tienen más que visitar una pequeña empresa, donde le dirán que existen ciertas barreras absolutamente estúpidas. De hecho, sigue habiendo numerosas barreras absurdas de las que deberíamos librarnos.

Espero que la Comisión y el Parlamento sigan cooperando con semejante dedicación. Muchos problemas se originan en el Parlamento o han de resolverse en éste. Por lo tanto, les agradezco mucho su estrecha cooperación y les deseo mucha suerte y éxito para la próxima reunión.

 
  
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  Sarah Ludford (ALDE). – Señora Presidenta, en 2000 se logró un acuerdo de puerto seguro sobre la transmisión de datos de empresas a los Estados Unidos. Sin embargo, no hemos logrado ir más allá de redactar unas normas transatlánticas comunes. Lo que se está produciendo con cada vez más frecuencia es la transmisión de datos comerciales, sobre todo datos de viajeros y, asimismo, datos bancarios y de telecomunicaciones, a las autoridades públicas por motivos de seguridad.

No es éste el contexto en el que formular preocupaciones en materia de libertades civiles, aunque a esta cuestión le corresponde asimismo una importante dimensión económica. Obviamente, si los viajantes experimentan demoras injustificadas, ello supone unos costes. Con todo, es aún más gravosa la considerable carga impuesta a las empresas.

En los Estados Unidos, según tengo entendido, existe una disposición relativa al reembolso de costes pero en la UE no se aplica una política coherente. Por ejemplo, en la Directiva relativa a la conservación de datos, dejamos a discreción de los Estados miembros el decidir si éstos compensarán a las empresas de telecomunicaciones. Sería interesante comprobar en cuántos se contempla dicha compensación. El resultado, sin embargo, es que la Unión Europea se halla en una posición de escasa fuerza para impulsar un marco transatlántico común no sólo en materia de normas de intimidad, lo que reviste una importancia vital, sino asimismo para gestionar las repercusiones económicas de la recogida de datos cuando se usa a las empresas como agentes de las autoridades públicas.

 
  
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  Karl von Wogau (PPE-DE).(DE) Señora Presidenta, Comisario, Señorías, durante los últimos años, Europa ha logrado grandes avances en pos de un mercado común. Sin embargo, aún hoy sigue habiendo mercados, incluso dentro de la Unión Europea, que se están abriendo gradualmente, por ejemplo en el ámbito de los servicios financieros en el que, en realidad, no disponemos de un mercado europeo común. Asimismo, en cuanto a los vehículos, existe un mercado común en Europa pero nos hemos quedado a medio camino en el proceso correspondiente relativo al ámbito transatlántico. Se han logrado avances hacia un mercado común en el ámbito de la seguridad y la defensa. Un primer paso en dicha dirección fue la creación de Agencia Europea de Defensa y otro lo constituyó la decisión de asignar 1 400 millones de euros para investigación en materia de defensa en el contexto del Séptimo Programa Marco de Investigación.

No obstante, el avance más importante lo constituyen las actuales propuestas de directiva de la Comisión, la primera relativa a la adquisición pública de material de defensa y la segunda referida al ámbito del envío intracomunitario de material de defensa. Se trata de avances decisivos hacia un mercado común en el ámbito de la defensa. Cabe preguntarse, sin embargo, en qué se situación se halla el mercado transatlántico en este campo. Se han producido en el mismo dos importantes cambios. Uno de ellos se ha puesto de manifiesto con la reciente decisión de los Estados Unidos de adquirir aeronaves de repostaje fabricadas por una empresa europea. En segundo lugar, la propuesta de Directiva presentada por la Comisión Europea y relativa a la adquisición pública de material de defensa no contiene normas que recomienden la compra de productos europeos, «Buy European», comparable a las normas «Buy American» en vigor. El objetivo fundamental consiste en obtener el mejor equipo para nuestras fuerzas armadas y ello entraña un diálogo intensivo entre la Unión Europea y la OTAN.

Es asimismo importante, sin embargo, tratar de entablar debates directos entre la Unión Europea y los Estados Unidos acerca de tales temas económicos. El Consejo Económico Transatlántico tendrá, pues, que debatir este asunto, en esta ocasión o acaso más adelante.

 
  
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  Antolín Sánchez Presedo (PSE). – Señora Presidenta, el fortalecimiento de las relaciones entre la Unión Europea y los Estados Unidos es clave en el ámbito transatlántico y en un mundo crecientemente multipolar.

En términos económicos, los Estados Unidos y Europa mantienen la mayor relación bilateral de cooperación económica e intercambios comerciales y de inversiones que existe en el mundo.

Derribar las barreras a la integración económica transatlántica impulsará la prosperidad mutua. Para completar el mercado transatlántico en 2015 se necesitará voluntad política.

La adopción en la Cumbre de 2007 del Acuerdo marco para avanzar en la integración económica ha sido un hito decisivo para recuperar el espíritu de la nueva agenda transatlántica de Madrid de 1995 y dar nuevo ímpetu a la Asociación Económica Transatlántica.

Hay que trasladar al Consejo Económico Transatlántico el mensaje de que cuenta con el respaldo del Parlamento Europeo para progresar en esta dirección.

Los Estados Unidos y Europa son dos gigantes de la economía global y, por ello, son especialmente responsables de moldear una globalización de rostro humano. Su integración económica es una referencia positiva para construir una economía abierta, fiable y sostenible a escala global.

Este proceso, siendo compatible con los compromisos multilaterales, debe ir más allá, abriendo nuevos caminos y señalando nuevas pautas para el desarrollo de unas relaciones más transparentes, fiables y equitativas bajo estándares comunes.

También contribuirá a unir esfuerzos frente a los problemas de la estabilidad financiera, el cambio climático y las necesidades de desarrollo humano.

La seguridad de los productos, la protección de los consumidores, la lealtad de las transacciones, la defensa de la reputación, el fomento de las invenciones tecnológicas y de la innovación, las reglas de contabilidad, el desarrollo de los servicios financieros y la cooperación regulatoria son temas que forman parte de la agenda.

Esperamos y confiamos, señor Verheugen, que no regresará al Parlamento con las manos vacías.

 
  
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  Sophia in ’t Veld (ALDE). – Señora Presidenta, aunque soy consciente del riesgo de sobrecargar el orden del día del Consejo Económico Transatlántico, pediría que se incluyera en el mismo el asunto de la protección de datos, ya que ésta —en contra de lo que muchos piensan— es en gran medida una cuestión económica. Antes era competencia de la DG de Mercado Interior en la Comisión, aunque dicha situación ha cambiado.

Los datos personales se han convertido en un gran negocio y se trata de un negocio en auge. Estamos asistiendo, por ejemplo, a fusiones multimillonarias en el sector. Piensen en Google/Double Click, tema sobre el que ya debatimos en enero, en la fusión entre Microsoft y Yahoo!, que ahora se ha cancelado, o en la inminente fusión entre Reed Elsevier y ChoicePoint. Con ello se ilustra la importancia de los datos personales.

Se trata, además, de un negocio de naturaleza mundial. Las empresas han de hacer frente, con frecuencia cada vez mayor, a diversos regímenes jurídicos de todo el mundo, o incluso dentro de Europa o de los Estados Unidos, en lo que respecta, por ejemplo, a las normas sobre la notificación de infracciones, la protección de datos y la publicidad según perfiles y pautas de conducta. Las empresas y los ciudadanos necesitan normas globales que garanticen una mayor seguridad y transparencia. Por ello, debemos empezar a elaborar normas mundiales. Creo que el Consejo Económico Transatlántico sería la plataforma adecuada para hacerlo, por lo que querría saber si el Comisario Verheugen está de acuerdo conmigo en que dicha cuestión debería incluirse en el orden del día del CET.

 
  
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  Urszula Gacek (PPE-DE). – Señora Presidenta, la onda expansiva de la reciente crisis de las hipotecas «subprime» en los Estados Unidos ha alcanzado las principales instituciones financieras europeas y nos ha mostrado cuán interconectados están los mercados de los Estados Unidos y Europa.

La subsiguiente reticencia de los banqueros a conceder préstamos —incluso a sí mismos— ha dado lugar a una crisis crediticia que tendrá repercusiones negativas en el crecimiento económico y en la prosperidad de los hogares, hállense éstos en París, Texas, o en París, Francia.

Muchos gobiernos han fallado a los ciudadanos de a pie. Han sido reguladores ineficaces de los mercados financieros, al permitir la circulación de una cantidad creciente de nuevos instrumentos financieros como si de un juego infantil de pasar prendas se tratara. Sin embargo, al detenerse la música, nadie quería quedarse con la prenda, que no era otra cosa que un ominoso cúmulo de deudas.

El informe destaca con razón la necesidad de fortalecer la cooperación entre las autoridades de control de ambas orillas del Atlántico, máxime en un momento en el que los gobiernos van a centrar sus esfuerzos en operaciones de rescate a corto plazo, avalando o respaldando a banqueros y a acreedores específicos.

Los gobiernos han de ser cautelosos y no transmitir una señal errónea a las personas sin escrúpulos y a los imprudentes. A través de sus reguladores de los mercados financieros, deben exigir unos métodos de rendición de cuentas transparentes, así como unos criterios de concesión de préstamos prudentes a las instituciones financieras.

Cabe esperar que un esfuerzo concertado por parte de los Estados Unidos y de Europa nos permita evitar tales crisis en el futuro.

 
  
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  Pervenche Berès (PSE). – (FR) Señora Presidenta, Vicepresidente de la Comisión, tiene razón. Después de que otros intentos hayan fracasado, éste tratará de mejorar nuestras relaciones transatlánticas sobre una base legislativa caso por caso. Sin embargo, se percibe de inmediato la ausencia clara de una dimensión en nuestro examen de la situación de hoy, a saber, el contexto en que se celebra el debate. Expediente tras expediente, podemos observar cuales han sido los avances logrados en tal o cual acto legislativo a una orilla u otra del Atlántico.

Pero ¿qué sucede con el debate básico que deberíamos estar celebrando con nuestros socios estadounidenses acerca de la situación, del riesgo de que la economía entre en recesión, del problema de organizar la disociación al comienzo de dicha recesión y, por supuesto, del asunto de los tipos de interés? El propósito de la presente resolución no consiste en tratar el asunto de los tipos de interés y, sin embargo, sabemos muy bien que el estado de las relaciones transatlánticas dependerá en gran medida de nuestra capacidad de regular el comercio a escala internacional. Si examinamos, expediente tras expediente, el estado del debate con nuestros homólogos estadounidenses, estamos facultados para hablar de expedientes que acaso no formen parte del diálogo transatlántico en el Consejo a cuya creación han contribuido ustedes.

Les daré un solo ejemplo: la situación del mercado inmobiliario. Obviamente, compete a los legisladores estadounidenses decidir el modo de mejorar su capacidad de conceder créditos inmobiliarios que reflejen las necesidades reales y la capacidad prestataria de la población de los Estados Unidos y que tengan en cuenta de la realidad que significa la financiación de la vivienda social. En Europa sabemos que el restablecimiento de las condiciones de funcionamiento normales de los mercados financieros depende en gran medida de que el mercado financiero estadounidense vuelva a la normalidad. En nuestro diálogo con nuestros socios estadounidenses deberíamos, pues, hacer hincapié en tales cuestiones, que dependen de su capacidad de modificar su legislación.

 
  
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  Corien Wortmann-Kool (PPE-DE). – (NL) Después de los resultados de anoche, no parece que se vaya elegir Presidenta a una mujer en los Estados Unidos. Sin embargo, se elija a quien se elija, el comercio seguirá desempeñando una función importante en las relaciones con este país.

Somos el principal socio comercial del otro, por lo que una cooperación económica constructiva es muy importante. Hay que felicitar al Comisario Verheugen por su planteamiento, pues. Hemos depositado muchas esperanzas en este Consejo Económico Transatlántico, aunque nos debemos dar cuenta de que se trata de una inversión a largo plazo. Sin embargo, este Consejo debe desempeñar una función importante en la armonización reglamentaria, la reducción de la burocracia y la eliminación de las barreras al comercio, de modo que nuestras empresas puedan hacer negocios más fácilmente en los Estados Unidos y mejore la interconexión de nuestros mercados.

Además, Comisario, le rogaría que diera prioridad a las verrückte Maßnahmen (medidas absurdas), como la señora Mann ha tenido a bien llamarlas: en neerlandés no tenemos un término tan apropiado para las mismas. Entre estas verrückte Maßnahmen se incluye el registro del 100 % de los contenedores, lo que debería eliminarse de la mesa de negociaciones, pues se trata de una medida tan absurda que tendría repercusiones muy negativas y resultaría extremadamente costosa.

Señora Presidenta, debemos asimismo aunar fuerzas con los Estados Unidos en lo que respecta a nuestros intereses en el resto del mundo, concretamente la lucha contra los juguetes inseguros procedentes de China y la fabricación de artículos falsificados en Asia. El asunto de los artículos falsificados es como golpearse la cabeza contra un muro de ladrillo: no parece que seamos capaces de detener la marea en grado alguno.

Desearía asimismo llamar la atención sobre la actuación conjunta en la actual crisis financiera. Aquí, también, es urgente que el Consejo Económico Transatlántico desempeñe una función positiva.

Señora Presidenta, la responsabilidad de mantener el diálogo con el Congresos de los Estados Unidos no sólo corresponde al Consejo Económico Transatlántico y al Comisario sino, asimismo, a nosotros: si aunamos fuerzas podremos reforzarnos mutuamente; de hecho, tal es nuestro objetivo.

 
  
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  Benoît Hamon (PSE). – (FR) Señora Presidenta, Comisario, el Diálogo Económico Transatlántico se celebra en un contexto caracterizado por una crisis triple: la crisis bancaria y financiera mundial, de la que aún no vemos el fin, la crisis de los precios de los alimentos y, por último, la crisis persistente del precio de los hidrocarburos. Todas estas perturbaciones se han dado en un contexto general de calentamiento global y cambio climático que exige una inversión de los ciclos y la puesta en tela de juicio de ciertos dogmas en los que se ha fundamentado la prosperidad de la sociedad occidental.

¿Podría servir a tal objetivo el fortalecimiento de nuestras relaciones transatlánticas? Así lo creo, aunque será difícil, complejo y no exento de conflictos. La presente Resolución esboza una serie de propuestas que armonizan con las demandas y aspiraciones de la opinión pública europea y estadounidense. En primer lugar, no se trata de limitar nuestras ambiciones a la creación de una zona de libre comercio transatlántica, sino de trabajar para que el desarrollo de nuestro comercio sirva a otros objetivos más loables que fomenten las normas sociales y medioambientales.

Desde este punto de vista, la Resolución que votaremos mañana está bien equilibrada. Reconoce que los denominados obstáculos al comercio entre la Unión Europea y los Estados Unidos son, con frecuencia, leyes que tienen fines sociales, medioambientales, culturales o de salud pública concretos, y que tales obstáculos no se pueden eliminar sin una decisión democrática y una acción legislativa positiva que protejan tales objetivos.

El texto también anima a la Unión Europea a que se inspire en ciertos acuerdos comerciales bilaterales firmados por los Estados Unidos, los cuales contienen disposiciones precisas en materia de Derecho laboral. Por tales razones, en concreto, creo que esta Resolución es útil para el diálogo transatlántico.

 
  
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  Malcolm Harbour (PPE-DE). – Señora Presidenta, el que nos reunamos hoy aquí para hacer seguimiento de esta iniciativa, verdaderamente importante, representa un gran homenaje al trabajo de Günther Verheugen, Jonathan Evans y otros.

Personalmente, deseo rendir homenaje al señor Evans, por su liderazgo político, ya que creo que el componente político y parlamentario ha sido absolutamente crucial.

El año pasado tuve el privilegio de viajar a Washington por vez primera con la delegación de la Comisión de Mercado Interior, que visitó el Congreso y tuvo ocasión de hacer hincapié en que en el Parlamento estamos muy comprometidos con estas cuestiones.

Asimismo, deseo dejar constancia de que, recientemente, Nancy Nord, presidenta de la Comisión de Seguridad de los Productos de Consumo, honró con su visita a la Comisión de Mercado Interior. Esta visita dio pie a nuestra visita a Washington y es testimonio, según creo, de que por fin estamos comprendiendo la dimensión política.

Ahora bien, ¿por qué debemos comprender dicha dimensión política? La respuesta es porque el trabajo sobre cuestiones relativas a la seguridad de los productos y la armonización, en concreto, han de tener una dimensión política. El problema estriba en el ámbito burocrático. Si nos referimos a los automóviles, de los que ha hablado antes el señor von Wogau, el problema consiste en que los expertos de la Unión Europea y de los Estados Unidos —no los políticos— no han llegado aún a ponerse de acuerdo sobre cuestiones fundamentales como las normas en materia de emisiones de los camiones pesados o el modo de realizar las pruebas de seguridad de los automóviles.

Tales cuestiones no son políticas. Son cuestiones que sobre las que los burócratas no logran ponerse de acuerdo. Creo que debemos enfrentarnos a dicha situación, ya que nos está costando grandes e innecesarias sumas de dinero que deberíamos estar gastando e invirtiendo en hacer unos productos más seguros y ecológicos para los consumidores. A fin de cuentas, de eso se trata.

Sé que puedo contar con usted, Comisario, y con su liderazgo político para abordar la situación, pero creo que todos tendremos que involucrarnos en ese proceso, no para adoptar tales decisiones específicas sino para transmitir el siguiente mensaje a las personas implicadas: poneos manos a la obra y redoblad los esfuerzos emprendidos, ya que todos nosotros deseamos que tengáis éxito.

 
  
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  Małgorzata Handzlik (PPE-DE). – (PL) Señora Presidenta, el Consejo Económico Transatlántico creado hace un año es una buena idea para potenciar la cooperación transatlántica en el sector económico. No debemos olvidar, después de todo, que los Estados Unidos son nuestro principal socio comercial. Estoy convencida de que la identificación eficaz de las barreras existentes, seguida de su eliminación, contribuirá en grado sumo a estimular el crecimiento económico. Espero que ambas partes redacten en breve un plan detallado que exponga las acciones que hayan de emprender los sectores específicos con el fin de crear un mercado transatlántico que culmine con éxito.

Señorías, la cooperación en el marco del Consejo Económico Transatlántico engloba problemas que son importantes para el funcionamiento de un mercado común. Me complace especialmente que, entre las prioridades de esta cooperación, se incluyan cuestiones relativas a la protección de los derechos de propiedad intelectual. Me permito recordarles que, el año pasado, la Comisión Europea publicó una Comunicación sobre «Mejorar el sistema de patentes en Europa», a través de la que se intentó revitalizar el debate sobre la patente comunitaria. Este año aguardo con impaciencia la publicación de la Comunicación sobre la estrategia en el ámbito de los derechos de protección intelectual. La cooperación transatlántica es especialmente importante en este campo. Nuestras economías se basan en gran medida en el conocimiento. Esta es una de las razones por las que la protección y el ejercicio de los derechos de propiedad intelectual son tan importantes.

Redunda en interés de nuestras economías, no obstante, que las soluciones que favorezcamos sean respetadas por los terceros países. Sin su acuerdo e implicación, nuestros esfuerzos no darán los frutos previstos. Por ello, el ejercer influencia para mejorar la protección de los derechos de propiedad intelectual en terceros países debe formar parte de la cooperación transatlántica.

Cuento con que el Consejo Económico Transatlántico publique un informe próximamente sobre los avances logrados en materia de cooperación en el ámbito de la introducción de los derechos de propiedad intelectual, en el que se expongan las acciones que se vayan a emprender en el futuro para fortalecer la cooperación en la lucha contra la falsificación de productos y contra la piratería.

 
  
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  Czesław Adam Siekierski (PPE-DE). – (PL) Señora Presidenta, Comisario, el Consejo Económico Transatlántico es una institución que existe con el objetivo de presentar mejores soluciones en materia de cooperación económica e incrementar el volumen del comercio entre la UE y los Estados Unidos. Este Consejo es, asimismo, un foro en el que se están elaborando las bases de un mercado común consolidado. Recordemos que nos acercamos a un momento en el que tendremos que proponer conjuntamente a otras regiones del mundo una modificación de la reglamentación y de los principios vigentes en la economía y el comercio mundiales.

Un importante ámbito de nuestra cooperación es el control de los mercados financieros y la adopción de principios transparentes en este sector, con el fin de evitar los riesgos a los que nos hemos expuesto de resultas de la crisis del mercado hipotecario, que ha evolucionado para ocasionar turbulencias en los mercados alimentarios mundiales.

 
  
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  Corina Creţu (PSE). – (RO) Nuestro debate se celebra antes de la reunión de Liubliana de los legisladores europeos y estadounidenses que ha mencionado usted, señor Comisario, y también el jefe de nuestra delegación señor Evans, y estoy convencida de que esta reunión servirá para poner de relieve una vez más la necesidad de consolidar el diálogo transatlántico.

La creación del Consejo Económico Transatlántico refleja la necesidad de armonizar las posiciones de ambas partes en lo relativo a la gestión de las crisis con que nos enfrentamos a nivel mundial, especialmente las crisis de los alimentos y de la energía, al igual que las de otro tipo.

Lamentablemente, la pobreza sigue siendo el principal enemigo de la humanidad, y no se podrá ser mitigar sin una cooperación real entre los organismos internacionales y los Estados nacionales, pero especialmente entre la Unión Europea y los Estados Unidos de América.

Por último, quisiera aprovechar esta oportunidad para solicitar nuevamente el apoyo de la Comisión Europea a fin de solucionar el problema de los visados, como símbolo de la necesaria solidaridad con los nuevos Estados miembros de la UE que todavía no han visto resuelto este problema.

 
  
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  Peter Skinner (PSE). – Señora Presidenta, son muchos los que han hablado de asuntos importantes. Desde luego es importante ser conscientes de que existe un diálogo permanente entre los Estados Unidos y la Unión Europea, pero el CET trata de lograr resultados concretos. Trata de desinflar la retórica y eliminar algunos de los burdos pretextos que a ambos lados del Atlántico nos impiden hacer lo necesario para impulsar nuestras economías y conseguir el crecimiento que la gente demanda, especialmente en el momento actual, en medio de la crisis financiera.

Por eso estoy satisfecho con los progresos realizados. Me complace que haya habido muchas personas, como Jonathan Evans, el Comisario Verheugen y otros colegas de esta Cámara que han trabajado duro en estos temas para lograr que avancen. Se ha hablado de las normas internacionales de información contable, así como de los contratos de intermediarios y agentes. En todos los casos se trata de pasos en la dirección correcta y de temas importantes, pero esto no puede convertirse en la lista de la compra. El CET tiene siete prioridades en las que hay que avanzar, eliminando la retórica. El sector del seguro es una de ellas, y aquí se pueden alcanzar resultados concretos – si no hoy mismo, con toda seguridad muy pronto.

 
  
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  Günter Verheugen, Vicepresidente de la Comisión. − (DE) Señora Presidenta, Señorías, ante todo quiero expresarles mi profundo agradecimiento por el apoyo al proyecto de cooperación económica transatlántica que este debate ha puesto de manifiesto, y volver a insistir en que solamente podrá tener éxito si todas las instituciones participan en él. El Consejo tiene su papel, el Parlamento tiene el suyo y la Comisión también se está esforzando para desempeñar el suyo.

No estoy de acuerdo con quienes han manifestado el temor de que se trate de una forma de proteccionismo transatlántico, o que las dos regiones económicas más extensas y poderosas estén levantando un muro, y quisiera tranquilizarlos. La cooperación económica transatlántica no va dirigida contra nadie. Es muy interesante comprobar que las regiones económicas mencionadas en este debate ya están demostrando un gran interés por estos trabajos y ya han preguntado, de forma más o menos directa, si sería posible llevar a cabo algo parecido con otras instituciones.

Mi respuesta siempre es la misma: preferiríamos esperar y ver si el modelo que hemos creado aquí funciona realmente, porque nos encontramos aún en las fases iniciales. Me gustaría tratar de demostrar nuevamente que aquí existen distintas dimensiones. El núcleo fundamental consiste en realidad en eliminar las barreras al comercio. Es exactamente como ha dicho el señor Harbour: se trata de las barreras al comercio. Cuando se estudian de cerca, resulta incomprensible e increíble que hayamos estado funcionando de este modo durante tantos años. Está absolutamente en lo cierto. El motivo ha sido que los burócratas no se ponen de acuerdo. Lo que estamos haciendo es incitar a los burócratas a que actúen, presionarlos para que se hablen, definirles los ámbitos de actuación.

Señora Presidenta, permítame añadir una digresión. Aunque me dedico a esto desde hace tiempo, trabajando en este proyecto he aprendido algo nuevo. Siempre había creído que si en los Estados Unidos un proceso político dependía de la Casa Blanca, bastaba con apretar un botón y toda la Administración y el Ejecutivo hacían lo que el Presidente quería. Pero esto no es así, ni siquiera en los Estados Unidos. No es Europa la única que tiene dificultades a la hora de hacer que su burocracia se mueva – los estadounidenses tienen el mismo problema. Así pues, ésta es nuestra tarea fundamental. Estamos hablando de cosas que pueden ahorrar a las economías de ambas partes muchos miles de millones de euros de gastos innecesarios, dinero que podría ser invertido o utilizado para crear puestos de trabajo y promover innovaciones inteligentes. Ésta es la tarea clave.

La segunda dimensión consiste en dirigir la vista mucho más lejos, para analizar si no sería posible trabajar con normas comunes. Por ejemplo, el Copresidente estadounidense y yo mismo estuvimos de acuerdo en que era absurdo que los Estados Unidos y Europa desarrollen sus normativas y las utilicen para competir entre sí en otros mercados. La voluntad de trabajar conjuntamente y de evitar problemas en las reglamentaciones futuras es uno de los motivos por los que estamos manteniendo estrechos contactos sobre nanotecnología y examinando las normas sobre biocombustibles. Hacemos todo esto para que no haya que repetirlo en el futuro, para que no nos distanciemos.

Quisiera compartir mi visión personal. Creo que, a la vista de las filosofías tan distintas que tenemos a ambos lados del Atlántico, por ejemplo sobre la forma de lograr la seguridad de los productos, solamente podremos alcanzar la meta si estamos dispuestos a aceptar mutuamente nuestras filosofías y métodos de regulación, si reconocemos por ejemplo que los americanos son tan opuestos como nosotros a que sus ciudadanos se envenenen, y si los americanos reconocen que somos tan opuestos como ellos a exponer a nuestros ciudadanos a los peligros causados por los aparatos eléctricos. Ésta sería, por tanto, la base para el reconocimiento mutuo de unas reglamentaciones apropiadas.

Y ahora en cuanto a la tercera dimensión. Se trata del ámbito en que se ha concentrado casi exclusivamente el debate de esta tarde – los asuntos importantes y de gran alcance, relacionados a veces con la política global, que se han mencionado aquí. Estoy de acuerdo con Erika Mann y les rogaría que no abrumasen al Consejo con demasiados temas, además de que tenemos un acuerdo marco que define los asuntos que ponemos y no podemos tratar. Muchos de los asuntos mencionados no estaban contemplados en absoluto en el acuerdo marco, y para ellos existen otros muchos foros. Sin embargo, la experiencia ha demostrado ya que la cooperación práctica hace necesario que hablemos entre nosotros de los grandes temas estratégicos, como el futuro del sistema del comercio mundial, la cuestión del proteccionismo, la forma de actuar con las inversiones de los fondos estatales, el problema de los precios de los alimentos y de la energía y la posible necesidad de regular los servicios financieros. Esto es exactamente lo que estamos haciendo. Hemos encontrado una fórmula para responder con rapidez y flexibilidad. En consecuencia, no descarto que a largo plazo podamos debatir asuntos que vayan más allá de los que figuran en el acuerdo marco.

Permítanme que lo repita: este debate me ha animado a continuar avanzando por el mismo camino y a lograr que tengamos éxito esta vez. Entre todos nosotros tenemos un potencial enorme, y ni siquiera hemos empezado a sacarle partido. Cuando eliminemos las barreras que nos impiden explotar nuestro pleno potencial económico, podremos hacer mucho más para alcanzar nuestros objetivos políticos, sociales y económicos. De eso se trata.

 
  
  

PRESIDE: Manuel Antonio DOS SANTOS
Vicepresidente

 
  
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  Presidente . – He recibido seis propuestas de resolución(1) de conformidad con el artículo 103, apartado 2, del Reglamento.

Se cierra el debate.

La votación tendrá lugar mañana.

Declaraciones por escrito (Artículo 142)

 
  
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  Tunne Kelam (PPE-DE), por escrito. – Los desafíos globales se ciernen amenazadores en el horizonte del debate de hoy. En vez de andar a la greña por problemas del pasado y detalles de las relaciones mutuas, necesitamos convencernos de que a escala global la UE representa el 7 % de la población mundial. Para encarar debidamente estos desafíos crecientes, sólo hay una solución: las dos mayores regiones democráticas de libre comercio tienen que unir sus fuerzas. No existe en absoluto ninguna alternativa a una cooperación transatlántica lo más estrecha posible. No se trata de una perspectiva voluntarista a largo plazo.

El año pasado, el Parlamento Europeo y el Congreso de los Estados Unidos arrancaron de forma alentadora esta iniciativa. Se han marcado la ambiciosa meta de completar el mercado transatlántico antes de 1015. Para alcanzarla necesitamos la plena colaboración del Consejo y de la Comisión.

La primera tarea consiste en localizar y eliminar todos los obstáculos existentes, tanto políticos como técnicos. La segunda tarea será redactar un breve documento explicando al gran público las razones y ventajas esenciales.

Por último, no olvidemos que los objetivos de la Estrategia de Lisboa se alcanzarán mejor mediante el establecimiento de una integración transatlántica sincera y eficiente.

 
  

(1)Véase el Acta

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